El 1 de octubre pasado era asesinado,
junto a su compañera María Herrera, el diputado más joven de la historia de
Venezuela, Robert Serra, dirigente del PSUV. Sobre la significación de este
suceso conversamos con el profesor de la Universidad “Simón Bolívar” de Venezuela, Dr.
Jesús Peña Cedillo.
(Realizada para El Otro País de Este Mundo)
P. Profesor, sabemos del gran impacto
emocional que han provocado estos asesinatos que se insertan, seguro, en un
plan estratégico de desestabilización.
Comenzamos por preguntarle, ¿Quién era Robert Serra?
R. Robert era la representación en vida de la nueva juventud
surgida en el transcurso de la revolución bolivariana. Ello lo demostró,
incluso antes de su reconocimiento público, en un memorable debate desarrollado
en la sede de la
Asamblea Nacional , en el 2007, entre jóvenes revolucionarios
y opositores (evento que culminó con la vergonzosa huida del recinto por parte
de estos últimos, luego de la paliza dialéctica recibida). Antes de ese evento,
Robert había participado y presidido el “Cabildo Infantil y Juvenil de la
ciudad de Caracas”, organizado para incentivar la participación de los niños,
niñas y ‘adolescentes’ y para avanzar en su mayor reconocimiento como sujetos
sociales con plenos derechos y para que ellos mismos fuesen capaces de
defenderlos.
De allí pasó al mencionado debate, y luego llegó a ser a sus
23 años el diputado más joven de la historia venezolana, al ser electo a la Asamblea Nacional ,
en las elecciones del año 2010. Fue durante toda esa trayectoria una destacada
personalidad pública, de verbo encendido y, tal vez lo más trascendente, con
gran profundidad en sus planteamientos. De él se recuerdan frases que lo
definen muy bien y que aquí combino y parafraseo: “… nuestra tarea en este
momento no es obtener o defender un puesto público, sino hacer irreversible la
revolución; y ello es inconcebible sin el desarrollo del poder popular”. Por
ello seguía viviendo en la zona popular donde fue asesinado, por ello no se le
observaba como un funcionario apoltronado, disfrutando las mieles del poder,
sino que se caracterizaba por ser –más que un diputado- un activista social.
Por eso mismo, por su incidencia movilizadora, fue que lo asesinaron.
P. Los asesinatos están comprendidos dentro de un plan que
viene de largo. ¿Asesinatos selectivos como una nueva estrategia?, ¿un salto
cualitativo?, ¿cuál es el objetivo último?
R. Como te indiqué en
nuestra pasada entrevista en la etapa de las guarimbas, parte de la estrategia
opositora (ya observable en ese momento) es
la infiltración de dinámicas paramilitares y terroristas en la escena política
venezolana, cuya historia es ajena a ese tipo de acontecimientos.
Es claro que las
enseñanzas fundamentales para ese propósito provienen de Colombia, del capo
mafioso Álvaro Uribe Vélez. Los videos obtenidos recientemente por la
inteligencia policial sobre las acciones que Laurent Gómez Saleh (líder juvenil
opositor) estaba organizando desde Colombia y desde el Estado Táchira
(Venezuela), incluían de modo expreso, sin necesidad de mayor interpretación,
que uno de sus propósitos es eliminar
a veinte ‘muñecos’ de la revolución; no dirigentes de primerísima línea ‘porque
son difíciles de alcanzar’, sino líderes con gran incidencia operativa. El dibujo
exacto de lo que era Robert Serra (y antes que él, el de Eliecer Otaiza,
también asesinado durante este año). Cuadra igualmente con el perfil del primer
muerto de las guarimbas, el 12 de febrero de este año, uno de los líderes
populares del barrio “23 de enero”. Demasiadas coincidencias como para seguir
siendo ingenuos.
Debemos insistir
en que no es un plan hecho de retazos que se van cumpliendo de vez en cuando.
Hay otros elementos de los planes documentados en los videos de Saleh, que han
estado ejecutándose durante todo el año: el uso de francotiradores contra las
fuerzas armadas y policiales en los eventos de calle, la conformación de grupos
especializados para ‘calentar’ las manifestaciones supuestamente ‘pacíficas’,
el uso de ONGs, en apariencia defensoras de la libertad y la democracia, como
tapaderas, etc. En Estados Unidos o en Europa, los involucrados en hechos de
esta naturaleza hubiesen sido llamados a declarar o habrían sido detenidos de
una vez. Aquí no ha pasado mayor cosa, salvo en contra de los autores
materiales directos, que sabemos son apenas la parte inferior de la cadena.
P. El fenómeno del paramilitarismo y sus vínculos con
Colombia, ¿2000 kilómetros de agresiones históricas?
La huella del paramilitarismo y el narcotráfico es inocultable y están ligados, claro, a esos2000 kilómetros de
frontera que compartimos con Colombia y que han sido, desde la época de la
lucha por la
Independencia , símbolo de la confrontación de dos proyectos
estratégicos. En términos más actuales, los acontecimientos están derivando (en
una de sus vertientes) hacia un intento de reedición de la masacre perpetrada
contra la Unión
Patriótica en Colombia. A nuestro juicio, los radicales
opositores han concebido como una alternativa rentable el exterminio físico de
los revolucionarios y la extensión del miedo y el terror en el seno de toda la
sociedad venezolana. Por supuesto, a diferencia del caso colombiano, se espera
que aquí el Estado no se haga cómplice de los actos criminales.
