viernes, 18 de octubre de 2013

PSICOLOGÍA DE LA CRISIS



            Difícil definir la psicología de las masas, sobre la que tanto escribiera Sigmund Froid. Más modesta mi intención me conformo con hacer algunos comentarios sobre el “estado de ánimo” más o menos generalizado que la crisis que vive el sistema capitalista en España genera en amplias capas de la población.
            Cualquiera de las siguientes expresiones serían ciertas: frustración, desesperación, angustia. Pero como observadora de la realidad social, y partícipe de la situación extrema que vivimos, las que más me llaman la atención y preocupan son: sorpresa e incredulidad.
            La gente sigue sorprendida; lo cual es, desde el punto de vista ideológico, muy peligroso y demuestra hasta qué punto se consiguió la confianza en el modelo capitalista salvaje. Los golpes que están recibiendo las clases populares y medias no son sofisticados; en buena lógica, establecer relaciones y llegar a conclusiones resultaría sencillo. Pero nada más alejado de la realidad. Hace tiempo que el llamado “sentido común” dejó de funcionar en nuestras cabezas.
            La sorpresa conduce, entre otros destinos, a la incredulidad. No nos creemos que sea cierto lo que está ocurriendo; siendo la siguiente conclusión, hacerse la ilusión, sin ninguna base objetiva, de que “esto pasará”, como futuro que se encuentra detrás de la puerta y al que llegaremos por arte de magia, (digo yo).
            Es amplio, por lo tanto, el rechazo a los análisis y posicionamientos que hacen énfasis en que de esta crisis no saldremos sin convulsionar los cimientos del sistema que hasta aquí nos trajo.
            La gente se agarra como un clavo ardiendo al hoy y se niega a pensar en el mañana. Cualquier mentira violenta (ahora las clases dominantes mienten de forma violenta) es aceptada como agua de mayo. Decir, por ejemplo, que el paro comienza a disminuir, porque en el último trimestre, según las cifras del INEM, se crearon 32 puestos de trabajo más; o afirmar que la tendencia de destrucción de empleo se ha frenado ¡Por supuesto! Con cerca del 30% de desempleo entre la población activa, el porcentaje de nuevos desempleados tiene por cojones que disminuir.
            De no cambiar las cosas en el sentido de una convulsión social, de una rebelión, no hay esperanza para las grandes mayorías. Sin embargo lo que se está consolidando, como estado de ánimo, es la apatía y la desmovilización  más atroces; estados de ánimo que afectan de modo particular y de dramáticas consecuencias, a los jóvenes.
Decía Mao que era obligatorio para cualquier revolucionario “preguntar a las masas”. A esa tarea me dedico a diario sin formular preguntas. Subo en el autobús y “sondeo”, acudo a comprar el pan a la tienda del barrio y sigo “sondeando”; asisto a un acto en Defensa de la Ciencia y la Investigación y prosigo “sondeando”. Regreso a casa hecha una piltrafa, estado de ánimo que consigo superar, no sin que la operación deje sus cicatrices, gracias a que mi condición de “bolchevique” me permite con posterioridad intentar un análisis que me ayude a  explicar (no justificar), el caos intelectual y moral generalizado.
Volviendo al acto en Defensa de la Ciencia y la Investigación, que reunió en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada, a más de 200 personas, convocadas por 12 investigadores de alto nivel, “sondeo” la actitud de un joven investigador que tomó la palabra para decirles a los convocantes que algo estaban haciendo mal cuando el auditorio estaba compuesto mayoritariamente por viejos y viejas. Es decir, los responsables de que los jóvenes investigadores no se comprometan en defensa de la investigación y la ciencia son justamente los que han tomado la iniciativa de defenderlas y de denunciar la situación que padecen los jóvenes investigadores que se ven obligados a migrar a países desarrollados del entorno, entre otras cosas. Las y los asistentes, por tanto, deberíamos de sentirnos mal, de sentirnos culpables por estar allí manifestando nuestro interés y preocupación por el tema importante que se trataba. Quizás este joven investigador hubiese estado más satisfecho si las viejas y los viejos nos hubiéramos quedado en nuestras casas, viendo la tele; en cuyo caso la actividad no habría existido pues, empezando por los propios convocantes (12 de entre los más cualificados científicos e investigadores de la Universidad de Granada), cuya edad media superaba los 60 años.
Forma parte también del estado de ánimo generalizado responsabilizar a los demás de la falta de respuesta ante las agresiones que estamos sufriendo. El español, siempre tan heroico para quemar herejes o cristianizar a los infieles, no va a una manifestación porque eso no sirve de nada, es hacer el gilipollas… ¡Cuando vayáis para quemar un banco o matar a los políticos, me avisáis! Ahora, con motivo de la enfermedad de la Presidenta de Argentina, Cristina Fernández, su imagen es noticia en los informativos. Y motivo para que cualquier desgraciado o desgraciada diga, por ejemplo: “Esa y el Evo Morales tienen la culpa de lo que nos pasa, porque han echado a los españoles de allí, quedándose con lo que era nuestro”. Otro día los enemigos serán los catalanes, los migrantes que les quitan el trabajo (aunque ya haga tiempo que desaparecieron de nuestras calles, primero los argentinos, luego los eslavos y rumanos y, por último, los senegaleses), etc. La ignorancia los hace fuertes.


