La segunda parte de la
entrevista está dedicada al Movimiento Estudiantil Antifascista.Lo escrito a
continuación intenta reproducir el lenguaje hablado, propio de la entrevista
oral. En este mismo blogs pueden leer un artículo, “La Transición y el
Movimiento Estudiantil” (De la memoria fragmentada a las primeras conclusiones),
donde la experiencia está más sistematizada y se puede acudir a otras fuentes
de información y análisis.
1.¿Por qué se creó el
movimiento estudiantil antifascista?
Jóvenes de distintas
tendencias ideológicas, en su mayoría organizados políticamente, hicieron
frente a las estructuras autoritarias del fascismo dentro de la Universidad.
Quiero hacer una
aclaración: si podemos hablar de “movimiento” es porque se articuló una
organización de los estudiantes, sin organización no hay movimiento, habrá otra
cosa. Esta organización, claro, fue
distinta según cada generación y circunstancias, pero permitió la continuidad y
el acumulado de experiencias y luchas.
2. ¿Qué objetivos
pretendíais alcanzar?
Queríamos formar parte
del resto de movimientos que pretendían acabar con el fascismo, confrontándolo
dentro de la institución universitaria, que era el lugar en el que estábamos
como estudiantes. Pero la gran mayoría de los dirigentes estudiantiles en todas
las épocas, éramos además militantes políticos que defendíamos otros objetivos
estratégicos, como el socialismo.
En primer lugar se
planteaba la lucha por la democratización de la Universidad pero, claro, ese
objetivo no se podría conseguir en el marco de una sociedad autoritaria. El
programa de izquierdas y antifascista, dentro de la Universidad, se concretaba
en una plataforma reivindicativa que iba desde la participación democrática en
los órganos de gobierno, la lucha contra las leyes educativas que nos
afectaban, la defensa de una organización autónoma de los estudiantes, la
calidad de la enseñanza, la libertad para las compañeras y compañeros detenidos
o presos… hasta la condena a la intervención norteamericana en Vietnam, la
solidaridad con los obreros en lucha, etc.
3. ¿Qué actividades
recuerdas como más relevantes?
A mi me tocó vivir una
época como estudiante en la que ya el SDEU (Sindicato Democrático de
Estudiantes Universitarios), había sido derrotado. Los niveles de articulación
del movimiento estudiantil estaban muy en precario; como en tantas otras
ocasiones, copiamos del movimiento obrero y optamos por las Comisiones y las
Asambleas, siguiendo el modelo del movimiento de las Comisiones Obreras. De las
Asambleas surgían las distintas Comisiones, siendo compuestas por estudiantes
que voluntariamente se adscribían a ellas.
Durante toda la
trayectoria del movimiento estudiantil se vivía en una contradicción terrible y
peligrosa: realizábamos actividades y optábamos por formas de organización
democráticas, ¡en el contexto del fascismo! Estamos hablando, pues, de
actividades ilegales y penadas por la ley. Éramos, por tanto, extremadamente
vulnerables.
De la época de las
“Comisiones”, recuerdo con emoción, la Comisión de Información, que convocaba
reuniones abiertas donde se exponía una versión distinta de los
acontecimientos, se daba cuenta de las luchas en otros puntos del Estado, de
las vicisitudes de la guerra en Vietnam, etc. Recuerdo con mucha emoción el día
en que los yanquis se retiraban de Vietnam, fue una fiesta que celebramos en el
Aula 2, del edificio de Filosofía y Letras en la calle Puentezuelas.
Un grupo de estudiantes estaban pintando desde bien temprano,
sobre papel corrido, en el pasillo central, una gran pancarta que decía “Yankee
go home”… era la primera vez que yo podía leer esa consigna que tantas veces
había gritado… al verla escrita me di cuenta de que lo que gritábamos no era
“Yanki, cojón”.
