sábado, 22 de diciembre de 2012

ANTIFRANQUISMO Y GÉNERO (I)


Bajo este título y con permiso de los autores del proyecto inicio la publicación de la entrevista que me realizaran en Madrid, el día 9 de diciembre de 2012. Nacho Blanes y Rosario Gómez Carrasquel, mentores del proyecto, intentan recuperar la memoria de lucha de los movimientos sociales durante el franquismo con visión de género. El material audiovisual, cuando esté completado, se pondrá a disposición de asociaciones, ateneos y grupos interesados en conocer nuestro pasado histórico más reciente. A mí me correspondió hablar sobre el movimiento estudiantil antifranquista. La entrevista que tiene 5 apartados comienza con la indagación sobre la situación social y familiar.

1.Características socioeconómicas de la familia en la que te formaste.
Una familia obrera, mi padre era maquinista y mi madre peluquera y, luego, tejedora. No pasamos hambre pero los tiempos eran duros: tuvimos, como todos los niños humildes de esa época, sabañones y verrugas. La ropa se heredaba, se repasaba y arreglaba muchas veces. No recuerdo haber bebido leche de niña. El pan lo traían desde Alfacar en burro, los niños pasábamos mucho tiempo jugando en la calle. Había escuela por la mañana y por la tarde. Nuestro barrio tenía una composición particular, entre el barrio de San Lázaro (construido a inicios de la dominación cristiana como contención de la población morisca) y los primeros bloques de edificios construidos después de la Guerra de España en la Avenida de Calvo Sotelo. Entre estos tres grupos humanos existía poca relación. Las pandillas que se organizaban respetaban de manera instintiva la diferenciación social. Nunca hablé con los niños de Calvo Sotelo, a excepción de la familia Puente-Antón,  pues eran hijos de clases medias altas; aunque después, cuando la adolescencia, fui compañera de bachillerato de muchas chicas con las que por supuesto tampoco intimé. Los niños de San Lázaro nos daban miedo, eran muchos y muy aguerridos, y procurábamos no tener problemas con ellos.
Eran los arrabales de la ciudad que se fueron urbanizando hasta convertirse en una zona “bien” con el pasar de los años. Pero entonces nos rodeaba el campo, había huertas en las que robábamos jugando algunas piezas de fruta en el verano. Ya estaba construido el Hospital Clínico San Cecilio, la Plaza de Toros y el nuevo Campo de Fútbol, el río no estaba embovedado… Desde nuestras ventanas veíamos la Vega de Granada, Sierra Nevada… y también, a las niñas del orfanato o “reformatorio” de San Juan de Letrán… ¡pobres criaturas!
2. Ideológicamente cómo los definirías. ¿Eran políticamente activos?
Eran perdedores de una guerra, con un pasado estigmatizado, con los sueños y esperanzas rotos. No conocí a mis abuelos. El abuelo Diego, el padre de mi padre,  había estudiado ingeniería en una universidad inglesa. Era Jefe de Depósito de la Estación de ferrocarril de Granada. Masón. Fue condenado a muerte, estuvo en el campo de concentración de Víznar; luego de conmutarle la pena de muerte, fue expulsado de su trabajo y vivió sus últimos años como contable en unas bodegas. El abuelo Jacinto, padre de mi madre, era socialista; practicante, comadrón y dentista; también fue condenado a muerte y conmutada la pena. Obligado a no volver a su pueblo, la Puebla Don Fadrique, lo desterraron al pueblo de Loja.  Mi padre, bien joven, era militante de la FUE, iba a iniciar sus estudios de Medicina en la Universidad de Granada. Eran, por lo tanto, republicanos y de izquierdas. A través de mi padre y de mi madrina, María, la hermana mayor de mi madre y de su esposo, el tío Tomás, supimos de la tragedia que se había vivido y de lo que significaba el fascismo. Haber transmitido la memoria fue el mayor legado que me dejaron. Y también una ética muy clara: la palabra “pancista”. Para mi padre, cualquier acción encaminada a recibir del régimen algún tipo de beneficio, era una traición. No pudimos ir al Colegio de Ferroviarios que estaba al lado de nuestra casa, ni comprar en el economato de RENFE…
No puedo decir que fueran militantes o activistas de una organización. El simple hecho de sobrevivir a la gran tragedia vivida y explicarnos lo que había ocurrido y lo que ellos habían pasado, fue su manera de militancia.
Niña granadina de los años 50

3. ¿Hubo para ti algún referente dentro de ella?
Mi padre que siempre nos hablaba de muchas cosas que estaban prohibidas. De él aprendí también el anticlericalismo, muy marcado en la izquierda de los años 30. También mi madrina, que había participado en la revolución del 34 en su pueblo; todos en general, cuando venían parientes del pueblo hablaban del pasado y no se escondían delante de nosotras. Esta circunstancia era bastante singular, lo normal es que la gente callara, hasta en el ámbito de la familia, todo lo que se había vivido. Te puedes encontrar con gente que jamás supo que su padre o abuelo había sido fusilado. España se llenó de muertos sin rostro, sin personalidad. El silencio obligado fue terrible. Que pudiéramos saber el porqué de las cosas fue muy importante. Eran historias terribles, de una crueldad extrema…, ellos por contrario, representaban el amor hacia los pobres, hacia el pueblo, la voluntad de cambio aplastada. Sabía a través de mi madre de la terrible historia de las tías Encarna e Isabel, que en realidad no eran nuestras tías. La abuela Concha, la madre de mi madre, también formaba parte de ese círculo de la memoria; también el tío Curro, que había sido comisario en el V Regimiento. Podías encontrarte con esa identidad en cualquier circunstancia, en un médico, en una librería, etc, de la mano de cualquier miembro de la familia.
Siendo solo una niña era consciente de que formaba parte de los perdedores. Arrastraba en silencio esta conciencia que no se podía hacer pública bajo ninguna circunstancia. Pero a veces, ocurrían cosas que me permitían entender que no estábamos solos, que yo no estaba sola. Por ejemplo, mi madre solía entrar en una pequeña librería de la calle San Juan de Dios; cuando no había clientes hablaba con el propietario, para mí un hombre muy mayor, de los sufrimientos que habían padecido en Víznar cuando estaban presos él y mi abuelo Diego. También visitando a un médico, mi madre había dicho, “soy la nuera de Diego Morente”, y aquel hombre profesional se ponía a echar sapos y culebras por la boca hablando de los fascistas. De esta manera fui tomando conciencia de que formaba parte de un grupo social que era más amplio que mi propia familia…
Taller de costura, años 50


4. Caracteriza brevemente el contexto sociopolítico en el que creciste.
Creo que hay dos acontecimientos que pueden reflejarlo: el primero, la campaña “25 años de Paz”, que celebraba el triunfo del fascismo sobre la resistencia republicana; la propaganda era apabullante. Mi padre siempre murmuraba, “25 años de la paz de los muertos por Franco”. En el tranvía, por ejemplo, todo estaba lleno de consignas fascistas alusivas. A mí me daba mucho miedo, tenía conciencia de que era considerada un peligro por el simple hecho de conocer la historia, era una niña, sólo tenía 10 años, pero era consciente de lo que significaban las cosas. Decían unas cosas terribles sobre los “rojos”: que se comían a los niños, que escupían sobre la eucaristía y la pinchaban con alfileres hasta hacerla sangrar, que tenían cuernos… esto puede parecer una broma o un chiste pero nada más lejos: era una campaña sistemática de terror. Y yo pensaba: ¡Mentirosos! Mi abuelo Diego era masón y era bueno y dejaba a su esposa que rezara el rosario junto a las vecinas que se juntaban en su casa.. y el abuelo Jacinto salvó muchas vidas con su habilidad para sacar con sus manos a los bebés que se atravesaban en el parto, hasta las monjas del hospital, en el pueblo, testificaron a su favor cuando fue detenido y llevado preso. Hay que vivir con esos dos mundos en la cabeza para saber lo que nos costó madurar sin volvernos todos locos.
Trabajadores y policías en la Avenida de Calvo Sotelo, 1970.

