jueves, 17 de noviembre de 2016

Homenaje a Margarita Xirgu y Federico García Lorca en el hotel “Alhambra Palace” (Granada), el 5 de mayo de 1929

Lecturas posibles de una fotografía


(Conferencia impartida por el profesor Roque Hidalgo Álvarez, en el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, el 8 de noviembre de 2016)
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Agradecimientos

En primer lugar, quiero agradecer al Centro Artístico, Literario y Científico de Granada la oportunidad que me ha dado de intervenir hoy aquí y muy especialmente al profesor Emilio Atienza por su cariñosa presentación.   
En segundo lugar, doy las gracias a todas las personas que me han ayudado en la preparación de esta conferencia y a quienes, con sus trabajos previos, me han permitido identificar a las personas asistentes al mencionado homenaje. Estas son: Eduardo Quesada Dorador, Javier Pérez, Miguel García-Posada, Carmen Morente, Nicolás Antonio Fernández, Antonio Barceló Rosselló.

Introducción

“El olvido está lleno de memoria”, afirmaba el poeta uruguayo Mario Benedetti y, en esta conferencia, queremos sacar del olvido llenándolo de memoria, un acto cultural que reunió a gran parte de la intelectualidad granadina . El acto tenía como objeto homenajear a la actriz Margarita Xirgu y a Federico con motivo del estreno en Granada de la obra Mariana Pineda, escrita por nuestro universal poeta y dramaturgo.

Fue en Barcelona donde se estrenaría el 24 de junio de 1927 en el Teatro Goya. El reparto fue el siguiente:

Margarita Xirgu- Mariana Pineda
Carmen Carbonell – Amparo
Eugenia Illescas- Dña. Angustias
Pascuala Mesa- Isabel la Clavela
Julia Pacheco- Sor Carmen
Luis Peña padre- Fernando
Alfonso Muñoz- Pedro de Sotomayor
Francisco López Silva- Pedrosa
Luis Peña Illescas- Niño

La sintonía de Federico con el ambiente cultural catalán venía de años atrás, llegando, en carta dirigida a su amigo Melchor Fernández Almagro en enero de 1926, a proclamarse “un catalanista furibundo, próximo al ambiente literario catalán y cada vez más alejado del madrileño”.

El eje Granada-Barcelona, que actuaba de contrapeso del eje Sevilla-Madrid, tuvo en esos años expresiones no sólo culturales sino también políticas. En 1918, Antonio Gallego Burín había firmado una versión municipal del “Manifiesto de los parlamentarios regionalistas al país” inspirado por Francesc Cambó.

En Madrid, Mariana Pineda  se representó en el Teatro Fontalba el 12 de octubre de 1927. En la crónica publicada en el diario ABC se podía leer lo siguiente: “Al conjuro de un poeta de tan lírica prestancia como García Lorca, se alzó sobre el escenario del Fontalba la épica figura de Mariana Pineda, la noble dama granadina, que sucumbiera en aquel período turbulento y execrable del fernandismo, en holocausto de los más altos ideales… colaborador decisivo en el brillantísimo éxito de Mariana Pineda fue el pintor granadino Salvador Dalí. Él ha estilizado con luminoso arte las “estampas” de García Lorca en sintéticas escenografías”. Con tal motivo se le ofreció a Federico un banquete organizado por la Gaceta Literaria que dirigía Ernesto Giménez Caballero. Según las crónicas periodísticas, el acto fue un éxito y contó con la presencia de los autores más señalados del momento cultural madrileño. Hubo una excepción muy señalada, a D. Ramón María del Valle-Inclán no le gustó la obra y en su crítica utilizó  términos muy despectivos. ¡Así era D. Ramón María!

