(Caracas,
1783//San Pedro Alejandrino, 1830)
Con motivo del 235 aniversario del nacimiento del Libertador,
el 24 de julio de este año, me encargaron redactara unas notas centradas en lo
que yo considerara el Bolívar-hombre. Lo hice a mi manera, es decir, desde mi
punto de vista; desde una visión de alguien como yo que se ha pasado más de
media vida aprendiendo cosas sobre el Libertador y amándolo profundamente.
Evité en las notas escritas fechas y otros datos, dando por
supuesto que el receptor de las mismas de sobra debía saberlo. Y en cualquier
caso, quien quiera saber la fecha de la batalla de Ayacucho o la fecha de
redacción del Decreto a Muerte puede buscarlo en la más simple biografía en papel
o en la red.
El texto que ahora pueden leer en mi blogs tiene un redactado
más amplio y un formato algo distinto a las ideas básicas originales.
Como
cualquier hombre o mujer, de cualquier tiempo SIMÓN BOLÍVAR estuvo condicionado
por la coyuntura internacional en la que nació.
La época del que sería después “Libertador” estuvo marcada
por grandes acontecimientos que traspasaron sus lugares de
origen; en su biografía puede seguirse el rastro de la influencia de los
mismos.
Por supuesto que en el mundo estaban ocurriendo otras muchas
cosas que no tenían a Europa como centro, pero conociendo cuál fue el
desarrollo y la evolución del personaje en cuestión no se puede negar el
impacto de las que a continuación se citan:
1.- La publicación de L´Encyclopedie ou Dictionnaire raisonné
des sciencies, des arts y des métiers”, en Francia, entre 1751-177 2; cuyos
principales responsables fueron Denis Diderot y Jean Le Rond D´Alambert.
Las obras de la Ilustración francesa llegaban clandestinas al
resto del mundo occidental (y aledaños); en la mayoría de los casos de la mano
de las Logias Masónicas, organización de vocación internacional. Eran motivo de
debate en círculos cerrados, compuestos principalmente por sectores cultos de
las clases dominantes, sectores inconformistas, la minoría de profesionales
libres, etc. Las Logias jugaron un papel importante en el desarrollo del
movimiento independentista en la América Hispana.
2.- El triunfo de la Revolución Francesa en 1789; es decir,
la primera gran derrota de trascendencia mundial del Antiguo Régimen.
La burguesía ya había accedido al poder en otros países y con
anterioridad, sería el caso de Inglaterra, pero el radicalismo del proceso que
llevó a la toma de la Bastilla, la irrupción del llamado “Tercer Estado”; la
pasión y talla de sus principales mentores ideológicos y protagonistas
políticos. El paradigma de la guillotina, es decir, de la violencia
revolucionaria y toda la epopeya de las grandes movilizaciones que se
produjeron, etc., seguían impactando pasados los años y derrotado el impulso
revolucionario inicial.
3.- La Independencia de los EE.UU. de Norteamérica en 1783
después de una terrible guerra. Sería el aldabonazo: si la Revolución Francesa
había demostrado que la sociedad podía superar la servidumbre del Antiguo
Régimen, la Independencia de Norteamérica demostraba que las colonias también
podían romper definitivamente las cadenas que las sujetaban al mismo.
4.- La crisis del absolutismo borbónico en la metrópoli
española. Crisis global que se expresa a niveles políticos en la pugna entre
conservadores y liberales. Las nefastas figuras de Carlos IV y su hijo Fernando
VII no hacen más que precipitar los acontecimientos. Período de inestabilidad
política que estalla con la ocupación francesa, la guerra contra la ocupación
extranjera y la intervención inglesa en el conflicto.
Las Cortes de Cádiz escenifican el triunfo momentáneo del estrecho
ideológicamente liberalismo español (lo cual no quita que fueran tratados con
la máxima crueldad por el Antiguo Régimen); no hay repulsa de la Monarquía
Borbónica, sólo declaran al Rey supeditado a las Cortes; iniciada ya la lucha
independentista en la América Hispana, los liberales españoles tampoco
renuncian al colonialismo, sólo pretenden relaciones de igualdad (¿) con las
provincias de ultramar.
