(Escrito para "Mate Amargo"-Uruguay)
El título es parodia de un
chiste –un cuento, que dirían en algunos países de América Latina-; un chiste o
cuento machista, que más o menos narra la siguiente situación: Llega un hombre
a su casa y encuentra a su esposa con otro hombre en la cama. Sin más, saca una
pistola y los mata a ambos. Al llegar ante el Juez, éste le pregunta el por qué
de su doble asesinato. – Los maté por adulterio y cachondeo, contesta. - Bueno,
comenta el juez, entiendo lo del adulterio pero lo del cachondeo…- Usted dirá,
señor juez, le dice el hombre, cuando los pillé juntos pensé que mi esposa se
asombraría o intentaría una mentira, pero no, me dijo: - ¡Atiende, Pepe, así es
como se hace! Por eso los maté: por adulterio y cachondeo, sentenció el acusado.
Aclaro que
cachondeo significa según la Real Academia
Española: “desbarajuste, desorden, guirigay”. Sin embargo resulta en el uso
cotidiano un término grosero, que
alguien con educación no debiera utilizar. Pero este artículo, con perdón de
los lectores, estará lleno de términos groseros; la situación no es para menos
y yo no poseo la exquisita educación generacional del profesor Vinçent Navarro.
Las últimas
semanas han sido demoledoras para cualquier analista: han vivido (los
analistas) una conspiración en desarrollo, que comenzó el 29 de abril, con la Encuesta de Población
Activa (EPA), realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE); le
seguía, el 5 de mayo, el informe de Metroscopia sobre las y los jóvenes; el 6 de
mayo, se hacían públicos los datos de desempleo del Servicio Público de Empleo
Estatal (SPEE), antiguo Instituto Nacional de Empleo (INEM); el 7 de mayo, los resultados del Barómetro
del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), y, con posterioridad, los
sondeos sobre intención de voto para las elecciones al Parlamento Europeo.
Como
comprenderán, así no hay quien tenga un segundo de respiro para hilvanar
análisis ni conclusiones. Las tendencias y los datos se contradicen de unos
resultados a otros, expresión del maremagnun en el que vivimos. De lo que no
cabe la menor duda es que se ha disparado el número de blasfemias proferidas
desde amplios sectores de la población, analistas incluidos.
Mi
intención al comenzar a escribir este artículo no era otro que comentar los
resultados de la EPA. Intención
fallida, debo reconocer, pero empecemos por el principio:
Los datos
de la Encuesta
de Población Activa (EPA), relativa al primer trimestre de 2014, son la verdad del genocidio.
Ustedes
dirán que los “rojos” siempre somos pesimistas y apocalípticos; lo cual sería
cierto para aquellos que hayan llegado a la conclusión de que la crisis
humanitaria que vivimos conduce irremediablemente a la Revolución y, en cada
dato económico o social, ya preludian el caos total y la revuelta sin límites.
No me encuentro entre ellos pues entiendo, por análisis y experiencia, que este
sistema caduco y devastador aún tiene muchas posibilidades de mantenerse aunque
sea en un “equilibrio inestable”.
Según los
datos de la EPA ,
en el primer trimestre se han creado 2.300 puestos de trabajo, o lo que es
igual: de los 5.933.300 millones de
parados que arrastramos, ¡2.300 consiguieron empleo!
El Gobierno
del Partido Popular, con su Presidente a la cabeza, está loco de contento; asegura
que son datos para el optimismo, que se ha roto la tendencia de destrucción de
empleo y que ya estamos en la recuperación económica. Es la parte del cachondeo: se ríen de nosotros de forma grosera.
La misma encuesta concluye que la Población Activa
se ha reducido en 184.000 personas; en otras palabras, que se han destruido ese
número de puestos de trabajo.
Varios fenómenos explican la
bajada de la
Población Activa : el primero, el retorno de migrantes a sus
países de origen o su salida para otros países de Europa; el segundo, el
traslado de mano de obra no cualificada y sin empleo a cualquier tipo de
estudio o formación, buscando una recalificación profesional y, por último, la
incorporación de trabajadores y trabajadoras al sistema de pensiones.
