(Versos contra la guerra)
Viejo se hizo el hombre meditando
cómo seguir construyendo con sus manos.
De día, la tibieza
del cuerpo que a su lado estaba,
le indicó que podría utilizarlas para hacer el amor.
Y lo hizo.
Un lenguaje milenario llenó su vida de palabras
en todos los idiomas conocidos.
Recorrió con la vista las páginas de mil libros
que le convocaban de nuevo a hacer el amor.
Y lo hizo.
Con vista de pájaro recorrió el horizonte
sin que frontera alguna encontrara su mirada.
En su hábitat llovía, en otro lugar, nevaba.
La primavera, más allá, le invocaba a hacer el amor.
Y lo hizo.
Distintas músicas sonaban traídas por el aire.
Oyó el laúd y la guitarra española,
el oboe, el bandoleón lloroso de nostalgia.
Una tristeza tierna y dulce le reclamaba que hiciera el
amor.
Y lo hizo.
La sal del sudor resecaba lengua y labios,
trayéndole el gusto agridulce de las manzanas del huerto.
Soñó con el frescor del agua inmaculada,
la pesadez del vino en la garganta le incitó a hacer el
amor.
Y lo hizo.
Se sorprendió de que todo él estuviera pensado para el beso.
Se alegró al comprobar cuál era el objetivo de su cuerpo.
Amó más que nunca el color oscuro de sus manos;
alisándose con ellas los cabellos tupidos,
escupió al Imperio en pleno rostro y luego de vencerlo,
no declinó ni por un instante su responsabilidad de hacer el amor.
Y lo hizo.
Marianita
muy saludable, abrazo
ResponderEliminarSalut. Petons, Felipon
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