El segundo, la huelga de los albañiles de 1970 y el asesinato de 3 jóvenes en las calles de Granada, muy cerca de donde vivíamos. Recuerdo que pasé por la avenida de Calvo Sotelo a primeras horas de la mañana, era el mes de julio. Cientos de hombres jóvenes estaban sentados, de pie, o aguantando sus bicicletas, frente y alrededor del Sindicato Vertical. Al rato comenzaron a sentirse disparos, la gente huyó por todas partes; en algunos lugares consiguieron con materiales de las obras, hacer barricadas y defenderse a ladrillazo limpio. Muchos corrían por las estrechas callejuelas del barrio de San Lázaro, las mujeres, dicen, arrojaban utensilios desde las ventanas para obstaculizar el paso a la policía… En mi propia manzana, faltaba un albañil, Julio Comba; su mujer lloraba y gritaba, con los niños agarrados a sus piernas… desde las azoteas veíamos correr a grupos de hombres. Pasaron años para que pudiera saber los nombres de los jóvenes asesinados, de la gran solidaridad que hubo en todo el mundo.

Roete Rojo

martes, 4 de diciembre de 2012

Y LO HIZO


(Versos contra la guerra)

Viejo se hizo el hombre meditando
cómo seguir construyendo con sus manos.
De día,  la tibieza del cuerpo que a su lado estaba,
le indicó que podría utilizarlas para hacer el amor.
Y lo hizo.

Un lenguaje milenario llenó su vida de palabras
en todos los idiomas conocidos.
Recorrió con la vista las páginas de mil libros
que le convocaban de nuevo a hacer el amor.
Y lo hizo.

Con vista de pájaro recorrió el horizonte
sin que frontera alguna encontrara su mirada.
En su hábitat llovía, en otro lugar, nevaba.
La primavera, más allá, le invocaba a hacer el amor.
Y lo hizo.

Distintas músicas sonaban traídas por el aire.
Oyó el laúd y la guitarra española,
el oboe, el bandoleón lloroso de nostalgia.
Una tristeza tierna y dulce le reclamaba que hiciera el amor.
Y lo hizo.

La sal del sudor resecaba lengua y labios,
trayéndole el gusto agridulce de las manzanas del huerto.
Soñó con el frescor del agua inmaculada,
la pesadez del vino en la garganta le incitó a hacer el amor.
Y lo hizo.

Se sorprendió de que todo él estuviera pensado para el beso.
Se alegró al comprobar cuál era el objetivo de su cuerpo.
Amó más que nunca el color oscuro de sus manos;
alisándose con ellas los cabellos tupidos,
escupió al Imperio en pleno rostro y luego de vencerlo,
no declinó ni por un instante  su responsabilidad de hacer el amor.
Y lo hizo.

Marianita

domingo, 18 de noviembre de 2012

Y DIRÁS ¡AMOR!, ¡AMOR!, SIN QUE LA HERIDA SE CIERRE


Algún día tendré que dejar de fumar, piensa Tina, mientras comprueba los estragos producidos por la larga jornada nocturna de trabajo. Nadie entre sus parientes y amigos entiende el porqué de esa elección de horario laboral. La noche está hecha para dormir, le repiten. Pero a ella le parece emocionante poder vivir 24 horas al día; también le emociona la complicidad que se crea entre los noctámbulos empedernidos, cada quien con sus motivos personales para serlo.

Mientras piensa distraída en estos asuntos, respira pausadamente para evitar despertar al perro vagabundo que ha okupado sus bronquios sin pedir permiso . Se ha alborotado los cabellos con agua tibia nada mas llegar a casa y como siempre los ha maldecido con una letanía de blasfemias.

¡Este maldito pelo!, pensado por alguna mente perversa para castigar con su presencia permanente cualquier olvido sobre sus orígenes mediterráneos. Las prematuras canas le han regalado además una nueva vitalidad; con ellas el pelo ha tomado un rumbo más independiente e indomable, una soberbia que a cada paso se hace imposible de soportar. ¡Cómo te pongas chulo, te rapo al cero!, le grita sin mucha convicción y lo amarra fuerte con ese lazo rojo que es su preferido. Y se marcha irritada a tomar su quinto café de la mañana al bar del barrio.

Aunque no quiera reconocerlo, en las últimas semanas, ha modificado sus hábitos mañaneros. Antes, tomaba el café en el bar al regreso del trabajo, con la ciudad apenas despertando a los ruidos de la vida y los ojos aún enrojecidos. Ahora marcha directamente a casa para arreglarse un poco, sólo un poco, con la intención de recuperar parte del  estudiado desaliño de su uniforme de joven no dispuesta a responder a ninguna moda ni norma. Desprecia a las muñecas de escaparate y luce con altivez una apariencia masculina que se ha convertido, curiosa contradicción, en el mayor atractivo para los hombres que la persiguen obstinados con la aspiración de descubrir tras el uniforme su alma de gorrión.

- Tina, estoy seguro de que en la cama te derrites en dulzura... como si fueras de mantequilla, le había susurrado un soplapollas en el oído una tarde cualquiera del invierno anterior.

A principios de la primavera, estando leyendo las noticias en el diario, envuelta en el humo del cigarrillo colocado de forma viril, como pucho en boca de carretero, en la comisura de los labios, intuyó la presencia en el bar de un cliente no habitual. Levantó con hostilidad la mirada a través de las gafas comprobando que un vejete, vestido de forma pulcra y afectada, tenía los ojos fijos en ella. Tina le mantuvo la mirada perdonándole la vida y volvió a lo suyo con el sentimiento de que los ojos de aquel hombre ocultaban inconmensurables secretos y tormentos. El humo del tabaco se le atragantó en la garganta obligándola a toser sin darle tiempo a sacar el pañuelo. ¡Me cago en la leche! Discretamente una mano le alargaba un pañuelo inmaculado con las iniciales A.O.,  primorosamente bordadas en una de las esquinas.

¿Quién sería?, se preguntó al comprobar que todas las mañanas volvía a estar en la misma mesa, pulcro y atildado, tomando un cortado y un vaso de agua mineral con gas. ¿Quién sería?, ¿Acaso un indiano salido del siglo anterior?, ¿Un viejo viudo retornado de la emigración?, ¿Un filántropo o quizás sólo un pirao como tantos?

¿Cuántos años tendría?, se preguntaba con insistencia Tina. Si lo comparaba con su padre o sus tíos parecía mayor que ellos. Sin embargo el  cuerpo se movía con la elasticidad de un atleta, dibujando en la ropa una nada despreciable musculatura y un poderío que la intimidaba a cada paso. Pero las grandiosas manos eran rugosas y gastadas. Tuvo la misma sensación de aquel primer día  en que vio a Julio Cortázar en televisión: un rostro joven, un cuerpo en perfectas condiciones... y unas manos rotas arrastrando el peso de una larga vida. ¿Y los ojos? ¡Malditos ojos que al cruzarse con los suyos erizaban sus pezones sin poder ocultarlos por la puta manía de no usar sujetador!

Con el paso de los días el resto de clientes lo asumieron como suyo, convirtiéndose en uno más; circunstancia que la indignaba por el regusto a infidelidad que le dejaba en la boca. Le parecía incomprensible que todos se hubiesen volcado interesados ante el primer intruso, olvidando que sólo la permanencia estable permitía la  familiaridad y complicidad que surgen en cualquier taberna de barrio, hasta tal extremo de que si alguien falla a la hora prevista, otro mandará recado para averiguar si es que pasó algo malo.

- Es un viejo médico republicano, D. Jacinto Muñoz,  regresó del exilio pasado en México, oyó Tina que Enrique, el tabernero, comentaba casi susurrando.

- ¿Y a mí qué puñetas me importa?, le había contestado ella. Y Enrique había sentenciado: - No te hablaba a ti, se lo decía a Fernando que anda todas las mañanas interrogándome. Se sintió ridícula y descubierta, pagó el café saliendo airada sin decir ni adiós.