El mismo día del estreno, Federico enviaba al diario ABC la siguiente autocrítica: “De mi obra no tengo lo que se llama un juicio, aunque ya va teniendo lejanía en mi producción. La escribí hace cinco años, atraído por el tema que tan vivo sigue en Granada y que desde niño me rodeó en forma de romances y narraciones de personas muy próximas al suceso.
No enfoqué el drama épicamente. Yo sentí a la Mariana lírica, sencilla y popular. No he recogido, por tanto, la versión histórica exacta, sino la legendaria, deliciosamente reformada por los narradores de placeta.
No pretendo que mi obra sea de vanguardia. Yo la llamaría mejor de "gastadores"; pero creo que hay en ella una vibración que no es tampoco la usadera. Se trata de un drama ingenuo, como el alma de Mariana Pineda, en un ambiente de estampas, querido por mí, utilizando en ellas todos los tópicos bellos del romanticismo, porque hoy no se puede hacer en serio un pastiche, es decir, un drama del pasado. Yo veía dos maneras para realizar mi intento: una, tratando el tema con truculencias y manchones de cartel callejero (pero esto lo hace insuperablemente don Ramón [del Valle-Inclán], y otra, la que he seguido, que responde a una visión nocturna, lunar e infantil.

De lo que sí estoy contentísimo es de dos cosas: de la colaboración pictórica de Salvador Dalí y de la colaboración personal de Margarita Xirgu.

El Defensor de Granada del 3 de mayo de 1929, incluía en su primera página, la siguiente noticia: “Homenaje a Margarita Xirgu y al poeta García Lorca:

Con motivo del clamoroso éxito del poema dramático del gran poeta granadino Federico García Lorca Mariana Pineda, ha surgido entre sus amigos y admiradores la idea de obsequiarle con un banquete, que será un homenaje a nuestro paisano y a la genial actriz Margarita Xirgu, admirable intérprete de la heroína.

El acto tendrá lugar en el hotel Alhambra Palace, el próximo domingo, a la una y media de la tarde.

Las tarjetas para el banquete pueden recogerse hasta mañana sábado, a las cuatro de la tarde, en los cafés Imperial, Royal y Colón”.

En ese mismo número del Defensor, Francisco Oriol Catena publica a dos columnas un artículo titulado:

“Impresiones”.
Mariana Pineda.

Decía así Oriol Catena. “Noche de estreno de Mariana Pineda. Noches de añoranzas y recuerdos. Al dirigirme al teatro desfila en mi interior, rápidamente, la visión emotiva y profunda de otra noche semejante: la del estreno en Madrid, y las impresiones agradables de entonces se renuevan en mi espíritu con fuertes relieves. La consagración del poeta como dramaturgo tuvo allí lugar, y el amigo siente en sí la alegría del poeta. En esta noche de primavera renace en el ánimo esa alegría íntima y la ansiedad hace apresurar el paso. La lluvia cae insaciablemente como ávido polen fecundante de la tierra. Frente al teatro se alza, impasible, la estatua de la heroína. “Granada, al heroísmo de Mariana Pineda”.

¡Mariana Pineda! Este nombre obsesiona mi conciencia. ¡La heroína de la Libertad! Y en estos momentos, una inexplicable inquietud me desasosiega. ¡El liberalismo! El santo liberalismo de los doceañistas es algo tan fuerte, tan sentido, tan verdad, que no puede menos de aprisionarnos en una rendida admiración y máximo respeto. Verdaderamente hemos sido injustos al hablar del siglo XIX. El Romanticismo da a la Humanidad el Liberalismo y la Democracia; sólo por eso merece nuestra adhesión incondicional. Pero ¿dónde está su obra? ¿Dónde están las realidades vividas? La labor de los constitucionalistas de Cádiz produce sus frutos, y en la época romántica encontramos nombres y nombres, índices reveladores de tal cantidad de pasión que nos asombra, y de entre todos ellos, nosotros, esta noche destacamos con vigor el de ¡Mariana Pineda! Pero toda esta pasión ha sido infecunda; el mismo siglo XIX, que hace poco reclamaba nuestra admiración, se nos presenta ahora como primaveral helada que mata a los frutos cercanos a su sazón.

