sábado, 25 de febrero de 2012

¡HONOR A LOS VENCIDOS! Crónicas atarfeñas (1977-2010)

(Se recomienda ver las notas a pie de página para comprender algunos términos)


Iglesia de Santa Ana de Atarfe


Mañana el Partido Popular (PP) realiza “un acto de masas” en mi pueblo. Dicen, los del PP, que la elección de Atarfe tiene un gran simbolismo para ellos. Para mí, el simbolismo que los anima rezuma rencor por todos lados. Es el pasado, la memoria que ellos no han perdido, la que mañana se mostrará vivita y coleando.
Cuenta la leyenda urbana, que allá por el año 1977 del pasado siglo, un insigne granadino, D. Antonio Jiménez Blanco, convenció a Adolfo Suárez para que se trasladara a Atarfe, a un mitin, en el que quedaría demostrado que el pueblo era de “centro” y no de izquierdas. Sin embargo, el tiro casi les salió por la culata y no lo escribo en sentido metafórico… pues algunos mozos del lugar, se supone que de forma espontánea – aunque nadie podría ni afirmar ni negar si hubo de por medio algún que otro “cacharro” previo, en cualquiera de las muchas tabernas locales-, esperaron al coche y estuvieron a punto de volcarlo con sus moradores dentro. El insigne granadino, su ilustre invitado y el séquito de ambos, atravesaron dramáticos momentos. No pudiendo “salir por pies”, salvaron sus ilustrísimos pellejos gracias a la pericia del conductor. Por si os quedaba alguna duda: el mitin no pudo realizarse. El impacto del acontecimiento fue de tal calibre que hasta 1991, y tras el lapsus de un concejal de la extinta UCD,  la derecha no se atrevió a presentarse como tal en unas elecciones municipales.
Mañana vienen a tomarse la revancha. Cobardes como son, y lo han sido históricamente, si se atreven a volver, pasados 33 años, con el mismo objetivo ahora amplificado (quieren demostrar que Atarfe es de derechas a palo seco; lo escuché ayer en una entrevista en la Cadena Ser), es porque tienen la certeza de que ningún mozo, por muy “acacharrado” que esté, se osará a cuestionar su legitimidad.
Pueden llegar tranquilos, mearse y cagarse tranquilos encima de nosotros. Gane quien gane las próximas elecciones, Atarfe hace mucho tiempo dejó de ser lo que era. Sólo ellos, curiosamente, han guardado con celo su memorial de lucha y resistencia.
Del seno de aquel torrente colectivo surgieron personajes y anécdotas que adquirieron el valor de un referente:
Aquel pastor que cortaba la carretera con su rebaño de ovejas para impedir el paso de la Guardia Civil, cuando llegaba a reprimir una protesta.
Aquel oficial de albañil a quien la empresa castigaba con la soledad absoluta durante meses y años, reparando pequeños desperfectos en edificios antes de su entrega pero que cuando llegaban las elecciones sindicales ganaba por goleada a cualquier otro candidato, votándolo amorosamente trabajadores que no conocían ni su rostro ni su mirada.
Aquella trabajadora del textil que, casi analfabeta, consiguió organizar a las mujeres en defensa de los puestos de trabajo.
Aquel trabajador de la Alcoholera, al que yo denominaba el “brazo armado” del comité de empresa pues se especializó en perder los nervios en los Plenos del Ayuntamiento cuando el portavoz del llamado “grupo independiente”, empeñado en cerrar la Alcoholera por los “malos olores” que afectaban a su negocio, pedía la palabra.
Aquel otro oficial de albañil, especializado en piquetes de huelga y en pasar hambres cuando lo despedían de OSUNA, pues no era digno ganarse unos duros haciendo chapuzas mientras esperaba la solución al juicio sobre despido improcedente.
Aquel mencionado edil de la UCD que, frente a la opinión de su partido, defendió la Autonomía para Andalucía, él solito, con su Land-Rober, y que era aclamado por la gente en la calle Real con sinceros: ¡Viva tu polla!
Aquel médico solidario que falsificaba los datos de las mujeres que pedían visado para visitar a sus hombres en Alemania, certificando que no estaban embarazadas; cuando en realidad, todas viajaban embarazadas del tiempo justo para parir en el lejano país y así evitar que las echaran al cumplir los días de visita permitidos.
Aquella abuela que siempre me esperaba para relatarme historias sobre los crímenes del fascismo pues bien sabía, la abuela Elisa, que yo haría por escribirlas y así permanecerlas.
Ahora, las tribus urbanas, residuos de la crisis del sistema, tienen otros referentes, que se han ido gestando a través de los años, a la vista de todo el que haya querido ver:
El repartidor de beneficios espúreos y clientelistas.
El oportunista que aún guarda una última chaqueta.
El puro-macho, maltratador de muchachas de su generación.
El “camello” que se permite el servicio de un peluquero casi a diario.
El motero capaz de generar el mayor ruido por segundo y metro cuadrado.
El capaz de insultar al maestro o la maestra.
El especulador y sus secuaces.
El triunfador sobre todo y por encima de todos.
El desleído, el primitivo, el soez.
El convencido de que sólo el dinero genera dinero.
El desgraciado que piensa como rico.
En definitiva, una suerte de lumpemproletariado capaz de devorar a su propia estirpe con tal de mantener el espejismo del mercado del que sólo es la víctima mayor.
Ahora, los referentes políticos se miden y articulan según los beneficios y el prestigio social. Será por eso que el párroco y la Iglesia se han convertido en el auténtico “partido de masas y de vanguardia”; en la Sacristía se ha instalado la Secretaría de Organización y por ella pasan sin excepción y aborregados sin conciencia, todos los sectores ideológicos para poder garantizar a sus vástagos una primera comunión como Dios manda, un bautizo, un matrimonio o un entierro a sus mayores. Es allí, en la Parroquia, donde se ha establecido la “Escuela de Formación de Cuadros”.
Mañana, pues, los meapilas tomarán Atarfe sin pena ni gloria. Ya otros con anterioridad limpiaron el patio. Las damas y damitas “provida” podrán pasearse con absoluta tranquilidad por nuestros parques desiertos y amurallados. De la valentía y orgullo del pasado no queda nada o casi nada, ¡No quiero que me tachéis de pesimista! Y los últimos impulsos la izquierda los aprovechó en la guerra sin cuartel del “todo vale”, “conmigo o contra mí”, “ahora llegó nuestro turno”…y otras trincheras estériles para seguir manteniendo su compromiso con el orden de cosas establecido.
Mañana, cuando ya las hogueras de La Paz hayan consumido con su fuego todo aquello que nos hiere, un frío de metal afilado volverá a herirme el alma.
Bien sé en qué quedaron las posteriores hazañas de aquellos mozos de 1977. Pero esta noche voy a repetir el sacrificio intelectual de olvidar mis propias miserias y recordar todo aquello que representaban. Entonces la anécdota podrá convertirse en epopeya social y colectiva. Y desde ella grito:
¡¡HONOR A LOS VENCIDOS!!