Una ducha caliente conseguirá relajarme, deseó. Sin embargo, al caer el agua sobre el cuerpo desnudo todo él se estremeció y se descubrió llorando. ¡Maldito viejo!, ¡Maldito viejo!, mañana me va a escuchar. Gimoteando presentía que D. Jacinto Muñoz la observaba atento y era el motivo del “subidón” de hormonas que padecía. ¡Malditos mirones! ¡No está hecha la miel para la boca del asno!, el insulto preferido de Tina como contestación a cualquier piropo callejero.

Al regresar al día siguiente a tomar su café, Tina parecía Afrodita, la diosa seductora capaz de inspirar las pasiones más violentas. Como Afrodita,  ducha en manejar las maldiciones más temidas pero no dispuesta a perder su poder humanizándose por el contacto con un hombre cualquiera como le ocurriera a la diosa griega.

Con toda la altivez de que era capaz, devolvió el pañuelo inmaculado, con una notita dentro.  Apenas si dijo: - Gracias. La nota era breve pero vehemente: Dentro de una hora lo espero en el Café Suizo. Por cierto, si usted se llama Jacinto Muñoz, por qué las iniciales del pañuelo dicen A.O. Tina.

Ya en su mesa intentó conservar la calma y repetir concienzudamente todos los gestos habituales.  Primero se marchó él. Tina tardó unos minutos más, que se hicieron eternos entre los clientes que rastreaban en busca de una señal explicativa del ambiente poco común de la mañana. Al aproximarse a la barra para pagar, Enrique le había dicho con algo de sorna: - De la calle vendrán, que de tu casa te echarán. No quiso darse por aludida y salió sin más.

D. Jacinto la esperaba en una mesita escondida en el rincón más apartado del café. Se sentó frente a él y le increpó: - ¿Y qué? Usted dirá. Él la miró con naturalidad sin expresar ningún sentimiento hostil ante tan cómica violencia.

– Verás, Tina, las iniciales son las de mi gran amigo Armando Oviedo, cuya muerte me trajo por aquí, sin pensar que me quedaría para siempre. ¿Qué quieres tomar?

Tina, a punto de perder los papeles, aún tuvo tiempo para intentar un gesto melodramático.

-          Una ginebra con anís seco en vaso grande y sin hielo.

El camarero la miró sorprendido.

- Señorita, en 40 años de profesión, jamás nadie me había pedido algo semejante y miró a D. Jacinto con una expresión de censura, los padres ahora lo consienten todo y así está la juventud.  – Pues para aprender, cualquier día es bueno, le contestó Tina tajante.

El silencio entre ambos se ha convertido en una garra que aprieta la garganta de Tina, cerrando las autopistas negras del humo del cigarro que fuma de manera compulsiva. Ahora se arrepiente de estar allí y quisiera despavorida correr a cualquier cine donde haya matiné y chuparse los mocos del llanto que le provoca la historia de Pinocho. Jacinto parece entender lo que está ocurriendo pero ya es tarde para cederle el protagonismo a la derrotada y asustada Afrodita andaluza.

-          Tina, sácate el chicle de la boca, por favor.
-          ¿Y eso?,  la voz de Tina es apenas audible.
-          Porque voy a besarte.

Un temblor de muerte la sacude pero se entrega sin ningún tipo de defensa. Jacinto hace más dolorosa la espera pues la obliga a mantener los ojos abiertos mientras va acariciando con el dorso de la palma de la mano sus pómulos, con una delicadeza eléctrica. La piel de las manos no es dura, piensa Tina. Le ha colocado bien un mechón de cabello, como lo haría su padre,  le ha quitado el cigarro que mantenía entre los dedos y lo apaga sin dejar de atravesarla con la mirada. Ahora se da cuenta de la profundidad oscura de los ojos de Jacinto, intenta despegar las manos de la mesa para contestarle de alguna forma pero él las toma entre las suyas y comienza una exploración sensual meticulosa... las diminutas manos de Tina, enredadas entre las de Jacinto, no son más que dos guijarros arrastrados por la corriente de un río tumultuoso cuya dirección desconoce. ¡Qué no acabe la agonía!, es el último pensamiento antes de que él comience a mordisquear su labio superior y el bigote le cosquillee la nariz. Nunca antes nadie la había besado de forma tan concienzuda y milimétrica, claro que hasta ahora, en sus 30 años de vida, sólo se había encontrado con niñatos, auténticos “polla-cacahuetes”, que sólo aspiraban a exhibirla y poseerla como un trofeo.

La intuición de que ya no es posible la marcha atrás se convierte en deseo incontenible de comérselo a besos, de jugar con su cabello blanco y ondulado, de hombre mediterráneo puro. No lo está soñando, Jacinto ahora está inmóvil y se deja hacer. Tina ha tomado amorosamente la mano izquierda de Jacinto entre las suyas. La muñeca está ocupada por un discreto y delicadísimo reloj. Tina va desplazando la correa con la lengua y siente cómo la sangre de él late vertiginosa al contacto con la saliva caliente. En apariencia Jacinto domina la situación y no pierde la compostura pero cuando Tina se decide a meter dentro de su boca, una por una y a una lentitud cruel  ¡alumna excelente!, la yema de cada uno de los cinco dedos de la mano izquierda de Jacinto, acariciando con ellas el interior de sus labios femeninos, la tormenta ya los ha apresado a ambos por igual, destrozándolos para siempre sin Arca de Noé que pueda salvarlos del naufragio.  Hay que salir de este infierno de cadenas, la mesa del café se ha convertido en una frontera espinosa que los separa sin compasión, sin considerar el misterioso juego de caderas que se oculta bajo ella.
- Nunca imaginé que los besos con sabor a tabaco podrían volverme loco. Vayamos a casa, Tina.

Mientras caminan por la calle soleada sienten que la vida sólo existe para ellos. No van cogidos de la mano ni abrazados, a ninguno se le ha ocurrido violar las sacrosantas tradiciones, reducto de la hipocresía social más rancia. Jacinto sabe mucho de estas cosas y de las heridas que provocan. Sabe que los derechos son sólo palabras escritas en libros inservibles; aprendió bien pronto lo frágil que es la esperanza y lo largo que es el camino de la derrota. Ahora en lo único que piensa es en el poema que escribiera su amigo Antonio Machado: al olmo viejo y hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido...

Jacinto vive en una casita muy cuidada del barrio judío, a los pies de la Alhambra; una casa rehabilitada por cuyas tapias asoman solidarios cipreses que anuncian un ambiente acogedor y fresco. La decoración interior es austera y llama de inmediato la atención de Tina, sobre todo las  antiguas fotografías de finísimos marcos. Busca el rostro de Jacinto en todas  y no puede evitar la risa al reconocerlo en alguna de ellas. ¿Cuántos años tenías aquí, Jacinto?, le pregunta con curiosidad. ¿Cuántos años tienes ahora? Tina no ha meditado las consecuencias de la pregunta y arruga el entrecejo pensando que preguntó algo prohibido. – No te apures, Tina, no me avergüenzo de mi edad y no pensaba ocultártela... Tengo 65 años.  Tina regresa a indagar por toda la casa. Libros de Medicina en las estanterías, muchos libros de poesía esparcidos por aquí y por allá, discos de música clásica, latinoamericana y española. Toma un libro forrado que hay sobre la mesa grande del salón y encuentra en la primera página una hoja suelta con una dedicatoria que le hiela la sangre, provocándole el llanto: “A mi querido amigo, Jacinto, la flor preferida en mis paseos por el Tamarit”, Madrid, Julio-1936, Federico García Lorca”.

