Estudiantes por las libertades
democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981)
“Al Vent” es el título de una canción escrita en catalán y
compuesta por el valenciano Raimon. Durante los años 60 y siguientes se
convirtió en un himno contra la dictadura fascista y en una reivindicación de
la cultura catalana.
El pasado 25 de mayo, se presentaba en el Crucero del
Hospital Real de Granada, hoy sede del Rectorado de la Universidad, el libro
“La cara al viento”, que recoge a través de documentos y testimonios, la lucha
y objetivos del movimiento estudiantil en la Universidad de Granada desde 1965 a 1981. En la
contraportada se puede leer, “Este libro es un homenaje a todos ellos y a todas
ellas porque desde su inconformismo y a veces desde un heroísmo no buscado,
abrieron ventanas de libertad”.
La reseña completa, para quienes tengan interés en comprarlo
o consultarlo es la siguiente: “La cara al viento”. Estudiantes por las
libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981). Antonio
Martínez Foronda, Pedro Sánchez Rodrigo, Isabel Rueda Castaño, José María
Sánchez Rodrigo, Miguel Conejero Rodríguez y Oscar Rodríguez Barreira. Está
editado por la Fundación de Estudios Sociales-Archivo Histórico CC.OO-A y la
Editorial “El Páramo”. Contando con la colaboración, además, de las CC.OO. de
Andalucía y Cajasol. Son dos volúmenes.
La Universidad de Granada colaboró con la edición de la “Memoria Fotográfica ”.
En verdad, como se puede comprobar en la relación de
archivos, documentos, transcripción de entrevistas, fotografías y documentación
clandestina, se trata de un arduo trabajo, hecho posible gracias al compromiso
y dedicación de los autores y autoras; y muchas horas de desesperación para
encontrar financiación para la edición.
El día 25 de mayo, el Crucero del Hospital Real, parte de la
Facultad de Filosofía y Letras desde 1973 a 1978, estaba a tope, como en aquellos tiempos en que
se convocaban Asambleas de Facultad o Distrito, sólo que las gentes estaban
sentadas, había una tribuna y equipo de sonido y la mayoría de los asistentes
éramos adultas y adultos mayores. No había temor de que aparecieran los
“grises” (así llamábamos a la Policía Nacional por el color del uniforme) ni
que la “autoridad gubernativa” prohibiera el acto.
Habló el señor Rector, que hasta pocas horas antes no había
manifestado la intención de hacerlo; el prologuista, el secretario de la Unión Provincial
de las CC.OO. de Granada, Eduardo Saborido, el editor, y Pedro Sánchez Rodrigo,
en nombre de los autores del trabajo de investigación. Alfonso Martínez Foronda ofició de presentador. Imagino que sufriría mucho teniendo que asumir estas tareas de protocolo pero quién mejor para realizarlas que el "alma mater" de la publicación.
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Pedro Sánchez Rodrigo, leyendo su intervención. |
Hubo actuaciones musicales a cargo de dos históricos del
movimiento estudiantil granadino, Enrique Moratalla y José María Alfaya.
Se concedió la palabra a tres representantes de tres generaciones
de dirigentes estudiantiles: Bernabé López García, Esteban Rodríguez Ocaña y yo
misma.
Un trabajo de
síntesis en honor a la verdad
Sabía que de materializarse la intervención ésta tendría que
ser especialmente breve. Trabajé durante días las palabras que desde el
principio decidí leer y no improvisar. Fueron apenas 5 minutos.
Cuando llegó la hora de la verdad me encontraba muy
nerviosa. Al escuchar los discursos que se iban sucediendo, miraba y releía lo
que llevaba escrito y le preguntaba a mi amigo Fernando Wulff y a Roque, si es
que nosotros habíamos vivido en otro planeta y habíamos estudiado en otra
Universidad.
Mi amigo Fernando, tras escuchar las palabras de Eduardo
Saborido, me dijo al oído: - Ha dicho el tío lo mismo que en 1976 y cuando yo
pedí la palabra le desmonté la intervención. A lo que Roque le contestó riendo:
- ¡Pues yo me acuerdo perfectamente.
Tan sólo nos vimos reflejados en la intervención, también
leída, de Pedro Sánchez Rodrigo.