Otra actividad que me
impactó fue el debate que se dio dentro de los estudiantes, en Asambleas a
todos los niveles, para decidir si se participaba en las elecciones previstas
por el Decreto Martínez Esteruelas; dicho decreto regulaba la elección de
representantes estudiantiles partiendo de las asambleas de curso pero con una
reglamentación muy rígida y dirigida. La pugna fue terrible entre los distintos
sectores ideológicos pues sólo el PCE defendía la participación, estando el
resto de organizaciones políticas en contra.
Al final en todos los
Distritos Universitarios del Estado se aprobó mayoritariamente utilizar el
Decreto y hasta las organizaciones políticas que habían sido contrarias,
presentaron a sus miembros a dichas elecciones. El Decreto se “desbordó”. Los
profesores nombrados por las autoridades académicas para dirigir el proceso en
cada aula no se atrevían a poner impedimentos a un desarrollo democrático
verdadero o, en otros casos, también estaban comprometidos con organizaciones
de izquierdas. Uno se presentaba en su curso, ¡defendiendo un programa
antifascista y radical! Era muy fácil para los aparatos represivos, por tanto,
descabezar periódicamente al movimiento, sólo con golpear a los representantes
democráticamente elegidos, estaban golpeando a la vanguardia política… ¡y
vuelta a empezar!
También fue impactante la
lucha por la amnistía, en el año 1976. La solidaridad con un obrero de Atarfe,
Antonio Jiménez Lorite, detenido cuando participaba en una manifestación
prohibida. Al final conseguimos que saliera en un par de días. Fue recibido en
una Asamblea de Distrito que se realizó en el crucero del Hospital Real.
4.¿Podrías describir el
modelo de Universidad de la época?
En función a lo expuesto, ¿Contra qué y
quienes lucharon?
La Universidad franquista
estaba, a principio de los años 70, en crisis total. El modelo vertical y
autoritario, debido a lo que llamaron la “masificación”, hacía aguas por todos
sitios. Su función de “reproductora de élites dominantes” cuestionada por la
irrupción de miles de estudiantes procedentes no sólo de las clases altas y de
los aparatos del régimen. El profesorado no numerario hacía de contrapeso
frente a los catedráticos franquistas; la represión existía pero aparecía ya
como algo externo a la Universidad, incluso las autoridades más reaccionarias
se cuidaban de que los estudiantes no los señalaran como responsables de la
misma.
Fue la época de los
“juicios de cátedra”, los estudiantes, bueno, la vanguardia, se levantaban
cuando los profesores fascistas estaban
dando sus clases y cuestionaban métodos y contenidos…
O sea, luchábamos contra
la Universidad elitista, reproductora de la ideología fascista, contra la falta
de libertad y participación democrática a todos los niveles; luchábamos por la
calidad de la enseñanza, por otro modelo de acceso a la docencia, por el
control democrático de programas y métodos de estudio, por una Universidad al
servicio del pueblo…
5.¿Que importancia tenía
el movimiento dentro de la Universidad?
Toda la importancia. No
sólo porque el “estamento” estudiantil era el mayoritario; también porque
éramos jóvenes y, por tanto, con mayores inquietudes y más alejados de la
ideología y práctica del régimen. Éramos, si sirve la comparación, “las clases
populares” dentro de la Universidad, frente a la élite oligárquica que
conformaban los profesores fascistas y gran parte de las autoridades
académicas. Cualquier acción tenía, por tanto, gran impacto dentro y fuera de
los recintos universitarios. Era muy violento para el régimen que justo los
privilegiados se atrevieran a la revuelta y a la contestación. Se
dieron muchos “pulsos” que los estudiantes ganaron: acabaron con el SEU
(Sindicato de Estudiantes Universitarios, organización creada por el régimen
franquista; consiguiendo que los estudiantes antifascistas coparan los puestos
de representación), fastidiaron el proyecto de la Ley General de
Educación, consiguieron grandes alianzas con otros estamentos (aunque no
siempre fueran leales con el estudiantado), juntaron sus reivindicaciones a las
del movimiento obrero y ciudadano; y otro aspecto que denota su importancia, en
momentos de gran represión contra el movimiento obrero y sus partidos, fueron
estudiantes los que asumieron la responsabilidad dentro de los “aparatos”
partidistas, lo cual costó mucha represión y sufrimientos.