Jacinto ha regresado alarmado de la cocina al escuchar el llanto y al coger el libro de las manos de Tina lo entiende todo. – Sí, Federico me regaló este libro pocos días antes de regresar a Granada. Besó los ojos de Tina con pasión, haciendo desaparecer las lágrimas de su rostro pero sin conseguir que desapareciera el barniz acuoso que los adornaba. – No estés triste, Tina, le dijo mientras la abrazaba... de vivir Federico y saber que te he encontrado, seguro me diría al oído con la más pícara de sus sonrisas: - Jacinto, mi queridísimo viejo, verde, vividor.

Ahora sí la toma de la mano para conducirla a un amplio dormitorio. En la cabecera de la cama hay un cuadro de una hermosa mujer desnuda. Pero ya pasó el tiempo de las preguntas. Deben dedicarse a descubrir los secretos que sus cuerpos han guardado con tanto celo. Tina intenta tomar en este caso la iniciativa, por primera vez se siente osada y cómoda con sus prominentes caderas y pezones altivos. Comienza a quitarse la ropa de manera cómica y teatral. Jacinto la mira sonriendo y la atrae hacia sí. Con manos maestras le explica a Tina sin palabras que no debe tener prisa, que en el amor el preludio fertiliza el terreno para un éxtasis explosivo, quedando presa sin remedio en el murmullo de su aliento, en el calor de la saliva que la recorre sin darle tregua;  intenta aletear pero las alas ya sólo le sirven para seguir el ritmo que marca el cuerpo que se ha hermanado con el suyo, ambos cuerpos parecen dos instrumentos musicales perfectamente acompasados dentro de una sinfonía grandiosa que no debiera finalizar nunca. A veces ella marca el ritmo de la melodía pues tiene necesidad de explorar las sensaciones que puede provocar en el cuerpo de Jacinto y se entretiene en un lunar cualquiera, o intenta mordisquearle con cuidado el borde de una oreja, o se esconde dentro de una axila para que Jacinto vuelva a encontrarla. Y de nuevo el juego de la persecución que a cada instante los sorprende con una esquina en la que sus cabezas tropiezan sin dañarse. Los poros abiertos de par en par para que el amor penetre hasta el último rincón pensable, la piel convertida centímetro a centímetro en campo de batalla donde todas las armas son posibles y no existe  oportunidad  de  rendición o  perdón. Un barco a la deriva, con los mástiles pidiendo auxilio ante la embestida de esa ola monstruosa que se divisa ya nítidamente en la tormenta y que seguro lo despedazará en millones de astillas que quedarán esparcidas sin rumbo ni nombre en la majestuosidad del océano. Cualquiera  que logra dominar el timón por unos instantes intenta mantenerlo para que la agonía se prolongue. Mas ya no hay quien sea capaz de frenar las aguas profundas del río de la vida, ni quien pueda contener el rugido del volcán a punto de estallar, ya no hay quien pueda apagar la luz cegadora del relámpago, ni ahogar el sonido del trueno... ni mucho menos evitar la descarga eléctrica del rayo...

Tengo sed, mucha sed, murmura Tina tras llegar a la orilla de la mirada de Jacinto que ahora se dedica a peinarle el cuerpo para borrar de él las heridas del duelo del amor. El cuerpo de Tina sigue palpitando como un eco que no acabara de apagarse. Jacinto le ha traído agua fresca con hojas de hierbabuena del jardín. Tina insiste: - Tengo sed, mucha sed.  Jacinto paciente le da de beber agua de su boca, a pequeños sorbitos para que no se atragante tumbada como está. Ha caído la tarde como una pavesa sin que nadie salga a recogerla. La penumbra interior va cubriendo de sombras las sábanas y los cuerpos y la memoria es a esas alturas incapaz de recordar cuántas veces se repitió la tormenta hasta que fue imposible llevar la cuenta de los besos y pareció que no quedaba ninguna rendija donde seguir escudriñando y pensaron que morirían sin remedio por tanto abuso y luego llegaba el descanso sin descanso pues las manos seguían insaciables recorriendo veredas familiares y comenzaba la lluvia refrescante de la saliva con olor a hierbabuena...
- Así quisiera morir, follando, había dicho Jacinto en algún momento, sobresaltando a Tina al escuchar su primera palabrota. Había sentido vértigo al oír esta referencia a la muerte y se separó bruscamente de su cuerpo para exigirle autoritaria que le jurara que jamás le gastaría semejante putada. Jacinto quiso reírse pero la cara atormentada de Tina logró contener su risa y la intención perversa de haber continuado con la broma.   - No debes  preocuparte, tengo el corazón de roble y follar es muy bueno para la circulación de la sangre, creo que está en tus manos prolongar mi juventud acumulada, tu eres el remedio, el tratamiento adecuado, tu sabes cuál es la terapia.  Tina pareció suspirar tranquila y por unos momentos dormida en sus brazos.

Al despertar, comprobó que Jacinto seguía a su lado, leyendo unos versos de Lorca:  Por las selvas del amor/no verás gentes./Tendrás claros manantiales./ En lo verde,/hallarás la rosa inmensa del siempre./ Y dirás: ¡Amor!, ¡Amor!/ sin que la herida/se cierre.

Jacinto había preparado unos platos de comida y Tina, con una de sus camisas como única indumentaria, estaba sentada en la mesa comiendo con las manos multitud de tortitas con sabores distintos y todas picantes, muy picantes. Jacinto la miraba embelesado y hacía como que también comía. – Ten cuidado con tanto picante que luego me vas a abrasar la boca. Recuperada la normalidad, Tina le contestó con franqueza y sin afectación:
- Coño, qué delicado eres para el sabor de los besos. 
-          Por cierto, continuó Tina, ¿Quieres saber lo que más me gustó de ti desde el primer momento en que te vi en el bar de Enrique? Jacinto le contestó con un gesto negativo.
-          Tu mirada así como perdida detrás de los cristales de las gafas, una mirada interesante que parecía ocultar muchos misterios que yo quise descubrir, una mirada sobre todo atormentada...

Ahora sí, Jacinto se rompe de la risa sin ningún tipo de miramientos. Tuvo que levantarse de la mesa a causa de la  tos provocada y que no podía controlar. Al rato, todavía entre risas y suspiros, miró a Tina con dulzura y con su primer rasgo de ternura paternal, para decirle:
-          Lo siento mucho, mi niña, pero esa mirada tan interesante que te condujo a mis brazos es tan sólo producto del tormento que me provoca la migraña...

Han pasado varios años, los libros han cambiado de lugar mil veces adaptándose al torbellino que Tina ha supuesto para todos ellos. Jacinto dosifica sus secretos con metódico plan y dedica largas horas, entre duelo y duelo, a cuidar el íntimo jardín bordeado de cipreses. Nunca le ha confesado a Tina la única gran mentira que en todo este tiempo ha urdido a sus espaldas: en realidad, su muy querido amigo, Armando Oviedo, murió en México, efectivamente haciendo el amor, en brazos de una india bonita. Tina ajena a esta parte de su pasado, sigue riendo  a costa de la migraña, en el tiempo libre que tiene entre duelo y duelo, claro.

