(Escrito para El Otro País de Este Mundo)
Los
resultados de las elecciones al Parlamento Andaluz, celebradas el pasado 2 de
diciembre, son de sobra conocidos y han desatado un torrente de análisis para
poder explicarlos, que inciden en su trascendencia fuera del ámbito andaluz.
El resumen
de los resultados sería:
Participación: 58.65%, inferior al 63% de las celebradas
en 2015
Abstención: 41.35%, superior al 36% de las celebradas en
2015
Voto en blanco, 1.58% y voto nulo 2.20%
Votaron 3.691.859 electores y electoras
Se abstuvieron de hacerlo 2.602.546 electores y electoras
Obtuvieron
representación parlamentaria:
PSOE: 1.009.243 votos 27.95% 33 escaños
PP 749.275 20.75% 26
CS 659.631 18.27% 21
AA 584.040 16.18% 17
VOX 395.978 10.97% 12
Como colofón a estos resultados el día 18 de Enero de
2019 tomaba posesión de la Presidencia de la Junta de Andalucía Manuel Moreno
Bonilla, candidato del PP, con el apoyo de CS y VOX. Gran noticia para los
titulares: por primera vez, tras la II Restauración Borbónica, el PSOE era
desbancado de la Presidencia y del Gobierno de la Junta de Andalucía. Por este
motivo todos los analistas hablan de un “cambio de ciclo”; circunstancia
cierta, pero anunciada, que no ha ocurrido de la noche a la mañana. El PSOE
hace años perdió en las capitales de provincia y en las grandes ciudades de
Andalucía, lo cual significó el primer cambio profundo, ya que las ciudades
habían sido los bastiones de la “izquierda” históricamente. A lo que hay que
sumar que ya se vio obligado a gobernar en minoría tras las dos últimas
elecciones andaluzas, primero con IU y después con CS. Andalucía se suma así a
la tendencia de pérdida de influencia social y electoral en los que fueron sus
otros “nichos” (expresión de los tecnócratas), como es el caso de Catalunya.
¿FIN
DEL CACIQUISMO?
El caciquismo político ha tenido su expresión
contemporánea y máxima en la actuación del PSOE andaluz, que se ha comportado
como una poderosísima máquina de generación de clientelismo, nepotismo, reparto
de beneficios económicos condicionados a la “lealtad”, prebendas, etc.
Con el
“engordamiento” inoperante del aparato administrativo autonómico, hasta
convertirlo en mastodóntico, repartió trabajo en cantidades ingentes entre los
“suyos y allegados”. El modelo inundó la geografía andaluza de un extremo a
otro sin excepción. Los casos de corrupción más mediáticos, como el de los
ERES, expresan con nitidez la naturaleza del fenómeno.
Lo único que diferencia este nuevo caciquismo del
histórico es que no ha ido acompañado del turnismo; el poder ha sido
hegemonizado con mano de hierro por una sola fuerza política casi durante 40
años; las huellas de este monopólico ejercicio del poder tardarán lustros en
desaparecer; de aquí que, al margen del cambio de nomenclatura, debamos ser
escépticos antes los augurios de “cambio de ciclo”.
El singular tripartido que ha desbancando al PSOE y a la
sultana del poder y de Sevilla levanta banderas anticorrupción, achicamiento de
la administración, regeneración y auditorías externas, pero poco hará más allá
de cambiar unos gestores por otros, pues para eso gobiernan ellos ahora. Ni
tocarán las “agencias externas”, ni al resto de chiringuitos montados por el
PSOE para derivar servicios de la administración pública hacia el sector
privado, política liberal ideario también de las fuerzas del nuevo Gobierno;
como mucho, repetimos, habrá cambio de nombres y de algunos beneficiarios.
CRISIS
ECONÓMICA Y HARTAZGO
Se insiste en que los motivos del retroceso del PSOE en
Andalucía han sido principalmente la corrupción y el “autoritarismo” en la
gestión. No niego que estos aspectos
hayan tenido su influencia en el período último. Más creo que debemos aterrizar
sobre las condiciones objetivas, y la situación que atraviesa la clase obrera y
otros sectores populares andaluces; no por casualidad en casi todos los baremos
sociales se sigue a la cola del Estado. Sin ir más lejos un índice de paro del 24.4%, que asciende por encima del 58%, referido a
los sectores comprendidos entre los 20 y los 25 años (datos de la EPA). Será
por eso que el 80% de los jóvenes andaluces opine que tendrá que emigrar para
conseguir un empleo y que por primera vez en muchas generaciones, los jóvenes vivirán
en peores condiciones que sus padres. Un panorama desolador.