6.¿Nos puedes relatar el
funcionamiento de las Asambleas de Facultad y Distrito?
Lo primero es que, según
el período, los convocantes fueron los representantes democráticos del SEU, los
representantes democráticos del SDEU; luego, las Comisiones y, por último, los
representantes democráticos elegidos a través del Decreto de Participación de
Martínez Esteruelas. Quiero decir que siempre existía un nivel de
representatividad y de legitimidad en las convocatorias. En dependencia de la
temática se convocaban Asambleas de Curso, de Facultad o de Distrito.
Generalmente, el proceso iba de abajo hacia arriba. La Asamblea de Distrito era
el resultado de toda esa movilización previa desde la base. Por supuesto eran
ilegales y podía pasar cualquier cosa en su desarrollo, o antes, o después.
Palacio de las Columnas. Sede Central de la Facultad de Filosofía y Letras de Granada, hasta el curso académico 1976-77. En él se celebró la derrota de los yankis en Vietnam. |
7.¿El gobierno de la
época normalmente prohibía las Asambleas?, ¿Aparecían normalmente los grises
(policías) a reventar un acto?, ¿Cuál era el procedimiento de actuación?
El gobierno no tenía que
prohibir nada puesto que todo estaba prohibido por Ley. En el período en que yo
fui estudiante no recuerdo ninguna Asamblea que fuera disuelta por la policía;
podían rodear el recinto donde se iba a celebrar y el problema era cómo salir
luego de allí. Como os podéis imaginar, la tensión que se vivía dentro era grande.
En años anteriores, la policía llegó a entrar a caballo para disolver reuniones
de estudiantes pero en mis años de Universidad, sólo vi a la policía a caballo,
persiguiéndonos en las calles.
Se prohibieron, eso sí,
muchas actividades culturales y conferencias. En estos casos, llegaba un
funcionario del Gobierno Civil con una orden… y la policía en la calle.
Cuando esto ocurría, se
pasaba la consigna de dirigirnos a otro centro académico para protestar por la
suspensión, o manifestarnos en la calle, lo cual siempre era un callejón sin
salida pues nos estaban esperando y éramos pocos los que asumíamos el riesgo.
Se hacían denuncias, posteriormente, ante los órganos de gobierno de la
Universidad, se hacían octavillas o carteles, etc., acciones ilegales que
podían conducirte al Tribunal de Orden Público si te pillaban “con las manos en
la masa”. Sobre los estudiantes siempre recaían las acusaciones de “propaganda
ilegal, organización ilícita y hasta sedición”.
8. ¿A qué te refieres
cuando hablas del “revisionismo histórico?, ¿Crees que la Transición que nos
quieren hacer, tan idílica, se corresponde con la real?
En la actualidad somos
participantes de otra derrota: el modelo de Transición. Por eso, como siempre,
desde el lado de los “ganadores”, los que consiguieron sus objetivos, se ha
hecho imprescindible reescribir la Historia, dar una visión falseada de los
acontecimientos, para fabricar una legitimidad que nunca tuvieron.
En relación al movimiento
estudiantil, el afeitado fue grande. Al parecer sólo fuimos jóvenes que
luchamos por la democratización de la Universidad y que luchamos por la
amnistía y dejamos un “legado” democrático.
Lo cual no sólo es perverso sino históricamente falso. La Transición no
fue idílica en ningún contexto, cerca de 200 muertos jalonaron su desarrollo “pacífico”,
entre ellos muchos estudiantes y jóvenes y, entre ellos, nuestro compañero
Javier Verdejo, estudiante de la Facultad de Ciencias de Granada, asesinado por
la Guardia Civil ,
en 1976. En realidad aspirábamos a otra Universidad y a otro mundo. En ese
sentido, fuimos derrotados. Del modelo de Universidad que pretendíamos no quedó
ni rastro y, lo que fue peor, la estrategia que habíamos defendida durante
décadas: la organización unitaria, democrática y representativa de los estudiantes,
desapareció.