Restauración. La razón se va imponiendo. Hay que matar la pasión. ¡Hay que ser razonables, señores! Y así, poco a poco, entramos en la época política del pancismo; despreciable época sin juventud, sin pasión. El pseudo liberalismo y el pseudo romanticismo producen la época “putrefacta”, tan perfecta y certeramente odiada hoy.

¡Mariana Pineda! Continuemos frente a su monumento. La añoranza va pasando y recobramos gradualmente nuestro ser, ¡Mariana Pineda! Verdaderamente, no recordamos haber encontrado nunca la emoción que su recuerdo debía despertar.

Los liberales de tu época, Mariana Pineda, abandonaron tu cuerpo al verdugo; los pseudo liberales posteriores te hicieron daño: mataron tu espíritu. Y todavía se estimarán contentos con la gran profanación del 25 y 26 de mayo, que chabacanamente se repite año tras año. Quizá estimarán que es la perfecta y adecuada expresión del liberalismo popular de Granada, y puede que no se equivoquen… No están los tiempos para liberalismos.
El poeta ha encontrado a la heroína. Toda su alma ha vibrado ante ella. Desde ese momento ha constituido su obsesión. Sí; la recogerá, la mimará; a ella dedicará sus más sentidos cuidados. El poeta ha llorado al tenerla entre si y ha sentido la imperiosa necesidad de recordársela a los hombres. Mariana Pineda es un símbolo, ¿pará qué? Hubiera sido inútil. Estamos todavía en la época putrefacta. Y, así, el poeta sólo lleva al Teatro a la Mujer, a la divina Mujer capaz de todo por el Amor. Y con esta grandeza humana nos presenta hoy a Mariana Pineda. Todo su exquisito lirismo brilla en la obra, hablándonos de pasiones, de sentimientos. Y esta lírica de Federico García Lorca triunfa plenamente en Mariana Pineda.
Con todas estas impresiones, entramos en el teatro. Murmullos, ruido, hormigueo incesante, silencio… Margarita Xirgu pone, si es posible, más cariño que nunca en su papel, y así todos sus compañeros y discípulos. Y el aplauso no tarda en brotar. Noche de triunfo para el poeta.
De nuevo la plaza del teatro; en ella impasible, la estatua de Mariana Pineda. Por un momento, el público de aquél rompe el silencio solemne de la plaza.

Un buen amigo dice:

Sí, realmente, realmente la figura política de Mariana Pineda…
Calle usted-interrumpimos-; el poeta no ha querido profanar, ha visto sólo a la Mujer; realmente, ¿para qué más?

La ciudad duerme. “Granada al heroísmo de doña Mariana Pineda”

Tal y como estaba previsto, el banquete-homenaje se celebró en el hotel Alhambra Palace el domingo 5 de mayo de 1929. Dos días después, El Defensor, publicaba un extenso artículo dando todo lujo de detalles.

En la portada de ese mismo día se informaba, entre otros, del siguiente asunto: “Las japonesas pueden ser jueces. Pero lo que todo el mundo ignora es que llegan a estos cargos por elección y después de una campaña de propaganda desarrollada en plena calle”.

Mientras que, en la Nota Universitaria se informaba de que “El Patronato Universitario anuncia la concesión de dos dotes para doncellas pobres y honradas, una de 1.375 pesetas y otra de 275, que pretendan casarse o tomar estado religioso”.

Volviendo  a la noticia preferente de El Defensor, se indicaba que: “Presidieron el acto Margarita Xirgu y Federico García Lorca, que tenían a su derecha a D. Fernando de los Ríos Urruti, don Alfonso García Valdecasas, señorita Julia Pacello y don Francisco Oriol; y a su izquierda, al maestro don Manuel de Falla, don Constantino Ruiz Carnero, don Federico García Rodríguez, señora Pascuala Mesa, señorita Carmen Carbonell y don Valentín Álvarez de Cienfuegos”.

La disposición de los integrantes de la mesa presidencial ya nos da algunas pistas sobre el sentido y protagonismo de los comensales. Además de los homenajeados, destaca sobremanera la presencia del maestro don Manuel de Falla, genio reconocido internacionalmente y amigo de Federico y del resto de miembros de la tertulia de “El Rinconcillo, desde su llegada a Granada en 1920”.

