martes, 10 de enero de 2012

¿Por qué la ciudad del desamparo?

Con este artículo pretendo que las lectoras y los lectores de este blog comprendan por qué utilizo la expresión “ciudad del desamparo”.



FEDERICO Y LA CIUDAD DEL DESAMPARO
No es mi intención analizar en este artículo la obra de Federico García Lorca como poeta o dramaturgo. Mi intento pretende sólo un acercamiento al hombre granadino que Federico fue,  desde una visión que gracias a su grandeza universal hoy podemos calificar con rigurosidad como lorquiana.


¡Maldito año el de 1998! Aquel año en que, con motivo del centenario del nacimiento de Federico García Lorca, tuvimos que soportar de mala manera la operación de travestismo dirigida a fusilarlo de nuevo. Como aves de rapiña se dirigieron a su memoria, a nuestra memoria, con la mala intención de escribirla de nuevo. La memoria colectiva tan débil y apenas existente a punto estuvo de morir en el intento. Su muerte, la de Federico, fue un error. Este fue el mensaje más repetido y vindicado. En todas las guerras mueren inocentes, en todos los lados se cometieron excesos. Así, como por arte de magia, golpistas y demócratas acabaron en el mismo saco.
¡Qué atentado contra la verdad! Terrorismo histórico que pesa sobre nuestras cabezas, que pesa sobre la mía como una herida imposible de sanar. La muerte de Federico no fue un error sino expresión de una guerra a muerte contra la intelectualidad progresista y republicana. En Granada, la ciudad del desamparo (la expresión es mía), rodaron muchas cabezas que pensaban y actuaban en consecuencia. Durante las primeras semanas del “error” fueron fusilados el Rector de la Universidad, Prof. Vila, catedrático de Cultura Árabe, el director de la Escuela Normal de Magisterio, Prof. Escribano, el director del diario “El Defensor de Granada”, Ruiz Carnero, el Ingeniero Santa Cruz ... no casualmente Federico fue fusilado junto a un maestro del pueblecito de Pulianas, Dióscoro Galindo. En el Barranco, entre Víznar y Alfacar, viven clandestinos un número de cadáveres que no podrá ser ya cuantificado; la familia del cónsul de Inglaterra que habitaba en la subida a la Alhambra en aquellos años del “error”, a punto estuvo de enloquecer debido al permanente tránsito de camiones que cada noche, durante meses, era el preludio de los disparos contra las tapias del Cementerio de San José.
Junto a Federico yace, próxima a la fuente de Ainadamar, o de las lágrimas, una pequeña humanidad: un poeta, un maestro y dos banderilleros anarquistas. Un error al que los que no existimos calificamos de genocidio.

Un crimen que marcó a la intelectualidad progresista de todo el mundo

Nada más emocionante para una lorquiana de Granada que encontrarse en San Salvador, en 1996, asistiendo a un Seminario sobre Roque Dalton y que el acto de clausura consista en la lectura de dos elegías paralelas dedicadas a Federico y a Roque. Han pasado 60 años del crimen colectivo y la muerte del granadino universal sigue golpeando los corazones poéticos en todo el mundo. El simbolismo de su muerte como jinete apocalíptico llamó a todas las puertas y en todos los idiomas y ya nada volvió a ser igual para los poetas y tampoco para los pintores, escultores, músicos, actores, etc.
La vida transcurre para mí con Federico desde el primer amanecer de cada mañana; Federido-perseguidor, como he titulado a una foto suya que tengo colgada en la puerta del frigorífico, me acompaña cada momento de mi vida ; cuando viajo, dejo la ventana un poco abierta para que él pueda contemplar la luna-lunera-cascabelera; cualquier camino que recorra en Granada lo hago ensimismada en la conversación que ambos  establecemos en cada calle o en cada esquina ; cuando me ausento, sus libros y su mirada me acompañan sin remedio y, sin embargo, jamás pude aprender de memoria un largo poema suyo.
Es por eso que el corazón se derrumba cuando alguien muy distante geográficamente pero muy próximo emocionalmente, que me oye hablar de Federico, comienza a recitarme sus versos con amor, con afectación. Y cuenta cómo los aprendió, en qué década, en qué escuelita...
La otra mentira-terrorista pretende que Federico debe su fama y su prestigio al hecho de su trágica muerte. Sin embargo, en su viaje por América, en 1934, le aturdió la fama. En Montevideo, incluso, llegó a pasarlo mal pues no podía pasear sin verse permanentemente requerido. Pero la Granada-oligárquica que lo ejecutó sigue viviendo el sueño de los justos, de espaldas a la realidad y a la verdad. La ciudad del desamparo en la que se prohibió su nombre más que otros nombres sigue inventando leyendas para denigrar su memoria. Quisieron arrancarlo como a la mala hierba mas pasados 64 años del crimen, un joven poeta granadino, José Guerrero Guerrero, se preguntaba en un poema, sin saber que prestaba voz y palabra a Federico, dime tú, dónde me planto para seguir creciendo o seguir muriendo.