La desincentivación para permanecer como demandantes de empleo explica,
por su parte, las cifras de paro “más positivas” que ofrece el SPEE, ya que
están elaboradas sólo con las personas inscritas como demandantes de empleo en
dicha institución. Lo que ocurre en
realidad es que miles de trabajadores y trabajadoras en paro, una vez
concluidas las prestaciones por desempleo o las “ayudas” posteriores, hartos y
hartas de demandar oficialmente empleo, han decidido buscarlo fuera de las
oficinas de empleo público. La conducta es, además, muy palpable entre las y
los jóvenes demandantes del primer empleo, que tienen la experiencia familiar
de que ni sus padres ni sus hermanos ni hermanas lo consiguieron a través de
los cauces oficiales y, sencillamente, no se inscriben.
Los datos ofrecidos por la EPA , por tanto, se ajustan más
a la realidad social. La condición de desempleado o desempleada es respuesta a
una pregunta simple. Cada encuestado o encuestada contesta si está trabajando o
está en paro.
Otro resultado interesante por
sus consecuencias de futuro es la
Tasa de Actividad, situada por la EPA en un 59.46%, la más baja
desde 2007. Durante el año anterior la población activa se ha reducido en
424.500 personas.
En realidad
en los tres trimestres en que ha crecido el PIB, de forma miserable, se han
destruido 210.000 puestos de trabajo. Y éstos hijos de perra, lanzando las
campanas al vuelo.
En más de 2
millones de hogares de nuestro país, todos sus miembros están parados, lo cual
expresa el nivel del genocidio; al mismo tiempo que la cobertura por desempleo
cae más de 4 puntos en un año; o lo que es lo mismo: cada vez menor número de
trabajadores y trabajadoras tienen acceso a esta prestación, bien porque ya la
agotaron o bien porque no reúnen las condiciones exigibles para acceder a ella.
Otra cifra demoledora es la del
desempleo juvenil que según la EPA
supera el 57%. En esto coinciden la EPA y el SPEE.
Más de 50.000 familias han perdido
sus viviendas en 2013, un 11% más que en el año anterior.
La precarización del empleo es
la otra cara de la moneda del optimismo del Gobierno y de las empresas: sólo el
9.4% de los contratos realizados en
el mes de abril (en el que creció el empleo por haber coincidido con la Semana Santa y el turismo que
mueve) fueron fijos. Se han hecho
norma los contratos por unas horas durante un solo día o por varias horas a la
semana. Y no sólo en sectores que generan estacionalidad, como los servicios
relacionados con hostelería o la agricultura. Se han disparado también los
contratos de “formación y aprendizaje” y “prácticas”. En esta precarización
generalizada del mercado laboral se esconde gran parte de la economía
sumergida, que fuentes oficiales cifran en superior al 20%.
Otro dato
devastador es la desaparición de 21.946 altas en la Seguridad Social
en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos. La EPA situaba el descenso de
trabajadores por cuenta propia en 20.300. Resultado de la genocida estrategia
de inducción al “autoempleo” como alternativa al paro. Estos miles de
trabajadores por cuenta propia, expulsados la gran mayoría con anterioridad del
sector privado o del público, y que no tienen derecho a prestaciones en caso de
fracasar su negocio o empresita, viven, además, el drama de las deudas por los
préstamos obtenidos por ellos o por sus familias.
Seguimos
viviendo, sin embargo, en una especie de “burbuja emocional”. Amplios sectores
de la población siguen creyendo que lo peor ha pasado y que en poco tiempo todo volverá a la “normalidad”.
“Metroscopia” en sus resultados
estadísticos sobre cómo ven los jóvenes españoles algunos de los problemas que
deben enfrentar, revela resultados bien curiosos: el 61% opina que pueden
conseguir en España las cosas más importantes en su vida (lo que yo llamo la
“burbuja emocional”), al mismo tiempo que un 54%, en distinta pregunta, opina
que tienen más probabilidades de conseguir las cosas más importantes de su
vida, fuera de España; sólo el 17% cree que el país se preocupa por el futuro
de los jóvenes y sólo un 23%, que el país tiene perspectivas de futuro. Los
resultados nos explican cómo la mayoría de los jóvenes reconocen que el sistema
tiene problemas pero están seguros de que pueden resolverse y se resolverán.
A excepción
de lo que podemos definir como “derechos civiles” (divorcio, aborto, matrimonio
igualitario, etc.), expresan una cosmovisión conservadora, sobre todo en
relación a los poderes fácticos del Estado.
De otros
datos podemos concluir la gran influencia mediática a la hora de configurar la
imagen que nuestros y nuestras jóvenes tienen de la realidad del país en el que
viven. Por ejemplo, la reivindicación que hacen de la figura de Adolfo Suárez,
al que no conocían horas antes de su muerte. Por supuesto que desconocen que
fue el último Presidente del Sindicato de Estudiantes Universitarios
(organización vertical del fascismo), y, además, Secretario General del
“Movimiento”, entre otras cosas porque no saben qué cosa fue el SEU ni tampoco
el “Movimiento”.