Don Manuel convirtió a Granada en el centro de la periferia cultural a escala internacional. Según sus propias palabras, “me siento en Granada como en el centro del mundo, como si Granada fuese un pequeño París”.
El director del periódico, Constantino Ruiz Carnero, y los redactores, Valentín Álvarez de Cienfuegos y Francisco Oriol Catena, eran reconocidos como impulsores y organizadores del acto. Fernando de los Ríos, como figura política y maestro de muchas generaciones de abogados, tenía ganado un indiscutible prestigio entre la intelectualidad de Granada e incluso entre amplios sectores de la población trabajadora. Alfonso García Valdecasas, además de catedrático de la Facultad de Derecho representaba a la burguesía granadina y a los “señores de la tierra”.

Don Federico García Rodríguez era el padre del homenajeado. Julia Pacello, Pascuala Mesa y Carmen Carbonell eran actrices de la compañía de Margarita Xirgú y únicas mujeres asistentes al acto. Volveré sobre este detalle más adelante.

En la fuente utilizada, es decir, El Defensor de Granada del 7 de mayo de 1929, se cita a todas las personas que estuvieron presentes en el homenaje y a quienes enviaron adhesiones.

En los brindis intervinieron por este orden: 

Constantino Ruiz Carnero, Alfonso García Valdecasas y Federico García Lorca. Especialmente significativas fueron las primeras palabras dichas por Federico: “Hace ya seis o siete años terminé la última escena de “Mariana Pineda”. La obra recorrió varios teatros y en medio de los más calurosos elogios me la devolvían, unos, por atrevida; otros, por difícil. Margarita Xirgu la leyó y a los dos meses comenzaron los ensayos para hacerla viva en la escena”. Tras agradecerle a Margarita Xirgu su actitud y “expresarle de manera fría y razonada la profunda admiración que siento por su labor en el teatro de nuestro país”, continuó diciendo: “Mi drama es obra débil de principiante y aún teniendo rasgos de mi temperamento poético, no responde ya en absoluto a mi criterio sobre el teatro”. Por último, dio algunas pistas sobre su estado emocional y creativo cuando afirmó: “Ahora, más que nunca, necesito del silencio y la densidad espiritual del aire granadino para sostener el duelo a muerte que sostengo con mi corazón y con la poesía”.

“Con mi corazón, para librarlo de la pasión imposible que destruye y de la sombra falaz del mundo que lo siembra de sol estéril, con la poesía, para construir, pese a ella que se defiende como virgen, el poema despierto y verdadero donde la belleza y el horror y lo inefable y lo repugnante vivan y se entrechoquen en medio de la más candente alegría”.

Los únicos excluidos de aquel banquete serían algunos de los jóvenes vanguardistas quienes, por razón del precio prohibitivo del cubierto, no pudieron sumarse al homenaje. Sin embargo, un mes después, el 7 de junio de 1929, esos jóvenes le ofrecieron un homenaje, que el poeta refirió en una carta dirigida a su buen amigo, el diplomático chileno Carlos Morla Lynch: “Mañana se reúnen todos mis amigos para despedirme. Es una fiesta organizada por los chicos de la Universidad y no se permitirá la entrada a personas mayores de treinta años, en venganza de que al banquete que me dieron últimamente no pudieron ir porque costaba 30 pesetas. El precio de la tarjeta es de 5 pesetas y será un rato inolvidable”.

A Federico no le resultó fácil estrenar Mariana Pineda. Como comenta Miguel García-Posada en el prólogo del tomo II de las obras completas, “La evaluación adecuada del teatro Lorquiano no debe olvidar el marco en que nació y se desarrolló: un marco más que problemático, al que definía la apoteosis del teatro comercial, en el peor sentido del término, y donde las empresas de relieve eran escasas”.

