(Entrevista a Jesús Peña Cedillo, profesor de la Universidad Simón
Bolívar de Venezuela)
Realizada para El Otro País de Este Mundo
P. Cuando el día 1 de Mayo, ante un pueblo volcado en las calles de Caracas,
el presidente Nicolás Maduro anunció la convocatoria a Asamblea Nacional
Constituyente (ANC), consideramos la propuesta como audaz pero arriesgada. En
vista de todo lo ocurrido y de los extraordinarios resultados obtenidos, ¿Cómo
valoraría a día de hoy la iniciativa?
Es necesario colocar en su
contexto la propuesta de Asamblea Nacional Constituyente. Recordemos que con la Constitución de 1999 (aprobada
en votación popular, universal y secreta) surgieron mecanismos para hacer realidad una democracia
distinta, en la que el pueblo jugase un rol participativo y protagónico;
rescatando sus esencias de equidad y justicia para las grandes mayorías. Entre
esos mecanismos el más poderoso de todos es el de la ANC, una institución que
permite entregar por completo el poder al pueblo para rehacer el Estado, reconstruir
el marco legal y redactar una nueva Constitución (que debe ser refrendada por
el voto popular). En 1999 se abrieron las puertas para que su convocatoria
fuera expedita, sin mayores trabas (por parte del poder constituido), incluyendo
diversas opciones de activación, entre otras la iniciativa presidencial. La
convocatoria ha sido totalmente legal y legítima; el carácter plenipotenciario
que asume la ANC es también una previsión de la Constitución venezolana. El
pueblo toma el poder por encima de cualquier ente constituido y lo ejerce para resolver
los grandes temas que le conciernen.
La revolución bolivariana ha sido
desde sus prolegómenos allá por 1989, expresión clara de la lucha de clases, no solo
nacional en Venezuela, sino global; del enfrentamiento que los trabajadores y
los pueblos sostienen contra el capitalismo, ahora en su versión imperial y neoliberal.
La lucha de estos años en Venezuela y los planteamientos que se harán dentro de
la ANC son una amenaza directa al modelo capitalista dominante; ya lo fueron en
la constituyente de 1999, pero hoy en día más.
El contexto pone en su verdadera
dimensión lo que este episodio “doméstico” representa en el marco global. EEUU,
la Unión Europea, Australia, Japón y hasta el Vaticano y Marruecos, además de
los regímenes latinoamericanos a neoliberales, han puesto el grito en el cielo
y tomado acciones punitivas contra nuestro país. Del centenar de Asambleas
Constituyentes que se han dado en el mundo en los últimos veinte años, ninguna
ha merecido una ínfima parte de la repercusión política y mediática global de
la nuestra.
Venezuela es hoy un campo de
batalla global. La denominada ‘oposición venezolana’ no es ni un grupo político
opositor a la usanza de los sistemas tradicionales, ni es venezolana en sentido estricto: sin ningún tapujo responde
solo a intereses de fuerzas extranjeras globales, pero dirigidas desde EEUU. La
declaración abierta del Jefe de la CIA
de que está acordando con Colombia y México el cambio de gobierno en Venezuela
y del propio Donald Trump amenazando con una acción militar, dibujan el
panorama, sin necesidad de esperar cuarenta años para que se desclasifiquen
documentos secretos.
Yendo al meollo de tu pregunta,
no les debe extrañar si califico la convocatoria, elección e instalación exitosa de la ANC como el movimiento político
más audaz de toda la historia del bolivarianismo. Primero, porque se ha
impulsado en un contexto de extrema debilidad, la mayor en los casi veinte años
de Gobierno de la revolución; marcado tanto
por la pérdida de casi dos tercios de la
Asamblea Nacional, como por la inclemente guerra económica que ha sufrido el
país por más de dos años y que incidió en dicha derrota electoral. Segundo, porque
el Gobierno llevaba años, no solo con Maduro, desarrollando acciones sobre todo
defensivas, estancando la agenda de
transformación profunda perfilada por el bolivarianismo.
El acoso extremo llevó al alto Gobierno
a tomar, de una vez por todas, una iniciativa política de largo aliento, ante
la perspectiva del desenlace sangriento procurado por la derecha, que se podía
producir sin capacidad electoral ni de
calle para superarlo con éxito.
