domingo, 15 de julio de 2012

EL VALOR DE LA ACCIÓN COLECTIVA EN LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA


(Entrevista al Doctor Jesús Peña Cedillo, publicada en El Otro País de Este Mundo)

A su paso por Granada tuvimos la oportunidad de entrevistar a Jesús Peña Cedillo, doctor en Ciencia Política, Magíster en Planificación del Desarrollo y Profesor Titular de la Universidad Simón Bolívar. Gran conocido entre las y los miembros, amigas y amigos de la Plataforma Simón Bolívar, de la que se siente parte al haber compartido su trabajo durante el año sabático en que residió en nuestra ciudad. Siempre que nos visita aprovechamos para implicarlo en alguna actividad, su rigor y compromiso nos garantiza un éxito seguro. Cuando está en Caracas sigue manteniendo lazos estrechos con la organización granadina, colaborando a través del teléfono con el programa radiofónico, “Por los caminos de la Patria Grande”, que dirige el periodista uruguayo, Rubens Punzo, granadino de adopción,  donde está considerado corresponsal permanente.
Jesús Peña es autor del libro Socialismo del Siglo XXI: Redes de Innovación Productiva. Un análisis económico y político, editado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la República Bolivariana de Venezuela, en 2006. Dicho libro adquirió una popularidad especial, al ser reivindicado por el Presidente, Hugo Chávez, en los actos oficiales de entrega de los Premios de Tecnología, a mediados de 2007. La edición, de circulación gratuita, se agotó inmediatamente y ahora se espera la aparición de la segunda edición.
Antes de realizar la entrevista tuvimos la oportunidad de leer el libro, fruto de un esfuerzo teórico y de campo de varios años. Uno de esos materiales para leer acompañados de libreta de notas y rotuladores.
P. ¿Cuáles son los objetivos que te propusiste a la hora de iniciar el trabajo que hoy vemos concretado en tu libro?
R. El primero de todos, facilitar una historia crítica del programa de Redes de Innovación Productiva, adelantado con distintos nombres desde el año 2001 por el Ministerio de Ciencia y Tecnología; historia destinada al aprendizaje y al impulso de la experiencia hasta ahora vivida. Y, en segundo lugar, realizar una modesta contribución a la discusión en curso acerca del significado y alcance del Socialismo del Siglo XXI, modelo de sociedad que se intenta construir desde el seno de la Revolución Bolivariana; incluyéndose el abordaje del problema crucial del valor-trabajo y del tipo de intercambios económicos que deberían ser característicos de esa nueva sociedad.
Ambos elementos se conjugan finalmente, intentando entender hasta dónde la experiencia de las Redes puede contribuir con el proyecto socialista en marcha y hasta dónde no.
P. Leyendo el libro se toma conciencia de la complejidad del asunto, los temas abordados van desde el análisis del modelo económico y social heredado, la valoración crítica de las corrientes de pensamiento y acción en el campo de la innovación tecnológica en las últimas décadas, la valoración crítica de las políticas públicas desarrolladas, la indagación sobre nuevos modelos...
R. Claro, hay que accionar sobre un terreno concreto, la realidad social en la que se pretenden los cambios. Para el caso venezolano, el modelo de desarrollo impulsado por la IV República provocó una deformación estructural que se expresó en la desproporción de los sectores económicos, una subutilización de la capacidad industrial instalada, una ocupación demográfica y una explotación de los recursos naturales totalmente desequilibrada. Un modelo basado en la renta petrolera y la casi absoluta dependencia de bienes y tecnologías foráneas, una economía de puerto con una alta participación del capital transnacional, etc.
Modelo usufructuado por una oligarquía parasitaria, fundada en el lucro, la apropiación individual de la riqueza, sin ningún compromiso social y que basaba su poder en la concentración y centralización de la propiedad... ¿Cómo pudo mantener este orden de cosas? Pues gracias a un Estado burocratizado e ineficiente que se caracterizaba por el clientelismo político y la corrupción; instalando un sistema de gobierno, que lejos de promover la participación de la ciudadanía la restringía hasta el punto de considerar necesario su persecución sociopolítica.
