Con este
artículo sobre el profesor y científico republicano comienzo a darle contenido
a una de las “etiquetas” que en el blogs aún permanecían vacías, “Compañeros
Almas y más”.
La frase no es
mía, se debe a la sensibilidad y genialidad del payador uruguayo, Alfredo
Zitarrosa, quien la utilizó en un disco
grabado en la
República Oriental del Uruguay, en 1989, titulado “Sobre
Pájaros y Almas”, y en el que está acompañado por el guitarrista Numa. En la
Cara 2, en primer lugar aparece “Su Alma”, dedicado a un viejo comunista , del que
“todos sospechan tiene miles y miles de compañeros almas y más”.
Recomiendo la audición de este
disco, que no es fácil de encontrar y del que yo sepa, no se ha hecho versión
en disco compacto. Pero imagino y guardo la esperanza de que los más duchos en
el manejo de las nuevas tecnologías puedan acceder a él.
Pura poesía hablada y tocada,
resulta sobrecogedora la voz de Alfredo. Washington Benavides, en la
contraportada, lo califica de “testamento lírico”.
Además de
payador, y gran conocedor del folklore latinoamericano, Alfredo Zitarrosa tenía
una voz única por magnífica. De hecho, antes de dedicarse a la música, era conocido
por sus programas de radio como “la voz”. En este disco cualquiera puede
comprobar que es cierto todo lo que aquí escribo pues Alfredo ejerce
principalmente de narrador. En un disco donde se cuentan cuentos; todos, por su
lirismo y por estar basados en personajes y circunstancias reales provocan
fuertes emociones en el oyente.
Vaya,
pues, desde esta entradilla, mi homenaje sentido a quien fuera también
militante comunista y frenteamplista; quien al volver del exilio, pensando que
su gente lo habría olvidado y con fuertes penas internas por no haber sufrido
desde dentro del “paisito” las mismas resistencias y violencias que sus
paisanos (¡como si el exilio no hubiese sido para él el más terrible de los
tormentos!), quedó perplejo al ser recibido por una multitud en el aeropuerto
de Carrasco (Montevideo); muchedumbre que lo esperaba como a un héroe hermano y
que, poco tiempo después, llenó el Estadio Centenario para, tras una ovación
interminable, guardar un terrible silencio, para escuchar su amada y popular
voz. Inició su canto con “El violín de Becho”.
Todos deseamos
tener “miles y miles de compañeros almas y más” y, seguro, los tenemos. Sólo se
trata de reconstruir la trenza de las solidaridades, de sabernos comprometidos
en el mismo proyecto, generación tras generación. Intento explicarme: gracias a
mi compañero alma y más, Roque, he descubierto a otro compañero alma y más, a
Enrique Moles Ormella, quien me ha abierto la puerta para conocer a otros
tantos… casi hasta el infinito.
“La soledad son
cuatro mundos: el de la mentira, el de la vergüenza, el del miedo y el de la
soledad… ¡Quién pudiera amar después de roto! Alfredo Zitarrosa, en “De pájaros
y almas”.
¡Rompamos las
cadenas de la mentira, la vergüenza y el miedo! Y la de la soledad, se romperá
sola.
Volviendo al
artículo, su autor es el
profesor de la Universidad de Granada, Roque Hidalgo Álvarez ,
doctor en Ciencias Físicas, quien no deja de sorprenderse de la ingente tarea
que sus colegas republicanos desarrollaron incluso en condiciones de guerra. El
artículo ha sido publicado recientemente por El Otro País de Este Mundo.