Granada, la ciudad del desamparo

Granada está condenada por su historia. Quiero decir que la existencia de una ciudad, su sentimentalidad, la visión que sus habitantes tienen de ella está determinada por su historia. El paraíso musulmán de Granada, como todos los paraísos punto y objetivo final, tuvo que ser no sólo destruido sino destruido como una violación, con saña, encarnizamiento, brutalidad, grosería, y bajeza por el nuevo poder político cristiano. Seguramente todos los tránsitos históricos han repetido este esquema y muchas ciudades sometidas con idéntico rigor.
No se trató sólo de instaurar una nueva institucionalidad, una clase dirigente más o menos diferenciada. Había que someter a Granada a una nueva cosmovisión, una nueva estética plagada de simbolismos. El respeto pretendido por las Capitulaciones de Santa Fe, en 1492,  fue sólo un engaño macabro. El nuevo poder era consciente de que mientras quedara un sólo elemento de la anterior sentimentalidad, la ciudad seguiría siendo patrimonio histórico de los vencidos, producto de la simbiosis de tres culturas. A sangre y fuego fue mancillada hasta el genocidio, a sangre y fuego fue sometida hasta el olvido, inaugurando su historia-negra que hasta nuestros días llega.
Alejada de los centros de decisión malvivió como si el tiempo se hubiese detenido en 1502, cuando el Cardenal Cisneros ordenara quemar en la plaza de Bibarambla los libros de las bibliotecas públicas y privadas de la ciudad. Aquella hoguera fue el símbolo de su radical decadencia, en ella ardieron también el desarrollo económico y comercial, la autonomía alimentaria, el esplendor de las artes y las manufacturas, el vitalismo de sus habitantes, la capacidad de superación; destruyó su capital financiero y su potencial humano dejándola ya, para siempre, anclada en la servidumbre de clérigos, leguleyos, militares y especuladores. Como si el tiempo se hubiese detenido en aquel macabro año de 1502, por ella no pasó ninguna revolución con capacidad para renovarla.
Curiosa guerra fría que viene prolongándose por más de cinco siglos porque ni siquiera esos quinientos años de hoguera permanente han podido erradicar  la belleza y el esplendor aplastante de un pasado que sigue haciéndose oír en el presente.  Y aunque quisieron borrarla literalmente del mapa sus cenizas parecen protegidas contra la obcecación de un olvido absoluto.

Yo creo que el ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío... del morisco, que todos llevamos dentro”(FGL)

Es la ciudad del desamparo en la que sus mejores hijos son sacrificados o condenados al abandono o al suicidio. Ángel Ganivet y Federico García Lorca, sus más genuinos representantes. El malditismo de Granada es difícil de definir; es algo así como una atracción fatal, un amor imposible, una pasión abrasadora hasta la inmolación, una melancolía que puede llevarte a la creación y la rebeldía pero que si consigue amarrarte se convierte en una maldición, en una perdición.
Granada puede ser amada como un descubrimiento, el que hicieran los románticos europeos en el siglo XIX , o adorada como una aparición por millones de turistas, o disfrutada por esa juventud universitaria bulliciosa que la escoge para ennoviarse con ella durante los mejores años de su vida. Pero amar a Granada y luchar por ella es auténtica obra de titanes. Federico fue el más grande titán de la historia granadina, siendo este hecho, desde mi modesto y subjetivo punto de emoción, lo que determinó su asesinato físico. Llevaba en el bolsillo, como decimos por aquí, todas las papeletas de la rifa.
No era un suicida, sólo un hombre consciente y consecuente el que, en junio de 1936, declaraba al diario madrileño El Sol, al ser pedida su opinión sobre la toma de Granada en 1492: Fue un momento malísimo, aunque digan lo contrario en las escuelas. Se perdieron una civilización admirable, una poesía, una astronomía, una arquitectura y una delicadeza únicas en el mundo, para dar paso a una ciudad pobre, acobardada; a una “tierra del chavico” donde se agita actualmente la peor burguesía de España”.
Sólo los sobrevivientes de la ciudad del desamparo podemos entender la valentía de esta declaración. El comportamiento de Federico fue siempre interpretado como una provocación por las élites de la ciudad, aunque no fuera esta la intención del poeta. Pero la Granada oligárquica y caciquil siempre lo tradujo en términos de provocación.
Fue una provocación que siendo su padre un importante propietario de tierras en la Vega, su hijo no se educara en uno de los tantos colegios religiosos a los que acudían los vástagos de la gente de bien. Fue una provocación reivindicar, aunque fuera con una visión romántica de la historia, la figura de Juana la Loca. Fue una provocación su relación fraternal con la gente humilde, campesinos y campesinas, con los gitanos y otras gentes de mal vivir. Fue una provocación la edición de la revista “El Gallo” en la que publicó el Manifiesto Surrealista Catalán; fue una provocación la guerra que compartió contra la élite decadente que se agrupaba alrededor de Centro Artístico, del que en buena lógica debería haber sido defensor, y conspirar junto al resto de intelectuales y artistas jóvenes agrupados en la tertulia “El Rinconcillo”, hasta la creación del Ateneo Literario, Científico y Artístico de Granada. Fue una provocación alejarse de Granada para realizar sus estudios en la Residencia de Estudiantes; fue una provocación el análisis sociológico que sus obras de teatro expresaban; fue una provocación su belleza, su alegría  y su éxito... no digamos su homosexualidad. Fue una provocación la dignificación que de la cultura popular hizo; fue una provocación  participar en la organización del Concurso  de Cante Jondo en 1922; fue una provocación lanzarse por los pueblos de España con el Teatro Universitario La Barraca; fue una provocación posicionarse con las ideas progresistas y republicanas. Y, sobre todo, fue una provocación irreparable ser un “desclasao”, el peor calificativo que alguien de su origen social puede recibir en la ciudad del desamparo.