Para el primero de mayo la
violencia se había establecido en las calles como respuesta ‘opositora’ a 10
meses de llamados al diálogo por parte
del Gobierno nacional, para tratar de poner fin al bloqueo económico diseñado
contra el país por fuerzas internas e internacionales. El objetivo ‘político’
de la derecha no era conquistar el Gobierno a través de un proceso democrático,
sino asaltar el poder violentamente para quedar sin ataduras para extirpar de
raíz el chavismo, incluyendo su liquidación física.
Ese objetivo se expresaba con
claridad en sus manifestaciones violentas (presentadas por los medios nacionales
e internacionales como ‘pacíficas’) y en sus discursos de odio; con extremos de agresión nunca vistos, incluyendo
el linchamiento y quema de más de treinta personas por el solo hecho de parecerles
chavistas, con la muerte de seis de esos atacados; agresiones físicas y
verbales a personas en lugares públicos como parques, comercios o restaurantes
de Venezuela, y el mundo entero, por su
pensamiento político, campaña organizada a nivel global. El ‘opositor’ común
venezolano ha interiorizado ese odio hasta un punto tal que en los pocos casos en que alguien se ha
disculpado, aclaran que no lo hacen por el hecho en sí, sino porque la persona atacada
no era chavista.
Estábamos ante una insurrección
violenta de la oligarquía que habita Venezuela (apoyada con recursos extranjeros),
con participación de parte de las capas medias, con fuerte incidencia de delincuencia común y
paramilitar; cuatro meses. Junto con el socavamiento institucional generado
desde la AN opositora y en concordancia con la guerra económica, desabastecimientos
inducidos, especulación desenfrenada de
precios y ataque implacable a la moneda nacional); todo ello acompañado de un
aparente sentimiento general de desencanto del chavismo.
Los hechos violentos con víctimas
mortales a diario, en su gran mayoría procuradas por el bando fascista; el
efecto positivo que estaba teniendo el trabajo de reactivación de la moral del
chavismo, mencionado en entrevista anterior, (dirigido principalmente por
Diosdado Cabello); la fortaleza evidenciada por la alianza cívico-militar, un liderazgo notable del general Padrino López
al frente de las FANB, que evitó la más mínima fractura interna y, en
definitiva, la confianza en que prevalecería la conciencia profunda del venezolano
de a pie acerca del país que se quiere construir, condujeron a una decisión muy atrevida por
parte de Maduro, pero anhelada por muchos (esta u otra de igual calibre) para
salir del marasmo paralizador y de un futuro aún más violento.
Los resultados no han podido ser
más extraordinarios, si consideramos los efectos producidos en facetas tan
importantes como:
a) La
reactivación plena en la calle y en la acción política del movimiento popular revolucionario,
agrupado tras la idea de que la revolución, la paz y la soberanía del país merecen
ser defendidas y ampliadas.
b) La
oportunidad para hacer en profundidad lo no hecho hasta ahora, incluyendo la
rectificación de aquello que se ha desviado del camino; el reimpulso a la
construcción del socialismo bolivariano y la conformación de un poder popular
no subordinado a los poderes tradicionales.
c) La
derrota de la estrategia violenta del fascismo y el imperialismo gracias al
accionar político democrático: la movilización y el voto popular.
d) La
puesta en evidencia de manera inequívoca del carácter de clase y
antiimperialista, con alcance supranacional, de la lucha en curso.
e) Lo
indispensable que es en este tipo de batallas superar la cobardía política y
retomar la iniciativa estratégica.
f) La
reapertura de la vía pacífica para la revolución, cuando ya se vislumbraba que
solo por la acción violenta se podría defender lo ganado en las urnas (el
gobierno nacional y el proyecto constitucional de 1999, irrespetado recurrentemente
por la derecha).
g) La
activación de poderosas fuerzas regionales, principalmente en el ALBA y el CARICOM,
alineadas con el proyecto socialista bolivariano; abriéndose nuevas
alternativas de profundización de este ideario más allá de las fronteras
venezolanas.
h) La
puesta por enésima vez en evidencia que quienes traicionan una revolución en este
tipo de batallas, sea cual sea su excusa, terminan en brazos de la derecha y se
hacen cómplices de sus esfuerzos violentos por acabar con las alternativas al capital.
i) El
desenmascaramiento de la socialdemocracia y la ultraizquierda por igual, al demostrarse de nuevo –nacional e internacionalmente- que en su mayoría
esos movimientos siempre se deslindarán con rapidez de cualquier revolución verdadera
y se sumarán a quienes quieran asesinarla. Triste destino para muchos.