El impacto del modelo de integración a la CEE, primero, y
a la UE, después, exigieron el sacrificio de sectores e industrias fuertes como
la naval o la automotriz, de alta cualificación y estabilidad de mano de obra;
la petroquímica, la minería, la industria de fertilizantes, etc. Las sucesivas
reformas dentro de la PAC (Política Agraria Común), han concentrado las ayudas
fabulosas recibidas en manos de los grandes propietarios: viejas castas
latifundistas y nuevos grandes propietarios; sin que ningún Gobierno del PSOE
haya ni tan siquiera intentado que se aplique la “Ley de Impuesto sobre la
Tierra”, que fue presentada como una gran conquista política y social y está
impresa en el Estatuto. Mientras se generaban dos focos de acumulación salvaje
de capital, basados en la superexplotación de la mano de obra emigrante: los
cultivos tempranos bajo plástico o no.
Como andaluza he escuchado muchas veces aquello de “se
han hecho muchas cosas, Andalucía está desconocida”… en fin, sería inviable
pensar que en casi 40 años las cosas no cambiaran nada… sería inconcebible que
siguiéramos sin agua potable ni saneamientos en poblaciones rurales distantes
apenas 20 kilómetros de la capital de provincia, sobre todo teniendo en cuenta
las extraordinarias cantidades de recursos recibidos de la Unión Europea en sus
distintas etapas de formación. Por mucho que hayan robado. Es un discurso
demagógico y reaccionario.
La constatación real, nos guste o no, es que seguimos
siendo la cola del tren de España y de Europa, y que nuestro presente y nuestro
futuro sigue marcado por dos constantes típicas del subdesarrollo: que debemos
seguir emigrando y que nuestra única materia prima generadora de riqueza es el
sol y el turismo (principalmente bares y chiringuitos; los tours operadores
extranjeros se llevan el grueso del pastel). Así lo dispusieron las oligarquías
y, hasta ahora, nadie ha conseguido vencerles el pulso. Pasado el boom del
ladrillo e instalada la crisis, muchas ilusiones y perversiones ideológicas se
han desvanecido. La confrontación entre la Andalucía “oficial” (la de Canal
Sur) y la real (paro, precariedad en el empleo y los servicios, falta de
perspectivas, etc.), ha generado un hartazgo sin precedentes, que explica la
abstención y la victoria de la derecha más recalcitrante; al ser incapaz la
izquierda de presentar un proyecto con alternativas
reales que exigen compromisos, pues nada se podrá cambiar sin cambiar las
estructuras de fondo… y ahí nuestra izquierda se caga.
LAS
ELECCIONES ANDALUZAS EN SU CONTEXTO
Que corren malos tiempos para la lírica es conocido
también. La ola de derechización y surgimiento de organizaciones fascistas y
neonazis que rozan o participan ya del poder en Europa es una realidad, al
mismo tiempo que se desploma la influencia de la socialdemocracia. Es el efecto
de la crisis económica y de las secuelas de las “primaveras árabes” (que ya
casi nadie se atreve a aplaudir).
Más cerca de nuestra casa, la situación catalana ha
incidido de forma directa sobre la derechización (no sólo de la derecha) sino
en general de todos los partidos del sistema; jugando Susanita un papel
mezquino e irresponsable al posicionarse en su pugna contra Sánchez en un lugar
difícil de ser distinguido de la derecha más españolista.
Imposibilitando la
primera moción de censura, que de prosperar hubiese supuesto un acercamiento a
las fuerzas del independentismo, y un previsible futuro menos convulso;
pactando con CS en Andalucía, disputando la Secretaria General a Sánchez, etc.,
ha quemado todas las velas, que soplaban “varones” y demás bribones, para inmolar a SU partido (para Susanita todo era SUYO, ha sido terrible aguantar todos estos años el discurso de MI, MI, YO, YO…).
Comienza ahora el discurso del miedo por el ascenso de
VOX y el pacto tripartito de las ultraderechas. El voto de Vox ya ha sido
analizado: se trata de un voto de mediana edad, de derechas de toda la vida, de
ingresos altos; un voto urbano, en el que destaca un 50% de mujeres y sólo un
2% de jóvenes, y un buen nivel de formación.
El tema sería ahora estudiar el por qué del
fraccionamiento y posterior reagrupamiento del voto ultraconservador y cómo van
a influir estos dos fenómenos en los procesos electorales que se avecinan; y
qué consecuencias pueden tener. En el tema de género ya hemos visto una
muestra.
Ahora bien, engañaremos de nuevo a la gente si planteamos
que VOX es el fascismo de los años 30, el falangista con cinto de cuero negro y
pistola, por mucho que su estética y valores incivilizados nos los recuerden.
Los de VOX no son “nacionalsindicalistas”, su proyecto no es estatista ni paternalista
sino liberal al extremo: acabar con los restos del Estado del bienestar… y no
sabemos si también con la caridad como alternativa de sobrevivencia.
Voxiferan
y voxiferan exigiendo la expulsión de más de 60.000
inmigrantes no regularizados. Es pura comedia. Sólo pretenden precarizarlos y
superexplotarlos más. De sobra saben que estos inmigrantes mantienen la alta
productividad agrícola bajo los plásticos y que los “patriotas españoles” no
están dispuestos a comerse el mojón. Y disculpen la vulgaridad del lenguaje.
Roete Rojo
Muy buen artículo. Como este tendria que haber muchos
ResponderEliminarComo siempre impecable. Un abrazo
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