Guarda para mí un sitio entre tus huesos

Entre tus huesos quiero descansar, Federico. Ningún lugar como ese para seguir escuchando el ritmo de las palabras, ningún lugar más propicio para el reencuentro de las manos heridas ya sin forma. Déjame llegar con mis salamanquesas a las cuencas vacías de tus ojos plenos. Déjame, convertida en pavesa, recorrer tu cuerpo de hombre sin dañarnos. Descansar junto a tí en el manantial de la metáfora. Perderme entre la tierra y los insectos que han sido tus alegres compañeros. Aprenderé a bordar para recrear tu silueta en silencio cuando llegue la hora del desamor, con hilos ocres y amarillos de hojas muertas, verde-raíz, gris metálico de agua ferrosa, azul presentido pero no divisado, de negro oscuro como boca de fusil traicionero, de rojo que inventaremos como juego de palabras.
Déjame, Federico, creer que después de lo definitivo-indefinido seguiré contando con el milagro de tus ojos narradores. Huyamos juntos, Federico... los niños seguirán cantando.




10 comentarios:

  1. Es muy bonito. Saludos. Julian

    ResponderEliminar
  2. Que maravilla! Muchas gracias
    Y que foto tan bonita de tu roete rojo!
    Te leeré

    ResponderEliminar
  3. Eres un fenómeno.
    Si el tamaño de letras fuera mayor
    lo podría leer mejor.
    Abrazos infinitos.

    ResponderEliminar
  4. Os ruego tolerancia puesto que el blog está en construcción. Gracias por vuestro aliento.
    Roete Rojo

    ResponderEliminar
  5. Muchas gracias por compartir tus pensamientos. Me emociona y gratifica mucho leer estas palabras tuyas tan necesarias en estos tiempos, para que nuestra historia real no quede en el olvido.
    Un escrito excelente. El análisis me parece buenísimo, debería enseñarse en todas las escuelas.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Se nota que conoces estupendamente el alma de una buena parte de Granada, además comentado de manera tan poética resulta más doloroso todavía. Todo el artículo es maravilloso pero me encanta la parte donde dice las provocaciones que realizó Federico en su vida a la burguesía granadina de su época.
    Enhorabuena por el texto y por el blog.
    Saludos republicanos!

    ResponderEliminar
  7. Excelente!!!!!
    Aunque no haya tenido el gran placer de conocerte, te aprecio y valoro mucho.
    Mi gran amigo el Dr. Jesús Ernesto Peña Cedillo me lo notificó.

    Desde Venezuela, San Antonio de los Altos
    Ana María Da Silva

    ResponderEliminar
  8. Amiga, me tienes encantada.

    Mil gracias por llevarnos de la mano por la historia, esa que no nos enseñan en la escuela.

    La historia, la vida real algo más que episodios...

    Buenas noches, ya es hora de ir a dormir.

    Un abrazo

    Rosarillo Terremoto

    ResponderEliminar
  9. hay que ver que si hay gente que pierde su tiempo hablando de conocimiento sin practica .
    que triste ..

    ResponderEliminar
  10. Lector o lectora: me gustaría poder decir algo sobre tu comentario pero, por desgracia, no entiendo lo que ha querido decirme. Siempre dispuesta a hablar sobre el tema, un saludo fraternal, roete rojo

    ResponderEliminar