Remontada la falta de
credibilidad de la Monarquía ,
las y los jóvenes piensan que es una institución necesaria y que el traspaso
dinástico de Juan Carlos I a su hijo, Felipe, se producirá con normalidad y
será positiva.
Según el Barómetro del CIS, para más del 80% de
la población, el principal problema es el paro y no percibe la mejora económica
tan cacareada por el Gobierno. Las “calificaciones” no salvan a nadie:
suspenden Monarquía, Gobierno, Parlamento, Partidos Políticos; suspenden
también los dirigentes con nombres y apellidos. Normal, pensaríamos, con lo que
está cayendo sobre nuestras cabezas. Un punto negro al respecto: las únicas
instituciones que “aprueban” son y por este orden: Guardia Civil, Policía
Nacional y Fuerzas Armadas. Y ya, como pura anécdota en este tramo de mis
reflexiones: el 68.8% se define como católica, aunque ni vayan a misa… ¡Ni
hostias!
La apatía
en esta campaña electoral a las elecciones al Parlamento Europeo no sólo es
manifestación de un posible convencimiento de la inutilidad de dicha
Institución. Más o menos se va sabiendo que quienes mandan en Europa están
fuera de dicho Parlamento; a saber: Banco Central Europeo, Fondo Monetario
Internacional y Comisión Europea. En dicha apatía, hartazgo o conciencia
crítica tienen mucha responsabilidad nuestros “partidos tradicionales”, que han
decidido, en el caso del PP, una campaña “plana” (defender el optimismo), y, en
el caso del PSOE, en señalar las “diferencias” de modelo. Las encuestas
vaticinan una abstención histórica que favorecerá, por las características de
nuestra Ley Electoral, a los partidos minoritarios.
A la falta de credibilidad, hay
que sumar las movilizaciones promovidas por las “Marchas”, cuya expresión más
reciente ha sido la desarrollada desde todos los puntos del Estado a Madrid, el
pasado 22 de marzo, “Por la
Dignidad ”, y que reunió a más de un millón de trabajadores y
trabajadoras. De ahí el paquetazo de leyes que recortan los derechos de
manifestación y la libertad de expresión.
El dirigente jornalero andaluz,
Diego Cañamero, del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), decía en la Universidad de
Granada, en acto celebrado el pasado 25 de abril: “El sistema se parece a un
camaleón, tiene capacidad para ocultar su naturaleza antisocial. Los
capitalistas son el 10% pero controlan el 100% de la economía. Nos dicen que no
existe alternativa, que si el sistema cae, será el caos…sin embargo todos los
sistemas cayeron y fueron superados…su democracia es inmoral, nadie les dio un
cheque en blanco para hacer lo que están haciendo ni para que existan 6
millones de parados; el voto no les da derecho a maltratar al pueblo, el pueblo
está legitimado para levantarse contra ese orden… la democracia no es de ellos,
la economía no es de ellos… No hay más camino que la unidad y la acción… lo que
el sistema no quiere es un Frente Popular, experiencias como las que se están
dando en América Latina…necesitamos una banca pública, la tierra pública,
educación, sanidad o vivienda al servicio del pueblo, el agua, la luz… no
pueden ser para pagarles a los Aznar y los Gónzalez los “servicios prestados”…
nadie intuía el apoyo que el pueblo ha dado a las Marchas del 22 de marzo…ese
es el camino… las importantísimas movilizaciones necesitaban las imágines de la
violencia, después de ETA tienen que inventar nuevas formas para infiltrarse y
generar conflictos…El éxito de las Marchas ha sido posible porque estuvieron
convocadas de abajo a arriba… la alternativa se consigue en la acción… la gente
siente que no existe organización ni referente para aglutinar a los
trabajadores… es cierto que nadie marca diferencias de fondo, que izquierda y
sindicatos no quieren moverse porque les cortan el grifo…El SAT sabe muy bien
cuánto cuesta la lucha: 800 procesados, petición de 250 años de cárcel, 1
millón y medio de euros en multas… una sangría para el sindicato, yo estoy
declarado como “insumiso judicial”, cada vez que me citan me niego a dar ni mi
nombre…”
Roete Rojo
Granada, mayo 2014
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