5.- La Independencia de Haití en enero de 1804, que además
declaró la abolición de la esclavitud. Rompiendo todos los paradigmas
anteriores.
Como
cualquier hombre o mujer, de cualquier tiempo, SIMÓN BOLÍVAR estuvo
condicionado por su origen de clase, por su origen familiar y lugar de
nacimiento.
No podemos entender este condicionamiento con criterio
determinista pero no cabe la menor duda de que en la formación y en el
desarrollo de la personalidad y el carácter son fundamentales.
Bolívar niño vivió en una familia mantuana con todos los
problemas resueltos pero, sin embargo, sería muy impactado por la presencia de
la enfermedad y la muerte a temprana
edad, para las cuales no existían remedios médicos. Seguro que estos acontecimientos
le hicieron muy sensible al dolor humano; lo que ahora diríamos “sensibilidad
social”.
Su relación con las esclavas que se cuidaron de atenderlo y
“sacarlo adelante” generó en el niño una corriente de afecto y solidaridad que
mantuvo hasta el último de sus días. Además de otros elementos de mayor calado
intelectual o filosófico, su lucha contra la esclavitud está anclada en estos
años de su niñez.
Tuvo mucha fortuna al no ser llevado a educar a un colegio
formal. La presencia del enciclopedista, librepensador y roussoniano, Simón
Rodríguez, como educador, maestro, responsable, y amigo cuando la edad permitió
relaciones de igualdad, fue de una influencia estratégica que puede rastrearse
en todas las facetas de la vida posterior del Libertador. Tener durante la
adolescencia un maestro de esta envergadura para el que tú eres un nuevo
“Emilio”, debe ser una experiencia apasionante. Por eso, Simón Rodríguez, que
va y viene en la vida de Bolívar, estará presente en todos los momentos
determinantes de su vida.
Río para mis adentros al imaginarme al niño mantuano yendo a
la casa de Simón Rodríguez, durante algún tiempo fue alumno-residente,
conviviendo con la prole del maestro. Aquella casa pobre, llena de niños y
niñas mal vestidos, un desorden total; la fábrica de hacer velas, cada quien a
su aire… ¡Un paraíso infantil perfecto!
Inteligente y sensible debió de sufrir con todos los
enfrentamientos que su condición de heredero, muertos padre y madre, generaron
en otros miembros de su familia. Como dicen en mi tierra, su hermana “tenía más
cara que un escaparate de muñecas”… y para qué hablar de su tío al que adoraba…A
pesar de lo cual siguió ayudándolos y soportándolos hasta el último día de su
vida.
Entiendo que esa orfandad le llevó a anhelar construir una
familia propia y, aparte del amor o la pasión, fue el proyecto que intentó sin
éxito con su primera y única esposa, Teresa. Su dolor y frustración por su
pronta muerte debieron ser tan fuertes que, sumados a otros requerimientos de
su posterior compromiso y responsabilidad, jamás volvió a intentarlo. No
sabemos qué hubiera pasado si Manuela Sáenz no hubiese sido una mujer casada o
el no hubiera sido el Libertador ni el Presidente de la Gran Colombia, ni otras
responsabilidades institucionales.
Dentro de este apartado que tiene que ver con los
condicionamientos de origen, merece la pena preguntarse cómo se enfrentó a la
contradicción “utopía-realidad”.
Bolívar vive la época del desbordamiento de la burguesía como clase hegemónica, ya sin el
lustre revolucionario y su impacto en las sociedades dependientes, como era la
colonial; se estaba gestando el orden imperialista. Pero su referente ideológico será el de la
burguesía revolucionaria (igualdad, libertad y fraternidad), trasplantado al
mundo colonial (el que él quiere transformar), atravesado por otras
contradicciones que por su momento histórico sólo puede intuir o ni eso; lo
cual, visto con perspectiva histórica, lo llevó en muchas ocasiones a un
callejón sin salida y, seguro, a mucho sufrimiento añadido.
