lunes, 14 de abril de 2014

VENEZUELA: EL PUEBLO CHAVISTA SUPO ESTAR A LA ALTURA




(Entrevista al profesor Jesús Peña Cedillo, Universidad Simón Bolívar)
Para el Otro País de Este Mundo

P. Una primera valoración de los acontecimientos, profesor.

R. Destacaría que lo sucedido desde el 12 de febrero en algunas zonas del país es un brote virulento, uno más de los que se han producido en los últimos quince años para debilitar, si no directamente derrocar,  la revolución bolivariana.

La táctica de la “guarimba”  tampoco es nueva. La experimentamos en el año 2004, antes del referéndum revocatorio contra Chávez: actos violentos, vandálicos y criminales que consisten en encerrarse a ellos mismos (evitar la salida y entrada a las urbanizaciones de clase media alta de sus propios habitantes), construyendo barricadas, quemando basura, atacando a peatones o a  vehículos que intentan transitar, etc., con la particularidad de que ahora ha habido presencia de elementos armados, incluyendo francotiradores.

P. ¿Hablamos, entonces, de fenómenos aislados?

R. De los 365 municipios existentes, los eventos se produjeron en los sectores más acomodados de 18 de ellos; hoy se dan esporádicamente en seis o siete urbanizaciones en Caracas, Valencia, San Cristóbal y Maracaibo, en sectores de esos municipios con excelente poder adquisitivo. De ahí el desplome de la valoración política de la oposición, incluso entre sus propios simpatizantes. El rechazo de la población a esas acciones alcanza al 85%.

Una situación radicalmente distinta a la que se vende a través de los medios de comunicación internacionales, según las cuales el país está ardiendo. Nunca ha sido así.

P. En nuestra memoria perduran el intento de golpe fascista de 2002…

R. Mira, estás guarimbas se dan en un contexto de debilidad opositora que contrasta con lo que era el país durante los sabotajes y golpes del 2002-2004.  Hoy no tienen incidencia sobre las Fuerzas Armadas; la industria petrolera y sus recursos están bajo control gubernamental; de 23 gobernadores de los estados del país, 20 son del chavismo; el 76 % de las alcaldías, también. Los medios de comunicación que les servían de altoparlante organizador han dejado de ejercer esa función (de allí que haya sido CNN en español la cadena más virulenta durante este período).

Las luchas por el liderato opositor (la derrota de diciembre le quitó el piso a Capriles) y que no haya elecciones hasta fines del 2015, agregaron desesperación a la dirigencia extremista… ningún cálculo político serio orientaba a la oposición al escenario del ‘vete ya’… no ha existido ninguna  posibilidad de que esta estrategia tuviera éxito, salvo que se hubiese conseguido el desbordamiento de las fuerzas políticas y su enfrentamiento directo.

El hecho de que los dos asesinados iniciales lo fueran con la misma arma y uno de cada bando (incluyendo un jefe de un movimiento popular muy combativo del “23 de Enero”), indica su plan: que se desbordaran las fuerzas chavistas y opositoras y corriera mucha sangre. Pero fallaron en ese cálculo. Una gran enseñanza es que el pueblo chavista se comportó a la altura, con disciplina, sin caer en provocaciones, participando en multitud de movilizaciones sin heridos ni violencia.

A la derecha no le  importó afectar a su base de electores porque no estaba buscando votos. Tampoco buscaba torcerle el brazo al gobierno trancando calles de sus sectores o atacando servicios públicos ubicados allí (los servicios de la revolución también alcanzan esos sectores). El guión era que se produjera el enfrentamiento, el estallido o un pronunciamiento militar. Siempre han  trabajado para afectar psicológicamente a sus adeptos para hacerlos proclives para hechos violentos futuros.

La utilización de la violencia (soterrada o exacerbada) está enquistada en la oposición desde antes de que el Presidente Chávez asumiera la presidencia. Antes de su asunción, en 1999, ya prepararon un golpe de Estado. Siempre que una coyuntura lo permita, con acierto o no, la violencia volverá. La situación que hemos vivido desde febrero estaba prevista para  después de las municipales de diciembre pasado, que ellos creían iban a ganar. Las guarimbas hubieran saltado en todo el país, haciendo insostenible la gobernabilidad.

Señalar un cambio cualitativo muy peligroso: han pasado a organizarse terrorista y militarmente, con implicación directa del narcotráfico, el paramilitarismo y la ultraderecha colombiana.

P. ¿Existe una base objetiva para esta “revuelta de los ricos”?

R. En el país existe una base social no despreciable  para la oposición. Sienten una desesperanza extrema sobre su modo de vivir, que consideran ‘acabado’ por la acción del gobierno; visión enceguecida por años de adoctrinamiento anti-chavista.