Roete Rojo
Atarfe, 6 de febrero de 2010

Notas para los que lean el texto y no sean atarfeños o atarfeñas:
Atarfe: municipio granadino en el que vivimos desde hace 30 años, situado en la Vega de Granada, apenas a 9 kilómetros de Granada capital, era durante los años 70 y 80, parte del llamdo “cinturón rojo”.
Adolfo Suárez: político español, dirigente falangista, reconvertido en “demócrata de toda la vida”, que fue el primer Presidente de la “Transacción Política”.
Antonio Jiménez Blanco: abogado granadino, liberal antiguo, muy estimado por defender sin costes a estudiantes y trabajadores granadinos, represaliados por el franquismo.
“Cacharro”: mezcla de alcohol (ginebra, whisky, coñac o vodka) con un refresco.
“Acacharrado”: bajo los efectos de muchos cacharros.
UCD: Partido de derechas, nacido en la Transición Política. “Unión de Centro Democrático”.
OSUNA: empresa constructora granadina. Su promotor, en la actualidad, es el mayor propietario de olivos de España.
“Viva tu polla”: piropo muy usado en Granada y que se puede traducir como “viva tu madre”.
“Camello”: modesto tratante de droga.
“Meapilas”: beato católico irrestricto y dogmático, reaccionario e integrista.
“Provida”: organización ultraconservadora y fascista que hace campañas contra la Ley del Aborto”.
“La Paz”: aldea aneja al pueblo de Fuente Vaqueros, en dicha aldea un grupo de jóvenes y mayores, organizan anualmente las “hogueras de la Candelaria”, va gente de otros lugares, quien quiere escribe algo para leer junto a las fogatas. Este suelto fue escrito para tal ocasión y sería leído por alguien, ya que yo no pude asistir.

miércoles, 22 de febrero de 2012

AMÉRICA LATINA: 200 AÑOS DE LUCHA POR LA INDEPENDENCIA

(Reflexiones desde ambas orillas del Atlántico)
Simón Bolívar

Robos, saqueos, depredaciones, asesinatos, frutos aciagos y amargos de la proscripción más atroz y más injusta que el rencor, la irreligión, la ignorancia  y la barbarie fulminaron contra millones de inocentes, unidos con nosotros por medio de los lazos más estrechos de la religión, la naturaleza y la política… todas las revoluciones han sido siempre funestas y azarosas, todas han costado torrentes de lágrimas a los pueblos. Pero esta que estamos experimentando está marcada con tales caracteres de crueldad, de infamia y de bajeza, que su historia jamás llegará a la posteridad sin que ésta se llene de asombro e indignación contra sus detestables autores. Suscitados por unos cabezas, faltos de capacidad y de luces, que han obrado tumultuariamente, sin objeto fijo, sin plan  ni regla alguna de conducta, parece sólo trataron de hacerse odiosos y despreciables y convertir la patria en un teatro de luto y desesperación.
Esta era la posición de la metrópoli española, reflejada en un artículo aparecido en El Telégrafo Americano, el 23 de octubre de 1811, ante las noticias que llegaban de ultramar; ante aquellos movimientos de protesta comenzados  a nivel provincial que fueron tomando tintes declaratorios independentistas. Motivados por las contradicciones y aberraciones que consagraba el sistema colonial e influenciados por el pensamiento liberal francés y por el triunfo de la independencia de las colonias inglesas en América del Norte, las élites criollas, iniciaban un doloroso, tortuoso y dramático camino cuyo objetivo último no era otro que conseguir la definitiva independencia del Imperio español. Mientras, en la metrópoli, el Absolutismo Borbónico parecía desintegrarse.
Pasados 200 años del inicio de las luchas por la independencia, que no obtuvieron el saldo “ideal”, pues si bien se consiguió la ruptura definitiva de España y la constitución de repúblicas independientes, el objetivo de la efectiva independencia política y económica, así como la integración de las nuevas repúblicas, quedaron en el camino, OTRO MOVIMIENTO CONTINENTAL RETOMA EL COMPROMISO ESTRATÉGICO DE LA SEGUNDA INDEPENDENCIA      Y DE LA INTEGRACIÓN EN NUESTROS DÍAS. Y, como antaño, le tocó a Venezuela ser la vanguardia del proceso; y, como antaño, a Colombia y a Perú, donde siguen enquistadas las oligarquías más genocidas y vendepatrias del subcontinente, ser uno de los principales escollos de la libertad y emancipación de los pueblos de América Latina y El Caribe.

