(Entrevista al Doctor Jesús Peña Cedillo, publicada en El Otro País de Este Mundo)
A su paso por
Granada tuvimos la oportunidad de entrevistar a Jesús Peña Cedillo, doctor en
Ciencia Política, Magíster en Planificación del Desarrollo y Profesor Titular
de la Universidad Simón Bolívar. Gran conocido entre las y los miembros, amigas
y amigos de la Plataforma Simón Bolívar, de la que se siente parte al haber
compartido su trabajo durante el año sabático en que residió en nuestra ciudad.
Siempre que nos visita aprovechamos para implicarlo en alguna actividad, su
rigor y compromiso nos garantiza un éxito seguro. Cuando está en Caracas sigue
manteniendo lazos estrechos con la organización granadina, colaborando a través
del teléfono con el programa radiofónico, “Por los caminos de la Patria
Grande”, que dirige el periodista uruguayo, Rubens Punzo, granadino de
adopción, donde está considerado
corresponsal permanente.
Jesús Peña es
autor del libro Socialismo del Siglo XXI: Redes de Innovación Productiva. Un
análisis económico y político, editado por el Ministerio de Ciencia y
Tecnología de la República Bolivariana de Venezuela, en 2006. Dicho libro
adquirió una popularidad especial, al ser reivindicado por el Presidente, Hugo
Chávez, en los actos oficiales de entrega de los Premios de Tecnología, a
mediados de 2007. La edición, de circulación gratuita, se agotó inmediatamente
y ahora se espera la aparición de la segunda edición.
Antes de realizar
la entrevista tuvimos la oportunidad de leer el libro, fruto de un esfuerzo
teórico y de campo de varios años. Uno de esos materiales para leer acompañados
de libreta de notas y rotuladores.
P. ¿Cuáles son
los objetivos que te propusiste a la hora de iniciar el trabajo que hoy vemos
concretado en tu libro?
R. El primero de
todos, facilitar una historia crítica del programa de Redes de Innovación
Productiva, adelantado con distintos nombres desde el año 2001 por el
Ministerio de Ciencia y Tecnología; historia destinada al aprendizaje y al
impulso de la experiencia hasta ahora vivida. Y, en segundo lugar, realizar una
modesta contribución a la discusión en curso acerca del significado y alcance
del Socialismo del Siglo XXI, modelo de sociedad que se intenta construir desde
el seno de la Revolución Bolivariana; incluyéndose el abordaje del problema
crucial del valor-trabajo y del tipo de intercambios económicos que deberían
ser característicos de esa nueva sociedad.
Ambos elementos
se conjugan finalmente, intentando entender hasta dónde la experiencia de las
Redes puede contribuir con el proyecto socialista en marcha y hasta dónde no.
P. Leyendo el
libro se toma conciencia de la complejidad del asunto, los temas abordados van
desde el análisis del modelo económico y social heredado, la valoración crítica
de las corrientes de pensamiento y acción en el campo de la innovación
tecnológica en las últimas décadas, la valoración crítica de las políticas
públicas desarrolladas, la indagación sobre nuevos modelos...
R. Claro, hay que
accionar sobre un terreno concreto, la realidad social en la que se pretenden
los cambios. Para el caso venezolano, el modelo de desarrollo impulsado por la
IV República provocó una deformación estructural que se expresó en la
desproporción de los sectores económicos, una subutilización de la capacidad
industrial instalada, una ocupación demográfica y una explotación de los
recursos naturales totalmente desequilibrada. Un modelo basado en la renta
petrolera y la casi absoluta dependencia de bienes y tecnologías foráneas, una
economía de puerto con una alta participación del capital transnacional, etc.
Modelo
usufructuado por una oligarquía parasitaria, fundada en el lucro, la
apropiación individual de la riqueza, sin ningún compromiso social y que basaba
su poder en la concentración y centralización de la propiedad... ¿Cómo pudo
mantener este orden de cosas? Pues gracias a un Estado burocratizado e
ineficiente que se caracterizaba por el clientelismo político y la corrupción;
instalando un sistema de gobierno, que lejos de promover la participación de la
ciudadanía la restringía hasta el punto de considerar necesario su persecución
sociopolítica.
