(Entrevista
al profesor Jesús Peña
Cedillo , Universidad Simón Bolívar)
Para el Otro País de Este Mundo
P.
Una primera valoración de los acontecimientos, profesor.
R. Destacaría que lo sucedido desde el 12 de febrero en algunas zonas
del país es un brote virulento, uno más de los que se han producido en los
últimos quince años para debilitar, si no directamente derrocar, la revolución bolivariana.
La táctica de la “guarimba” tampoco es nueva. La experimentamos en el año
2004, antes del referéndum revocatorio contra Chávez: actos violentos,
vandálicos y criminales que consisten en encerrarse a ellos mismos (evitar la
salida y entrada a las urbanizaciones de clase media alta de sus propios
habitantes), construyendo barricadas, quemando basura, atacando a peatones o
a vehículos que intentan transitar,
etc., con la particularidad de que ahora
ha habido presencia de elementos armados, incluyendo francotiradores.
P.
¿Hablamos, entonces, de fenómenos aislados?
R. De los 365 municipios existentes, los eventos se produjeron en los
sectores más acomodados de 18 de ellos; hoy se dan esporádicamente en seis o
siete urbanizaciones en Caracas, Valencia, San Cristóbal y Maracaibo, en
sectores de esos municipios con excelente poder adquisitivo. De ahí el desplome
de la valoración política de la oposición, incluso entre sus propios
simpatizantes. El rechazo de la
población a esas acciones alcanza al 85%.
Una situación radicalmente distinta a la
que se vende a través de los medios de comunicación internacionales, según las
cuales el país está ardiendo. Nunca ha sido así.
P.
En nuestra memoria perduran el intento de golpe fascista de 2002…
R. Mira, estás guarimbas se dan en un contexto de debilidad opositora
que contrasta con lo que era el país durante los sabotajes y golpes del
2002-2004. Hoy no tienen incidencia
sobre las Fuerzas Armadas; la industria petrolera y sus recursos están bajo control
gubernamental; de 23 gobernadores de los estados del país, 20 son del chavismo;
el 76 % de las alcaldías, también. Los medios de comunicación que les servían
de altoparlante organizador han dejado de ejercer esa función (de allí que haya
sido CNN en español la cadena más virulenta durante este período).
Las luchas por el liderato opositor (la
derrota de diciembre le quitó el piso a Capriles) y que no haya elecciones
hasta fines del 2015, agregaron desesperación a la dirigencia extremista…
ningún cálculo político serio orientaba a la oposición al escenario del ‘vete
ya’… no ha existido ninguna posibilidad
de que esta estrategia tuviera éxito, salvo que se hubiese conseguido el
desbordamiento de las fuerzas políticas y su enfrentamiento directo.
El hecho de que los dos asesinados
iniciales lo fueran con la misma arma y uno de cada bando (incluyendo un jefe
de un movimiento popular muy combativo del “23 de Enero”), indica su plan: que
se desbordaran las fuerzas chavistas y opositoras y corriera mucha sangre. Pero
fallaron en ese cálculo. Una gran
enseñanza es que el pueblo chavista se comportó a la altura, con
disciplina, sin caer en provocaciones, participando en multitud de
movilizaciones sin heridos ni violencia.
A la derecha no le importó afectar a su base de electores porque
no estaba buscando votos. Tampoco buscaba torcerle el brazo al gobierno
trancando calles de sus sectores o atacando servicios públicos ubicados allí
(los servicios de la revolución también alcanzan esos sectores). El guión era
que se produjera el enfrentamiento, el estallido o un pronunciamiento militar.
Siempre han trabajado para afectar
psicológicamente a sus adeptos para hacerlos proclives para hechos violentos
futuros.
La utilización de la violencia (soterrada o
exacerbada) está enquistada en la oposición desde antes de que el Presidente
Chávez asumiera la
presidencia. Antes de su asunción, en 1999, ya prepararon un
golpe de Estado. Siempre que una coyuntura lo permita, con acierto o no, la
violencia volverá. La situación que hemos vivido desde febrero estaba prevista
para después de las municipales de
diciembre pasado, que ellos creían iban a ganar. Las guarimbas hubieran saltado
en todo el país, haciendo insostenible la gobernabilidad.