¿Han cambiado muchos las cosas en estos 200 años?

Merece la pena recordar algunos elementos de la coyuntura política española en aquellas dos primeras décadas del siglo XIX. Ningún historiador podría negar a estas alturas la envergadura de la crisis económica, política y social que se vivía en la metrópoli. La dinastía borbónica, y su pretensión centralista, hacían aguas por todos sitios; aliada de Francia frente a Inglaterra, los onerosos tributos exigidos para mantener la guerra, contribuyeron aún más a agravar las deformaciones de un sistema económico estancado y atrasado… ¡Trafalgar sería la fresa del pastel! Sin ningún tipo de decoro, ¿acaso alguna vez lo han tenido?, los Borbones entregaban el país a su ayer enemigo, Francia, quien  invadía la Península; Inglaterra se convertía en aliado, etc. Se asistía a la mayor crisis sufrida por el Antiguo Régimen. El Absolutismo Monárquico parecía una araña flotando en un océano borrascoso.
En nuestros días también el sistema vive una profunda crisis. A pesar del discurso oficial, no hay duda de que nuestros vecinos y “socios” en la Unión Europea parecen tener mejores mecanismos para afrontarla. Son, además de más fuertes como capitalistas, más inteligentes y supieron diseñar un modelo de integración y de relaciones internacionales en el que, al igual que en el pasado, sólo nos correspondió la pandereta y las castañuelas. Con todas las distancias históricas, un elemento fundamental parece repetirse: nuestro capitalismo dependiente sufre una aguda crisis económica y política, mientras que en América Latina se viven momentos de definición autónoma, independencia, soberanía, integración y dignidad.

Ante la crisis de principios del XIX, el sustrato ideológico que justificaba el sistema colonial, parecía no perturbarse demasiado.

Ni siquiera los sectores liberales rompieron los vínculos con dicho referente. Cierto que Las Cortes de Cádiz llegaron a consagrar la “igualdad” y los principios liberales de representatividad; pero esta declaración carecía de proyección pues la supuesta igualdad iba acompañada de una desigual participación en los órganos representativos y del mantenimiento del monopolio comercial. Quizás la contradicción más grande del liberalismo en aquellos momentos fue pretender la modificación del sistema político interno (sometimiento del Monarca a la Constitución), sin atacar el sistema imperial que lo sostenía. Sin restarle importancia al levantamiento de Riego (1 de enero de 1820), que impidió la materialización de la expedición militar prevista al Río de la Plata, es necesario reconocer que, a esas alturas del proceso revolucionario en las “provincias de ultramar”, la coyuntura militar y política a favor de la Independencia había sido resuelta en lo fundamental.
Pasados 200 años, dicho sustrato ideológico colonial sigue nutriéndose. Bases objetivas para dicho sustento no faltan pues, a excepción de los contenidos que consagró la II República Española en la Constitución de 1931, la pretensión de “paternidad” sobre América Latina, la visión oligárquica, patrimonialista, la “Una, Grande y Libre” durante las décadas franquistas (de donde procede la celebración del “Día de la Raza” o de la Hispanidad; el fascismo, el racismo y la xenofobia; el eurocentrismo, por utilizar otra expresión más analítica, han sido y siguen siendo pensamiento mayoritario – no sólo de las élites políticas o económicas de hoy- ; evidencia de la debilidad de los modelos de pensamiento alternativo y de los movimientos y organizaciones que pudieran sustentarlos. Debilidad a la que hay que sumar que  también hoy, como hace 200 años, personas de izquierdas mantengan la contradicción de reivindicar la modificación de la estructuras dentro del Estado español,  manifestando, al mismo tiempo,  la más grosera de las antipatías, cuando no rechazo absoluto, a los movimientos y dirigentes latinoamericanos que están pretendiendo igual objetivo dentro de sus respectivos países. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, cantó el uruguayo Alfredo Zitarrosa.
De no ser porque para transformar el mundo no sólo hay que tener voluntad sino también inteligencia, ¡y grandes dosis de paciencia!, viviríamos permanentemente al borde de un ataque de nervios o del suicidio. Motivos no nos faltarían. Sólo recordar la explosión de “españolismo” rancio, colonial y absolutista, que emocionó a millones de personas en este país cuando el Borbón actual pretendió callar al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela; o la reacción ofendida, emotiva y patriótica de estos mismos millones cuando la compra por parte de Venezuela del Banco Santander… Peligrosa simbiosis de intereses que indican el predominio ideológico de los valores del sistema dominante que ha conseguido grandes niveles de hegemonía y consenso.

¡Tropas, tropas y tropas se necesitan allí!

Defendía un periódico español en 1812. Y bien que lo consiguieron, sobre todo tras el regreso del inefable Fernando VII y la reposición del Absolutismo, en 1814. Entre la prepotencia imperial y la estupidez,  un país endeudado que salía de una terrible guerra contra el invasor francés, no encontró otro recurso ante el desmoronamiento de su Imperio, que forzar campañas de reclutamiento y enviar a miles de hombres humildes a una muerte segura. Entre 1812 y 1813, se enviaron 12 expediciones de mediana envergadura. Posteriormente se desarrolla la llamada “Política de Pacificación”. El 17 de febrero de 1815, la expedición del general Pablo Morillo, sale de Cádiz, con más de 10.000 hombres, 18 barcos de guerra, pertrechos y 42 transportes. Directamente a Costa Firme. Ni qué decir que el control de la prensa de oposición y una insistente campaña por parte de la prensa oficial, hicieron lo posible para garantizar la paz social y política al Absolutismo Borbónico.
La violencia y el militarismo, como recursos de dominación y de aniquilación, han sido los más utilizados por las élites políticas y económicas ligadas al Absolutismo y a la Monarquía española; sirviéndose esta última, sin ningún problema, de períodos dictatoriales para garantizar la pervivencia futura del modelo.
Dicha violencia no sólo se ejerció contra el movimiento independentista latinoamericano. En aquellas décadas, en ambas orillas del Atlántico, los liberales luchaban contra el mismo poder y, en ambas orillas, recibieron la misma respuesta. Baste recordar que tras el período liberal transcurrido entre 1820-1823, la persecución desarrollada contra los liberales fue atroz, sufriéndola alrededor de 30.000 seguidores del constitucionalismo.
General Riego