Tina
Relato finalista del Concurso de Narrativa Erótica, convocado por la Asociación COLEGAS-Cádiz.

martes, 6 de noviembre de 2012

CRISIS DEL CAPITALISMO ESPAÑOL

Algunas imágenes y reflexiones


            El mes de octubre no deja ningún resquicio de optimismo. Pareciera que todos los diablos se han concertado contra nosotros. Primero fue la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV), el día 22,  y pocos días después, el 26, la Encuesta de Población Activa (EPA), ambas realizadas y publicadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
            Los datos de desempleo han sido divulgados por medios y agencias y suscitado múltiples interpretaciones. Tras la reforma laboral y el conjunto de medidas incluidas en el paquetazo neoliberal, con el “rescate”, o en expresión del movimiento popular, “el atraco”, a la vuelta de la esquina, el número de parados asciende a 5.778.000 personas en el conjunto del país, lo cual supone un 25.2% de la población activa. Siendo para el colectivo de jóvenes, del 52%. En 1.739.900 hogares ningún de sus miembros obtiene ingresos. Hasta aquí las cifras.
            Muchas veces nos quejamos de que los números o las estadísticas son frías y por este motivo no expresan el drama humano que se está viviendo. Pero la realidad es tan dramática, tan catastrófica, tan apabullante, que ya sí nos vemos retratados en ellas. Han cobrado cuerpo y alma por la simple razón de que todos estamos inmersos en una realidad que nos salpica; nuestro entorno más directo, nuestros vecinos, familiares, compañeros de trabajo o amigos, están “tocados”. La juventud pulula en nuestros barrios y plazas sin alternativas ni esperanzas, sólo hay que salir a la calle. Las familias desahuciadas de sus viviendas por los bancos criminales habitaban en nuestra propia calle, tienen nombres y rostros conocidos. Hasta es posible que alguna vez hayamos entrado en el quiosco de prensa de José Miguel Domingo, el hombre que se suicidó pocas horas antes de ser desahuciado por Caja Rural de Granada, en el populoso y obrero barrio de “La Chana”. Vemos todos los días a las abuelas salir de la tienda del barrio cargadas de alimentos para dar de comer a tres generaciones. Ya han bajado las temperaturas pero el camión del gasoil de calefacción no para en ninguna puerta;  a media tarde, la gente se atrinchera alrededor de una mesa, con la televisión puesta como único punto de luz. Nadie puede evitar el contacto con la realidad en una provincia, la de Granada, con un 37.19% de desempleo. En el resto de las ciudades la situación es similar.
            De madrugada, parejas de jóvenes caminan por las carreteras que conducen a los olivares, con la esperanza de que un coche pare y los recoja. Trabajan una jornada por 20 euros. Nunca trabajaron en la agricultura, sector que fue abandonado por la población autóctona cuando el boom en la construcción. No llevan ropas adecuadas para el trabajo que van a realizar, son “urbanitas” desesperados. Esta campaña se espera que la cosecha de aceituna descienda un 60% por condiciones climatológicas; lo cual se traducirá en la pérdida de más de 1 millón de jornales.
            En mi barrio, cada mañana, el contenedor de “pequeños enseres”, aparece con los despojos de una vivienda abandonada por sus inquilinos o por sus propietarios desahuciados. Mucha gente, incluso, desarma las viviendas antes de que aparezca la autoridad: se llevan puertas, instalaciones de calefacción, ventanas… para conseguir algo de dinero vendiéndolas o como reacción primitiva contra la entidad bancaria criminal. Ha aumentado el número de mascotas abandonadas a su suerte.
En las ciudades, en Madrid, por ejemplo, decenas de estos hombres jóvenes, esperan en la puerta de un café con el mismo objetivo: un trabajo no reglado y una limosna como salario. Entre ellos predominan los emigrantes.
Son imágenes de la crisis del capitalismo en España. Pronto vendrán otras, mucho más crueles si cabe. Intentan retrotraernos a una suerte de feudalismo en pleno siglo XXI.
Leyendo con detenimiento la Encuesta de Condiciones de Vida encontramos algunas conclusiones. Esta Encuesta que cuantifica el “riesgo de pobreza”, es decir,  el porcentaje de personas que está por debajo del umbral de pobreza, nos ayuda a comprender las imágenes descritas. En 2012 la tasa de riesgo de pobreza se sitúa en el 21.1% de la población residente en España. Un seguimiento por sectores la hace especialmente cruda: entre los menores de 16 años, por ejemplo, asciende al 25.9%, disminuye según el nivel de formación alcanzado, aumenta hasta el 38.9% para los hogares compuestos por 1 adulto con 1 ó más niños dependientes, y se dispara hasta el 43.5% entre los extranjeros no comunitarios.
Es terrible el panorama: por primera vez desde la postguerra, los hijos y los nietos vivirán peor que sus padres y abuelos. Una auténtica regresión histórica, de insondables consecuencias futuras (al condenar a la juventud de especial manera), frente a la que los sectores populares tienen la responsabilidad histórica de rebelarse porque nadie vendrá a salvarnos.
La alianza de clases que se ha mantenido en el poder desde tiempos históricos no ha variado sustancialmente: Monarquía, Ejército e  Iglesia, como aparatos de dominación al servicio de los intereses de clase de la oligarquía financiero-terrateniente, hoy más transnacional que nunca. Estos poderes económicos y políticos, tienen en común su carácter retrógrado, oligárquico, antinacional y antidemocrático.
Por eso, en nuestra historia contemporánea, cualquier intento de romper con esta alianza de clases, para intentar la modernización, democratización y desarrollo social y humano de la mayoría de la población, ha tenido como referente a la República como forma de gobierno.
El hundimiento económico, las terribles cifras de paro, la condena para tantas generaciones de jóvenes, el ataque a los derechos laborales y sociales adquiridos, el uso de la fuerza y la represión para acallar las protestas, el descrédito del sistema político heredado de la “Transacción Política”, el saqueo de los recursos públicos, la corrupción o el enriquecimiento ilícito de determinadas élites, etc., son responsabilidad de esta alianza de clases y su mayor beneficiario: la Casa Real. La fortuna amasada por el Rey, valorada en unos 1.800 millones de euros, no es una anécdota.
            Dentro del marco de la Monarquía Borbónica, estamos todos desahuciados.
            Para buscar una salida a la crisis capitalista debemos superar el sistema político actual que pretende que volvamos al feudalismo en pleno siglo XXI; luchando por rescatar la soberanía, por la ampliación de la democracia, entendida como ampliación de los derechos cívicos, sociales, económicos, culturales y nacionales, con justicia fiscal  y social; una democracia efectiva  basada en la participación y el protagonismo del pueblo,  es el único camino.
            Como se ha escrito desde la Asociación Plataforma Cívica por la República de Granada: la salida a la crisis del capitalismo que soportamos, será República o no será.

         Roete Rojo

lunes, 22 de octubre de 2012

VENEZUELA, 7 DE OCTUBRE: OTRA VICTORIA POPULAR


(Dedicado a Tibisay Lucena, Presidenta del CNE)
Artículo escrito para El Otro País de Este Mundo

Tibisay Lucena, Presidenta del Consejo Nacional Electoral


Con un 98.02 de las actas electorales procesadas, la Presidenta del Consejo Nacional Electoral de la República Bolivariana de Venezuela, Tibisay Lucena,  el candidato Hugo Rafael Chávez Frías, acredita su victoria en las pasadas elecciones presidenciales del 7 de Octubre, para el período 2013-2019.
El Polo Patriótico, coalición que apoyaba la candidatura de Hugo Chávez, obtuvo 8.136.637 votos, lo que supone un 55.26% del total de votantes; mientras su oponente, Henrique Capriles, representante de la ultraderecha proimperialista, apoyado por la llamada Mesa de la Unidad Democrática, obtuvo, 6.499.575, un 44.13%. La diferencia entre ambos candidatos supera los 11 puntos. Fijándose la participación en más del 81% del censo electoral.