Señalar un cambio cualitativo muy
peligroso: han pasado a organizarse terrorista y militarmente, con implicación
directa del narcotráfico, el paramilitarismo y la ultraderecha colombiana.
P.
¿Existe una base objetiva para esta “revuelta de los ricos”?
R. En el país existe una base social no despreciable para la oposición. Sienten
una desesperanza extrema sobre su modo de vivir, que consideran ‘acabado’ por
la acción del gobierno; visión enceguecida por años de adoctrinamiento
anti-chavista.
Existen enormes problemas, particularmente
económicos. Pero la estrategia gubernamental ha tenido éxito por lo menos
mediáticamente (culpa de los acaparadores, el contrabando de extracción, etc.),
de allí parte del repunte electoral del chavismo. El abastecimiento de
productos es complicado, pero no imposible. Nadie está pasando hambre y mucho menos la clase media. No existen
razones para que nadie salga con violencia a tumbar el gobierno.
P.
En este tiempo el gobierno no ha dejado de tomar iniciativas.
R. Así es. La estrategia de los diálogos de paz (que no negociaciones)
ha sido muy exitosa. Durante dos meses todos los sectores del país, hasta la
recalcitrante iglesia católica venezolana y FEDECÁMARAS, se sumaron al proceso. La coalición de partidos opositores se ha
visto obligada a hacerlo tardía y vergonzosamente con la hoja de parra de
UNASUR y del Vaticano (que no la iglesia nacional). Desinflada la violencia, la
derecha trata de negociar algo con el gobierno; se autoengañan pensando que han
debilitado a Maduro y que éste formará una “coalición nacional”.
P.
¿Desde algunos sectores de la izquierda se cuestiona la pertinencia de los
Diálogos de Paz?
Yo hablaría de la “ultraizquierda”, grupo
minúsculo dentro del chavismo, que se ha apoderado de cierta capacidad de
comunicación. Algunos chavistas consideran los diálogos una traición , con
frases altisonantes y cuasi-histéricas: ‘la segunda muerte de Chávez’, la
entrega del socialismo y la traición de la boliburguesía, aplicación del ‘plan
Cisneros’, etc. Esta pequeña fracción tiene muy poca influencia real, ni en los
partidos ni en la gente.
Creo, en todo caso, que es válido estar
atentos a dos elementos cruciales que podrían cambiar el sentimiento hacia el
gobierno de Maduro: uno, que se pacten cuotas de poder político (cosa hasta
ahora negada), y otro, la amnistía a
políticos presos por crímenes de antes y de ahora (un Simonovis o un Leopoldo López).
Eso también ha sido negado, señalándose que no debe hablarse de liberaciones
sino de justicia, lo que implica apresar a los responsables de todos estos
sucesos. Creo que el gobierno se abstendrá de dar muestras de debilidad en
ambos asuntos, porque allí sí se dividiría el chavismo de arriba a abajo, entre
los civiles y también entre los militares.
Los diálogos de paz reflejan una necesidad
táctica, no una entrega de banderas, que nos ha permitido apropiarnos de un
símbolo tan poderoso como la paz, con el peso político nacional e internacional
que supone; también creo que es -a la vez- un reflejo sincero de la vocación
humanista de esta revolución. Que no se asume desarmada, pero que sin lugar a
dudas y por el mayor bien de nuestro pueblo prefiere el camino pacifico.
P.
Se desactivan las guarimbas pero, ¿Y la guerra económica?
R. La guerra económica ha puesto en situación difícil al gobierno de
Maduro, aunque la violencia opositora sirvió para hacerla secundaria. Su abordaje permitió cohesionar el apoyo al
gobierno con las acciones antiacaparamiento, que condujeron al éxito electoral
en diciembre de 2013. Los éxitos han sido poco efectivos en términos de precios
y abastecimiento; se han tomado medidas dirigidas a ‘conciliar’ en esa guerra,
ajustes económicos que regulan con más flexibilidad al sector privado. Un
tercer indicador de si hay negociación o pacto: ¿qué tipo de acciones
económicas terminarán surgiendo de los diálogos?