Al tiempo que el socialismo
bolivariano ha retomado la iniciativa política y ha derrotado al fascismo y al
imperialismo, confrontación que por supuesto continúa, se ha aclarado el alcance real de la contienda que se da en
tierras venezolanas; y de igual manera ahora son clarísimas las posiciones
políticas, las estrategias en juego y las alternativas de lado y lado, con el
jefe del imperio dando directamente la cara ante el fracaso de sus huestes
locales.
Lo que percibimos como una enorme
ampliación de nuestras oportunidades, no hace más que obligarnos a redoblar los
esfuerzos, porque nada está garantizado, menos con la amenaza militar de EEUU
al frente.
P. ¿Qué tipo de obstáculos han tenido que sortearse y cómo definiría el
carácter de la oposición fascista en los meses transcurridos?
Obstáculos propios derivados de
la pérdida de iniciativa política y la repetición de fórmulas ya gastadas, hasta
la desconexión con el chavismo de base, pasando por el temor de echar gasolina
al fuego si se tomaban medidas drásticas contra la violencia fascista, medidas
comunes en países capitalistas desarrollados para defender la estabilidad del
sistema. Hubo que superar esa parálisis y el descreimiento en nuestras propias
fuerzas.
Ya en el proceso, la principal duda
era si se podría recuperar la fidelidad perdida de parte del apoyo popular histórico
del chavismo, que se abstuvo en 2015. Las votaciones se harían en un ambiente
de sabotajes y ataques a las personas, lo que podría impedir el derecho al voto
a importantes sectores de la población.
Todos los obstáculos se superaron
con creces: se tomó con firmeza la decisión, se comunicó clara y ampliamente,
con una campaña de altísima calidad política, moral, cultural y participativa; los
niveles de incorporación popular en todas las fases fueron inesperados. En el
acto de votación el chavismo logró el mayor número de votos de su historia,
contando la votación indígena: alrededor de 8 millones y medio de votantes, que
en una elección usual en Venezuela hubiesen representado más del 60% de los votos.
La participación popular y el entusiasmo
mostrado por la población acabaron de un solo tajo con las movilizaciones
violentas de la oposición. El día posterior cambió radicalmente el ambiente
que se respiraba en las calles de Venezuela: una sensación de alivio generalizado.
La oposición quedó estupefacta, para a continuación dividirse en pedazos y
quedar destrozado su instrumento aglutinador (MUD) indeciso ante los pasos a
seguir.
La instalación de la ANC
plenipotenciaria y la inmediata activación de los plazos para participar en las
elecciones regionales previstas para diciembre, ahora adelantadas a octubre, han
implicado para ellos más división,
desconcierto y frustración de sus
bases, que se creyeron a punto de tomar el poder y ahora se ven encaminadas a
elecciones, reconociendo un Consejo Nacional Electoral que nunca se cansaron de
vituperar. El involucramiento directo de muchos de los dirigentes opositores en
graves actos delictivos durante estos meses de violencia, los hacen sujetos de
la acción de la ley y muy probablemente serán inhabilitados (o llevados a
prisión), ahora que la ANC ha puesto de nuevo en marcha los mecanismos
regulares de justicia al acabar con la impunidad propiciada por la anterior
Fiscal General de la República, quien estuvo actuando coaligada con los
dirigentes del golpe fascista.
El carácter fascista, apátrida y
pro-imperialista de la ‘oposición venezolana’ ya es inocultable, quedando en clara
evidencia durante todos estos meses de violencia política, racista y de clase, y
en sus descarados llamados a la intervención de potencias extranjeras en
Venezuela; actitud que ya le habíamos visto en acontecimientos ocurridos en el
2002, 2004, 2013 y 2014.