Según Isabel García Lorca, hermana de Federico, “El estreno de Mariana Pineda en Granada, en 1929, fue algo muy importante. Fue un éxito loco y, sobre todo, una satisfacción muy grande para mi padre, porque vio muy pronto el triunfo de su hijo. Él tenía mucho miedo de que eso no sucediera. Hay una anécdota muy buena con un amigo suyo, ingeniero, uno de los primeros que fusilaron en Granada. Le dijo: <<¿Tiene usted miedo por el futuro de un chico que ha sido capaz de escribir el segundo acto de Mariana Pineda? Usted está loco. ¡Va a ganar mucho más dinero que usted!>> Mi padre estaba muy preocupado porque Federico no se ganara bien la vida”.
En el homenaje brindado en Granada estarán presentes, como ya hemos podido comentar, los pilares que Federico siempre consideró como básicos en su vida: la familia y los amigos. Siempre mantuvo fuertes vínculos con su familia y con sus amistades, manteniendo, para aliviar la distancia, regular correspondencia con muchos de ellos.

Registro del acto homenaje

El homenaje quedó registrado para la posteridad mediante una extraordinaria fotografía hecha por Don Manuel Torres Molina en la terraza del hotel Alhambra Palace, que fue publicada en el número de abril-mayo de 1929 de la revista Granada Gráfica.

¿Quiénes son las personas que acompañan a Federico en esta foto?, ¿Qué representaban en la Granada del 29 estos “verdaderos elementos culturales”?

La fotografía nos permite conocer el estado de ánimo de la mayoría de los asistentes al banquete-homenaje. La expresión más generalizada es de  felicidad, por ver cómo uno de los suyos alcanzaba el éxito.

Y en concreto, el grupo de Gallo veía por fin logrado su objetivo: Federico reconocido como un escritor de calidad excepcional. Es felicidad lo que se refleja en la expresión corporal de todos sus amigos, los de la vanguardia cultural y los que defendían estéticas más tradicionales.

Para esa fecha, y según sus propias declaraciones, Federico consideraba  como núcleo “duro” de sus amigos a los reunidos alrededor de la revista Gallo, la “revista nuestra”. En dicho grupo se inscribía lo que denominó la “cuerda granadina”: Joaquín Amigo, Arboleya, Ramos[1], Ayala, Fernández Casado, Menoyo. Lo que Federico calificaba como “masonería epéntica”, haciendo uso de su costumbre de inventar palabras.

Como decía el pie de foto se trataba de una “distinguida reunión de verdaderos elementos culturales”. Sin embargo, Federico en su serena tristeza, era reflejo también del difícil momento personal que estaba atravesando y que lo llevaría, junto con Don Fernando de los Ríos, a emprender un largo viaje hacia Estados Unidos donde tendría oportunidad de ver directamente las consecuencias de la crisis capitalista del 29 y que él describió cómo “un sistema económico cruel al que pronto habrá que cortar el cuello”, y de escribir su gran obra Poeta en Nueva York.

La foto y los amigos de Gallo

El éxito del estreno de Mariana Pineda; en un contexto político de dictadura militar como la ejercida por el general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, dictador con el plácet de su Sacra, Católica, Real Majestad D. Alfonso XIII, fue compartido con entusiasmo por los componentes de la revista Gallo

Dicha revista tuvo una vida corta; editó sólo dos números, uno en abril y otro en octubre de 1928. El Defensor de Granada, en la "noche de Gallo", celebrada el 28 de octubre de 1928, definió dicha iniciativa cultural como "actual movimiento estético que anima y da energías a la juventud".
Dirigida por Francisco García Lorca y animada por su hermano Federico, demostró que, dentro de la "generación de las revistas", era posible un movimiento de vanguardia cultural que trabajase de forma colectiva.
Dentro del equipo de Gallo sobresalen dos jóvenes prosistas, Banús y Arboleya, y un intelectual integral como Joaquín Amigo Aguado (Granada 1899-Ronda, 1936). De este último, Federico diría lo siguiente, "uno de los jóvenes de más valía de Granada y de más entusiasmo y pureza”. Joaquín Amigo fue un ferviente defensor de la obra de Salvador Dalí y realizó la traducción al castellano del "Manifest groc", también conocido como el "Manifiesto antiartístico catalán", que fue publicado en el segundo número de Gallo. Era un entusiasta de Sigmund Freud y conocía muy bien el psicoanálisis. Para los jóvenes de Gallo, Amigo era "nuestro jefe de grupo por derecho propio”. Años más tarde Arboleya lo calificaría de "filósofo y poeta", añadiendo que "representaba la teoría al lado del entusiasmo, pero igualmente lleno de ilusión”.