Estado del Parque del barrio donde vivo

Como vieja bolchevique me niego a no intervenir sobre mi entorno. Bulle con permanencia en mi cerebro aquello de “comenzar por las reivindicaciones más simples”; intentar un amago de conversación con las vecinas y vecinos para que firmen una carta en la que reclamamos al ayuntamiento que ponga freno al vertido de basuras en nuestras plazas y parques, abandonados a su suerte, como el resto de enseres y seres del país. El tema, simple, da para mucho, pienso como vieja bolchevique pues te permite plantear otros asuntos de mayor calado: la quiebra de la hacienda municipal por el despilfarro anterior, el aumento de los impuestos, la reducción del número de trabajadores del servicio de limpieza y tantas cosas más que conducen a hablar de forma “natural” de la crisis del capitalismo. Pero mi sorpresa es grande cuando pongo en práctica el empeño. Ya no estamos en los años 60 ni 70 del siglo pasado. La gente, trabajadores y trabajadoras (con o sin  empleo) sometidos a las más duras condiciones de explotación y vida, padres y madres entre los 30 a 40 años, vuelven las caras cuando me dirijo a ellos; de manera ostensible me demuestran su desprecio… o cargan su despecho y frustración contra el cuidador del parque, un hombre de 60 años, que desde el Expediente de Regulación de Empleo, debe hacer el trabajo de dos trabajadores y medio.
La mezquindad es otro estado de ánimo que aflora con motivo de la crisis del capitalismo en España. Si no nos estamos comiendo a bocao limpio por las calles es sin duda gracias a que esos mayores despreciables, madres y padres, abuelos y abuelas, están manteniendo a tres generaciones con sus reducidas pensiones. Ellos y ellas sí que escuchan cuando me acerco y firman la carta de protesta. ¡Qué paradoja!, ¿verdad?
La salida a la crisis no tiene que ser revolucionaria. Como tantas veces para nuestra desgracia ha demostrado la Historia, también puede ser el fascismo. Los “estados de ánimo” que sondeo hasta ahora, me quitan el sueño.
            Octubre de 2013
 Roete Rojo

¡Lo conseguimos!


PD. Después de escribir estas líneas, y antes de que sean publicadas en el blogs, nos despertamos con todas las reivindicaciones conquistadas. No hemos llegado a la luna, claro. Más esta victoria me envalentona para intentar un segundo paso: colocar cartelones en el barrio con una consigna simple: “Gracias a la unidad entre vecinas y vecinos: Lo conseguimos”. Como dijo uno de los profesores que intervino en el acto En Defensa de la Ciencia y la Invesgiación: …”Hay que volver a las luchas de los años 70”.