P. Podemos afirmar que la campaña de desestabilización, cuyo objetivo
no ha sido otro que quebrar la voluntad del Gobierno y del pueblo, haciendo
inviable la ANC, ha fracasado. La extorsión internacional y la acción de bandas
paramilitares en el interior han sido los elementos principales. Pero la guerra
continua, ¿o no?
El objetivo inicial y permanente
ha sido derrocar mediante un golpe cruento al Gobierno bolivariano, como paso
previo al exterminio del chavismo. Al surgir la opción de la ANC la oposición
golpista entendió que sería un golpe noble el que recibirían si se instalaba y
por ello reenfocaron hacia ella sus baterías. En todos sus propósitos
cambiantes han sido severamente derrotados. Pero, por supuesto, la guerra
continúa y durará mientras la confrontación entre sistemas siga viva.
La Constituyente lo puso en juego
todo. Si la oposición hubiese ganado esa contienda (decían que el 90% rechazaba
a Maduro), todo el poder hubiese sido traspasado a una representación popular
de ultra derecha. Para evitar esa posibilidad, se generaron espacios de movilización
y participación sectorial y territorial que evitaban que la elección fuese tan
solo una contienda entre partidos políticos (todo un acierto), además de poner
en valor los enormes logros de esta revolución, criminalmente ocultados por la mediática
internacional y local. Tuvimos la ayuda inestimable de la torpeza opositora. A
pesar de su supuesta mayoría, decidieron no participar, como en las
parlamentarias de 2005, apostando a la deslegitimación del proceso por
inasistencia de los votantes. Y, como en 2005, se equivocaron.
Siguieron promoviendo la violencia, incluyendo la amenaza directa contra
quienes quisieran ir a votar, pero solo lo consiguieron en sus urbanizaciones
opulentas, auto-encerrándose con sus barricadas y promoviendo que los
guarimberos (contratados o no, delincuentes violentos al fin de cuentas)
empezaran a atracarlos y a destruir sus propios bienes. El rechazo generalizado
a estos acontecimientos hizo que su base social activista se retrajera y que
incluso parte de ella votara para la ANC. Se hicieron un auténtico harakiri
político.
Querían quebrar sicológicamente al
chavismo y como resultado lo unieron y movilizaron; querían mostrarse tan
fuertes a través de la violencia que el Gobierno solo podría optar por entregarse,
y lograron su propia división y desmovilización.
Derrotados sus ejércitos locales,
se mueve nuevamente al frente internacional, esta vez a través del jefe
superior y sin intermediarios: Trump amenaza con intervención militar. Una
muestra más de su derrota y desespero.
Sumemos la conformación de un débil
y ya fracturado frente de 12 países de la OEA (una ‘inmensa minoría’ de sus 34
miembros) que siguen intentando hacer fuerza contra Venezuela, aunque hayan
fracasado siempre en el seno del organismo. Su coalición es una descarada orden
del imperio ya develada, no supuesta.
El escenario se completa con paramilitares
infiltrados desde Colombia que no se han ido del país; también las bandas
delincuenciales mercenarias utilizadas como bloque de choque por la derecha han
quedado activas, ahora accionando a su buen saber y entender, bien apertrechadas
con drogas, armas, dinero e impunidad. Y el cerco económico está igualmente activo.
Aparte de la amenaza militar directa o indirecta, no es descartable la
implantación de un bloqueo internacional abierto, en los hechos ya existe uno encubierto, en el
plano financiero.
Como se habrán dado cuenta,
celebramos pero seguimos en alerta máxima. Nadie nos puede impedir que nos
defendamos con nuestra mejor arma: el poder popular expresado hoy día como una
plenipotenciaria Asamblea Nacional Constituyente
P. Hablamos de resultados históricos, más
de 8 millones de votos, ¿qué valoración hace de los mismos?
A diferencia de lo que los medios
internacionales propagan un día sí y otro también, lo que hemos visto en estas
semanas en Venezuela es la demostración del éxito rotundo del modelo de
sociedad que propugna el socialismo bolivariano. No se trata de que no existan
problemas en Venezuela, los hay y gravísimos, además de las amenazas de nuevos
conflictos y confrontaciones que hemos señalado antes; pero justo por ello, es
la demostración del éxito del modelo porque la movilización histórica conseguida
el 30J la hizo la gran mayoría de un pueblo que sufre esos problemas, en una prueba
de respaldo al camino que seguimos aunque haya dolor de por medio; porque se
desea la consolidación de lo logrado, no su supresión; porque se apuesta a la
superación de las fallas prosiguiendo la misma ruta;
porque se procura, a pesar de todas las imperfecciones, la irreversibilidad del
proceso iniciado por y con Chávez.
