(Un señor llamado
Rajoy)
Escrito para “Mate
Amargo” (Uruguay)
“¡¡¡Tropas,
tropas y tropas, se necesitan allí!!!”, decía un periódico español, en 1812,
como respuesta al movimiento de Independencia que se vivía en la llamada
América Hispana; expresión recogida en el libro de Jaime Delgado, “La
independencia de América en la prensa española”.
Desde
entonces la Historia
ha dado muchas vueltas pero en las mentes de la oligarquía española el tiempo
no parece haber pasado. Siguen pensando el mundo como si esto que llaman España
siguiera siendo el centro de un imperio en el que no se pone el sol; cuando en
realidad somos un país dependiente, arrasado por las políticas neoliberales del
imperialismo globalizado y en fase de descomposición política.
Pero no
pensemos que en el eructo emitido por el señor Rajoy, cuestionando las
garantías del proceso abierto contra Leopoldo López, sólo hay una posición
ideológica neocolonial y estúpida. Este gobierno de “putrefactos”, que diría
Federico García Lorca, también es representante de empresas multinacionales, de
matriz nacional, que quieren seguir haciendo su agosto en las economías de
América Latina; hacerlo sin control, como lo hicieron hasta que los pueblos
decidieron cambiar el rumbo de sus destinos y comenzó el proceso continental
bolivariano. Y, por otro lado, desde los “Acuerdos Hispano Norteamericanos”, de
1953, en que los Estados Unidos de Norteamérica dieron el espaldarazo
internacional a la dictadura fascista del general Franco, los gobiernos
dependientes responden a golpe de silbato cuando los imperialistas así lo
requieren.
Contra la República Bolivariana
de Venezuela la guerra, con permiso del Libertador, ha sido “a muerte”, por ser
la avanzadilla, la vanguardia en el proceso de rescate de la soberanía popular
y de la segunda independencia; vanguardia, también, junto a la República de Cuba, en la
defensa de un modelo de integración regional antagónico al ALCA y a las relaciones
dependientes asentadas durante siglos.
Todos los
gobiernos del Estado español, desde 1998, sin diferencias de color partidario,
han estado implicados en los procesos de desestabilización que la República Bolivariana
de Venezuela ha sufrido y vencido, dando lecciones de autodeterminación, dignidad
y conciencia popular magníficas.
En las
últimas semanas, además, han estado muy nerviosos y belicosos a través de la
artillería de “sus” medios empresariales de comunicación, públicos y privados.
Aunque parezcan memos, no lo son tanto. Tienen conciencia de clase, intereses
que defender, asesores y analistas. La coyuntura, con las citas electorales en
Bolivia, Brasil y Uruguay, y los previsibles resultados, los ha mantenido en
alerta y buscando cómo lanzar sus dardos venenosos de acá para allá. Hasta se han
sentido incómodos con la visita del presidente de Colombia y, si no pueden
decirlo en público porque estaría feo, utilizan los medios públicos, a través
de una entrevista en el Canal 24 horas, para cuestionar los Diálogos de Paz.
Es normal que
en ese fanático fascista llamado Leopoldo López vean a un hermano, a un amigo:
los cientos de miles de asesinados y asesinadas por el fascismo español todavía
piden justicia, verdad y reparación. Los y las que hoy nos gobiernan no son por
casualidad nietos o nietas, parientes próximos o lejanos, de los fascistas
asesinos de antaño.
Bolívar y el niño republicano
Tengo entre mis manos un
magnífico libro, “El niño republicano”; se trata de una edición moderna, del año
2000. Escrito por el maestro y republicano catalán, don Joaquín Seró Sabaté,
fue editado por el gobierno de la II
República Española, como libro de lectura escolar, en 1932,
junto a otros muchos títulos con los que se pretendía a través de la educación
y la escuela, combatir el caciquismo y el oscurantismo heredado del Antiguo
Régimen Borbónico y fomentar los valores democráticos y republicanos, como
protagonistas de la nueva historia y la nueva sociedad formada por ciudadanos y
ciudadanas.