Digamos que
cualquier intento de cambio en este panorama exige transformaciones de fondo
que no sólo implican al modelo económico en sí; también hay que hacer frente a
visiones tradicionales y utópicas referidas al papel de la ciencia y de la
tecnología en el desarrollo. Recordemos que los patrones de conocimiento son
parte medular de cualquier orden social. La distribución de la renta y el costo
de los productos científico-tecnológicos descalifican las visiones optimistas
sobre el acceso de las mayorías a esos avances, como si se tratase de un
proceso más o menos natural. En la actualidad tenemos el ejemplo emblemático de
la agricultura y la producción de alimentos...
La crítica no
puede eludir la responsabilidad sobre nuestros propios desarrollos, de los modelos
que se impulsan desde el área pública, sin una valoración crítica y
comprometida con los objetivos estratégicos que se pretenden, podemos estar, en
el mejor de los casos, dando palos de ciegos, cuando no reproduciendo
propuestas del modelo a superar.
Frente a los
modelos foráneos nosotros apostamos por un modelo de desarrollo endógeno como
alternativa; un modelo productivo distinto, que busca el crecimiento desde
adentro, colocando al ser humano como centro de atención en la estrategia de
desarrollo, que se mete en las entrañas del pueblo para, respetando su cultura,
aupar sus potencialidades y aprovechar los recursos que le son propios, no
solamente los naturales sino, lo más importante, los humanos. Modelo, en
definitiva, de características radicalmente distintas al heredado y cuyas
características pueden encontrar en el capítulo 2 del libro.
P. Llama mucho la
atención, en este sentido, que el propio concepto de “red” estuviese referido
en un primer momento a un modelo de corte claramente capitalista...
R:El Programa de
Redes de Cooperación Productiva, nombre inicial, se propuso desde un comienzo
como un programa para crear a lo largo y ancho de Venezuela Clusters, esto es,
aglomeraciones de actores económicos, con posibilidades de asociarse por su cercanía
territorial y con capacidades para compartir conocimiento. Iniciativa originada
en el Ministerio de Ciencia y Tecnología hacia el año 2001, con la intención de
promover y crear parte de las condiciones requeridas para propiciar la
transformación productiva del país. Está claro que fue pensada como una
política tecnológica dirigida a la pequeña y media industria, para promover la
asociación entre empresarios para compartir recursos y aprovechar
oportunidades.
Pero la realidad
tuvo una de esas pocas oportunidades que se le dan para imponerse ante los
diseños de laboratorio. Los clusters se impulsaban a través del contacto
directo con las diversas agrupaciones de pequeños y medianos productores. Este
mecanismo más bien informal posibilitó, sin premeditarlo, que la gran mayoría de las solicitudes
terminaran proviniendo de unidades de producción campesina que consideraban que
se había creado un mecanismo dirigido expresamente a la resolución de sus
problemas, y fueron escasas las presentadas por la población objetivo del
programa, las PYME.
El sustrato
profundo de esa respuesta tan positiva en el campesinado venezolano provenía
del hecho de que el programa despertaba valores asociativos y cooperativistas
ya enraizados en ellos, a diferencia de la situación planteada en las PYME
urbanas.
Como
consecuencia, igualmente no planificada, se iban creando las condiciones para
la conformación de “sistemas de innovación locales”, que incluían la
participación de alcaldías, gobernaciones, universidades, centros de desarrollo
tecnológico, organizaciones financieras, etc. Unos “protosistemas”, soporte
para que las unidades productoras de bienes y servicios combinasen su
experiencia productiva con el conocimiento científico-tecnológico y para que
fuesen sostenibles en el tiempo.
La creación de la
“Comisión Evaluadora del Programa de Redes de Cooperación Productiva
(Clusters), abrió la puerta a una discusión más profunda de la orientación del
Programa, tanto en su concepción general como en el estudio de cada uno de los
clusters que se iban proponiendo.
Del concepto
capitalista de competencia se iba caminando en el sentido venezolano de
cooperación para superarse como sociedad.
El cambio más
evidente fue el de renombrarlas como Redes de Innovación Productiva, lo que
indicaba la voluntad de acabar con la concepción de los clusters.
El salto
espectacular vivido por las Redes de Innovación Productiva durante el año 2005,
se profundizó con el lanzamiento de la Misión Ciencia, en el seno de la cual
las Redes fueron acogidas. Desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología se
desarrolló un gran trabajo en su redefinición.