9. ¿Por qué consideras
que el modelo de Universidad que proponíais implicaba otro modelo de sociedad?
Nosotros nos educamos
como luchadores del movimiento estudiantil estudiando un librito muy pequeño
pero esclarecedor de Manuel Sacristán Luzón, “Tres lecciones sobre la
Universidad”. La Universidad, desde su nacimiento ha sido “parte de los
aparatos ideológicos del Estado y ha tenido como función la reproducción de las
élites dominantes”. Ahí está la
clave. Si luchábamos por una Universidad Pública, Gratuita,
Democrática y Científica al Servicio del Pueblo, está claro que defendíamos
otro modelo de sociedad. En el capitalismo es imposible pensar en ese modelo de
Universidad.
10. ¿Qué modelo de
Universidad se pactó durante la Transición?
Como para el resto de los
aparatos del Estado, se promovieron reformas superficiales que le dieran un
barniz democrático. Pero, ¿qué entendemos por democracia? ¡Qué importa que los
y las estudiantes puedan votar, por ejemplo, mediante voto compensado a un
rector si la participación es del 5% al 10%! Perdimos la representación al tercio que
siempre habíamos defendido (profesores, estudiantes y personal no docente).
La Universidad nunca
llegó a ser gratuita, de hecho, la primera gran subida de tasas se produce en
plena Transición. Todo fue tergiversado. Se consolidó un sistema estamental,
que nada tiene que ver con los intereses sociales del pueblo. El tema de la
calidad y el control se eludió, olvidando la reivindicación histórica del
Contrato Laboral y el “Cuerpo Único de Enseñantes”. Permanecieron los números
clausus y se ampliaron a casi todas las licenciaturas.
Si el modelo de economía
para nuestro país que se diseñó y consolidó en la Transición, fue dependiente,
¿para qué necesitamos la producción científica? Para conformar a las élites
provinciales, se construyeron universidades en cada provincia, productoras de
licenciados sin salidas profesionales. Los Colegios Profesionales siguieron
imponiendo los números clausus en titulaciones de gran impacto social y
productivo como medicina, ingenierías, arquitectura, etc.
En base a una supuesta libertad
de sindicalización, el movimiento estudiantil perdió su tradición de una
organización unitaria, democrática, abierta, representativa y participativa.
11. ¿Quiénes fueron los
actores de dicho pacto? ¿Fue el aparato político, sindical o académico un
enemigo demasiado poderoso?
El pacto principal se
produjo entre los poderes fácticos del franquismo y las fuerzas democráticas,
con gran apoyo e intervención internacional. Aquí existen responsabilidades de
todos los tipos. Los movimientos sociales, incluido el obrero o el estudiantil,
solo fueron las víctimas. Una vez que ese Pacto fue explicitado, se fueron
generando muchas resistencias, pero a la postre, la derrota estaba servida. El
movimiento estudiantil era sin duda el más vulnerable ya que su base social se
renueva cada 4 ó 5 años.
En general, al inicio de la “Transacción Política ”,
a mi me parece más exacta esta denominación, el profesorado, por muy enquistadas
que estuvieran las castas fascistas en su seno, estaba incapacitado para llevar
la voz cantante en nada. Te dirían que estaban a la defensiva. El movimiento estudiantil
había conseguido la hegemonía ideológica y política y eso creaba determinada
correlación de fuerzas favorable para unos y desfavorable, claro, para los
sectores recalcitrantes. Hegemonía
significaba también capacidad de negociación; por ejemplo, algunos estudiantes nos
sentábamos a negociar las calificaciones de nuestras compañeras o compañeros
que habían sido detenidos o estaban presos. No podíamos consentir que alguien
perdiera una beca a causa de la represión. No pedíamos permiso a los profesores
para celebrar las Asambleas que siempre se realizaban en horas lectivas. Muchos
profesores tenían temor a ser señalados como fascistas por los estudiantes, que podían hacerlo en
una Asamblea, en un Claustro o empapelando de carteles una Facultad o todo el
Distrito.
