(Entrevista
al Profesor Jesús Peña Cedillo,
Universidad Simón Bolívar de Venezuela, Doctor en Ciencias Políticas. Publicada
por El Otro País de Este Mundo)
Entre
los días 8 al 12 de noviembre, se celebró en la localidad gaditana de Sanlúcar
de Barrameda, el X Congreso Internacional Nuestro Patrimonio Común, que ha
tenido como título de la convocatoria, “1810-2010”: Revolución. Independencia y
ciudadanía. Los desafíos del mundo contemporáneo”. Entre los organizadores se
encuentran la Asociación
de Historia Actual, el Grupo de Estudio de Historia Actual de la Universidad de Cádiz; la propia Universidad
de Cádiz, la Université Paris
Ouest y la Fundación
Casa Medina Sidonia, donde se celebraron
las sesiones.
El
profesor venezolano, Jesús Peña Cedillo, de la Universidad Simón
Bolívar de Venezuela, actuó como moderador en la Sesión , “El lenguaje de la Revolución : de 1789 a 1989” , y como ponente, en la Sesión , “De la soberanía
nacional al poder popular”.
El
título de su ponencia resultó más que sugerente, “Evolución de la construcción
del Poder Popular en la República
Bolivariana de Venezuela”.
Sobre
este aspecto estratégico de la Revolución Bolivariana
pudimos preguntarle para El Otro País.
El Otro País: Construir Poder Popular,
siempre ha sido un objetivo de los procesos revolucionarios contemporáneos,
¿Cómo se plantea en su país?
Jesús Peña: Hay que comentar, en primer
lugar, que Venezuela es un caso singular puesto que en el marco de un Estado
representativo tradicional, se vienen construyendo poderes alternativos que
están, por definición, destinados a suplantar a ese mismo Estado. Al mismo
tiempo, en Venezuela se plantea la edificación de una nueva sociedad, asociada
irremediablemente a ese nuevo “poder popular”, y que se define como una
sociedad socialista; entendiendo el socialismo en un sentido claramente
anticapitalista, no socialdemócrata.
Es
importante destacar el contexto en que estos procesos se están dando. Desde
1998, año en el que se produce la primera victoria electoral del movimiento
político bolivariano, en el país no hemos dejado de asistir a multitud de
procesos electorales y plebiscitarios, en todos los cuales se ha respetado
escrupulosamente la voluntad del pueblo venezolano. Entre esos procesos me gustaría
resaltar, por su trascendencia en los acontecimientos por los que hemos estado transitando
y transitaremos: la
Asamblea Constituyente y la aprobación de una nueva
Constitución (1999); la renovación de todos los poderes del Estado (2000); el
Referendum Revocatorio, que se convirtió en Reafirmatorio del mandato
Presidencial (2004) y las elecciones Presidenciales de 2006. Hemos asistido a
otros muchos procesos eleccionarios a niveles regionales, municipales, dos
elecciones legislativas y dos plebiscitos que tuvieron como objetivo reformar
algunos aspectos de la Constitución Bolivariana.
Como
ustedes saben, este trayecto no ha sido fácil. En el camino asistimos a un
golpe de Estado en 2002, que duró 47 horas, y al sabotaje petrolero de
2002-2003. Sin la existencia al menos de ciertos niveles de “poder popular”,
aunque muy instintivos y primarios, la superación de los golpismos de todo tipo
y las victorias electorales serían incomprensibles; también serían
incomprensibles sin el fuerte liderazgo del Presidente Chávez.
El Otro País: En un mundo en el que sigue
primando el individualismo, la competitividad y el mercado, la construcción de
“poder popular” pudiera parecer un anacronismo…
Jesús
Peña: Cierto. Pero el hecho de que para la ideología
dominante pueda parecer un anacronismo no significa que no sea una necesidad
histórica urgente. Urgente, no sólo desde el punto de vista de la práctica
histórica sino también desde el punto de vista de la teoría política. El
fenómeno adquiere así una doble complejidad.