Digamos que cualquier intento de cambio en este panorama exige transformaciones de fondo que no sólo implican al modelo económico en sí; también hay que hacer frente a visiones tradicionales y utópicas referidas al papel de la ciencia y de la tecnología en el desarrollo. Recordemos que los patrones de conocimiento son parte medular de cualquier orden social. La distribución de la renta y el costo de los productos científico-tecnológicos descalifican las visiones optimistas sobre el acceso de las mayorías a esos avances, como si se tratase de un proceso más o menos natural. En la actualidad tenemos el ejemplo emblemático de la agricultura y la producción de alimentos...
La crítica no puede eludir la responsabilidad sobre nuestros propios desarrollos, de los modelos que se impulsan desde el área pública, sin una valoración crítica y comprometida con los objetivos estratégicos que se pretenden, podemos estar, en el mejor de los casos, dando palos de ciegos, cuando no reproduciendo propuestas del modelo a superar.
Frente a los modelos foráneos nosotros apostamos por un modelo de desarrollo endógeno como alternativa; un modelo productivo distinto, que busca el crecimiento desde adentro, colocando al ser humano como centro de atención en la estrategia de desarrollo, que se mete en las entrañas del pueblo para, respetando su cultura, aupar sus potencialidades y aprovechar los recursos que le son propios, no solamente los naturales sino, lo más importante, los humanos. Modelo, en definitiva, de características radicalmente distintas al heredado y cuyas características pueden encontrar en el capítulo 2 del libro.
P. Llama mucho la atención, en este sentido, que el propio concepto de “red” estuviese referido en un primer momento a un modelo de corte claramente capitalista...
R:El Programa de Redes de Cooperación Productiva, nombre inicial, se propuso desde un comienzo como un programa para crear a lo largo y ancho de Venezuela Clusters, esto es, aglomeraciones de actores económicos, con posibilidades de asociarse por su cercanía territorial y con capacidades para compartir conocimiento. Iniciativa originada en el Ministerio de Ciencia y Tecnología hacia el año 2001, con la intención de promover y crear parte de las condiciones requeridas para propiciar la transformación productiva del país. Está claro que fue pensada como una política tecnológica dirigida a la pequeña y media industria, para promover la asociación entre empresarios para compartir recursos y aprovechar oportunidades.
Pero la realidad tuvo una de esas pocas oportunidades que se le dan para imponerse ante los diseños de laboratorio. Los clusters se impulsaban a través del contacto directo con las diversas agrupaciones de pequeños y medianos productores. Este mecanismo más bien informal posibilitó, sin premeditarlo,  que la gran mayoría de las solicitudes terminaran proviniendo de unidades de producción campesina que consideraban que se había creado un mecanismo dirigido expresamente a la resolución de sus problemas, y fueron escasas las presentadas por la población objetivo del programa, las PYME.
El sustrato profundo de esa respuesta tan positiva en el campesinado venezolano provenía del hecho de que el programa despertaba valores asociativos y cooperativistas ya enraizados en ellos, a diferencia de la situación planteada en las PYME urbanas.
Como consecuencia, igualmente no planificada, se iban creando las condiciones para la conformación de “sistemas de innovación locales”, que incluían la participación de alcaldías, gobernaciones, universidades, centros de desarrollo tecnológico, organizaciones financieras, etc. Unos “protosistemas”, soporte para que las unidades productoras de bienes y servicios combinasen su experiencia productiva con el conocimiento científico-tecnológico y para que fuesen sostenibles en el tiempo.
La creación de la “Comisión Evaluadora del Programa de Redes de Cooperación Productiva (Clusters), abrió la puerta a una discusión más profunda de la orientación del Programa, tanto en su concepción general como en el estudio de cada uno de los clusters que se iban proponiendo.
Del concepto capitalista de competencia se iba caminando en el sentido venezolano de cooperación para superarse como sociedad.
El cambio más evidente fue el de renombrarlas como Redes de Innovación Productiva, lo que indicaba la voluntad de acabar con la concepción de los clusters.
El salto espectacular vivido por las Redes de Innovación Productiva durante el año 2005, se profundizó con el lanzamiento de la Misión Ciencia, en el seno de la cual las Redes fueron acogidas. Desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología se desarrolló un gran trabajo en su redefinición.