Manuel López Banús (Purchena, Almería, 1905-Fuengirola 1989). De él diría Federico lo siguiente: “Ya ha terminado de crecer. Es pequeñito. Lleva gafas y a veces usa mal humor. Su prosa tiene entre muchas cualidades una especial de simpatía. Baudelaire dejó en su niñez un rastro de ajenjo, que él ha borrado diestramente con polvos de salvadera. Se opone casi siempre a todo lo que se propone y salta muy bien sobre las sillas y los obstáculos domésticos. Estudió para militar y colecciona las estampas de los cigarrillos ingleses” (Revista Gallo, nº 1). Estudió en las Facultades de Derecho y Filosofía y Letras. Durante la Segunda República Española trabajó en el madrileño Centro de Estudios Históricos, dirigido por Américo Castro.
Enrique Gómez Arboleya (Cebreros, Ávila, 1910; Madrid 1959). De el diría Federico en el primer número de Gallo:

“Este es el niño. Resulta increíble sin haber sido jamás precoz. Entró en las letras con el pantalón corto. Ahora ya casi es un hombrecito. Antes de pasar la escarlatina era débil, informal, como un pájaro sin amo. Después de la escarlatina es más sereno, más sentadito, pero su magnífica imaginación emprende raids de mayores riesgos. Perdió lo que tenía de flor, para ganar en fruto jugoso aunque razonablemente no sea todavía de su propia y única cosecha. Es pálido. Parece que está iluminado por la luna. Y es un castigador. En los cines y en los teatros, castiga a las niñas con su gesto originalísimo entre tímido y desafiador de las miradas. Su sensibilidad tiene un temblor de infancia y nuevo día, de lo más sugestivo que puede hallarse”.  (Revista Gallo, nº 1).  

Arboleya sería la figura central de la historia de la sociología en nuestro país desde que ganara la Cátedra de Sociología en 1954 en la Universidad Central de Madrid.

Su temprana muerte dejó el desolado sentimiento de una obra inacabada.

La España de 1929

Está azotada por enormes desigualdades sociales, la más terrible de ellas el hambre.

El país arrastra un fuerte peso del sector primario, base del caciquismo.

La lacra del analfabetismo afecta al 75% de la población.

Los desequilibrios regionales históricos siguen agravándose.

La corrupción institucionalizada es extrema y generalizada, lo cual unido a la Guerra Colonial y al Desastre de Annual, ocurrido en el Protectorado de Marruecos, agudizan el descrédito de la Monarquía.

Todos estos datos no son nada más que la expresión del infinito amor que la oligarquía financiero-terrateniente española siempre tuvo hacia sus pobres y muy especialmente hacia sus campesinos. Es en ese contexto socio-político en el que debe interpretarse la figura de un desclasado como Federico García Lorca quien,  en algún momento llegaría a decir, “Yo creo que el hecho de ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío..., del morisco, que todos llevamos dentro".   

La Granada de la época

El 5 de diciembre de 1929 el gobierno declaraba parcialmente a Granada conjunto histórico-artístico; entraba oficialmente así la ciudad de Granada a formar parte del Tesoro nacional. Tal cosa ocurría después de 437 años de la toma de Granada por los Reyes Católicos y era una de las primeras capitales españolas en lograrlo.

