Don Blas Cabrera y Felipe nació en Arrecife (Lanzarote) el 20 de mayo de 1878 en el seno de una familia acomodada. Después de estudiar el bachiller en la Laguna marchó a Madrid en 1894 para estudiar, siguiendo la tradición familiar, Derecho.
Sin embargo, en su vida se cruzó D. Santiago Ramón y Cajal
quien le aconsejó que estudiara
Ciencias. Hizo caso a tan insigne científico y estudió Ciencias
Físico-Matemáticas en la
Universidad Central de Madrid, doctorándose en Ciencias
Físicas en 1901.
Blas Cabrera vivió la crisis del 98 provocada por la perdida
de las últimas colonias del Imperio Español. Como otros intelectuales, llegó a
la conclusión de que “El Dorado” (leyenda sobre una ciudad mítica hecha de oro
puro que fue buscada por los exploradores españoles y británicos en América) no
se encontraba en ninguna lejana selva sino en el desarrollo cultural y, por lo
tanto, científico-técnico de una sociedad que todavía a principios del Siglo XX
era mayoritariamente analfabeta y estaba sometida a un sistema caciquil basado en
la alianza de clases entre la aristocracia latifundista y rentistas de origen
andaluz y las oligarquías financieras afincadas en Madrid, de origen vasco y
catalán. Todo ello bendecido por la Iglesia Católica Apostólica
y Romana, única verdadera y capaz de asegurar a los desheredados de este mundo
un futuro feliz y lleno de alegrías en un
“El Dorado” que siempre estaba más allá de este valle de lágrimas.
¿Por qué en más de 100 años de historia hay sólo un español
ganador del Nobel en el campo de las ciencias? Me refiero a D. Santiago Ramón y
Cajal.
Se ha tratado de explicar este retraso cultural (considero a
la ciencia y la técnica parte de la cultura) como resultado del pensamiento
mágico que durante más de veinte siglos ha ejercido la Iglesia Católica sobre
la sociedad española; excepción hecha de los librepensadores que reclamaban
para la razón individual independencia absoluta de todo criterio sobrenatural.
Se ha escrito mucho y bien sobre la debilidad de la Ilustración
española. Ésta no tuvo nunca un gobernante como el marqués de Pombal (Primer
Ministro de Portugal desde 1750 hasta 1777), capaz de ajusticiar públicamente
por delito de blasfemia al jesuita Gabriel Malagrida, que se aponía a su plan
de reconstrucción de Lisboa después del terremoto de 1755, y de expulsar de
Portugal y sus colonias a los jesuitas por entorpecer su labor de
modernización.
Evidente también que ningún Borbón ha tenido, ni de cerca,
la capacidad intelectual de Federico el Grande de Prusia (1740-1786) quien
tenía como asesor a Voltaire con quien escribió el manual de política titulado “El
Antimaquiavelo”, en el que se afirmaba que ”el fin último de todo buen
gobernante ilustrado debía ser procurar el bien infinito a sus ciudadanos”. Sin
embargo, la nefasta influencia del fundamentalismo católico no es la única
explicación del subdesarrollo científico-técnico español. Todos conocemos
eminentes pensadores italianos y polacos que en un entorno religioso semejante
al español fueron capaces de proponer explicaciones científicas a fenómenos que
estaban considerados por el catolicismo como dogmas de fe. El caso de Galileo Galilei
no es el único.
¿Qué diferencia el caso español del italiano o el polaco? La
diferencia reside precisamente en la búsqueda de “El Dorado”. En el proceso de
acumulación capitalista español estuvo presente la búsqueda de metales nobles
como la plata y el oro que se extraían con facilidad de las minas de Potosí
(Bolivia) y del Virreinato de Nueva Granada (Colombia, Ecuador, Panamá y
Venezuela), principalmente; sin que para ello fuera necesario un gran
desarrollo científico-técnico. Por el contrario, la mayoría de las manufacturas
que se exportaron desde Cádiz hacia la América Hispana
eran británicas.
El modelo era simple: se extraían oro y plata de las minas
de las Colonias para así apoyar el “pacto de familia” de los Borbones,
construir palacios e iglesias formidables mientras que la agricultura, la
ganadería, la incipiente industria y el comercio con los países del
Mediterráneo languidecía y la hambruna era habitual entre los ciudadanos de
estos monarcas no ilustrados. La crisis
del 98 puso de manifiesto que ese modelo de acumulación capitalista ya no era
viable y que había que recuperar el mucho tiempo perdido.