P. Imagino que existen datos concretos sobre la realidad de las Redes.
R. La experiencia ha sido muy amplia y verdaderamente extraordinaria en términos generales. Se cuenta con 600 Redes, que han conseguido un mejoramiento en cuanto a las actividades que realizaban y al nivel de vida de sus miembros y de la sociedad en la que están inmersas.
Por áreas temáticas encontramos, de mayor a menor,  agroproducción, ambiente, metrología y metalmecánica.
Las personas interesadas pueden acceder a los datos oficiales, pormenorizados en relación de múltiples aspectos,  a través del Ministerio de Ciencia y Tecnología,  del FONACIT, etc, o en el propio libro.
En la actualidad se plantean unas pautas de cambio, referidas a la necesidad de masificar la experiencia y de profundizar en la nueva concepción, lo cual implica aumentar la complejidad de la propuesta.
Hay que seguir indagando también en si lo que estamos haciendo conduce hacia una sociedad socialista en términos generales, qué desarrollos concretos, aceptando que han conducido a un mejoramiento de la calidad de vida, nos acercan o nos alejan del objetivo estratégico, etc.
P. ¿Y el Socialismo del Siglo XXI?  
R. Comprometerse en este debate planteado es una necesidad imperiosa. Quines afirman que se trata de una discusión retrógrada, a duras penas pueden ocultar, detrás del desprecio,  la incomodidad y el temor a que esté llegando la hora de que la propiedad social sobre los medios de producción se convierta nuevamente en la esperanza de los pueblos, aparentemente perdida para siempre con el naufragio del socialismo a finales del siglo XX.
En este aspecto hago mi aportación modesta para demostrar que, contrariamente, es el capitalismo quien ha demostrado pertinazmente su fracaso. Un sistema que actúa como una inmensa fábrica de pobreza y alienación, amenazando con su frenético devenir la pervivencia del género humano y del planeta que habita.
Desde mi punto de vista no se puede hacer tabla rasa con toda la complejidad de los proyectos emancipadores que se dieron en el pasado; eso sería tanto como despreciar el esfuerzo teórico y la experiencia práctica de multitud de generaciones que, en su momento histórico, decidieron que era posible otro mundo y volcaron toda su voluntad por construirlo, con errores y aciertos.
Nosotros estamos obligados a diseñar nuestro propio camino para superar la fase de construcción aleatoria e intuitiva que estamos transitando; lo conseguido hasta el día de hoy, que no es poco, no ha sido producto de ningún modelo acabado ni en la teoría ni en la práctica. Por eso es impostergable la discusión sustantiva acerca de lo que queremos.
Ante esta necesidad de definiciones más precisas aparece, propuesto directamente por el presidente Chávez, el concepto de Socialismo del siglo XXI. En otro arrebato de audacia y exigiéndonos a todos que contribuyamos a definirlo.
Mi primera contribución sistematizada a este llamado ocupa los últimos capítulos del libro. He querido comenzar la reflexión explicando lo que desde mi reflexión No es, o no debe ser,  el Socialismo del siglo XXI. Para abordar seguidamente algunos de los problemas que han de ser precisados si es que queremos conseguir el objetivo estratégico propuesto, a saber:  Poder y Democracia, Economía y Propiedad; el crucial problema del valor y de los mecanismos de intercambio, el tema del Poder Comunal como poder alternativo al existente. Y, por último, como creo debe ser la responsabilidad ética de cualquier investigador en el campo de la teoría y la práctica, plantear el papel de las Redes de Innovación Productiva ante el cambio estructural que se persigue, evaluar críticamente el comportamiento del sector en el que estoy participando.
P. Para finalizar, la pregunta más difícil, ¿cómo podemos acceder al libro?
R. Bueno, relativamente fácil de contestar: es casi imposible acceder al libro, quiero decir para vosotros... aunque también para nosotros. Incluso yo he tenido bastantes dificultades para traeros tres ejemplares...
La primera edición está agotada aunque esperamos que la segunda pueda estar próximamente a disposición del público en general. En cualquier caso, tengo el compromiso de tenerlo dentro de dos meses colgado en mi página web: www.cetid.org.ve

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