La existencia de este sector de la
intelectualidad republicana es bastante desconocido incluso entre los
científicos de hoy; por eso el esfuerzo para “sacarlos” a la superficie y “ponerlos
a trabajar de nuevo”, está resultando una tarea grata e ingrata al mismo
tiempo. Grata por el descubrimiento de personalidades que lo dieron todo por un
proyecto colectivo y distinto de
sociedad, más libre, más culta y más justa; grata también por lo que supone de ampliación
numérica de compañeros almas y más. Ingrata por la constatación del olvido
obligado, primero por el terror del fascismo (y el miedo consiguiente) y luego
por la mentira (y la vergüenza
consiguiente) de la
Transacción Política Española , proceso que
ha intentado volvernos autistas o locos, aplastándonos en una soledad
demoledora, sin esperanzas.
Desde esta página animo al compañero
Roque para que siga sumando nombres, rostros y esfuerzos en la larga lista de
nuestros compañeros almas y más.
En la ciudad del desamparo
Roete Rojo
Hubo un tiempo en nuestro país en que la mayoría de los intelectuales y, muy especialmente médicos e investigadores, tenían un pensamiento progresista, es decir, defendían el progreso de su gente, de su pueblo. Un destacado miembro de esa intelectualidad progresista fue D. Enrique Moles Ormella.
D.
Enrique Moles Ormella:
Un científico brillante y comprometido con el pueblo.
Un científico brillante y comprometido con el pueblo.
Hubo un tiempo en nuestro país en que la mayoría de los intelectuales y, muy especialmente médicos e investigadores, tenían un pensamiento progresista, es decir, defendían el progreso de su gente, de su pueblo. Un destacado miembro de esa intelectualidad progresista fue D. Enrique Moles Ormella.
Enrique
Moles Ormella nació el 26 de agosto de 1883 en la Villa de Gracia (Barcelona).
Estudió Farmacia en la Universidad de Barcelona terminando sus estudios en 1905
con las máximas calificaciones.Posteriormente se trasladó a la Universidad
Central de Madrid donde obtuvo el grado de Doctor en Farmacia en 1906 (durante
muchos años la Universidad Central de Madrid, hoy Complutense, fue la única
Universidad española que podía otorgar el título de Doctor). Tras un breve
periodo como Auxiliar en la Facultad de Farmacia de Barcelona es pensionado por
la Junta de Ampliación de Estudios en varios ocasiones (1908-1910, 1912 y
1915-1917) y como producto de sus trabajos en el extranjero obtiene el grado de
Doctor en Física (Ginebra 1916) y en Química (Leipzig 1918). Así mismo obtiene
el grado de Doctor en Química en la Universidad de Madrid (1922). El profesor
Moles era capaz de hablar en castellano, catalán, francés, inglés, alemán,
italiano y entender el polaco y el ruso. Fue capaz de escribir 264 artículos
desde 1902 hasta 1953 y publicar uno en 1931 en la prestigiosa revista “Nature”
sobre la determinación del peso atómico del flúor.
Según
narra quien fuera su discípulo, el profesor Augusto Pérez-Vitoria(1),
el 12 de abril de 1927 se celebró en la Facultad de Farmacia de Madrid la
oposición para designar al catedrático de Química Inorgánica de la Facultad de
Ciencias de la Universidad de Madrid. Después de tres votaciones el tribunal decide por
unanimidad proponer a D. Enrique Moles. Los estudiantes presentes en la sala
estallan en aplausos, abucheos, vítores y hasta imprecaciones e insultos
de todas clases según fueran “molistas”
o “antimolistas”. Era una manifestación más de la tensión existente entre la
renovación y el inmovilismo imperantes esos años en la Universidad y sociedad
españolas. D. Enrique Moles contaba entonces con 40 años y era un simple
Auxiliar de Química Inorgánica cuando años antes la Universidad de Ginebra lo
había nombrado “Privant-Docent” y había
recibido invitaciones de las Universidades de Baltimore (EE.UU) y Zúrich para
ser profesor de Química Física. Como muchos científicos de su generación estaba
convencido de la necesidad de hacer buena ciencia en su país. Era la conciencia
que la Institución Libre de Enseñanza inculcó en muchos investigadores
españoles desde 1876 hasta 1939. En su caso y, muy probablemente por lo que
había podido vivir en Alemania, el profesor Moles estaba convencido de que el
desarrollo de la Química en España daría lugar también a un desarrollo económico
no visto hasta entonces.