Desde
la teoría política, debemos enfrentarnos a dos corrientes de pensamiento que,
partiendo de bases en apariencia distinta, acaban confluyendo en la negación
del “poder popular”. Me refiero a las teorías de Luhmann sobre “la
autonomización de los sistemas políticos”; y a las de Negri y “la multitud”
como alternativa. De modo resumido:
Para
Luhmann, la complejidad de los sistemas sociales exige la división de los
mismos en subsistemas especializados, para garantizar la eficiencia de la
acción política. A partir de allí se postula la paulatina autonomía que debería
ir adquiriendo el ámbito político, su apropiación por los políticos
‘profesionales’ (como la mejor y más eficiente alternativa a la complejidad) y la no participación del ciudadano común, no como
un problema para la democracia, sino –¡oh, paradoja!- como expresión de su
libertad individual.
Para
Negri, la alternativa es la multitud (compuesta por singularidades que no deben
integrarse). Sin negar la cooperación para la acción colectiva en un determinado
momento, su propuesta es un llamado a lo que podríamos denominar,
desorganización multitudinaria. Se postula así la existencia de un actor
político poderoso, un movimiento auténticamente anti-sistema, pero que niega
cualquier liderazgo y cualquier propuesta de organización.
Queda claro que,
partiendo de cualquiera de estas dos visiones se hace imposible un proceso de
construcción de “poder popular”.
El Otro País: ¿Y entonces?
Jesús Peña: Frente a estas dos visiones sobre la dinámica de los procesos
políticos, nosotros defendemos que en toda sociedad se dan procesos de
conflicto y construcción de hegemonía entre distintos sectores sociales; y es allí
donde se encuentra el verdadero sustrato del cambio social. En el caso de
Venezuela, importantes capas de la población han convergido en definir el
cambio social deseado como el Socialismo (y es importante repetir: un
socialismo claramente anticapitalista). Hoy en día estamos en un proceso
complejo de transición hacia ese socialismo. Y es aquí donde por supuesto
entroncamos con otras visiones, con otros modos de ver el mundo, con otras
cosmovisiones.
En
mi intervención pudiste escuchar el rescate de análisis y argumentaciones, que
nos llegan de la mano de Bourdieu y Gramsci. Desde estas perspectivas, la
sociedad está constituida por subconjuntos de actores sociales asociados porque
realizan prácticas sociales similares y porque tienden a asumir decisiones que
los hacen compartir visiones del mundo y estilos de vida. El fenómeno que los
unifica es la posición que ocupan en relación al capital simbólico, económico,
social y cultural. Se definen, por tanto, por la posición relativa que les
confiere mayor o menor poder en la definición de las percepciones acerca del
mundo. Por tanto, lo que está en juego no es el simple control del aparato
productivo, sino la capacidad de conferirle un sentido particular a la vida
social, de construir un relato acerca del mundo y naturalizarlo.
Es decir, estamos
hablando de que en toda sociedad existe una permanente lucha por la
construcción o mantenimiento de la hegemonía acerca de lo que debe considerarse
o venderse o reproducirse como el ‘mundo social natural’, que por supuesto no
es nada natural, sino una construcción histórica que refleja dónde se encuentra
el poder, quienes detentan la hegemonía.
El Otro País: Estuviste planteado
dos aproximaciones al “poder popular” que entiendo no son contrapuestas sino
complementarias.
En
cualquier caso, lo característico del “poder popular” es que se enfrenta a las
formas de democracia representativa, que pervierten en la práctica los procesos
democráticos usuales de control, responsabilidad y toma de decisiones;
ocultando los intereses que prevalecen a la hora de decidir; reduciendo la
participación de la población a actos efímeros de emisión de votos cada tantos
años. Y, de otro lado, dicho poder se expresa a través de mecanismos de
democracia directa o participativa, que implican reconocer y poner en acción la capacidad
permanente de los ciudadanos para la toma de decisiones sobre todos los temas
de la vida pública, y para que los mismos puedan controlar el desempeño y
revocar los mandatos de cualquier autoridad constituida.
Para
el proyecto que defendemos, “poder popular” significa ejercicio directo de la
soberanía y autogobierno en las comunas, comunidades y ciudades. Para nosotros
el “poder popular” no es, por tanto, una división, nivel o rama particular del
poder del Estado, sino un principio rector que debe definir al Estado
democrático y a la sociedad, por tanto no debe concebirse limitado a los
niveles más locales de gobierno, y privado de incidencia en la conducción de
los asuntos fundamentales de la
República.
El Otro País: Imagino que para llevar a
cabo este fin se han considerado algunas experiencias históricas.
