(Esta última parte de la entrevista tiene como contenido sacar algunas
conclusiones sobre la situación actual)
1.¿Se podría hacer alguna analogía entre la Transición y la situación
actual?
Yo prefiero pensar que todo lo que estamos viviendo ahora es la crisis de
ese modelo, su descomposición. Crisis a todos los niveles, pues la económica ha
evidenciado los límites también del modelo político e institucional. Utilizando
un símil, “la crisis económica ha desatado todos los diablos”.
Han cambiado muchas cosas desde los años 70. La misma composición de la
clase obrera, por ejemplo, ha sufrido una gran transformación. En todos los
años de las reconversiones industriales, los años del gobierno de Felipe
González, fue desapareciendo ese proletariado industrial, agrupado en
imponentes fábricas, explotaciones de yacimientos o polígonos industriales;
igual pasó con los cientos de miles de empleados de las empresas públicas de
todo tipo que fueron privatizadas.
Ahora por primera vez, desde la crisis que supuso la guerra y la
postguerra, los jóvenes vivirán peor, sustancialmente peor, que sus padres o
abuelos. Hecho que culturalmente es también de gran impacto y trascendencia. Lo
que llaman “el ascensor” social no sólo se ha detenido para millones de jóvenes
sino que los ha bajado al sótano y ahí se quedó parado.
Otro elemento que diferencia aquel período del actual es la crisis de
valores que ha vivido la sociedad española. Todas las injusticias y
arbitrariedades que la crisis pone de manifiesto han sido posibles, entre otras
cosas, por la gran hegemonía cultural que el modelo neoliberal consiguió en
amplísimos sectores de la
ciudadanía. El modelo consumista, individualista, el
aislamiento del individuo fuera de la clase a la que pertenece (me refiero a
las clases explotadas); el “todo vale”, la corrupción, la economía sumergida,
la apisonadora de los grandes medios de comunicación, como la TV , que han impuesto una escala
de valores (me gusta matizar, “antivalores”), en la que el esfuerzo, el
estudio, la solidaridad, han sido arrinconadas. Son elementos muy preocupantes
pues el cambio, como todos los cambios, tendrá que partir de lo viejo para
parir lo nuevo.
De otras partes de la entrevista se desprende también que la crisis nos
encuentra en una situación de desvertebración social impresionante. Ya no
existen aquellas formidables organizaciones sindicales que paralizaban un
polígono industrial completo en solidaridad con los trabajadores de determinada
empresa; ni qué decir de las organizaciones estudiantiles capaces de hacer
llamamientos a huelga general que afectaban a todos los distritos
universitarios del Estado y se mantenía durante semanas o meses; o las potentes
Asociaciones Vecinales quienes trabajaban día a día, en sus barrios,
organizando a las vecinas y vecinos para defender sus derechos sociales y una
mejor calidad del vida. Este es otro handicap al que se deberá hacer frente.
2. ¿Qué piensas cuando oímos hablar de que “lo que se necesita es una
segunda Transición”?, ¿A qué piensas que se refieren?
Creo que sienten como peligrosa la situación de inestabilidad en la que
vivimos y buscan otro gran pacto político y social para mantener sus intereses.
Bueno, creo que lo tienen difícil, entre otras cosas porque este país no está saliendo
de un período largo de cierto aislamiento internacional, como en los 70, sino
que está atado a sus compromisos como miembro de la Unión Europea y
fuertemente militarizado por su pertenencia a la OTAN y por las bases
norteamericanas. La pérdida de soberanía ha sido extraordinaria; creo que
tienen poco que ofrecer en una pretendida negociación.
Difícil también porque la crisis está arrastrando con ella a la
credibilidad del sistema, de sus instituciones, poderes y castas.
3. ¿Ves algún partido que pueda tener potencialmente el apoyo popular que
tuvo el PCE?
Yo, de momento, no veo nada. Literal. Busco explicaciones en la historia de
los pueblos y lo que encuentro es que en situaciones de crisis orgánica del
sistema, siempre, siempre, ha surgido un nuevo movimiento político. Las
“vanguardias” históricas, o bien han desaparecido o bien se han sumado a este
proceso o se han pasado al lado de la contrarrevolución. Es lo que pasó en
Rusia, en Cuba… lo que está ocurriendo en los países bolivarianos de América Latina.
Y los liderazgos, por cierto, también nacen de movimientos nuevos. Evo Morales,
antes de presentarse a las primeras elecciones en Bolivia, era un dirigente
sindical, bien arraigado entre los campesinos indígenas cultivadores de hoja de
coca. Hugo Chávez, respondía a un movimiento clandestino dentro del ejército,
con años de trabajo y de elaboración ideológica y política. Lula da Silva llegó
desde el movimiento sindical, en un país con una fuerte clase obrera. Si pienso
en estos ejemplos, y busco en la realidad española actual… sólo encuentro
silencios.
Últimamente ando seria, como ensimismada, dándole vueltas a todo lo que
estamos viviendo. El otro día, alguien en casa, planteaba el mismo
interrogante. Como si hubiese esperado la pregunta, contesté instintivamente: “la Historia nos arrollará”.