Sin más preámbulos, pongo a vuestra disposición mi
intervención:
Buenas tardes a todas y a todos:
Si
acepté leer algunas palabras en este acto es porque pretendo hacerlo en nombre
de una generación de jóvenes estudiantes universitarios antifascistas y
anticapitalistas; hacerlo en el mío propio carecería de sentido. Mi voz,
aislada del resto de las voces que se hicieron sentir, no tendría ningún
interés.
Hablo
sin distanciamiento y con orgullo de una generación que fue derrotada, lo cual
quiere decir que estuvo dispuesta, con todo el valor y fortaleza de la
juventud, a dar la
batalla. Sin distinciones ideológicas, que fueron muchas, una
minoría que supo y pudo ganarse el respeto y autoridad moral y política sobre
miles y miles de estudiantes universitarios y sobre no pocos profesores.
Militantes conscientes y disciplinados; magníficos compañeros y compañeras; en
tantos casos los mejores expedientes de cada promoción.
Luchamos
por una Universidad pública, gratuita, democrática y científica al servicio del
pueblo. Y lo que fue más rupturista, si cabe, por un modelo docente articulado
a través del contrato laboral y el Cuerpo Único de Enseñantes. Este modelo de
Universidad implicaba a todas luces Otro Modelo de Sociedad, con el cual nos
sentíamos profundamente identificados. Nunca fuimos una trinchera aislada y
quizás esta característica ineludible explica nuestra debilidad cuando se
impuso el modelo pactado durante la Transacción Política.
(Cuando llegó la hora de las divergencias con la “inteligencia” de los partidos
políticos y de la institución académica, fuimos calificados de “pequeños
burgueses radicalizados”, rebeldes sin causa, etc. No fue cierto. Habíamos
madurado durante generaciones los objetivos que nos movían, representábamos una
causa justa y democrática).
Siempre
me dolió e indignó de manera especial la falta de interés por rescatar la
historia y acumulado de luchas del movimiento estudiantil antifascista. Si la
memoria ha sido difícil de mantener en el seno de otros movimientos populares,
para el caso del movimiento estudiantil, dado el handicap de la permanente
renovación de su base social y la posterior dispersión de sus miembros, ha
resultado casi imposible.
(Fuera
cual fuere la evolución personal de cada quien, aquella historia de
heroicidades y de dificultades extremas ha dejado en nuestros hábitos
cotidianos, seguro, huellas imborrables. En mi caso, por ejemplo, jamás
caminaré en la noche por una acera estrecha, para evitar que desde un portal o
desde un vehículo aparcado, puedan secuestrarme. Así como, JAMÁS, JAMÁS, se me
ocurrirá decirle a un taxista algo que se aproxime a la verdad, ni tan siquiera
el lugar al que me dirijo).
No es
cierto que la Historia se esté escribiendo desde cero en la actualidad. Quienes
esto teorizan no sólo expresan un pensamiento arcaico y antihistórico sino
también profundamente retrógrado. Por eso agradecemos doblemente el esfuerzo
que ha significado la elaboración y edición de este libro.
En estos
momentos de crisis global del capitalismo, de pérdida de derechos sociales
conquistados y de amenazas palpables para criminalizar las protestas, bueno es
recuperar la experiencia de lucha de los estudiantes en el peor de los
escenarios imaginables: el de la dictadura fascista. Hasta el último momento
fuimos perseguidos y golpeados; aplicándosenos el Decreto Ley Antiterrorista,
entre los años 1975 a
1978.
Existir,
es decir, pensar, era un riesgo. Articular el pensamiento como organización,
propuesta y lucha, podía pagarse con la vida. No es una metáfora, no es una hipérbole, no
es literatura. Las detenciones, la tortura, la prisión de tantos y tantas y el
asesinato de nuestro compañero Javier Verdejo, el 13 de Agosto de 1976, así lo
demuestran.
Lo que
dejamos sin hacer, sin hacer quedó. Nuestra solidaridad y nuestro compromiso
con aquellas y aquellos que siguen intentándolo, es sincera y noble.
Gracias,
Granada
a 26 de mayo de 2012
Roete
Rojo
Nota.-
Hice dos versiones. En el blog publico la completa. En la
lectura suprimí las frases que en este texto aparecen entre paréntesis.
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