Entre
ellas podemos comentar la experiencia de la Comuna de París, llegando a la experiencia
soviética, sobre todo mirando su primera etapa con la construcción de los
soviets. Y, mirando en nuestros orígenes, todas las experiencias que nos llegan
de la mano de la resistencia de los pueblos indígenas y las cimarronerías.
En
la Venezuela
del siglo XXI, en este período de refundación de la República y de
construcción de un nuevo modelo económico, político, social y cultural, también
hemos acumulado prácticas sobre las que iniciar un debate y análisis crítico y
autocrítico.
Una
de las primeras experiencias la representaron los Consejos Locales de
Planificación Pública; experiencia que en estos momentos será renovada y
relanzada, en conjunto con los más recientes avances (en diversos estados de
desarrollo) con los Consejos Comunales, las Comunas, la incorporación de estos
entes en el Consejo Federal de Gobierno, la futura Federación de Consejos
Comunales, la organización del Pueblo Legislador, la aprobación de una nueva
ley que impulsará la
Contraloría Social y, en definitiva, la cobertura que se le
dará al Poder Popular como Poder Constituyente, frente a los poderes
constituidos tradicionales.
El Otro País: ¿Cuál sería la definición de
los Consejos Comunales?
El
Consejo Comunal debe cumplir ciertos objetivos: articular organizaciones
presentes en la comunidad para determinados fines; elaborar planes de trabajo
para solventar los problemas de la comunidad que puedan ser resueltos con
recursos propios y evaluar sus resultados. Elaboración de proyectos que exijan
por sus costos ir al presupuesto participativo o a otras instancias de
financiamiento; así como ejercer un control social en todas y cada una de las
actividades públicas que se desarrollan en el nivel comunitario.
Con mucha probabilidad, se les asignarán cada
vez más atribuciones destinadas a que quede clara su incidencia más allá de los
asuntos locales y puedan actuar (asociados) en asuntos del ámbito nacional.
El Otro País: Resulta curioso que este
complejo proceso se esté produciendo, ya sabemos que no sin sobresaltos, a
través de Leyes aprobadas por la Asamblea Nacional.
Cinco
nuevas leyes están por ser aprobadas para darle mayor coherencia a todos estos
aspectos son: Ley Orgánica del Poder Popular, Ley Orgánica de las Comunas, Ley
Orgánica de la
Economía Popular , Ley Orgánica de Planificación Pública y Ley
Orgánica de Contraloría Social.
El Otro País: ¿Qué retos y conflictos se
han planteado en este proceso?
Por supuesto, un
proyecto de la naturaleza descrita, por lo que representa como alternativa al
capitalismo, tiene también retos internacionales ingentes, no siendo el menor
de ellos defenderse de quienes lo adversan a muerte desde todas las latitudes.
El Otro País: Por último, profesor Peña, ¿qué cosas le
quedan por hacer durante los días que esté entre nosotros?
Pocos días después
de realizada esta entrevista, un grupo de congresistas y senadores (republicanos
y demócratas) de los EE.UU., se reunían en el Capitolio (no sabemos hacia dónde
miraba el Premio Nobel de la Paz ,
Obama), con un grupo de ladrones,
terroristas, genocidas y prófugos de la
justicia de varios países latinoamericanos, para elaborar un documento,
“Peligro en los Andes”, en el que sin ningún tipo de artilugios ni metáforas,
se alienta y se avala una nueva campaña de agresión contra Venezuela y los
países del ALBA.
Pocas horas
después, la Asamblea
Nacional de la República Bolivariana
de Venezuela, aprobaba el “Manifiesto en Defensa de la Patria Antiimperialista ”;
tras lo cual, el Presidente Chávez convocaba, en el Salón Elíptico del Palacio
Legislativo, en Caracas, a todos los poderes del Estado, incluido el Poder Popular.
Sus palabras fueron claras: “Radicalizar posiciones y consolidar la Unidad Revolucionaria
para enfrentar la amenaza imperial”. Al día siguiente, el canciller Nicolás
Maduro llegaba a Guyana para asistir a una sesión especial de UNASUR. En sus
primeras declaraciones afirmaba, “Frente al enloquecimiento de la ultraderecha
y de los planes anunciados de incrementar las acciones de agresión, conspiración
y desestabilización de los procesos democráticos, de transformación popular que
viven nuestros países, el mejor antídoto es consolidar la unión, nuestras
organizaciones, el ALBA, UNASUR, la unión económica, social, cultural y
política de la región”.
Roete Rojo
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