Lo cierto es que nuestro fracaso, hasta
ahora, en el objetivo de avanzar en una economía productiva, le ha abierto las
puertas a esa guerra de la derecha. Una de las acciones ha sido la creación de
un mercado libre para el dólar (en principio el 90% de la economía seguirá
regida por un cambio controlado mucho más bajo); pero simultáneamente, se ha
producido una nacionalización bastante
grande del sector externo, al crearse un mecanismo oficial de importaciones que
ocupa justo el 90% de lo que compramos fuera. Veremos qué desarrollo adicional
tienen estos acontecimientos.
P.
¿Podemos hablar de una intervención extranjera directa en todo lo ocurrido?
R. Por supuesto. El imperialismo ha actuado directamente a través de
varios mecanismos, ya tradicionales: el primero, los medios de comunicación, en
particular CNN, que ha disfrazado las actividades fascistas de movilizaciones
estudiantiles pacíficas. Otro, el respaldo del gobierno de EE.UU., a través de
las declaraciones de Obama y Kerry; la utilización fallida de la OEA,
utilizando a Panamá como vocero de la oposición. Todo fallido, tanto en la OEA
como en UNASUR, Venezuela ha salido victoriosa; lo cual refleja la tendencia a
ser desalojado como potencia hegemónica indiscutible. Se trata de una nueva
muestra de poder del bloque latinoamericano y caribeño.
Una expresión muy peligrosa de esa
intervención extranjera es la renovada y reforzada incursión paramilitar. ¿Se
está instalando una estructura terrorista en el país? Se han infiltrado dinero,
paramilitares y narcotraficantes, incluso como organizadores de la guarimba: francotiradores que han asesinado a casi una
decena de policías y guardias nacionales;
siguen atacando edificaciones públicas con bombas incendiarias… ahora
casi siempre con nocturnidad,
abandonando las guarimbas. Esa estructura seguro tratará de ser
utilizada en el próximo episodio de exacerbación, que sin duda llegará…
P.
Lo último, como siempre, ¿algunas prospectivas?
R. A mi juicio tendrá cierto éxito coyuntural la estrategia del
gobierno de que no hay negociaciones ni pactos de cúpulas, sino diálogos de paz
para la convivencia pacífica de las dos propuestas de modelos de sociedad, que
deben actuar democráticamente. Ello no
deja de ser una ilusión como creencia política de fondo: suponer una
conciliación de la derecha con el proceso revolucionario real pero creo que
como táctica coyuntural y, con algunos matices, como posición ideal de
principios, es adecuada lanzarla al
ruedo para ayudar a desmovilizar a la derecha en la etapa actual del proceso
revolucionario. A mi juicio el gobierno de Maduro sigue las mismas pautas que
seguía Chávez con estos procesos de diálogo. Más bien esperemos que no indulte
a nadie, como sí lo hizo Chávez.
Siempre he considerado que no se aprovechan
lo suficiente las coyunturas para acelerar el proceso, pero eso era también cotidiano
con Chávez. No soy de los que piensa que se está desmontando nada de lo hecho.
Por lo menos hasta ahora. No tenemos la personalidad aglutinadora y el
liderazgo de Chávez, pero creo que el grupo en el gobierno, empezando por
Maduro, ha estado ejerciendo lo mejor que se puede el difícil papel que tienen
entre manos.
El reto mayor sigue estando en el aparato
productivo, tanto para no darle espacios a la contrarrevolución, como porque es
imposible la construcción de un socialismo ‘rentista’; y nuestros fallos en la
construcción ideológica. Ni más ni menos. Dos puntos débiles de increíble
magnitud.
Roete Rojo
Abril, 2014
Abril, 2014
Me dicen algunos lectores que no se reflejan los comentarios que me hacen llegar. Debe ser un problema técnico del blogs pues no me aparecen comentarios pendientes de moderación. Un saludo.
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