Existen enormes problemas, particularmente económicos. Pero la estrategia gubernamental ha tenido éxito por lo menos mediáticamente (culpa de los acaparadores, el contrabando de extracción, etc.), de allí parte del repunte electoral del chavismo. El abastecimiento de productos es complicado, pero no imposible. Nadie está pasando hambre y  mucho menos la clase media. No existen razones para que nadie salga con violencia a tumbar el gobierno.


P. En este tiempo el gobierno no ha dejado de tomar iniciativas.

R. Así es. La estrategia de los diálogos de paz (que no negociaciones) ha sido muy exitosa. Durante dos meses todos los sectores del país, hasta la recalcitrante iglesia católica venezolana y FEDECÁMARAS, se sumaron al proceso.  La coalición de partidos opositores se ha visto obligada a hacerlo tardía y vergonzosamente con la hoja de parra de UNASUR y del Vaticano (que no la iglesia nacional). Desinflada la violencia, la derecha trata de negociar algo con el gobierno; se autoengañan pensando que han debilitado a Maduro y que éste formará una “coalición nacional”.

P. ¿Desde algunos sectores de la izquierda se cuestiona la pertinencia de los Diálogos de Paz?

Yo hablaría de la “ultraizquierda”, grupo minúsculo dentro del chavismo, que se ha apoderado de cierta capacidad de comunicación. Algunos chavistas consideran los diálogos una traición , con frases altisonantes y cuasi-histéricas: ‘la segunda muerte de Chávez’, la entrega del socialismo y la traición de la boliburguesía, aplicación del ‘plan Cisneros’, etc. Esta pequeña fracción tiene muy poca influencia real, ni en los partidos ni en la gente.

Creo, en todo caso, que es válido estar atentos a dos elementos cruciales que podrían cambiar el sentimiento hacia el gobierno de Maduro: uno, que se pacten cuotas de poder político (cosa hasta ahora negada), y otro,  la amnistía a políticos presos por crímenes de antes y de ahora (un Simonovis o un Leopoldo López). Eso también ha sido negado, señalándose que no debe hablarse de liberaciones sino de justicia, lo que implica apresar a los responsables de todos estos sucesos. Creo que el gobierno se abstendrá de dar muestras de debilidad en ambos asuntos, porque allí sí se dividiría el chavismo de arriba a abajo, entre los civiles y también entre los militares.

Los diálogos de paz reflejan una necesidad táctica, no una entrega de banderas, que nos ha permitido apropiarnos de un símbolo tan poderoso como la paz, con el peso político nacional e internacional que supone; también creo que es -a la vez- un reflejo sincero de la vocación humanista de esta revolución. Que no se asume desarmada, pero que sin lugar a dudas y por el mayor bien de nuestro pueblo prefiere el camino pacifico.


P. Se desactivan las guarimbas pero, ¿Y la guerra económica?

R. La guerra económica ha puesto en situación difícil al gobierno de Maduro, aunque la violencia opositora sirvió para hacerla secundaria. Su  abordaje permitió cohesionar el apoyo al gobierno con las acciones antiacaparamiento, que condujeron al éxito electoral en diciembre de 2013. Los éxitos han sido poco efectivos en términos de precios y abastecimiento; se han tomado medidas dirigidas a ‘conciliar’ en esa guerra, ajustes económicos que regulan con más flexibilidad al sector privado. Un tercer indicador de si hay negociación o pacto: ¿qué tipo de acciones económicas terminarán surgiendo de los diálogos?

Lo cierto es que nuestro fracaso, hasta ahora, en el objetivo de avanzar en una economía productiva, le ha abierto las puertas a esa guerra de la derecha. Una de las acciones ha sido la creación de un mercado libre para el dólar (en principio el 90% de la economía seguirá regida por un cambio controlado mucho más bajo); pero simultáneamente, se ha producido  una nacionalización bastante grande del sector externo, al crearse un mecanismo oficial de importaciones que ocupa justo el 90% de lo que compramos fuera. Veremos qué desarrollo adicional tienen estos acontecimientos.

P. ¿Podemos hablar de una intervención extranjera directa en todo lo ocurrido?

R. Por supuesto. El imperialismo ha actuado directamente a través de varios mecanismos, ya tradicionales: el primero, los medios de comunicación, en particular CNN, que ha disfrazado las actividades fascistas de movilizaciones estudiantiles pacíficas. Otro, el respaldo del gobierno de EE.UU., a través de las declaraciones de Obama y Kerry; la utilización fallida de la OEA, utilizando a Panamá como vocero de la oposición. Todo fallido, tanto en la OEA como en UNASUR, Venezuela ha salido victoriosa; lo cual refleja la tendencia a ser desalojado como potencia hegemónica indiscutible. Se trata de una nueva muestra de poder del bloque latinoamericano y caribeño.