Años después de la ejecución de Túpac Amaru (18 de mayo de 1781), un 7 de noviembre de 1823, el general Rafael de Riego Núñez, condenado a morir en la horca, fue arrastrado dentro de un serón por las calles de Madrid; una vez ahorcado, su cuerpo fue despedazado en cuatro cuartos, que fueron ubicados en Madrid, Sevilla, León y Málaga.
¡100.000 soldados franceses!, se ocuparon de perseguir y derrotar a las fuerzas constitucionalistas. Riego fue derrotado por el general francés, Bonneman. Se reinstauró el Tribunal de la Santa Inquisión… batallones franceses acompañaban y protegían a las turbas que ofendían al general Riego durante su suplicio; enfermo moralmente, había firmado un documento retractándose de sus errores políticos y religiosos, bajo promesa de indulto.
Mariana Pineda era ejecutada a garrote vil, en Granada, el 26 de mayo de 1831… Casi un siglo exacto antes de que fuera proclamada la II República Española. Hubo que esperar un siglo pues  para que los valores laicos, republicanos y liberales triunfaran en esta orilla del Atlántico. Pero después, tuvimos que hacer frente a un golpe fascista, iniciado por el sector “africanista” del Ejército,  que provocó el inicio de la Guerra de España, más de cuarenta años de dictadura fascista; tuvimos que tragarnos que Franco se muriera tranquilamente en su cama, sin responder de ninguna de sus responsabilidades históricas; tuvimos que asistir a la Transacción Política; tuvimos, por último, que asumir la voluntad del Dictador y asistir a la II Restauración Borbónica. En ella estamos.

¿Una oligarquía de chiste?

Para los lectores y lectoras de El Otro País, será ya familiar esta expresión que utilizo con frecuencia: “La ideología dominante delimita, incluso, el campo de las percepciones”.
El capital español que intenta, bajo un barniz de pacato europeísmo, abrirse un camino en la globalización, está enfermo ideológicamente. Confunde la realidad con sus deseos. A veces, incluso, cuando intenta rectificar posiciones se encuentra con la oposición de los grupos fácticos mediáticos que parió para que defendieran sus intereses. Una oligarquía de chiste que acaba jodiéndose no sólo así misma sino jodiéndonos a todos sin excepción, especialmente en estos tiempos de crisis del sistema.
Basten sólo dos ejemplos, casi anécdotas.
Durante el mes de junio, se celebró en Amsterdam un Encuentro de Solidaridad con Venezuela, que reunió a representantes de los movimientos de solidaridad a nivel europeo y en el que participaron también los embajadores de la República Bolivariana en Europa.
El embajador ante Portugal informaba en el grupo de trabajo que le correspondió, sobre los avances y dificultades de su desempeño. Entre otras cosas informó de los acuerdos promovidos – y firmados-, para que empresas portuguesas construyeran miles de casas y exportaran otras miles prefabricadas. Sin comentarios.
En su visita última a Siria, según expresó el Presidente Hugo Chávez, en entrevista concedida a Televisión Siria, se habían firmado entre otros acuerdos, el de construcción por parte de Venezuela de una petroquímica que, entre otras cosas, permitirá a Siria fabricar envases de plástico para exportar su aceite de oliva a la República Bolivariana.
Al escuchar esta información no supe si partirme de la risa o hacerme el haraquiri. Bien conozco la situación que están atravesando las cooperativas productoras de aceite de oliva en Andalucía. Con los depósitos de las almazaras rebosantes con miles de toneladas almacenadas, el precio del aceite cayendo a límites insostenibles para los pequeños y medianos productores; pendientes de una ayuda de 2 céntimos por litro para no sacar al mercado el producto elaborado y así mantener el precio aunque precario, en espera de que lleguen –a estas alturas ya llegaron-, los barcos italianos que, desde los tiempos del Imperio Romano, vienen llevándose el aceite de oliva andaluz que luego envasan como italiano y comercializan en todo el mundo, incluida por supuesto América Latina,  con un alto valor añadido.
De espaldas a la realidad, repito, las altas esferas políticas y mediáticas siguen arremetiendo contra Venezuela y contra su Presidente. Su última visita al “Reino de España” es sólo una muestra más. Aquí los medios ya no respetan ni al Presidente de REPSOL.
Mientras que la República Francesa concede la Orden de la Legión de Honor, al periodista colombiano Carlos Lozano, aquí le conceden condecoraciones al mayor y genuino representante del terrorismo de estado colombiano, presidente Uribe Vélez, a quien paseamos por Europa como adalid de la libertad y la democracia.
El ministro Moratinos podrá repetir su visita a la República Bolivariana, intentando abrir el camino a las empresas españolas. Los medios de comunicación y los altos grupos de presión, mientras tanto, seguirán a su bola, anclados en su referente colonial reaccionario, sin entender que las cosas, como hace 200 años, cambiaron en la otra orilla.
Un buen amigo suele decirnos en tono de broma cuando nos oye hablar de Simón Bolívar, que no le perdona al Libertador que no  nos liberara también a nosotros del absolutismo borbónico y sus secuaces.
Fue imposible hace 200 años y lo sería también ahora. El objetivo de nuestra liberación sólo está en nuestras manos.