Según informaba El Defensor  el 7 de diciembre, “ La concesión pondrá a salvo nuestros valores artísticos y pintorescos”. Se aceptaba así una petición formulada el 12 de marzo del mismo año por el Ayuntamiento al ministro de Instrucción Pública que a su vez recogía otra en el mismo sentido hecha por el Centro Artístico unos días antes. La declaración tuvo pocos resultados prácticos.

Según el censo de población de las capitales de provincia, Granada tenía 118.179 habitantes en 1930. Ocupaba el noveno puesto en la clasificación de capitales españolas por población.

Unos años antes, tal y como ha estudiado extensamente D. Manuel Martín Rodríguez, en 1906, Granada ocupaba la posición decimotercera entre las provincias españolas en cuanto a cantidad de capitales de sociedades que tributaban por el Impuesto de Utilidades y que en ese mismo año era la octava en importancia contributiva según la recaudación obtenida por todos los impuestos. Entre las ocho primeras se encontraban tres provincias andaluzas: Sevilla, Cádiz y Granada.

La clase obrera granadina repartía su actividad en los siguientes sectores: agricultura 6184 (15.8%), industria 15.277 (39.25%) y servicios 17.460 (44.86%).

La existencia de una élite cultural en la Granada de los años veinte tenía sólidas bases económicas. Granada  y su provincia contaban con una clase social burguesa y pequeño burguesa que por fin parecía asumir su deber histórico de vertebrar una ciudad que tal como afirmara Federico, “había perdido su alma con la expulsión de árabes y judíos”.

En cualquier caso, pocos años después, concejales del PSOE en el Ayuntamiento hacían público datos (referidos a 1931) sobre la realidad social de la ciudad de Granada y denunciaban la existencia de 1500 familias en paro forzoso que padecían hambre y  5000 niños y niñas que no recibían educación. Lo cual puede explicarse por la interrupción del plan de obra pública iniciado durante la dictadura de Primo de Rivera y el carácter estacional (la campaña duraba 3 meses) de la mano de obra en la industria azucarera, entre otros factores. A todo ello habría que sumar las paupérrimas condiciones de vida de los trabajadores del campo que se agudizaron con las malas cosechas de trigo con que se inició la década de los años 30.

Desde 1928 la Universidad de Granada, como la mayoría de las Universidades existentes en esos momentos, se encontraba en plena movilización en contra del Plan de Enseñanza de Callejo (ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes desde 1925 hasta 1930), reforma universitaria que, entre otras medidas, permitía en su art. 53 la expedición de títulos en los colegios de jesuitas de Deusto y agustinos de El Escorial. 

Como resultado de las protestas estudiantiles que fueron apoyadas por algunos profesores, el catedrático de Derecho Civil y Procesal, Gabriel Bonilla Marín, fue desterrado a un pueblo de Jaén y D. José Palanco Romero (Catedrático de Historia de España) detenido. A primeros de marzo de 1929 fue destituido, por orden gubernativa, de la presidencia del Ateneo de Granada, D. Fernando de los Ríos  (catedrático de Derecho Político) y el vicepresidente de la entidad, Gabriel Bonilla. Así mismo, es detenido y encarcelado el profesor Joaquín García Labella (catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad de Santiago de Compostela, en ese momento)  lo que llevó a D. Fernando de los Ríos a renunciar a su cátedra.
Una vez conocido el contexto social y político de Granada en la primavera del 29, volvamos a la foto y al homenaje.

Lecturas de la foto

La fotografía de Torres Molina, en la que se inmortaliza el banquete-homenaje permite muchas lecturas e interpretaciones.

Puede entenderse como una reunión de amigos y familiares de Federico García Lorca para celebrar su éxito.

Por la composición social de los fotografiados también puede interpretarse como un retrato de la burguesía y pequeña burguesía de Granada.

Por las profesiones de los presentes también podría leerse como una expresión gráfica del papel rector de la inteligencia.

Y más allá de estas interpretaciones, o junto a todas ellas, puede traducir la inminencia de una nueva encrucijada, a la que no todos se enfrentarán de igual modo; entre el miedo y la esperanza.