La huella del paramilitarismo y el narcotráfico es inocultable y están ligados, claro, a esos
P.
¿Cómo ha sido la reacción del gobierno y del pueblo ante estos horribles
asesinatos?
R. La indignación y el
dolor son las manifestaciones del momento actual. Siempre es terrible la
pérdida de un líder, pero en este caso se conjugan dos elementos que aumentan
la emotividad: la juventud del asesinado, con todo por entregar a la vida y a
la revolución; y la manera en que fue asesinado, demasiado brutal para entrar
en detalles; expresiones del nivel alcanzado por el odio fascista.
Por otro lado,
uno de los objetivos de ese tipo de actos es buscar el descontrol popular. No
les importa nada que en tal situación sean los propios opositores los
destinatarios de acciones de venganza. Con ello hubiesen cantado un éxito
adicional. Pero el liderazgo nacional mostró de nuevo su alcance, al controlar
por completo las acciones violentas que, en respuesta, algunos sectores
populares llegaron a asomar.
P. Impresiona, una vez más, que el pueblo no haya caído en la
provocación ni en el error de la acción-reacción…
R. La pregunta que muchos nos hacemos es hasta cuándo ese control podrá seguir manteniéndose. Recordemos que en abril del año pasado, luego de las elecciones, decenas de personas del sector bolivariano murieron por el llamado de Capriles a desconocer los resultados. Durante las guarimbas, otros tantos muertos se contaron, también mayoritariamente vinculados al bolivarianismo o las fuerzas policiales y militares que intentaban deshacer las barricadas. Ahora los asesinatos selectivos se han hecho evidentes. Ojalá que no, pero la próxima escalada podrían ser directamente atentados terroristas.
R. La pregunta que muchos nos hacemos es hasta cuándo ese control podrá seguir manteniéndose. Recordemos que en abril del año pasado, luego de las elecciones, decenas de personas del sector bolivariano murieron por el llamado de Capriles a desconocer los resultados. Durante las guarimbas, otros tantos muertos se contaron, también mayoritariamente vinculados al bolivarianismo o las fuerzas policiales y militares que intentaban deshacer las barricadas. Ahora los asesinatos selectivos se han hecho evidentes. Ojalá que no, pero la próxima escalada podrían ser directamente atentados terroristas.
El otro
ingrediente explosivo es la institucionalidad judicial. Hasta ahora también se
ha confiado en que funcione la ley. Cierto que algunos responsables materiales
de todos esos crímenes, incluido el de Robert, están presos; pero la lenta y
tímida actuación de la fiscalía y los jueces deja mucho que desear (sin duda,
ellos mismos son sujetos de las acciones atemorizantes; al respecto, recuérdese
el asesinato del fiscal Danilo Anderson, casi el único que actuaba con decisión
contra los golpistas del 2002). Súmesele a todo este cóctel explosivo, el hecho
de que la justicia venezolana, siempre en plan humanista, hace poco otorgó casa
por cárcel a otro más de los autores principales de las masacres del 12 de
abril del 2002, en este caso a
Simonovic; ya antes habían sido beneficiados también ‘por problemas de
salud’, los otros dos dirigentes policiales de ese momento, Vivas y Forero.
Mi opinión es
que resultará difícil seguir manejando esta situación sin que empiecen a
producirse fracturas en el comportamiento hasta ahora disciplinado de los
movimientos populares.
P. ¿Se tiene confianza en que las autoridades resuelvan el
caso con la mayor rapidez?
R. Los autores materiales
parecen ya estar plenamente identificados (algunos capturados). Pero ante
tantas evidencias que apuntan hacia la autoría intelectual, en específico la
vinculación existente con la banda de Uribe y Saleh (y sus lazos con María
Machado y Antonio Ledezma, como mínimo), en teoría, la resolución del caso
pareciese estar al alcance de la justicia. Pero sinceramente dudo de que se vaya más allá de los autores
directos materiales. No hacerlo será, a mi juicio, un nuevo error de parte de
los dirigentes de la revolución (equivalente a la amnistía que en su momento
les dio el Presidente Chávez); error que pagaremos en el futuro cercano con más
desestabilización y con la necesidad y obligación de tomar medidas más
contundentes.
P. ¿Qué hacer?
Diría que sólo
una línea firme de cero impunidad puede ponerle coto al fascismo en su etapa de
despliegue violento, que es en la que estamos hace tiempo. Hasta ahora los pasos dados en esta dirección
son más bien tímidos y requieren una urgente redefinición, que incluya la
participación efectiva del Poder Popular en esferas como la inteligencia y la
prevención de la actividad fascista, superando la fase actual en la que el
Poder Popular está demasiado restringido a la acción comunitaria local. Sería,
además, la mejor forma de seguir el legado de Robert Serra.
Gracias, profesor Peña.
Roete Rojo
Roete Rojo
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