Roete Rojo
Plataforma Simón Bolívar de Granada
En la ciudad del desamparo, 2010
Publicado en el Otro País de Este Mundo

sábado, 18 de febrero de 2012

NO SE DETUVO

("Sub"realismo lorquiano)

Dedicado a la "Bella sirena del Caribe"

No se detuvo a explorar mis heridas.
Pasó por mi cuerpo con voluntad
de espada vengadora.
Mil expresiones y matices
cantaron mis ojos
sin encontrar dónde plasmar
el reverso de la moneda.
Golpeé con las espuelas al caballo dormido
y éste trotó asustado,
ciego para siempre
en un páramo yermo y sin fin.
Sonaron las 12 y cenicienta se perdió,
ocultándose en la oscuridad,
dejando olvidado un zapato
lleno de gusanos malolientes.
Tiemblan las arcadas de la plaza.
El viento arrastra gotas huérfanas
de lluvia sobre el asfalto.
Tintinean las luces de neón
sobre la miseria acogida sin piedad
bajo los soportales de la noche.
El desconsuelo ha perdido la medida
sumergido en el fango engañoso
y movedizo del olvido.
Las palabras golpean con ansia de martillo
tiernos brotes de una hierba
condenada por siempre al desamor.
El espanto como ascitis deforma el cuerpo
moribundo y afeado de repente.
El parto del ruido que es el silencio,
la otra cara de la moneda.
Caricias sin ternura,
besos sin agua,
alas rotas.

Caracas. Hotel “El Condenado”. 1 de agosto 2003. 02:00 horas.