Una expresión muy peligrosa de esa intervención extranjera es la renovada y reforzada incursión paramilitar. ¿Se está instalando una estructura terrorista en el país? Se han infiltrado dinero, paramilitares y narcotraficantes, incluso como organizadores de la guarimba:  francotiradores que han asesinado a casi una decena de policías y guardias nacionales;  siguen atacando edificaciones públicas con bombas incendiarias… ahora casi siempre con nocturnidad,  abandonando las guarimbas. Esa estructura seguro tratará de ser utilizada en el próximo episodio de exacerbación, que sin duda llegará…

P. Lo último, como siempre, ¿algunas prospectivas?

R. A mi juicio tendrá cierto éxito coyuntural la estrategia del gobierno de que no hay negociaciones ni pactos de cúpulas, sino diálogos de paz para la convivencia pacífica de las dos propuestas de modelos de sociedad, que deben actuar democráticamente.  Ello no deja de ser una ilusión como creencia política de fondo: suponer una conciliación de la derecha con el proceso revolucionario real pero creo que como táctica coyuntural y, con algunos matices, como posición ideal de principios,  es adecuada lanzarla al ruedo para ayudar a desmovilizar a la derecha en la etapa actual del proceso revolucionario. A mi juicio el gobierno de Maduro sigue las mismas pautas que seguía Chávez con estos procesos de diálogo. Más bien esperemos que no indulte a nadie, como sí lo hizo Chávez.

Siempre he considerado que no se aprovechan lo suficiente las coyunturas para acelerar el proceso, pero eso era también cotidiano con Chávez. No soy de los que piensa que se está desmontando nada de lo hecho. Por lo menos hasta ahora. No tenemos la personalidad aglutinadora y el liderazgo de Chávez, pero creo que el grupo en el gobierno, empezando por Maduro, ha estado ejerciendo lo mejor que se puede el difícil papel que tienen entre manos.

El reto mayor sigue estando en el aparato productivo, tanto para no darle espacios a la contrarrevolución, como porque es imposible la construcción de un socialismo ‘rentista’; y nuestros fallos en la construcción ideológica. Ni más ni menos. Dos puntos débiles de increíble magnitud.

Roete Rojo
Abril, 2014

lunes, 7 de abril de 2014

¿QUÉ DEMOCRACIA? Reflexiones sobre Cuba

Escrito para “Cuba Va”, órgano de expresión de la Coordinadora Estatal de Solidaridad con Cuba (CESC). 1997.
Firmado con el seudónimo “Manuelita Sáenz”.