4. ¿Qué piensas de los nuevos movimientos alternativos en comparación con
los del 70? (15M, Toma del Congreso, etc)
Creo que son expresiones de distintos momentos históricos. Los movimientos
de los 70 estaban fuertemente politizados. Ahora hay una fuerte contestación a
la “política”, que no es lo mismo.
En los años 70, el sujeto máximo de organización y movilización era el
movimiento obrero. Creo que hoy en día ese sujeto determinante está bastante
ausente.
En la dictadura se construyeron fuertes organizaciones sociales que aunaban
la lucha de los trabajadores, de los estudiantes, de los vecinos y vecinas, de
las mujeres, etc. En la actualidad ningún sector tiene una fuerte organización,
y mucho menos una organización unitaria y democrática; y la alianza estratégica
está muy lejos desde mi punto de vista.
Los movimientos de los 70 tenían un fuerte contenido estratégico, producto
de la acción en su seno de los partidos revolucionarios. Creo que hoy ese
referente estratégico está diluido o es inexistente.
Pero al margen de estas diferencias, digo:
Cada generación tiene que construir su propio proyecto.
A pesar de todo, nosotros fuimos derrotados. No creo que estemos en
condiciones de dar una receta o de dar lecciones a nadie.
5. ¿Qué podríamos aplicar de lo aprendido en la Transición?
Lo fundamental es que el sistema exige de cambios profundos, si la salida
es un nuevo “maquillaje”, estamos
perdidos; lo cual no quiere decir que no puedan ser democráticos y pacíficos (dentro
de ciertos límites, pues las clases dominantes siempre defienden sus intereses
mediante todas las formas posibles). Las medias tintas sólo servirán para
agravar las contradicciones y el sufrimiento generalizado a largo plazo.
Este país viene postergando su proceso de modernización y depuración
democrática desde hace siglos. Ningún cambio será posible en el marco de la Monarquía Borbónica ,
que representa a la vieja alianza de clases entre la oligarquía de la tierra y
la oligarquía financiera, con sus aparatos represivos e ideológicos, Ejército e
Iglesia. Una estructura heredada del franquismo, retrógrada en el plano
interno, extremadamente centralista y sumisa ante las potencias exteriores.
Cuando los tenderos de mi barrio me cuentan cómo ven ellos la situación y
me preguntan, ante cada escándalo o ante cada medida antipopular, ¿y ahora
qué?, yo les digo: Ahora, dimisión del gobierno, nombramiento de un gobierno
provisional y convocatoria a Cortes Constituyente. ¡Y a empezar de 0 o de menos
10!
6. Luchábais por una Universidad Pública, Gratuita, Democrática y
Científica al servicio del Pueblo. ¿Qué importancia tuvieron esos requisitos?
¿Crees que la pérdida de este derecho social y la inminente privatización de la Educación son inevitables?
Pensábamos en otro modelo de sociedad; un modelo dependiente, rentista y
especulador, como el que consagró la Transición , no necesitaba esa Universidad
Pública, Gratuita, Democrática y Científica al servicio del Pueblo.
En contraposición, el impulso dado durante la
II República a la enseñanza y a la
educación en general, tenía que ver con el objetivo de modernizar y desarrollar
al país, hacerlo profundamente más democrático; el objetivo de “regenerar”
todas las estructuras retrógradas, atrasadas, feudalizantes. No existe sociedad
democrática sin una educación pública, universal, gratuita y de calidad para
todas y todos los ciudadanos y ciudadanas.
¿Qué están haciendo los gobiernos de izquierdas en América Latina? Pues
eso: invertir en educación pública y masiva, en la formación de técnicos y
profesionales, desbordando las viejas estructuras elitistas. Están
construyendo, pues, otra sociedad y esa “otra” sociedad, necesita el basamento
de la igualdad de oportunidades y la formación de la población para poder
conseguir los objetivos de desarrollo económico y social, de independencia y
soberanía.
Cualquier resquicio público, en la enseñanza o en cualquier otro sector,
puede ser privatizado, ¿por qué no? Ningún derecho que no se defienda puede
desaparecer.
7. Como luchadora social activa, ¿Qué mensaje le quieres transmitir a los
nuevos movimientos estudiantiles y sociales que emergen en el contexto actual?
Que busquen en la raíces del movimiento popular en nuestro país. Nada se
construye sobre la nada.
Creo , desde este punto de vista, que sin volver la mirada a
la experiencia de la II
República será difícil buscar un camino que nos identifique.
Buscar también en las décadas de lucha contra la dictadura fascista; la crisis
del sistema tiene cada día expresiones más autoritarias. Cierto que la Historia
no se repite pero no podemos actuar sin tener en cuenta las condiciones que se
están creando.
Que no desprecien el ámbito de lo político; los movimientos sociales pueden
resultar poca cosa sin una articulación de la política sobre nuevas bases.
Que hay que construir formas estables de organización, el riesgo de que
aparezcan expresiones dirigistas o patrimonialistas de las luchas es sólo eso,
un riesgo. Pero un riesgo que hay que correr mediante fórmulas cada día más
democráticas y abiertas, más participativas, más representativas.
Que huyan, como de la peste, del dogmatismo y del sectarismo. Sólo con una
política de alianzas amplia, respetuosa con las distintas expresiones de lucha,
tanto sociales como políticas, se podrá construir el nuevo Frente para combatir
al sistema capitalista.
Roete Rojo
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