La Loca Manuela Granadina

jueves, 9 de febrero de 2012

Abecedario maldito

Dedicado a mis hermanas uruguayas, a mis hermanos uruguayos


María Isidora y Atanasia esperaban pacientes la resolución del bullicio que se desarrollaba dentro de la estancia; un bullicio de todos modos conocido, familiar, aunque no por ello menos inquietante: la partera había acudido  por arte de magia -a falta de teléfono o vehículo similar- y todo había sido un revuelo de calderos puestos en el fuego, de trapos blancos inmaculados sobre la mesa de la pequeña habitación que era el centro de la actividad familiar.
Los niños expulsados al campo, aprovechaban la ocasión para jugar  sin alejarse mucho para no perderse los detalles de situación tan especial que llegaba a romper la monotonía de los pastos siempre verdes. Fidelino y Saturno, uno gateando apenas y el otro en brazos de Mariana, la hermana mayor, respiraban ausentes, con la mirada perdida en el horizonte sin fin, ajenos a la expectación del ambiente.
Donato, el último peón llegado, Dios sabe de dónde,  con su típico acento italiano, preparaba un mate con sus manos recias, esculpidas en adobe puro resecado por mil miserias, sin despegar los ojos de la tierra,  rastreando absorto geografías ocultas para todos menos para él, pareció presentir la tragedia que se cocinaba en el único aposento privado de la estancia, el dormitorio de los patrones, José y Renata.
Aquel grito que cambió el rumbo del viento marcado por la veleta que coronaba el viejo depósito del agua... aquel silencio que rompió los oídos de Fidelino que arrancó a llorar... ¡Aquel temblor de la tierra que hizo a Saturno morder el pecho adolescente de Fidelina en un intento de agarrarse a la vida que a todas luces se desgarraba!... ¡Aquel tronar del cielo que dejó confundida a Atanasia que andaba pacientemente despiojando al hijo de Donato, el niño de ojos negros y cabellos como los bucles magistrales que Renata creaba con su tenedor certero sobre el dulce de leche!.
Las caderas de María Isidora sufrieron una convulsión interna y, desde aquel momento, tuvo la certeza de que sería estéril. Ella fue la primera en reaccionar: se alisó los cabellos con un gesto estudiado, adoptó la figura de estatua viviente que la acompañaría hasta su muerte y, como movida por una fuerza extraña al lugar, se dirigió decidida hacia el aposento de sus padres. Acostumbrada a hacer frente a todas las dificultades, su seriedad se había hecho famosa entre el paisanaje del lugar.
Renata lloraba desconsoladamente mientras abrazaba contra su pecho un bultito envuelto en trapos, igualito a una momia; con la mirada loca y fija en algún lugar lejano y perdido,  el pelo mostraba multitud de canas ausentes pocas horas antes, la piel quemada por el trabajo en el campo lucía de una palidez extraña y marmórea, habían crecido las uñas de los dedos de sus manos y los labios estaban cubiertos de grietas tan profundas como los ríos que visitaban en vacaciones.
Francisca, la partera,  caminaba el aposento de un lado para otro, recogiendo los despojos del parto, apilando de cualquier forma, como torbellino, los otrora trapos blancos inmaculados, dirigiendo miradas furtivas a José quien, con los brazos caídos, daba la impresión de un maleante descubierto con las manos en la masa.
- Ya le dije, le espetó Francisca, que engendrar el mismo día en que la luna nos inundó con perfumes de rosas montaraces no le traería nada bueno, pero no quiso hacerme caso, ni atendió a mis remedios tantas veces urgidos en casos semejantes. Tu madre, altiva y soberbia como siempre, casi  se muere de la risa: - Vieja comadre, me dijo, ¿cuándo te olvidarás de los necios augurios traídos desde el negro barrio sur?.
María Isidora apartó a su padre con un gesto diligente de su brazo izquierdo, se acercó al lecho y arrebató con dulzura al bultito de los brazos maternos. Valiente, descubrió con sumo cuidado el rostro y cuerpecito del recién nacido: era un bultito rosado que exhalaba olor a tierra húmeda, con todas las cosas precisas para convertirse en un hombre entero y dirigió, entonces, su mirada inquisitiva hacia los ojos de Francisca.
- No te dejes engañar por la envoltura... nació embrujado, cuídate de él, cuando abría las entrañas de tu madre, le escuché recitar el abecedario mientras venía a este mundo de desgracias, con los ojos abiertos y sedientos.
María Isidora respiró tranquila, cobijó al bultito entre sus brazos y ambos corazones, al reconocerse y saludarse, compartieron un profundo suspiro que impregnó el ambiente de un fuerte olor a tierra húmeda. Lo sintió como algo definitivamente suyo. Comenzó a mecerlo mientras le cantaba, la bruja peruja descansa en el cielo, con dientes de plata merienda luceros, la bruja peruja se lava la cara, con agua de estrellas y jabones de nácar.
Desde aquel momento no lo abandonó ni un instante. Al principio lo observaba día y noche buscando alguna señal que fuera expresión del maleficio del que se hablaba en voz baja para que ni paisanos ni extraños supieran...  hasta que las estaciones del año con su particular laboriosidad impusieron su ritmo a todos los miembros de la casa.
Julio, así se llamó al bultito, crecía como una matita más entre el verde pasto, con sus inmensos ojos sorprendidos que sólo brillaban con gesto humano cuando oía la voz de María Isidora o presentía su presencia. Ella siempre le traía un modesto presente: una piedra de un color especial, un pajarito descuidado caído del nido, sus primeros zuecos de madera para evitar el barro y aislar los pies del frío y de la humedad, su primera navaja con empuñadura de hueso con la que le gustaba tallar pequeños trozos de madera con auténticos jeroglíficos. Hablaba mascullando y sólo María Isidora alcanzaba a entenderlo.
Al decir de Renata, el niño no se parecía a ningún pariente que ella pudiera buscar entre sus recuerdos, petisito y bien flaco no lograría abrirse camino en aquel mundo de hombres rudos hasta para el amor. La influencia enfermiza de la hermana -sentenciaba Renata-, haría de él un ser afeminado, su aspecto aindiado reforzado por un pelo negro como la brea y lacio como de caballo la sofocaba imaginando los comentarios de las viejas urracas.
Cuando llegó el tiempo de acudir a la modesta escuela rural, Renata se cerró en banda y dijo que sólo por encima de su cadáver el niño aprendería a leer. El joven maestro, incluso, se atrevió a visitarla para convencerla de que ningún derecho le permitía, por el simple hecho de ser madre, privar al niño de un instrumento que le abriría las puertas de la educación y le capacitaría para ser útil a la sociedad. Renata le escuchó con afectada atención y sólo comentó con preciso acento:
- Joven, regrese tranquilo, el niño no pisará su escuela.
José fue incapaz de disputar a su esposa el mando de cuestión tan doméstica, preparó su mate y salió sin intentar tan siquiera la primera palabra; la madrugada lo descubrió con un pucho apagado entre los labios acariciando el lomo de su perro favorito.
María Isidora, que tantas  cosas le había enseñado, no se atrevió jamás a vulnerar la voluntad de Renata pero en las noches le contaba o leía cuentos, historias, noticias, pronunciando con actitud teatral la separación silábica de cada palabra: "A-yer en Mon-te-vi-de-o co-men-za-ron los car-na-va-les. Es-te a-ño son mu-chas las mur-gas que se dis-pu-ta-rán los pri-me-ros lu-ga-res del cer-ta-men..."
Julio seguía con los labios las noticias como si él mismo fuera el que las estaba leyendo y no se sabe cómo llegó a guardar en su cerebro decenas de sílabas cuyos símbolos grababa clandestinamente en sus maderas preferidas o a escondidas sobre la tierra en las ocasiones en que le ordenaban recoger boñigas de res para encender la lumbre.
Renata al fin tuvo que morirse pero para entonces habían pasado tantos años del primer abecedario que a nadie se le ocurrió que Julio aprovecharía la ocasión para aprender a leer. Resueltos los trámites del velorio ambos hermanos comprobaron cuánto habían envejecido. La pequeña estancia se había llenado de niños gritones, hijos e hijas del resto de hermanos; descubrieron que eran tíos al verse privados de la intimidad compartida. José apenas era un arbusto envejecido y huraño que ocupaba un sitio casi invisible junto al fogón, tan sólo Donato se atrevía a dirigirle unas palabras antes de compartir una copita de grapa en aquel silencio plagado de duendes tozudos como moscas cojoneras.
