(Noticia que esperaba
y de la cual me alegro)
Ha tenido suficiente publicidad el último intento
desarrollado por técnicos e interesados en descubrir dónde se encontraban los
restos de Federico García Lorca. Por eso me evito los detalles.
Seré de las pocas personas que en el entorno de la izquierda
sea contraria a que se sigan buscando los restos del poeta fusilado en el
Barranco, entre Viznar y Alfacar, junto a otros tres hombres (un maestro de
escuela republicano y dos banderilleros anarquistas).
Cuando lo expreso en público me miran como si fuera una enajenada mental. En otras ocasiones, callo y les dejo hablar. Cuando llega la noticia de que dan por descartado seguir las pesquisas, retirar radares, palas, arqueólogos y “memorialistas”, me siento muy aliviada y feliz aunque no pueda gritarlo a los cuatro vientos. En esta última ocasión casi he estado a punto de abrir las ventanas de mi casa y gritarlo a pleno pulmón.
Cuando lo expreso en público me miran como si fuera una enajenada mental. En otras ocasiones, callo y les dejo hablar. Cuando llega la noticia de que dan por descartado seguir las pesquisas, retirar radares, palas, arqueólogos y “memorialistas”, me siento muy aliviada y feliz aunque no pueda gritarlo a los cuatro vientos. En esta última ocasión casi he estado a punto de abrir las ventanas de mi casa y gritarlo a pleno pulmón.
Ante el último fracaso cobra de nuevo protagonismo la
teoría que especula que la familia de
Federico llegó a un acuerdo con las autoridades golpistas y éstas permitieron,
a cambio de una cantidad de dinero soberbia para aquella época, 300.000
pesetas, sacar el cadáver y enterrarlo de nuevo en la Huerta de San Vicente,
propiedad de los padres de Federico.
Cierto que el padre de Federico era un poderoso hacendado,
propietario de grandes fincas de cultivo, que se enriqueció con la producción
de remolacha azucarera y que supo retirarse del negocio antes de que éste
entrara en una crisis aguda y arruinara a muchos otros. Pero hay que ponerse en
el sitio y momento exactos: como es natural, los bienes de la familia Lorca
fueron incautados (la orden se levanta en 1948, después de 8 años del asesinato
de su hijo); si los fascistas lo tenían todo, ¿de dónde sacó el padre de
Federico las 300.000 pesetas?; de otro lado, intentar una negociación con
quienes habían asesinado a su nuero, el alcalde socialista de Granada, dejando
a su hija viuda y madre de dos niños pequeños huérfanos, médico de profesión,
unos días antes que a su cuñado Federico; la violencia que la familia tuvo que
sufrir en la propia Huerta de San Vicente; las maldades que cualquier bribón
degenerado pero con uniforme de la Falange o el Ejército golpista ejercieron
sobre la familia, ya mudados de la Huerta de San Vicente a la Calle Puente
Castañeda del centro de la ciudad, donde viviera el alcalde fusilado con su
mujer y sus dos hijos, para acompañar el dolor de su hija y el de todos ellos.
No sé, parece todo muy fantasioso y fuera de la realidad, aunque no se puede
descarta que ocurriera así.
Un testimonio obtenido por Agustín Penón en 1955, recoge las
palabras de Antonio Gallego Morell, quien dice hablar en nombre de su padre,
Antonio Gallego Burín, afirmando que efectivamente el cuerpo de Federico fue
desenterrado de la primera fosa donde estuvo pero llevado por las mismas autoridades
golpistas a otro lugar del mismo paraje. Esta posibilidad me parece más
verosímil. Esas “autoridades civiles o militares” sabían del escándalo
internacional que había supuesto el asesinato del poeta; el frente de guerra
estaba muy próximo, a unos pocos kilómetros, y en cualquier momento los
republicanos podrían tomar la ciudad de Granada y, entre otras cosas, buscar el
cadáver de Federico, quien ya era un símbolo mundial de la barbarie del fascismo. Y lo hicieron
desaparecer. Nunca se ha indagado en esa dirección pues parecería más
dificultosa para armar el “espectáculo permanente” de búsqueda de los restos.
Nade tengo que ver, por supuesto, con los herederos de
Federico García Lorca, no sé cuáles son los motivos que tienen, aunque algún
elemento expresan de vez en cuando, para no querer que se sigan buscando los
restos del poeta pero forma parte de sus derechos humanos. No manifiestan
desprecio, hasta ahí podíamos llegar, sino la voluntad de que su tío permanezca
como un ejemplo más, en el lugar donde fue asesinado.
Es triste afirmarlo pero en realidad los “buscadores” del
trofeo sólo quieren dar con Federico García Lorca. ¿Tendrán conciencia de que
si ese hecho se produjera los miles de enterrados en igual paraje dejarían de
existir? Parece un poco fuerte pero si ese paraje, el Barranco, no ha
desaparecido en su totalidad a pesar de toda la expansión urbanística de la zona,
es porque no se puede descartar que ahí estén los restos de nuestro poeta y
dramaturgo universal.
Cuando Agustín Penón llegó a Granada y comenzó a hacer
indagaciones el propietario de una gran finca donde se iba a construir la
ampliación del antiguo hotel en Alfacar le dijo a Penón que en su finca había
varias fosas y que si querían buscar les daría autorización y les acompañaría.
Las cosas no fueron tan fáciles como la promesa, claro. El propio Penón hizo
fotografías de restos humanos que habían salido camino abajo por el Barranco
después de unas fuertes lluvias, estamos hablando del año 1955-56: AQUELLO ES
UN CAMPO DE EXTERMINIO BAJO TIERRA.
En resumen digo lo siguiente: con el dineral que llevan
gastado en las varias “búsquedas”, seguro se habría podido hacer del Barranco,
entre Víznar y Alfacar, un MUSEO VIVO DE LA MEMORIA REPUBLICANA Y ANTIFASCISTA
EN GRANADA. Sería muy simple: adecentar todo el lugar, adecentar las fosas que
están identificadas. Poner en el recorrido del Barranco señales respetuosas con
el carácter de un Parque Natural, y en
cada una de ellas el nombre de un o una asesinada, poniendo “asesinada por
defender la libertad y al gobierno legítimo de la II República Española y la
fecha. Entonces sí cobraría sentido el indicador que el Ayuntamiento de Víznar
puso en su día: “Federico eran todos”.
¡¡¡CÓMO ME ALEGRA, FEDERICO, QUE NO HAYAN DADO CON TUS
RESTOS!! Me entran ganas de proferir algunas blasfemias, tan comunes en
Andalucía, pero por respeto a las lectoras y los lectores, me las trago sin
amargura.
Roete Rojo
Granada, octubre 2016
Querida amiga.
ResponderEliminarAnte todo un cordial saludo.
Totalmente de acuerdo, aunque deberías.
Fuerte abrazo de Simón Jesús y mi persona.
Ana Maria
Me alegra mucho saber de tí y del pequeñajo que imagino será catire como su madre. Prometo escribir para el blogs más a menudo.
ResponderEliminar¡En Venezuela, no pasarán!
Un fuerte abrazo