No es hasta 1907 que en España se crea un organismo
encargado de promover la investigación y la educación científica, que pasó a
llamarse “Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas”, conocida
como JAE. Su primer Presidente fue D. Santiago Ramón y Cajal y desarrolló hasta
1939 un intenso programa de intercambio de profesores y alumnos y de becas para
estudiar en el extranjero (pensionados). Se rompía el aislamiento en que la depauperada ciencia
española se encontraba durante el siglo XIX, situación agudizada por la marcha de los mejores
científicos e ingenieros a Francia, dada su condición de “afrancesados”.
En ese contexto
histórico comenzó Blas Cabrera a hacer Física. Siendo ya catedrático de Electricidad y Magnetismo
de la Universidad de Madrid (1905) es pensionado por la JAE (1912), que
previamente le había nombrado director (1910) del Laboratorio de
Investigaciones Físicas, para visitar diferentes centros europeos. A su vuelta pone en práctica las nuevas
técnicas aprendidas y convierte el
Laboratorio que dirigía en un referente mundial en la medida de propiedades
magnéticas. Estamos en un momento clave de la Historia de la Física: el
conocimiento de las propiedades magnéticas de la materia iba a posibilitar años
después la aparición de sistemas de almacenamiento de datos (cintas y discos
magnéticos), de técnicas de uso médico (resonancia magnética nuclear) , de
trenes de alta velocidad, etc.
Blas Cabrera es el fundador de la Física experimental en
España, él que en su tesis doctoral sólo pudo utilizar libros dada la escasez
de medios experimentales. Entre 1910 y 1934 publicó ciento diez artículos, en
su mayoría sobre propiedades magnéticas de la materia. Algunas
de sus medidas siguen siendo las más precisas existentes en la actualidad. Realizó
una ingente labor de divulgación de las modernas teorías físicas y fue el
primero en entender y escribir un trabajo sobre la teoría de la relatividad en
1912. Probablemente fue él también quien promovió la concesión de una cátedra a
Albert Einstein en 1935 en la Universidad de Madrid y que éste aceptó. En 1923 Blas
Cabrera fue el anfitrión de Einstein en su visita a Madrid donde el físico
“apátrida” quedó gratamente impresionado por la ferviente acogida de un público
que poco sabía de sus revolucionarias teorías.
Blas Cabrera fue el primer físico español de prestigio
internacional. En 1928 fue elegido miembro de la Academia de Ciencias Francesa,
siendo Paul Langevin y Maurice de Broglie sus padrinos. Ese mismo año es
nombrado miembro de la
Sociedad Solvay a propuesta de Albert Einstein y Marie Curie.
En el histórico año de 1931 es nombrado Rector de la
Universidad de Madrid y un año después junto con Enric Moles y Miguel Catalán
inaugura el Instituto Nacional de Física y Química, que tanto hizo por impulsar
las ciencias experimentales en España, incorporando por primera vez mujeres a
sus programas de formación. Se habían sentado las bases para que España, por
primera vez desde el siglo XVI, contara con un sistema de ciencia con centros
bien dotados, maestros y discípulos.
La construcción de una sociedad moderna parecía ahora
posible mediante la socialización del conocimiento y el uso de la ciencia como
una fuerza productiva directa. Su actividad en esos años de efervescencia
democrática es frenética, en 1933 participa en la creación de la Universidad Internacional
de Verano de Santander, siendo nombrado al año siguiente su Rector. El golpe
militar de Franco le sorprende en Santander, desde donde pasa a Francia y
regresa a Madrid.
En
1937 es nombrado Secretario de la Oficina Internacional
de Pesos y Medidas en París y allí permanecería hasta 1941. Previamente había sido expulsado de la
Universidad de Madrid mediante una Orden Ministerial en febrero de 1939. La
entrada de las tropas fascistas alemanas en Paris y las presiones del gobierno
fascista español le obligan a dimitir de su puesto y exilarse en México.
Trabajó en la UNAM como profesor de Física Atómica y de Historia de la Física.
En
1944 asume la dirección de la revista Ciencia ,
editada por los científicos españoles exiliados; aquellos librepensadores que
habían osado romper los dogmas de la más rancia y retrógrada burguesía de
Europa.
D.
Blas Cabrera y Felipe murió en México en 1945, cabe imaginar que con la
amargura de ver cómo todos sus ideales democráticos y científicos eran
perseguidos por una de las dictaduras más sangrientas del mundo.
El desarrollo científico-técnico en España mediante la
socialización del conocimiento continua siendo una prioridad. Ahora más que
nunca cuando los gobiernos neoliberales de turno han reducido un 40 % la
inversión en investigación. Para la burguesía española la ciencia continua
siendo algo superfluo y hasta peligroso, su penúltimo “El Dorado” ha sido la
burbuja inmobiliaria.
Hay que cambiar de base.
Seminario “Otro Pensamiento es Posible”
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