P. Imagino que
existen datos concretos sobre la realidad de las Redes.
R. La experiencia
ha sido muy amplia y verdaderamente extraordinaria en términos generales. Se cuenta
con 600 Redes, que han conseguido un mejoramiento en cuanto a las actividades
que realizaban y al nivel de vida de sus miembros y de la sociedad en la que
están inmersas.
Por áreas
temáticas encontramos, de mayor a menor,
agroproducción, ambiente, metrología y metalmecánica.
Las personas
interesadas pueden acceder a los datos oficiales, pormenorizados en relación de
múltiples aspectos, a través del
Ministerio de Ciencia y Tecnología, del
FONACIT, etc, o en el propio libro.
En la actualidad
se plantean unas pautas de cambio, referidas a la necesidad de masificar la
experiencia y de profundizar en la nueva concepción, lo cual implica aumentar
la complejidad de la propuesta.
Hay que seguir
indagando también en si lo que estamos haciendo conduce hacia una sociedad
socialista en términos generales, qué desarrollos concretos, aceptando que han
conducido a un mejoramiento de la calidad de vida, nos acercan o nos alejan del
objetivo estratégico, etc.
P. ¿Y el
Socialismo del Siglo XXI?
R. Comprometerse
en este debate planteado es una necesidad imperiosa. Quines afirman que se
trata de una discusión retrógrada, a duras penas pueden ocultar, detrás del
desprecio, la incomodidad y el temor a
que esté llegando la hora de que la propiedad social sobre los medios de
producción se convierta nuevamente en la esperanza de los pueblos,
aparentemente perdida para siempre con el naufragio del socialismo a finales
del siglo XX.
En este aspecto
hago mi aportación modesta para demostrar que, contrariamente, es el
capitalismo quien ha demostrado pertinazmente su fracaso. Un sistema que actúa
como una inmensa fábrica de pobreza y alienación, amenazando con su frenético
devenir la pervivencia del género humano y del planeta que habita.
Desde mi punto de
vista no se puede hacer tabla rasa con toda la complejidad de los proyectos
emancipadores que se dieron en el pasado; eso sería tanto como despreciar el
esfuerzo teórico y la experiencia práctica de multitud de generaciones que, en
su momento histórico, decidieron que era posible otro mundo y volcaron toda su
voluntad por construirlo, con errores y aciertos.
Nosotros estamos
obligados a diseñar nuestro propio camino para superar la fase de construcción
aleatoria e intuitiva que estamos transitando; lo conseguido hasta el día de
hoy, que no es poco, no ha sido producto de ningún modelo acabado ni en la
teoría ni en la práctica. Por eso es impostergable la discusión sustantiva
acerca de lo que queremos.
Ante esta
necesidad de definiciones más precisas aparece, propuesto directamente por el
presidente Chávez, el concepto de Socialismo del siglo XXI. En otro arrebato de
audacia y exigiéndonos a todos que contribuyamos a definirlo.
Mi primera
contribución sistematizada a este llamado ocupa los últimos capítulos del libro.
He querido comenzar la reflexión explicando lo que desde mi reflexión No es, o
no debe ser, el Socialismo del siglo
XXI. Para abordar seguidamente algunos de los problemas que han de ser
precisados si es que queremos conseguir el objetivo estratégico propuesto, a
saber: Poder y Democracia, Economía y
Propiedad; el crucial problema del valor y de los mecanismos de intercambio, el
tema del Poder Comunal como poder alternativo al existente. Y, por último, como
creo debe ser la responsabilidad ética de cualquier investigador en el campo de
la teoría y la práctica, plantear el papel de las Redes de Innovación
Productiva ante el cambio estructural que se persigue, evaluar críticamente el
comportamiento del sector en el que estoy participando.
P. Para finalizar,
la pregunta más difícil, ¿cómo podemos acceder al libro?
R. Bueno,
relativamente fácil de contestar: es casi imposible acceder al libro, quiero
decir para vosotros... aunque también para nosotros. Incluso yo he tenido
bastantes dificultades para traeros tres ejemplares...
La primera
edición está agotada aunque esperamos que la segunda pueda estar próximamente a
disposición del público en general. En cualquier caso, tengo el compromiso de
tenerlo dentro de dos meses colgado en mi página web: www.cetid.org.ve
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