- Julio, dijo María Isidora sin levantar la vista de su labor eterna, toma la yegua negra y vete al pueblo, compra El País y distráete un rato en el boliche mientras lees el diario.
Él la miró con sus ojos tan amados y como si fuera la cosa más natural del mundo, abandonó la estancia, recorrió el camino sin impaciencia, saludó al vendedor de diarios, tomó el suyo entre las manos con una solemnidad espontánea y se dirigió al boliche "El Resorte"; masculló un "buen día", ocupó una silla en el lugar más soleado, pidió una copita y se dispuso a leer con una emoción que a esas alturas no podía disimular.
Acariciaba con la mirada la portada, igual a un hombre enamorado que contempla a una mujer hermosa a la que va a desnudar poco a poco, y que se ofrece, entregada, al descubrimiento de paisajes y sensaciones desconocidas. Negro sobre blanco se hacía realidad el deseo insaciable de palabras con el que había sido arrojado a una existencia en la que se le había castigado horriblemente, dejándole como única herencia un montón de sílabas inconexas que le atormentaban por la noche desde que no le dejaron apaciguar sus miedos no declarados abrazado al cuerpo de su hermana María Isidora. Pero Renata había vuelto a sentenciar:
- Es hora de que ese muchacho duerma en su propia cama o ese Dios, al que al parecer en esta casa nadie respeta, bajará de nuevo a ajustarnos las cuentas.
Allí estaban, sin embargo, las sílabas que formaban palabras. Una carcajada hizo volver los rostros gastados y acodados en la barra del boliche, pero la tierra había moldeado a aquellos hombres para no sucumbir fácilmente a las sorpresas y en unos segundos cada quien andaba en sus propias cosas.
La vieja radio, cubierta de polvo y grasa acumulados durante décadas, lanzaba a los cuatro vientos sus noticias, alternando mensajes con promesas de remedios extraordinarios para la calvicie o la artritis y  canciones dedicadas por  mozas ennoviadas. ¡Allí estaban, sin embargo, las sílabas que formaban palabras!  Entonces fue cuando recordó que no sabía leer.
Meditó sobre las ironías de la vida mientras pasaba a la página segunda que le sorprendió con una fotografía en la que unas figuras humanas estaban patas arriba. A todas luces quedaba claro, incluso para él, que un peón no adoptaría esa posición justo el día más importante de su vida, aquel en que recibía un lote de tierra de manos del gobierno. Hombre de recursos urdidos durante años de soledad arqueó las cejas y con ademán socarrón buscó en el bolsillo de su camisa hasta sacar unas lentes compradas cuando gurisito en la feria de Salto; las puso en el lugar preciso de su cara y dio la vuelta al diario...  Los paisanos acodados en la barra del boliche suspiraron aliviados.
Fue así como su vida se transformó cobrando sentido. Las faenas de la estancia las resolvía diligente sorprendiendo su vitalidad a todos los que habían envejecido a su lado observándole de reojo. Luego,  se lavaba meticulosamente las manos, mojaba su cabello todavía sin una sola cana, se afeitaba y, como el que acude a una cita de vida o muerte, montaba en su yegua, galopaba hasta llegar al pueblo, saludaba al vendedor de diarios y...
María Isidora siempre esperaba su regreso con el mate preparado, ambos se sentaban al calor del fuego o del sol, según el día. Julio le explicaba con todo lujo de detalles las últimas novedades de la realidad nacional y local.
Las transformaciones sufridas en la casa tras la muerte de Renata habían ocupado todos los vacíos construidos por la madre. Como hormigas nerviosas una cuadrilla de albañiles y carpinteros andaluces había salvado del derrumbe definitivo la casa sumida en el espanto de un luto que se inició el día del primer abecedario y que fue dirigido por Renata sin darse un segundo de respiro.
Así que, el piso fue nivelado por cemento, la humedad de los muros cedió su paso al milagro de la cal, las ventanas se agrandaron para favorecer una mejor iluminación y ventilación de las habitaciones, la vieja cocina se convirtió en auténtica casa de muñecas con todos los cachivaches que María Isidora había ido comprando con sus pequeños ahorros durante años y años, el ajuar de una mujer que estaba decidida a morir virgen.
Las labores de costura, realizadas hasta cubrir sus ojos de blancas nebulosas, saltaron desde los viejos baúles convertidas en alegres cortinas, toallas con iniciales bordadas, colchas que cubrían las camas de románticas historias, alegres manteles que convocaban al apetito, floreros  ocupados por flores frescas, tiestos de macetas recién pintados con los colores de la bancada nacional, el reloj de cuco con sus bailarinas mostrándose a cada rato. Hasta se hizo venir al veterinario para que vacunase a los perros olvidados y al médico para que pusiese un mínimo de orden en aquella muchachada que, al amparo del descuido de todo y de todos, había crecido casi de manera salvaje, hijos desgreñados y raquíticos de los peones.
En medio de aquella revolución, María Isidora no se olvidó de José quien andaba convertido en una vieja maleta que alguien se dejó en un rincón y a todos anda molestando. Con una inmensa dulzura lo tomó de la mano conduciéndolo a la pileta. Allí, mientras lo ponía al día de las últimas novedades del ganado y el pasto, arregló sus cabellos y adecentó su cuerpo entero, vistiéndolo con ropa cómoda, limpia y perfumada. Donato no daba crédito a lo que veía y corrió espantado a su casa. Luego, a media tarde, regresó donde el patrón, con sus mejores pantalones de pana y la vieja baraja española dispuesto a jugarse un truco con José.
Era como si el olor a rosas montaraces no hubiese aparecido años atrás para destrozar los sueños traídos desde el viejo Mediterráneo y de los que sólo habían sobrevivido las parras.
Julio, por su parte, encontraba un goce extraordinario en cada nueva experiencia y pareció haber perdonado. En el nuevo ambiente su devoción favorita seguía siendo releer el diario a la vuelta del boliche. Leerlo con las fotografías "patas arriba", en la confianza de que en aquella casa habitaba, por fin, nadie le haría un reproche. Los niños gustaban de acudir a la cocina mientras él leía su diario. Niños gritando y madres gritando aún más no parecía el lugar más adecuado para concentrarse pero a él le motivaba el olor de las ollas puestas al fuego. Un poco tocado del oído soportaba con paciencia las preguntas sin compasión de los sobrinos que le exigían leyese las noticias en voz alta... al final siempre acababa "calentado" y entonces era cuando llegaba María Isidora y le preguntaba distraída:
- Julio, ¿viste si en el diario anuncian algún remedio para las telarañas de mis ojos?
Aquella mañana, por primera vez en su vida, Julio se despertó consciente de que María Isidora no estaría poniendo el agua a hervir sobre el fogón. El día anterior le había comentado susurrándole al oído que viajaría a Salto donde un joven “dotor” había traído nuevas ciencias para curar el mal de los ojos. Julio aceptó con la mirada y besó los ojos de su hermana.
- Cómprame brillantina para el pelo, fueron sus palabras de despedida. Por eso aquella mañana no tuvo prisa a la hora de resolver sus asuntos movido por la corazonada de que si retrasaba el reloj de sus hábitos, el tiempo real se tornaría más breve y el reencuentro más próximo.
Cuando llegó al boliche los parroquianos eran escasos. Repitió todas las escenas cotidianas mientras la radio emitía una selección de su ópera favorita, mientras Ariel, dentro del mostrador, secaba los vasos y ordenaba las botellas como para una exposición, mientras se oían en la calle los gritos de un vendedor de fruta, mientras el barbero tiraba de la persiana de su negocio, mientras el reloj de la iglesia proclamaba que eran las doce del medio día y los ladridos de los perros comenzaban a amortiguarse en el horizonte de sus gastados oídos.
Y fue, de nuevo, aquel silencio en el que una voz de hombre se desgranaba:
- A, b, c, d, e... f, g, h, i... j. k, l, m... María...
Ariel volvió el rostro despacio negándose a reconocer y con la solemnidad que la cercanía de la muerte impone. Caminó despacio hasta el cuerpo de Julio cuya cabeza sin una sola cana estaba volcada sobre el diario, con los ojos abiertos y sedientos. Con religiosidad apartó la cabeza inerme y tomó el diario por la página abierta.
La fotografía de una mujer tendida sobre el piso de una calle cualquiera, rezaba en el pie de foto: Mujer muerta, ayer, en la calle Batlle, de Salto, atropellada por un vehículo particular...
Un fuerte olor a rosas montaraces lo inundó todo.