Suelo citar con mucha frecuencia un poema de Roque Dalton que
explica a la perfección lo que quiero decir: “No pidas peras al olmo y, sobre
todo, no pidas peras en La Habana”.
Toda Revolución tiene que tener un referente utópico, en el
sentido de fijar objetivos ambiciosos que siempre se van ampliando.
No nos referimos a este sentimiento o compromiso estratégico
sino a la lucha entre realidad y utopía. Bolívar lo dejó reflejado de una
manera dramática en sus últimos pensamientos; su afirmación “Hemos estado
arando en el mar” o “al final la independencia es el único bien que nos queda”,
expresan esa contradicción.
Muy duras las afirmaciones pues debajo de ellas se
encontraban cientos de miles de muertos, niveles extremos de devastación, merma
de la población que en algunos países llegó, según estimaciones, entre muertes
y éxodos, al 40%.
La guerra, y sobre todo las primeras derrotas y el derrumbe
de la Iª República, le obligarían a la reflexión, a tomar determinaciones y a
entender parte de la realidad en la que
se desenvolvía.
La presencia del ejército de Boves, su composición social
popular, su odio a la causa de la Independencia y a los mantuanos que la
protagonizaban, debieron de impactarle y le impulsaron a profundizar el
referente emancipador, y no sólo independentista, dando un salto por encima de
su origen de clase y de su ideario burgués; la derrota de la Iª República y la
reflexión posterior radicalizaron su pensamiento y proyecto.
Otro momento de gran crudeza, ya irreversible, debió vivirla
cuando las mismas élites criollas que habían reclamado la presencia libertadora
de su ejército y le habían declarado todo tipo de honores, nada más darse la
vuelta, revertían leyes, perseguían y asesinaban a los verdaderos patriotas, y
se repartían las nuevas repúblicas en beneficio propio. Además de denunciar la
avaricia humana, ¿llegaría a tomar conciencia de las raíces profundas del
fracaso?
Cuando pensara en sus soldados debería romperse de dolor. Él
ya sabía que todos los esfuerzos y leyes realizados para garantizarles un
futuro digno, no se estaban respetando. Ese ejército que liberó a un
subcontinente y jamás fue un ejército de ocupación. Compuesto principalmente
por neogranadinos, hostigado y maltratado como si se tratara de una manada de
perros rabiosos… y Páez y otros caudillos usurpando las tierras…
No solo fue
un estratega militar sino un revolucionario completo
Hombre de profundísimas convicciones que tuvo la virtud de
proyectarlas al futuro. Un visionario: que se adelanta a su tiempo o tiene
visión de futuro. Destacamos: su profundo republicanismo, su confianza en el
desarrollo humano a través de la educación, su antiimperialismo y su defensa de la unidad
latinoamericana y caribeña. Proyectos cuya defensa le ocasionarían no pocos
enfrentamientos.
Un dirigente político capaz de impulsar pensamiento
alternativo: desde la “Carta Profética de Jamaica”, hasta su última carta en su
lecho de muerte, desarrolló un gran esfuerzo de comunicación, condensando lo
determinante en cada coyuntura, alentando a superar etapas en la guerra y en la
construcción de la nueva sociedad. La palabra como articulador y organizador
colectivo.
Representante diplomático en su juventud, políglota, redactor
de Constituciones, redactor infatigable de cartas, fundador de periódicos;
sorprende su capacidad que nos extenúa a los demás sólo de pensarlo…pues además
estaba enfermo, muy enfermo; la muerte lo perseguía desde la infancia y la
guerra desató en su estado de salud todos los demonios.
Un carácter
fuerte en un corazón sensible
Sin ese carácter fuerte que fue forjando desde la infancia no
se podría entender cómo afrontó todas las dificultades (“El hombre de las
dificultades”).
Que no te acompleje la enfermedad desde la infancia ni la
sombra de la muerte.