            Siguiendo las inquietudes planteadas en el V Encuentro Estatal de Solidaridad con Cuba, desde la CESC asumimos el reto de profundizar en los contenidos de la democracia en general y muy particularmente, de su concreción a lo largo del proceso revolucionario cubano. La campaña ideológica y política contra Cuba centra sus más venenosos dardos en la afirmación del carácter dictatorial de su régimen político; no es el único elemento, claro,  pero sí uno de los que hacen más mella en la opinión de las gentes, llegando sus efectos, incluso, a sectores de la otrora “intelectualidad progresista”.
            Como miembros del movimiento antiimperialista de solidaridad con Cuba recibimos el impacto de la campaña y, por ello,  estamos obligados a hacerle frente; no por casualidad la palabra “solidaridad” significa, “entera comunidad de intereses y responsabilidades”.
            Para ello deberemos, en primer lugar entre nosotras y nosotros, desterrar cualquier impregnación de eurocentrismo, esa deformación ideológica que a groso modo implica aplicar parámetros antihistóricos y abstractos, moldes de obligado cumplimiento para situaciones distintas en algunos casos y antagónicas en otros.
            Si por democracia entendemos el sistema jurídico-político que garantiza la capacidad de los pueblos para decidir su futuro y determinar su curso histórico, deberemos llegar sin mucho esfuerzo a la conclusión de que las formas que caracterizan a las sociedades divididas en clases serán sin remedio antagónicas a aquellas que justo tienen como objetivo estratégico acabar con la explotación y la construcción de una sociedad alternativa.
            Las “formas” de la democracia están ligadas pues a objetivos estratégicos determinados. No existe, por tanto, un modelo de democracia que se sitúe por encima del bien y del mal.
            Un pueblo no construye su soberanía en lo teórico: los pueblos construyen su soberanía en el transcurso del proceso histórico, sintetizando las experiencias, sacando conclusiones e “inventando” fórmulas que garanticen su desarrollo y consolidación en cada etapa. En ese sentido, lo que llamamos hoy Revolución Cubana es un largo proceso histórico que se inicia el 10 de octubre de 1868, por Carlos Manuel de Céspedes y otros patriotas cubanos y que continúa abierto con expresiones distintas hasta la actualidad. Este largo período histórico de más de un siglo ha tenido como constante la lucha contra la dependencia de cualquier tipo y la construcción de la patria cubana.
            A seis años del V Centenario del “Encontronazo”, son todavía muchos los que se resisten a reconocer que no sólo fueron esquilmadoras y explotadoras las relaciones económicas de dependencia creadas entre las metrópolis y las colonias, sino que también lo fueron, cosa lógica, las formas políticas en las que se asentaron como mecanismos para perpetuar la dominación.
            Resulta polémico, como mínimo, aceptar que existen valores universales, sobre todo porque cuando se habla de ellos –desde la ideología del eurocentrismo-, se está hablando casi de modo exclusivo a los que se acuñaron en la llamada modernidad, o más exactamente, a los contenidos que asumieron a partir de esta etapa histórica de Europa.  Para el tema de las “formas y contenidos de la democracia”, se pretende como universal y única aquella que se expresa en la forma del multipartidismo y el modelo de representación liberal. El verdadero contenido de la democracia, es decir, la participación del pueblo en la toma de decisiones que trascienden sobre sus vidas como colectivo, pasa a un segundo plano. Es la “forma” la que prevalece por encima de todo: de la Historia, de la cultura, de la lucha de clases, etc.
            La reflexión sobre las formas y contenidos de la democracia ha sido una constante en el movimiento revolucionario popular y nacional contemporáneo. Sus conclusiones en América Latina y El Caribe han venido reflejando la estrecha relación entre teoría y práctica al calor de las tradiciones autóctonas propias. En el último período, el del tránsito de las dictaduras militares a la formas de democracia liberal, las conclusiones ya definen con contundencia el carácter del modelo impuesto: una democracia de minorías oligárquicas, formal, restringida, dependiente y excluyente de lo popular y lo nacional, entre otras cosas porque ha sido el modelo que viene garantizando las políticas de ajustes y de desnacionalización, las políticas fondomonetaristas. La transición democrática ha sido recortada, tomando como referencia los esquemas liberales europeos y norteamericanos, los cuales, además de ser ajenos a las identidades de los pueblos, chocan y se superponen a estructuras materiales y tradiciones culturales que, incluso, les impiden alcanzar su plenitud. Se trata de una forma restringida de la propia democracia liberal. Un subproducto histórico concreto implantado sobre el capitalismo periférico, tutelado por minorías sociales y clanes militares y, además, condicionado al interés neocolonial, a las doctrinas de “seguridad nacional” y a las diversas estrategias del imperialismo.
            En este contexto, la defensa del derecho de autodeterminación de los pueblos queda vacío e indefenso para seguir avanzando en su concreción histórica. La falacia del “pensamiento único” llega a extremos de inusitada desfachatez, al poner condiciones al derecho de autodeterminación. No es posible la autodeterminación con condiciones.
Era lógico, por tanto, que desde Bolívar a Sandino, pasando por José Martí, Mariátegui y tantos otros, se teorizara, lo mismo que lo hizo la burguesía europea cuando necesitó arrancar a la aristocracia el poder, sobre los instrumentos políticos más idóneos para defender, desarrollar y consolidar procesos revolucionarios en los que era todo el pueblo el que se enfrentaba a un enemigo común. Estaba claro que el modelo político que sirvió para instaurar la dominación no podía servir para aplastarla.
Tras la defensa del modelo liberal de democracia no se esconde, por tanto, ningún objetivo “principista”, sino intereses bien concretos y determinados históricamente por la necesidad del imperialismo de seguir garantizando la explotación de los pueblos y su dominación política. De ahí el tremendo odio hacia Cuba, hacia su Revolución, hacia su sistema político y social.
Es posible que para algunos compañeros y algunas compañeras que colaboran en la edición de “Cuba Va”, o en su distribución y debate, estas reflexiones parezcan insuficientes; seguro que lo son. Pero desde mi modesto punto de vista, sin este preámbulo será difícil abordar en el futuro, desde una posición teórica rigurosa y firme, el análisis de los rasgos que definen y dan carácter a la democracia en Cuba, al sistema político que hasta ahora viene garantizando el derecho de autodeterminación de su pueblo y el ejercicio de una auténtica soberanía.

Abril, 2014
            Roete Rojo.