Roete Rojo
Cuento publicado por la Revista EntreRíos. Nº 3. 2006

jueves, 2 de febrero de 2012

¡ESE REPROCHE EN TUS OJOS!

Federico García Lorca se enfada


A pesar del dolor de espalda, de esta espalda que me acompaña como un mal amigo, no podré acostarme hasta que tu mirada y la mía se hayan reconciliado.
Todos hemos disfrutado con las visitas y sufrido con las despedidas. Ya sé que la casa queda sonámbula entre la realidad y el sueño. Un ruido cualquiera nos evoca una voz, las sombras de la persianas que se mueven con el viento transportan sonidos familiares. Ni el frigorífico perdona las ausencias... ¿esos dátiles?... ¿quién compró zumo de frutas tropicales?... ¿quién trajo la mermelada?
Es verdad que no faltó la conversación y nuestra cocina era de día gineceo y a la hora del almuerzo y la cena, ágora o mercado. Es verdad que no faltó el vino y que surgieron los olores de antaño: ajo blanco con albahaca, almendras fritas, el cordero macerando con orégano y vinagre de Jerez. El aceite de oliva con olor a manzana corrió a raudales, cebolletas asadas con espárragos tiernos de la Vega, peces de colores que bailan en la sartén, cebada en forma de oro líquido, habitas tiernas de Granada hermanadas con el aceite de Alcalá la Real. Han aparecido nuevos libros que leeremos juntos cada noche. Alguien, incluso, trajo su tierno amor prendido de un jardín de enredaderas. Ya sufro de ver los tomos abandonados esperando que les toque el turno. Mientras tú, con tus manos pensadas sólo para acariciar las páginas, padeces en silencio la angustiosa espera. Para ti resulta todo muy fácil, acostumbrado a pedir y ser complacido como niño mimado. Siguiéndome incansable, crítico casi siempre, pedigüeño siempre, como si el único corazón de terciopelo fuera el tuyo, seguro de que siempre despierto,  siempre regreso y nunca te abandono. Complacido hasta la saciedad de una persecución en la que no existe rival pues me sabes rendida de antemano. Como un juego trucado. Siempre ganas.
Me ganas con los sinónimos,  los antónimos, en amaneceres y
crepúsculos. Yo sigo dejando el postigo de la ventana abierto para que puedas contemplar a solas los semblantes de la luna.
De acuerdo contigo en que el tiempo no acompañó para superar las nostalgias. Hace tan sólo dos días corrimos a la calle espantados a comprobar si era cierto que  Sierra Nevada volvió a despertar cubierta de nieve. Nadie daba crédito a lo que veía.
Algunos afirmaban que sólo eran nubes perezosas agarradas a los picos más altos... pero no, era nieve disputando en la cara norte el espacio a la calima africana procedente del sur. Hubiésemos querido protegerla con una sombrilla para convencerla de que nos siguiera bendiciendo; su mirada solicitando ayuda se clavaba como dardo certero en nuestros corazones incapacitados para ir a su encuentro. Entrar y salir doloroso de la casa a la calle, como familiares de un enfermo agonizante que no se atreven a dejar la sala de espera. A media tarde, su cortejo fúnebre abandonaba los neveros y en vez de lágrimas iban gritando canciones las piedras de los riachuelos ambiciosos.
Hoy, de nuevo, nos morimos del calor y bajamos persianas y atrancamos puertas y maldecimos la llegada del verano que toca insistente en la aldaba y al que no queremos reconocer aunque estemos obligados a rendirle pleitesía y postrarnos a sus pies. Todos los años la misma historia de violencia sin posibilidad de una paz pactada. Sólo claudicaciones.
De acuerdo: el tiempo nos tiene locos pero no justifica el reproche de tus ojos. Me voy a México, sí, ¿y qué?. La casa quedará cerrada pero a la noche Fina vendrá a regar las plantas y dejará el postigo de la ventana abierto a la luna. Además conmigo te vienes como estrella invitada, siempre el primero en la cartelera del espectáculo. Conmigo viajan también tus dibujos, tus cojines y decorados de tus obras de teatro, tus canciones populares, tus, tus, tu, tu...
¡Un guiñito, por favor!, ¡anda, no te hagas de rogar!...

Mariana a punto de marcharse para México (Junio del 2000)