El
6 de febrero de 1932 se inauguraba oficialmente el Instituto Nacional de Física
y Química(I.N.F.Q.). Este Instituto de investigación era más conocido por “el
Rockefeller”, pues su construcción fue posible gracias a la financiación
recibida años atrás por la Fundación Rockefeller. El profesor Moles estuvo
encargado de la sección de Química Física y siempre fue un ferviente defensor
de la enseñanza práctica de la Química, siendo vocal del Instituto
del Material Científico, organismo creado por el Estado para dotar a los
centros de enseñanza e investigación de instrumentación científica.
En
su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias el 28 de marzo de 1934, el
profesor Moles afirmaba “El enemigo fue siempre el mismo: la Administración y
la burocracia. Los mejores planes, las mejores intenciones, los propósitos más
ideales, quedan destrozados contra el muro inconmovible de la rutina”. El
proceso de acumulación del capitalismo español fue tan diferente al del resto
de Europa que no necesitó casi nunca de la ciencia para mejorar su
rentabilidad. El escaso interés que la burguesía española tuvo y continua
teniendo por el desarrollo científico-técnico
explica el escaso desarrollo industrial y la baja productividad de la
economía española, así como sus elevadísimas tasas de paro.
Investigadores como el profesor Moles intentaron a comienzo del siglo XX cambiar esa tendencia parasitaria de la Universidad y sociedad españolas pero fueron derrotados por los inmovilistas de siempre partidarios de un modelo que ya desde 1898 no era económicamente viable.
Investigadores como el profesor Moles intentaron a comienzo del siglo XX cambiar esa tendencia parasitaria de la Universidad y sociedad españolas pero fueron derrotados por los inmovilistas de siempre partidarios de un modelo que ya desde 1898 no era económicamente viable.
En
1936 se encargó de la dirección accidental del “Rockefeller” y más tarde fue
nombrado Director General de Pólvoras y Explosivos de la Subsecretaria de
Armamentos (que en ese momento dirigía D. Alejandro Otero Fernández quien era
catedrático de Ginecología y Obstetricia de la Universidad de Granada) en
Barcelona.
Una
muestra más del compromiso con su gente y el legítimo gobierno del Frente
Popular que había sido elegido democráticamente unos meses antes, lo constituye
su firma el 31 de octubre de 1936 del manifiesto titulado “Los intelectuales
españoles apelan a la conciencia internacional”, en respuesta al bombardeo que
unos días antes había sufrido Madrid por parte de la aviación fascista que
apoyaba al golpista general Franco. En
el mismo se decía, “Doloroso es para nosotros, españoles que sentimos la
dignidad de serlo, tener que proclamar ante nuestro país y ante el mundo que
hechos como éste, producidos sin objetivo militar ni finalidad combativa
alguna, simplemente por el sádico deseo de matar, colocan a quien los comete
fuera de toda categoría humana”.
El
7 de febrero de 1939, siguiendo las orientaciones del Gobierno de la República,
pasa a Francia, iniciando así el exilio, como el 50 % del profesorado
universitario español. Se trasladó a Paris y es nombrado “Maitre de Recherche”
del CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica);institución que
curiosamente fue impulsada por Jean Baptiste Perrin-Premio Nobel de Física en
1926-, cuando eraSubsecretario de Estado de Investigación en el Gobierno de
Léon Blum del Frente Popular, entre 1936
y 1937.