Hacer de la derrota un aliciente para seguir luchando. “La
única batalla que se pierde es la que no se da”. Sus coetáneos, colaboradores,
amigos y enemigos no salían de la sorpresa; a veces pensaban que sencillamente
deliraba.
La guerra misma que fue una odisea y él siempre en la primera
línea; el primer soldado, cruzando los Andes mientras hombres y bestias caían
al vacío…cuando llegaban al altiplano, después de haber atravesado la
cordillera, el ejército colonial español huía despavorido ante el espectáculo
de aquellos hombres sin uniforme, desnutridos, peludos, fieros…
Un carácter fuerte para tomar decisiones difíciles. Decimos
esto y nos quedamos tan tranquilos pero habría que meterse en su pellejo:
abandonar todo su patrimonio y vida anterior; cómo vivió con el paso de los
años su posición frente a Miranda, cuando el derrumbe de la Iª República; qué
sintió al firmar “El Decreto a Muerte”; cómo viviría y cuánto no sufriría al
indultar a Santander después de no haber perdonado la vida a Piar; ya
derrotado, sin pasaporte y enfermo a muerte de cuerpo y de alma, difamado,
separado de Manuela, viendo cómo su proyecto de la Patria Grande era destrozado
por la oligarquía criolla,…de dónde sacó el valor para rechazar con el
pensamiento, conversaciones y escritos, todas las ofertas voluntariosas de que
volviera a Venezuela para encabezar la lucha contra Páez y contra Santander y
volver al sur, más al sur.
LEALTAD
¡Qué condición humana
tan difícil de mantener en una vida tan azarosa!
Lealtad a los principios, al pueblo, a los soldados, a los
esclavos, a los indígenas…lealtad hasta con aquellos que le cercenaban el
camino y le golpeaban a traición y por la espalda…Su correspondencia con
Santander, por ejemplo, es como para rajarse las venas.
Lealtad para con Hipólita y Matea, lealtad a su familia,
lealtad a Teresa, lealtad a Simón Rodríguez, lealtad a José Palacios, a Manuela
a quien prohibió le siguiera en su último viaje para evitarle el dolor de
acompañarlo en la muerte.
La muerte
de Sucre
Precipitó su ruina física y emocional. Su gran esperanza. A
quien quiso como al hijo que no tuvo, a quien reconoció los éxitos en el campo
de batalla y disfrutó como niño con sus victorias…nombrado Presidente del país
que llevaba su nombre y para el que había redactado la más idealista de las
Constituciones…asesinado en Berruecos, por la espalda, por cuatro asesinos a
sueldo de Obando…
SU MUERTE
Nadie puede decidir cómo nacer pero sí en cierta medida cómo
morir sin perder la dignidad.
La última carta del Libertador, así como otros escritos
dictados en su lecho de muerte, son UN
HOMENAJE A LA NATURALEZA HUMANA Y LA MÁS
IMPORTANTE BATALLA GANADA POR SIMÓN JOSÉ ANTONIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD BOLÍVAR
Y PALACIOS.
¡Colombianos!
Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba
antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonado mi fortuna y aun mi
tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiábais de mi
desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que
me es más sagrado: mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de
mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los
perdono.
Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer
la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la
consolidación de Colombia: todos deben trabajar por el bien inestimable de la
Unión. Los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la
anarquía; los Ministros del Santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los
militares empleando sus espadas en defensa de las garantías sociales.
Colombianos: Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi
muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré
tranquilo al sepulcro.
Hacienda de San Pedro de Alejandrino, en Santa Marta, a 10 de diciembre
de 1830
SIMÓN BOLÍVAR
Epílogo
personal
“El
socialismo es amor o no es nada”, dijo un viejo tupamaro uruguayo, a inicios de
los años 60, cuando aún no sabía ni que lo era.
“La
Revolución es amor o no es nada”,
podríamos generalizar.
Los últimos
pensamientos de Simón Bolívar son un ejemplo de ello.
Desde las
Montañas azules de le Vega de Granada, a 22 de julio de 2014
Roete Rojo
No hay comentarios:
Publicar un comentario