Hubo un período
transitorio en que se conformaron los Claustros Constituyentes de los que
saldrían nuevos reglamentos democráticos;
el movimiento estudiantil consiguió la representación al tercio, los
profesores más reaccionarios o elitistas, quedaron en absoluta minoría entre
aquel tumulto de representantes estudiantiles y trabajadores no docentes. Pero
la ilusión duró poco: aquellos Reglamentos fueron revocados poco tiempo
después.
12. ¿Cuál fue el papel de
la mujer dentro del movimiento?, ¿qué peligros conllevaba la pertenencia al
movimiento siendo mujer?
Te hablo de los últimos
años del franquismo y la
Transición. El número de chicas en las Universidades había
aumentado y era ya muy significativo. Se daba la circunstancia, además, de que
la mayor parte del estudiantado venía de otras ciudades, con lo cual la
“libertad de acción”, frente a la tutela familiar, era grande. El papel de la
mujer fue determinante, al menos en la Universidad de Granada. Estoy siendo muy rigurosa al hacer estas
afirmaciones. Te diría que entre los dirigentes estudiantiles con mayor
credibilidad, cariño, respeto y representatividad, la mayoría eran mujeres. Creo
que lo peor para la militancia de la mujer en aquellas duras condiciones venía
del hecho de una posible detención: por lo que podía suponer dentro de su
familia y por las posibilidades de una mayor crueldad por el hecho de ser
mujer.¿Ejemplos? Imagínate, éramos chicas jóvenes, la mayoría tomábamos
anticonceptivos; al ser detenidas y desposeídas de nuestros objetos personales,
no podíamos tomar la píldora y a las 48 horas nos bajaba la menstruación. En
un calabozo, aislada, con las ropas manchadas de sangre, tenías que pedir
auxilio a un policía… Imagínate la vulnerabilidad ante la desnudez, si te
obligaban a ello como medida intimidatoria durante un interrogatorio… u otras
circunstancias más terribles o crueles.
13. ¿Cuáles fueron los
logros más importantes de los objetivos propuestos por el movimiento?
Si te refieres a logros
que trascendieran a nuestra propia historia… es muy difícil buscar la huella de
los movimientos derrotados. En aquel período tuvieron gran importancia: la
revolución cultural, en una sociedad fascistizada, machista y segregadora.
14. Según citas en
artículos que has escrito sobre el movimiento estudiantil, “Siempre me dolió e
indignó de manera especial la falta de interés por rescatar la memoria y
acumulado de luchas del movimiento estudiantil antifascista” ¿Qué aspectos
básicos crees que se deben rescatar?
En primer lugar, la memoria. Ahora se
están realizando esfuerzos en ese sentido, se están haciendo tesis doctorales,
algunas organizaciones sindicales también están haciendo algunos trabajos en
esa dirección.
El tema de fondo es que
los nuevos movimientos rechazan esa historia de manera, me atrevería a decir,
“primitiva”. Eso de que la historia se escribirá desde cero… es el triunfo del
liberalismo hasta niveles profundos, aunque no sean conscientes de tal
fenómeno, claro.
¿Rescatar? El compromiso
político y social. El esfuerzo sistemático para ganarse la confianza y el
crédito desde abajo. Antes, los dirigentes estudiantiles lo éramos porque desde
la base, desde nuestras aulas, nos habíamos ganado el prestigio y la confianza
de nuestros compañeros y nuestras compañeras. El esfuerzo por el estudio, el
compañerismo, la
solidaridad. Huir de la “autarquía”, defender una política de
alianzas amplia; sentirse parte de una Humanidad Doliente mucho más amplia.
Roete Rojo
A mis lectores y lectoras: disculpen que no haya sido editada aún la parte III de Antifranquismo y género; un problema tecnológico, que pretendo solucionar cuanto antes, me lo ha impedido. Un abrazo, desde la ciudad del desamparo, Roete Rojo
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