Su
trabajo en París le permite reiniciar sus investigaciones y disfrutar de una
posición estable en un contexto de reconocimiento internacional. No
obstante, en los primeros días de diciembre
de 1941 regresa a España y es detenido en la misma frontera y trasladado a la
prisión de Torrijos, de Madrid, sin que su hijo, que lo esperaba en la
frontera, pudiera ni siquiera verlo. Dos meses después se le dejó en libertad
provisional y, lleno de ilusión, inició las gestiones para reanudar sus
actividades investigadoras, motivo por el cual había decidido regresar a
España. Sin embargo, un grupo de universitarios putrefactos (termino utilizado por Federico García Lorca para
referirse a la peor burguesía que habitaba en Granada) logran mediante
acusaciones falsas que el profesor Moles fuera de nuevo detenido en la
madrugada del 12 al 13 de mayo de 1942 y encarcelado esta vez en la cárcel de
Porlier de Madrid. Como indica el gran novelista inglés Graham Green en su obra
“Monseñor Quijote”, en España la mejor gente ha estado alguna vez encarcelada.
El
28 de julio de 1942 un consejo de guerra condena al profesor Moles a doce años
y un día de prisión por auxilio a la rebelión militar, proponiendo el tribunal
que la pena fuera reducida a la de seis años y un día -lo que le hubiera
supuesto salir en libertad provisional-, pero disintió el auditor, que propuso
la pena de veinte años y un día por adhesión a la rebelión militar, y en su
caso pasó al Tribunal Supremo de Justicia Militar. El fiscal solicitó la pena
de muerte –sin que haya lugar a su conmutación-, aunque luego, en el curso de
la vista, la cambió por la de treinta años de reclusión, siendo el profesor
Moles condenado finalmente a la reclusión perpetua el 10 de mayo de 1943. Se
encarcelaba así a un profesor universitario de Química Física que había
recibido, entre otras muchas distinciones, El Premio Van’t Hoff, de la Academia
de Ciencias de Amsterdam (1927), el Premio Solvay, de la Academia de Ciencias
de Bruselas (1928); así como, las medallas: Lavoisier de la Sociedad de Química
de Francia (1937) , la Gran Cruz de la Orden de la República Española (1933) y
de Oficial de la Legión de Honor Francesa (1936) y era Vice-presidente de la
Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (I.U.P.A.C.). Aunque estos datos
son siempre difícil de comprobar es opinión muy generalizada que el profesor
Moles fue el introductor en España de la Química Física y está fuera de toda duda su
papel como dinamizador de la Sociedad Española de Química y de sus
publicaciones como los ya desaparecidos Anales de Química.
D.
Enrique Moles salió de prisión al cumplir los sesenta años después de más de
tres años de encarcelamiento efectivo. En cuanto fue puesto en libertad empezó
a trabajar, y siguió haciéndolo durante los últimos años de su vida, en los
laboratorios del Instituto de Biologíay Sueroterapia IBYS, de Madrid.
En
1951 decidieron que fueran cancelados todos sus antecedentes penales pero no se
le permitió reincorporarse a la Universidad.
En
la madrugada del 29 al 30 de marzo de 1953, fallecía el profesor Enrique Moles
en Madrid, víctima de una trombosis cerebral. Todos los putrefactos de dentro y fuera de la Universidad podían ya vivir
tranquilos.
En
conclusión, el profesor Moles fue persona de profundas convicciones
democráticas que le llevaron a apoyar en todo momento el proyecto de
modernización y avance social que representaba la IIª República, capaz de
escribir cinco artículos científicos durante su reclusión en las cárceles
franquistas. Por desgracia, la amnesia
impuesta primero y asumida después nos ha privado de conocer a todos
aquellos científicos que trabajaron duro para que España saliera del atraso
científico y social que siglos de dominación borbónica habían provocado, pero
que cobran actualidad ahora cuando necesitamos ejemplos de comportamiento y
compromiso éticocon el trabajo bien
hecho y la justicia social.
Bibliografía.
(1)
Enrique Moles: La vida y la obra de un químico español. Coordinador, Augusto
Pérez-Vitoria. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid,1985
Roque
Hidalgo Álvarez
Miembro
del Seminario
Otro
Pensamiento es Posible
de
la Universidad de Granada.
Artículo
enviado a publicar a “El Otro País de Este Mundo”
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