El terror de los medios

Las elecciones presidenciales tenían a todas luces una trascendencia especial. No sólo en el plano interno, donde se jugaba la continuidad o no del proyecto de transformaciones que vive el país sino también en el plano internacional, donde se dilucidaba, entre otras muchas cosas, la consolidación de los proyectos de integración que se viven en Suramérica y El Caribe. La expectación ha sido por dichos motivos extraordinaria.
En este ambiente, la campaña orquestada por los medios de comunicación transnacionales, mejor llamarles “medios del terror”, ha sido de una virulencia también extraordinaria. Según Atilio Borón, en su artículo, “Chávez, los mentirosos y el Infierno de Dante” (a cuya lectura pueden acceder a través de la página web de alai-amlatina, la recomiendo con mucho ardor), “En la Divina Comedia Dante Alighieri describe con artesanal minuciosidad los diferentes círculos del Infierno. Son nueve, pero nos interesa el octavo porque es el que está destinado a castigar a los mentirosos, entre los cuales sobresalen los malos consejeros, los charlatanes y los falsarios, gentes que mienten a sabiendas y sin escrúpulo alguno. Si el gran florentino tiene razón en su descripción, las recientes elecciones venezolanas sumaron una enorme cantidad de candidatos a penar para siempre en ese círculo infernal”.
Ni dentro ni fuera del país se ha podido vivir al margen de esta política de terror mediático. Roy Chaderton, embajador de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos (OEA), comentaba en entrevista realizada por Walter Martínez, en el programa de Venezolana de Televisión y TeleSur, “Dossier”, que se ha tratado de una campaña planificada, estructurada y única a nivel mundial. Quiere ello expresar que una vez decidida una matriz de opinión desde los centros de poder imperialista articulados a través de los medios del terror, dicha matriz puede ser vista a través de CNN, por ejemplo, pero también escuchada en una emisora de radio local, en cualquier parte del mundo.
En la creación de ese mundo de ficción y mentiras, se han reproducido mensajes que pueden sonarnos añejos pero que siguen provocando un fuerte impacto entre amplísimos sectores de la opinión mundial. Venezuela es una dictadura, el Presidente es un tirano, no existe libertad de expresión, el sistema electoral no es confiable, la votación está mediatizada por la inseguridad pública y la corrupción generalizada, etc. Y, a pesar del triunfo obtenido por el Polo Patriótico, la matriz seguirá funcionando, ya lo hemos podido comprobar, porque es la base de una estrategia que tiene como objetivo último dar cobertura a una futura intervención militar. Lo aseveraba Roy Chaderton en la mencionada entrevista.
El poder de los medios del terror se ha manifestado de tal modo y con tal envergadura en los últimos años, que muchos analistas comenzaron a denominarlo como “el cuarto poder”, y a caracterizarlo como instrumento bélico en permanente acción. La necesidad de hacerle frente, en su doble finalidad de provocar pánico y de generar consensos (cosmovisiones, hegemonía), se ha convertido en una necesidad histórica en la República Bolivariana de Venezuela, donde se ha favorecido el surgimiento y desarrollo de multitud de medios comunitarios y libres. A pesar de lo cual la dictadura mediática sigue implacable, como demuestran las cifras, recogidas en el mencionado artículo de Atilio Borón, “… de los 111 canales de televisión existentes en Venezuela sólo 13 son públicos, y que tienen una audiencia de apenas el 5.4% como demostraran Jean-Luc Mélechon e Ignacio Ramonet en una nota reciente. Y en los medios gráficos la situación es aún peor, porque el 80% está en manos de una oposición radicalmente enfrentada al gobierno…”
La victoria popular contundente, en este marco de terror mediático, cobra una significación de cualidad excepcional.

¿Un país dividido, confrontado?

La cadena Ser, al poco de conocerse el primer comunicado del CNE, emitía el siguiente parte de noticias (la cita no es textual): victoria contundente del Presidente Hugo Chávez, quien volverá a asumir un nuevo mandato para el período 2013-2019…”si su salud se lo permite”. Esa misma mañana pude comprobar que esta “coletilla” había aparecido en los principales medios y agencias del terror de todo el mundo. La segunda, con igual magnitud divulgativa, “una vez más se constata que Venezuela es un país dividido, confrontado”.
A primeras horas de la mañana, la misma emisora de radio española entrevistaba a la Ministra para la Juventud, Maripili Hernández, quien sin poder contener la emoción y la alegría que se vivía en esos momentos en su país, contestaba de manera clara y directa, que el país no estaba dividido o confrontado por los resultados electorales. La división, dijo, se arrastra desde tiempos históricos. Al inicio de la Revolución Bolivariana, un 68% de la población era pobre y un 25% vivía en pobreza extrema. ¡Ese sí era un país dividido, una sociedad confrontada! El hambre y la desesperación condujeron al “Caracazo” en 1989. Explicó seguidamente que al inicio de la Revolución, uno de cada cinco venezolanos con derecho a votar estaba excluido del sistema por el simple hecho de no tener ningún documento que acreditara su existencia. Por ello, explicó, el censo electoral era de 8 millones y, tras el esfuerzo realizado en estos últimos años, la cifra ha superado los 17 millones. ¡Ese sí que era un país dividido, una sociedad confrontada!
Por supuesto que a la Pepa Bueno no le gustaron ni poco ni mucho las contestaciones de la Ministra. Como dicen por estas tierras, “ajo y agua”, “a joderse y a aguantarse”.
Estas preguntas insidiosas, estas matrices de opinión, tengo que reconocerlo, me ponen de los nervios. Alguna vez el desarrollo histórico tendrá que obligarnos a ponernos de acuerdo en las reglas del juego; de igual manera que es universal, o casi, el sistema métrico decimal. Si Venezuela es un país dividido o confrontado por unos resultados electorales, también lo son Estados Unidos, Inglaterra, Francia, España y tantos más; países cuyos sistemas electorales no suscitan, por otro lado, el alto nivel de participación ni el bajo nivel de abstención, que se han conseguido en las pasadas elecciones del 7 de Octubre en Venezuela.
Por cierto que en la victoria del “Candidato de la Patria”, el Partido Comunista de Venezuela ha aportado cerca de medio millón de votos.

La dialéctica del proceso revolucionario

Comentando con el profesor de la Universidad Simón Bolívar, Jesús Peña Cedillo, el resultado obtenido por el candidato de la ultraderecha proimperialista, me respondía, con bastante sentido del humor, “… ellos son 6 millones y medio, pero dadas las condiciones en que seguimos dando estos procesos, a mi no me sorprende esta situación. Me sorprende que haya 8 millones que sigan votándonos”…”incluso con los errores que se han cometido en todos estos años, el cambio que ha sufrido el país es impresionante. A pesar de lo que mucha gente piensa nosotros ganamos por la gestión del gobierno”.
Esto es tan así, que hasta el candidato opositor, el niñato fascista, ignorante y golpista, se ha reivindicado como seguidor de Lula da Silva, ha tenido que adoptar hasta la vestimenta del chavismo (ropa deportiva con la bandera de ocho estrellas), y mentir un millón de veces al afirmar que mejoraría las Misiones Sociales, y que entre sus prioridades estarían mejorar la salud, la educación, el trabajo para los jóvenes, etc.
Cierre de Campaña

Existen los sectores recalcitrantes que siguen pensando que los ranchos los inventó Chávez, que no se están construyendo viviendas o que no ha sido reparado el puente que conduce a la Guaira, que la economía del país está hundida, etc. Sectores que siguen enfermos de “infofrenia”, viviendo en el limbo de los idiotas al margen de la realidad; que siguen defendiendo el pasado de modo infantil, ideológico, ese pasado en el que todos eran felices, hermanos… Frente a ellos están amplísimos sectores populares que han visto transformada su vida, que han conquistado derechos, que tienen un proyecto futuro lleno de esperanza para ellos y sus hijos, un proyecto de sociedad distinta, la socialista, expresión que se ha hecho cotidiana y es motivo de debate y estudio.
A la llegada del Presidente Chávez, en 1998,  la situación de la otrora “brillante” clase media dejaba mucho que desear, golpeada por la situación general del país e impedida para mantener el tipo de vida anterior. Estos sectores tradicionales se han ampliado con la llegada de nuevos asalariados públicos, técnicos, sectores comerciales, etc., gracias al crecimiento económico que vive el país y a las grandes políticas públicas que han mejorado las condiciones generales y abierto perspectivas negadas hasta entonces para el conjunto de la población. Aun así, y a pesar de parecer contradictorio, en estos sectores se encontrará buena parte del voto recibido por el candidato de la ultraderecha proimperialista.
Y no podría ser de otra manera. A pesar de los logros conquistados, no es despreciable el efecto perverso del terror y la mentira mediática a que están sometidos inclementemente estos sectores. Agreguemos a esto que estamos ante un proceso revolucionario que sigue desenvolviéndose en un marco capitalista, lo que no deja de pasar factura día a día. La atracción real, material, del modo de vida capitalista permea al conjunto de la sociedad como un sueño. En palabras de Jesús Peña Cedillo, “no hay 6 millones y medio de oligarcas, pero sí 6 millones y medio que quisieran serlo, aunque solo sea en sus sueños”.
En el fondo, pues, el problema de la hegemonía y el tema de la base material en la que ésta debe fundamentarse.
Mientras que la República Bolivariana de Venezuela vive este magnífico proceso revolucionario, con la victoria popular sin paliativos obtenida en las pasadas elecciones del 7 de Octubre, la dialéctica revolucionaria encontrará, seguro, nuevos cauces de desarrollo y los pueblos de América Latina y El Caribe, podrán respirar y seguir construyendo un modelo de integración distinto al ALCA y su Segunda y Definitiva Independencia.