Venezuela, el pueblo venezolano,
en su inmensa mayoría quiere paz, quiere equidad, quiere igualdad de oportunidades
y de condiciones para todos, quiere la superación del rentismo petrolero, inmensamente
quiere patria libre y soberana… ese es su proyecto de vida en común. Por eso
somos una amenaza inusual y extraordinaria para el neoliberalismo y el
imperialismo.
P. Establecida la ANC ya se tomaron las primeras medidas como la
destitución de la Fiscal Luisa Ortega y el nombramiento de Tarek William Saab
como nuevo Fiscal. ¿Qué otras medidas se esperan en los próximos días? Y,
sobre, todo, ¿qué cambios estratégicos se presentan como determinantes?
Mi más profunda esperanza es que
no se decepcione al pueblo negociando tras bambalinas unos falsos equilibrios de
convivencia con la derecha fascista, creyendo ingenuamente que dejarán alguna
vez de ser violentos, que ya no odiarán más al pueblo y que seguirán caminos
democráticos y constitucionales. Sería difícil que una agenda oculta en ese
sentido, si existiese, pueda torcer el brazo a esta ANC, dada su extraordinaria
composición popular. Primero desaparecería la dirigencia política del chavismo que
rindiera así las banderas. Pero no puedo dejar de decirlo porque en el seno del
bolivarianismo siguen conviviendo varias almas y una de ellas apunta hacia ese
nefasto camino. Confío en su derrota.
Estratégicamente, la ANC debe
hacer realidad el deseo máximo de la consecución definitiva de la paz, pero ello
debe alcanzarse sin impunidad, con total justicia, lo que amerita una
reestructuración profunda del sistema judicial y legal; con construcción de más
y mejor poder popular, lo que requiere una nueva arquitectura del Estado; con medidas
económicas que sean propias del socialismo, por tanto con más organización popular
en torno a los procesos productivos, con fuertes controles del Estado a los
productores y comerciantes privados que
violenten las leyes, y con creciente poder de la sociedad como un todo para
limitar, controlar y corregir las fallas de Gobierno, incluyendo la corrupción
y el burocratismo; se deben constitucionalizar los derechos sociales más
preciados para hacerlos democráticamente irreversibles: el otorgamiento de
pensiones automáticas a edades determinadas, o ingresos asegurados a grupos
sociales con necesidades específicas como las amas de casa, personas con
discapacidad, etc.; la vivienda, educación y salud gratuitas, y mucho más de lo
ya alcanzado, todos ellos logros imposibles de hacer realidad en el
capitalismo, más por falta de deseo de los poderosos que por incapacidad
material. Además, debe blindarse el carácter soberano del país en todos los
aspectos, incluyendo la condición antiimperialista de nuestras FANB…
Acompañando todo esto deben
abrirse las compuertas de una cultura hacia la producción y el buen hacer que
debe ser promovida e incentivada en todos los niveles, única manera de desatar
el nudo gordiano del rentismo petrolero.
En lo inmediato se espera la
convivencia con los poderes constituidos, pero quedando subordinados éstos a la ANC. La AN burguesa parece
querer seguir el enfrentamiento institucional, pero su debilitamiento es
extremo y ya se puede considerar extinguida, aunque no se decrete así por
razones tácticas. También es un hecho que se adelantarán las elecciones de
gobernadores de diciembre a octubre, en respuesta a la amenaza militar directa
hecha por Trump, a la que se derrotará con más democracia, más votos y más
respaldo político popular al Gobierno soberano.
En resumen, estamos en una etapa en
que en Venezuela, simultáneamente, el bolivarianismo se plantea seguir derrotando
al imperialismo monroísta, al tiempo que con más socialismo se procurará hacer
retroceder definitivamente el neoliberalismo. No es poco para un país
supuestamente en ruinas.
Gracias, profesor
Roete Rojo
Plataforma “Simón Bolívar” de Granada
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