Llama la atención que amigos muy próximos a Federico que asistieron al banquete-homenaje no aparezcan en la foto del Alhambra Palace, los más significados son: Manuel Fernández Montesinos, Juan José Santa Cruz  Antonio Gallego Burín, entre otros.

Otro signo llamativo lo constituye el hecho de que las únicas mujeres que aparecen en la foto y asistieran al banquete fueran Margarita Xirgu y algunas de las actrices de su compañía. Ciertamente el acto estaba concebido sólo para hombres, reflejando fehacientemente el carácter patriarcal  de aquella sociedad. No es casualidad que de las cuatro mujeres la única que no llevara sombrero fuera Margarita Xirgu.

En el plano cultural un grupo de mujeres de distintas profesiones ligadas a las artes intentan modificar los “usos y costumbres” que durante siglos vienen perpetuando la desigualdad de género. Uno de esos “usos y costumbres” las obligaba a llevar sombrero siempre que estuvieran en la calle.

Todas ellas desobedecieron la tradición de llevar sombrero, asumiendo los riesgos que ello conllevaba, como insultos e incluso agresiones callejeras.
Señalemos ahora a algunas de las personas que aparecen en esta foto.

Familiares de Federico

Enrique González García (primo hermano)
Don Federico García Rodríguez (padre)


Amigos de Federico

Antonio de Luna García (¿?), Joaquín Amigo Aguado, Francisco Oriol Catena, Manuel López Banús, Joaquín García Labella, Enrique Gómez Arboleya.

Profesores

Hermenegildo Lanz González (Escuela Normal)
Joaquín García Labella (Facultad de Derecho)
Jesús Yoldi Bereau (Facultad de Ciencias)
Fernando de los Ríos Urruti (Facultad de Derecho)
José Palanco Romero (Facultad de Filosofía y Letras)
Alfonso García Valdecasas (Facultad de Derecho)
José Segura Soriano (Facultad de Derecho)
Ángel Saldaña Pérez (Facultad de Ciencias)

El Defensor de Granada (1880-1936)

Luis Seco de Lucena (Propietario)
Constantino Ruiz Carnero (Director)
Francisco Oriol Catena (Colaborador)
Valentín Álvarez de Cienfuegos (Redactor)

Los genios

Federico García Lorca
Joaquín García Labella
Don Manuel de Falla
José Val del Omar
Carlos Fernández Casado

Los alcaldes de Granada

Jesús Yoldi Bereau
José Palanco Romero
Joaquín Ramírez Antrás

Los identificados ahora

Carlos Fernández Casado (ingeniero)
Alberto Valero Martín (escritor)

La fuerza bruta se impuso a la fuerza de la razón.

Aunque nos duela y tenga para todos nosotros un elevado coste emocional hay que concluir diciendo que siete años y dos meses y medio después de celebrado este homenaje, la fuerza bruta se impuso a la fuerza de la razón. La violencia de quienes, incumpliendo su juramento de fidelidad al orden constitucional y al legitimo gobierno de la IIª República Española, se alzaron en armas con el apoyo del fascismo italiano y del nazismo alemán, nos arrebató a:

Jesús Yoldi Bereau
Federico García Lorca
José Palanco Romero
Constantino Ruiz Carnero
Joaquín García Labella

Por el otro lado, quienes entendieron que a los militares sublevados sólo se les podía hacer frente con la anarquía, nos arrebataron a:

Joaquín Amigo Aguado

Tal y como finaliza la obra de Federico podríamos hoy cantar como entonces y en memoria de todos ellos el siguiente poema:

¡Oh, qué día tan triste en Granada,
que a las piedras hacía llorar,
al ver que Marianita se muere
en cadalso, por no declarar!

Muchas gracias por su atención. 


Foto del homenaje a Margarida Xirgu i Subirá y Federico García Lorca        el 5 de mayo de 1929 en el Hotel Alhambra Palace.
Manuel Torres Molina




[1] Ramos seguramente era Manuel Ramos Romero, miembro del equipo de redacción de la revista Andalucía 1915. 

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