Carmen Morente
Plataforma Simón Bolívar de Granada

domingo, 7 de octubre de 2012

¡POR LOS CLAVOS DE CRISTO! (1)


No piensen que me volví loca por esta exclamación tan cargada de religiosidad. Por  mi tierra, imagino que también por otras, expresiones de este tipo están preñadas de irreligiosidad. La cosa es que en mi altar sagrado, es decir, en mi cocina, mi madre y Roque sufren con fervor con el desarrollo de un partido de fútbol. Mi madre, de vez en cuando, si la cosa se pone al rojo vivo, exclama, ¡Por los clavos de Cristo!.
Debieron dolerle a Cristo mucho esos clavos. Aunque después de mi última enfermedad he llegado a la conclusión de que eran ciertas, en algún sentido, todas las gilipolleces que nos enseñaban en la Normal de Magisterio, en la asignatura de sicología, sobre aquel asunto de los "umbrales". Roque ya me explicó la base científica de dicha teoría.
Pero el dolor es algo tan personal, tan subjetivo, tan de uno que acaba modificando, incluso, la noción del tiempo. Es decir, si en ese momento uno piensa que el sufrimiento puede durar una hora más, un día más, una semana más, se suicidaría sobre la marcha de cualquier manera... luego, cuando disminuye y desaparece queda convertido en un mal sueño. ¡Qué cosa tan extraña!, vivir intensamente cada milésima de segundo y que luego la suma de decenas de horas quede convertida sólo en pasado.
Durante todas esas "mis" decenas de horas no podía  dejar de pensar en los miles de torturados, buscando un consuelo, un amarre al que asirme para ser o parecer fuerte. Pero eran situaciones para este caso objetiva y subjetivamente diferentes, es más, confrontadas.
Una cosa es que por un "fallo de producción", o un "mal uso", o un "deterioro por el prolongado uso", nuestra máquina empiece a fallar y lo exprese a través de esa complicada red que une el sistema nervioso al cerebro de un ente "civilizado". Eso es una cosa. Otra bien distinta que desde fuera, otro ente "civilizado" organice o programe concienzudamente tu aniquilación física, mental y moral, sabiendo que por conciencia tu "umbral" será más elevado, es más, que formará parte de tu comportamiento elevar permanentemente el umbral de lo soportable..
Bueno, todas esas cosas he meditado, entre gritos unas veces
estereofónicos y otras amortiguados gracias a mi habilidad para morderme la mano izquierda. En esa tesitura recibí una llamada telefónica de mi amigo Enrique, mi ex-novio, propietario de la Taberna La Sacristía.
- Morente, hace varios días que tengo en la taberna el canario que te prometí. Lo he conseguido algo más caro de lo que te dije pero creo que merece la pena.
Días antes de hacerse presente en mi casa el fantasma del dolor, habíamos recibido una visita para mí muy especial. Dejó un aroma a café de Colombia y una palabra que jamás desaparecerá de nuestro lenguaje familiar, "calientico". Con él visitamos, claro, la Sacristía, en una noche complicada en la que se hacía difícil entender qué cosa hablábamos los granaínos; sobre todo se hacía difícil entender qué cosas hablaba Enrique en su "granaíno" en vías de extinción que necesita traducción simultánea, incluso, para un castellano parlante.
Pero entre otras cosas hablamos de pájaros. Sí, como en la narración de Zitarrosa en su disco "De pájaros y lunas". Enrique prometió conseguir un canario "malinoes", una especie originaria de Bélgica, de la ciudad de Malinas, que se caracteriza por un cantar sin sobresaltos, sin gritos, sin abrir el pico. Mientras explicaba estas cosas, estábamos oyendo al suyo en la Taberna, como un susurro, una presencia discreta que acaba por su grandeza convirtiéndose en lo único importante del recinto.
Enrique daba todo tipo de explicaciones sobre cómo tratarlos, dónde colocarlos, sobre la necesidad de que no estén en contacto con ningún pájaro distinto para que no aprendan trinos ajenos, que no se podían sacar al patio o al balcón, que no debían tener mucha iluminación, que no podía darles la corriente, y tantas cosas más que me pareció que en nuestra casa-galimatías, no podría sobrevivir un ser tan delicado.
Por eso, al recibir la llamada telefónica en aquella jodidísima
tesitura, contesté:
- Enrique, perdona, llevo unos días enferma y no he podido pensar que el canario estaría en la taberna; en cuanto me encuentre mejor, iremos a recogerlo.
- No hay problema, me contestó, en estos días está aprendiendo
mucho del mío... ven cuanto antes a recogerlo porque será señal de que ya te encuentras mejor.
Así fue, el pasado miércoles, después de visitar a un afamado
traumatólogo (que me pareció simpático), paseamos por Granada haciendo tiempo para llegarnos a la Sacristía.
Para Roque pasear por Granada es siempre un ejercicio de autoflagelación: va grabando en su disco duro cada solar vacío, cada casa desaparecida, cada rincón manipulado; observa con la capacidad de sorpresa propia de un niño que descubre cada día la vida, las modificaciones fraudulentas y especulativas que sufre la ciudad, la miopía de sus gentes, la mediocridad de su burguesía, el desmedido desclasamiento de unos sectores populares con el PIB más bajo del Estado, el ser y no ser de una ciudad y sus gentes determinadas aunque no lo sepan por el acontecimiento de la Conquista. Vimos una exposición de fotografías sobre la ciudad en el siglo XIX y principios del XX; una exposición bastante ecléctica de pintura en la que pudimos saborear dibujos y pinturas de Federico García Lorca, Degas, Picasso, Modigliani, Tapies, Dalí, Genovés y muchos más que ahora no recuerdo. Tomamos un café en un lugarcito sin historia y llegamos a La Sacristía.
Bebimos como siempre mucho vino. Yo, incluso, en una de esas
escenificaciones que suelo montar, corté de una maceta de guindillas
que había sobre el mostrador un pimientico y estuve a punto de morirme. Roque me regañó sin mucho convencimiento y Enrique, maldita su madre, se lo pasó bomba mientras yo quedaba sin palabra y sin aliento, con la faringe abrasada y un fuerte dolor de oídos.
Conocimos a nuestro canario "malinoes", habitando una vieja jaula, bastante sucia, con su anillito en la patita señalando la fecha de nacimiento y su registro de raza. Me parecieron en principio detalles demasiado aristocráticos y a punto estuve de tomarle manía.
Envuelto en unas bolsas de plástico hizo su primer largo recorrido por la ciudad del desamparo. Conducí el coche hasta la casa por si encontrábamos algún control de alcoholemia, así quien se quedaría sin carnet de conducir sería yo: toda una muestra de amor y de desprendimiento por parte de Roque.
Creo que le gustó nuestra casa. Antes de acostarme pasé un largo rato hablando con él, explicándole que se llamaba Simón Bolívar y diciéndole:
-Tu eres Simón, yo soy la Morente.
El asunto tuvo mayores consecuencias de las previstas. Federico no daba crédito a lo que yo había decidido y me miraba enfurruñado como jurando no perdonármela. Bolívar por contrario no podía ocultar una sonrisa socarrona de triunfo y me miraba con sus ojos más seductores. Yo, por mi parte, arropada por la nueva presencia en mi casa-laberinto, me permití mirar a ambos por encima de los hombros e incluso me permití alguna exclamación ofensiva que aún los tiene a ambos callados y meditabundos.
A la mañana siguiente abrí la ventana y grité a mi vecina Fina:
-¡¡Fina, mi pájaro se llama Bolívar!!
Al rato, en la radio, se escuchaba un pupurrí de canciones de los 70, ya sabéis, están locos celebrando que Franco colocara al "Mormón" en la Jefatura del Estado. Se oyó una canción de Labordeta y otra de Raimon.
Simón comenzó a cantar de esa manera en que debía hacerlo. Yo abrí, de nuevo, la ventana y grité a  Fina:
-¡¡Fina, mi pájaro es de izquierdas!!
No volvió a cantar en toda la mañana. Eso sí, había aprendido perfectamente su nombre y cuando yo lo llamaba, me contestaba piando.
Al medio día recibimos el CD de José Mercé, "Aire" y mientras almorzábamos Roque lo puso para que yo lo escuchara. Fue entonces que Simón se puso a cantar de un modo tan grandiosamente perfecto que hasta Federico y Bolívar se volvieron para escucharlo.
Desde entonces, es decir, desde ayer, todos estamos como bobos mirando a Simón, hablándole a Simón, discutiendo por su culpa (que si ahí no está bien, que si puede darle la corriente, que si tiene mucha o poca luz, que si debemos ponerle agua del grifo o agua mineral); le hemos comprado una linda jaula donde todavía no sabe cómo comportarse. Pero eso sí, esta mañana, cuando he abierto la ventana, he podido gritarle a mi vecina Fina:
-¡¡Fina, a mi pájaro sólo le gustan las mariconás que canta el
Pepe Mercé!!
Cuando Enrique se entere, él, un ortodoxo del flamenco, se muere del susto.

