miércoles, 15 de mayo de 2013

ARRANCÁNDOLE BESOS A LA HISTORIA


(Crónica de mi 4º viaje a la tierra liberada de Bolívar)
El título corresponde a un poemario escrito en la ciudad de Caracas, acontecido en 2003; algunos poemas ya han sido publicados en el blogs. El que pongo, ahora, a disposición de mis lectores y lectoras, fue escrito cuando ya había regresado a la ciudad del desamparo. Intenta resumir el impacto de todo lo vivido durante aquellos días pasados en la capital de la República Bolivariana de Venezuela.



ESCRIBIRLO SENCILLO, A PALO SECO
(A mis compatriotas venezolanos)

                        Si yo pudiera escribir "amor" sin que me temblara el pulso. Escribirlo sencillo, a palo seco, sin metáforas ni hipérboles hipócritas. Sin necesidad de retórica histórica o lingüística, sin miedo ni metafísica. Escribirlo sencillo, a palo seco, como cuando uno escribe su propio nombre o el nombre de su padre.
                        Sería un alivio. Sería una auténtica epopeya describir  las cosas por su nombre, sin distancias, sin fronteras.
                        Por no huirlo más lo acuno en la garganta y rebelde en ella anida y crece y me invade como una enredadera.
                        Está así presente en todos los sentidos, inconmensurable, indivisible, inabarcable, expansivo.
                        Mis ojos no pueden mirar sin sus colores.
                        Mis oídos no pueden escuchar sin su cadencia.
                        Mis labios no pueden degustar sin sus sabores.
                        Mi nariz no puede oler sin sus esencias.
                        Mi piel no puede ser ajena a sus dolores.
                       
                        Debería aprender a gritarlo, pregonera, perderle el miedo y someterlo con la espada certera de los besos.
                        Es peor mantenerlo clandestino mientras urde cómo derrotarme sin remedio. En cada esquina de la vida arroja sus volantes, sus panfletos, defiende su estrategia y consigue aliados que rompen el silencio.
                        Cuando lloro se ríe divertido mientras teje la madeja de los sueños; yo lo miro interrogante y sus respuestas son caricias que me envuelven con un velo.
                        Este amor "expósito" reclama ser nombrado por su nombre, a grito limpio, a palo seco.

                        En la ciudad del desamparo, a  7 de agosto de 2003.

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