En dicho libro hay un capítulo
dedicado a Bolívar; figura “tan grande por lo menos, como la figura de Jorge
Washington en la América
del norte…”, y sigue una semblanza del Libertador en la que se insiste en sus
valores republicanos y libertarios. Una historia sencilla para niños y niñas
que, gracias a la acción de la joven Republica Española, habían superado el
analfabetismo endémico.
Desde entonces estamos huérfanos
y nos comportamos como analfabetos; tal vez lo seamos. La violencia del fascismo
derrotó a sangre y fuego nuestra primera y gran experiencia reformadora.
Después sufrimos cerca de 40 años de dictadura fascista y tras la II Restauración
Borbónica, resultado de la “Transacción Política”, nuestro particular “Pacto de
Punto Fijo”, es comprensible el eructo del señor Rajoy.
La degeneración de la izquierda
histórica española, producto de su compromiso con la II
Restauración , la llevó a asumir los valores eurocéntricos y
neocoloniales de la derecha fascista; no por casualidad son asesores de grandes
empresas de todo tipo; han amasado grandes fortunas que tienen invertidas, etc.
Es el mismo poder el que desahucia a las
familias en cualquier rincón del Estado, el que arremete contra la soberanía de
la República Bolivariana
de Venezuela. Es la misma corrupción la que une sus lazos a ambos lados del
Atlántico. Deslindar ambas expresiones políticas, por oportunismo o tacticismo,
sólo puede conducirnos a otra derrota histórica.
Volviendo al libro “El niño
republicano”, también hace la semblanza del general Riego, insigne patriota
liberal (en el sentido que la palabra tenía originalmente), quien luchara
contra el absolutismo borbónico. Los liberales de entonces, incluido Riego,
pensaban que la
Independencia de la Américana Hispana
podía frenarse concediendo igualdad de derechos a sus habitantes; frente al
guerrerismo defendieron el diálogo. Claro que su proyecto no era la
emancipación sino la integración con igualdad, un proyecto idealista,
sobrepasado por la realidad histórica. Como dijera el poeta salvadoreño Roque
Dalton en un poema: “No se pueden pedir peras al olmo y, sobre todo, no se
pueden pedir peras en La Habana ”.
Riego fue vejado y ejecutado por
la misma monarquía que los liberales españoles habían conseguido hacer
“constitucional”, es decir, sometida a los poderes políticos y civiles. Su
muerte recordó, por su crueldad, a la de Tupac Amaru. El mismo poder criminal
en ambos lados del Atlántico.
Obviando la vulneración del derecho de los
pueblos, dentro o fuera de nuestras fronteras actuales; sin una cultura de
respeto profundo y de defensa de la legitimidad democrática y del derecho de
autodeterminación de los pueblos, Bolívar no dejará de ser, como nos obligaban a
recitar, brazo en alto, en nuestra juventud, leyendo a José Antonio Primo de
Rivera, “un engendro producto de un error de Dios que le había concedido el
derecho a nacer”.
No denunciar, callar o transigir
ante el eructo del señor Rajoy es la versión actual del, “¡Tropas, tropas,
tropas, se necesitan allí”. Ni al liberalismo idealista de Riego llegamos.
Al menos conmigo, que no cuenten.
Roete Rojo
Ni conmigo camarada!!!!!
ResponderEliminarSimón Ernesto despierta observando la foto de Simón Bolívar, El Che, Hugo Rafael...
SALUDOS
Ana María
SAN ANTONIO DE LOS ALTOS.
Así tiene que ser, querida amiga, todos deberíamos poder levantarnos y que nuestra mirada fuera hacia aquellos y aquellas que lucharon por un mundo más justo y sin crueldades. Un fuerte abrazo, desde la ciudad del desamparo, Roete Rojo
ResponderEliminarOs deseo a ambos una tranquila navidad. Por aquí, mucho frío. Un abrazo, Roete Rojo
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