          Noviembre del año 2000.
          Firmado: Nefertiti

(1)   Llevaba una semana recogiendo cifras sobre la última Encuesta de Población Activa en España, para escribir algo relativo a la situación que vivimos en el país, cuando mi pájaro-Simón se puso enfermo. Ayer murió. Está enterrado en un arriate del patio. Busqué en el ordenador este corto que escribí el día en que fuimos presentados. Hace casi 12 años. Todo ese tiempo hemos vivido, disfrutado y sufrido juntos. En aquella época yo tenía que llevar un collarín permanente en el cuello, que no podía quitarme ni para dormir. Adopté diferentes seudónimos y agrupé lo escrito bajo el epígrafe, “Una sobredosis de enfermedades”. Fueron tiempos difíciles. La compañía de mis eternos, Federico y Simón Bolívar, se hizo cantarina y risueña gracias a la presencia del pájaro-Simón.
(2)  Aclaro que no utilizo la palabra “mariconás” en sentido despectivo por mi parte. Recojo una expresión del ámbito selecto de los ortodoxos del cante flamenco y que utilizan para denominar la actitud de aquellos cantaores consagrados que incursionan en el mundo de la fusión.


lunes, 24 de septiembre de 2012

NO HAY MERCADO PARA LOS ENDECASÍLABOS


(Llamo la atención de mis lectoras y lectores sobre la fecha de este corto, febrero de 2008. Se trata de una reflexión ácida sobre las primeas expresiones sociales de sorpresa ante la crisis. Si en ocasiones utilizo la realidad más próxima que me rodea es porque hace mucho tiempo llegué a la conclusión de que el lugar en el que habito no es por supuesto “el ombligo del mundo”, pero sí una fotocopia reducida de la realidad social en la que está inserto).

            En el mundo convulso en el que vivimos son muchos los sobresaltos que padecen los adoradores del “Dios-mercado”; también los enganchados a él… que no son los mismos.
            Un sin fin de palabrejas que hasta hace poco tiempo habrían dejado impasible a la mayoría de la sociedad se han convertido en motivo de alarma, insomnio, mal genio, etc. Actúan como armas de destrucción masiva que socavan los cimientos de la paz familiar y social.
            Al menos así lo entiendo yo en esta tarea ingrata de psicóloga social en la que me he embarcado en los últimos tiempos, no por deformación profesional sino por pura desesperación emocional.
            Si el Euribor amenaza con subir, o ya subió, las mujeres de mi barrio se lo piensan dos veces antes de comprar el tradicional puñaico de almejas para preparar la cazuela de fideos o cambian sin ruborizarse la botella de aceite de oliva que habían echado en el carrito del Mercadona, por otra de aceite de girasol. Actos que sólo podemos interpretar como el reconocimiento de una derrota histórica.
            Nunca había reflexionado sobre la contundencia de la llamada globalización neoliberal, de sus consecuencias sobre el comportamiento de las grandes mayorías,  hasta que tomé conciencia de hasta dónde puede impactar sobre el vecindario el hecho de que la bolsa de Nueva York tenga pérdidas.
Conservamos el recuerdo, como si de una película se tratara, de aquella gran caída de la Bolsa de Nueva York, en 1929. Accionistas y especuladores financieros arrojándose por las ventanas… Hechos, hasta donde uno puede pensar, normales. Supongo que mi abuela Concha, si llegó en algún momento a tener conocimiento de los acontecimientos neoyorquinos, formularía una simple pregunta: - ¿Y es que en esa ciudad no hay olivos? O quizás asociara ese arrojarse al vacío con una epidemia de “dolor de clavo”. Bastante preocupación compartía con las mujeres que se agrupaban en el taller de sastrería, cuando llegó la noticia, sabida antes por los hombres que se reunían en la Casa del Pueblo, sobre la ejecución de Zacco y Vanzetti, anarquistas norteamericanos de origen italiano, en 1927.  Mis abuelos eran internacionalistas  pero no estaban internacionalizados.
            Ahora, sin embargo, un resfrío de la Bolsa de Nueva York,  hace palidecer a la gente que me rodea. Quita la arrogancia al albañil propietario del Mercedes rojo deportivo que tanta envidia le produce al Roque cuando lo ve aparcado en la puerta del “Peseta”, el bar popular al que acudimos a ver los partidos del Barça que sólo emite el Canal Plus. Los moteros de la placeta se agitan al asociar el acontecimiento con la última subida del tabaco y anuncian amenazantes que van a tener que liarse las “chinas” en hojas de parra o de geranios…
            ¡Y para qué hablar de cómo son vividos en el barrio los padecimientos de la burbuja inmobiliaria!  En serio que jamás pensé que el enjambre en el que vivo fuera portador de una sensibilidad tan a flor de piel y ando como asustada por las calles, temiéndome lo peor para las finanzas de nuestro dolorido sistema público de salud. Malvivo con la esperanza de que a nadie se le ocurra, cuando compruebe que su nivel de endeudamiento superó todos los límites imaginables, arrojarse por una ventana; las viviendas del barrio sólo tienen bajo y primera planta.  Más no las tengo todas conmigo ya que al señor Alcalde se le ha ocurrido arrancar cientos de olivos para construir un “corredor verde”… ¡Qué falta de previsión por su parte!... Con lo necesarios que serían ahora esos olivos que no por casualidad nos rodeaban ofreciéndonos sus generosos troncos hechos a prueba de generaciones y generaciones de ahorcadas y ahorcados.
            Pero, bueno, yo en realidad quería contaros algo mucho más trascendente y dramático. Ocurrió la otra tarde. Bajaba rápido para el programa de radio en el que participo. Me chocó la presencia de un anciano de mirada altiva, acodado en un macetero de la Calle Real, con un cartelón colgando de su cuello, un hombre anuncio.  Al acercarme, no sin cierta precaución, para poder leer lo que anunciaba en letras caligráficas y negras, me quedé petrificada: Endecasílabo en huelga de hambre por falta de mercado.
            En su tragedia estaba la clave para entender el resto de cosas que estaban ocurriendo.

Roete Rojo
Febrero 2008