sábado, 26 de agosto de 2017

VENEZUELA: LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE ES UNA AMENAZA PARA EL CAPITALISMO DOMINANTE


(Entrevista a Jesús Peña Cedillo, profesor de la Universidad Simón Bolívar de Venezuela)
Realizada para El Otro País de Este Mundo

P. Cuando el día 1 de Mayo, ante un pueblo volcado en las calles de Caracas, el presidente Nicolás Maduro anunció la convocatoria a Asamblea Nacional Constituyente (ANC), consideramos la propuesta como audaz pero arriesgada. En vista de todo lo ocurrido y de los extraordinarios resultados obtenidos, ¿Cómo valoraría a día de hoy la iniciativa?

Es necesario colocar en su contexto la propuesta de Asamblea Nacional Constituyente.  Recordemos que con la Constitución de 1999 (aprobada en votación popular, universal y secreta) surgieron  mecanismos para hacer realidad una democracia distinta, en la que el pueblo jugase un rol participativo y protagónico; rescatando sus esencias de equidad y justicia para las grandes mayorías. Entre esos mecanismos el más poderoso de todos es el de la ANC, una institución que permite entregar por completo el poder al pueblo para rehacer el Estado, reconstruir el marco legal y redactar una nueva Constitución (que debe ser refrendada por el voto popular). En 1999 se abrieron las puertas para que su convocatoria fuera expedita, sin mayores trabas (por parte del poder constituido), incluyendo diversas opciones de activación, entre otras la iniciativa presidencial. La convocatoria ha sido totalmente legal y legítima; el carácter plenipotenciario que asume la ANC es también una previsión de la Constitución venezolana. El pueblo toma el poder por encima de cualquier ente constituido y lo ejerce para resolver los grandes temas que le conciernen.

La revolución bolivariana ha sido desde sus prolegómenos allá por 1989,  expresión clara de la lucha de clases, no solo nacional en Venezuela, sino global; del enfrentamiento que los trabajadores y los pueblos sostienen contra el capitalismo, ahora en su versión imperial y neoliberal. La lucha de estos años en Venezuela y los planteamientos que se harán dentro de la ANC son una amenaza directa al modelo capitalista dominante; ya lo fueron en la constituyente de 1999, pero hoy en día más.

El contexto pone en su verdadera dimensión lo que este episodio “doméstico” representa en el marco global. EEUU, la Unión Europea, Australia, Japón y hasta el Vaticano y Marruecos, además de los regímenes latinoamericanos a neoliberales, han puesto el grito en el cielo y tomado acciones punitivas contra nuestro país. Del centenar de Asambleas Constituyentes que se han dado en el mundo en los últimos veinte años, ninguna ha merecido una ínfima parte de la repercusión política y mediática global de la nuestra.
Venezuela es hoy un campo de batalla global. La denominada ‘oposición venezolana’ no es ni un grupo político opositor a la usanza de los sistemas tradicionales, ni es venezolana en  sentido estricto: sin ningún tapujo responde solo a intereses de fuerzas extranjeras globales, pero dirigidas desde EEUU. La  declaración abierta del Jefe de la CIA de que está acordando con Colombia y México el cambio de gobierno en Venezuela y del propio Donald Trump amenazando con una acción militar, dibujan el panorama, sin necesidad de esperar cuarenta años para que se desclasifiquen documentos secretos.

Yendo al meollo de tu pregunta, no les debe extrañar si califico la convocatoria, elección e instalación  exitosa de la ANC como el movimiento político más audaz de toda la historia del bolivarianismo. Primero, porque se ha impulsado en un contexto de extrema debilidad, la mayor en los casi veinte años de Gobierno de la revolución;  marcado tanto por la  pérdida de casi dos tercios de la Asamblea Nacional, como por la inclemente guerra económica que ha sufrido el país por más de dos años y que incidió en dicha derrota electoral. Segundo, porque el Gobierno llevaba años, no solo con Maduro, desarrollando acciones sobre todo defensivas,  estancando la agenda de transformación profunda perfilada por el bolivarianismo.

El acoso extremo llevó al alto Gobierno a tomar, de una vez por todas, una iniciativa política de largo aliento, ante la perspectiva del desenlace sangriento procurado por la derecha, que se podía producir sin capacidad  electoral ni de calle para superarlo con éxito.

Para el primero de mayo la violencia se había establecido en las calles como respuesta ‘opositora’ a 10 meses de llamados  al diálogo por parte del Gobierno nacional, para tratar de poner fin al bloqueo económico diseñado contra el país por fuerzas internas e internacionales. El objetivo ‘político’ de la derecha no era conquistar el Gobierno a través de un proceso democrático, sino asaltar el poder violentamente para quedar sin ataduras para extirpar de raíz el chavismo, incluyendo su liquidación física.
Ese objetivo se expresaba con claridad en sus manifestaciones violentas (presentadas por los medios nacionales e internacionales como ‘pacíficas’) y en sus discursos de odio; con  extremos de agresión nunca vistos, incluyendo el linchamiento y quema de más de treinta personas por el solo hecho de parecerles chavistas, con la muerte de seis de esos atacados; agresiones físicas y verbales a personas en lugares públicos como parques, comercios o restaurantes de Venezuela, y el mundo entero,  por su pensamiento político, campaña organizada a nivel global. El ‘opositor’ común venezolano ha interiorizado ese odio hasta un punto tal  que en los pocos casos en que alguien se ha disculpado, aclaran que no lo hacen por el hecho en sí, sino porque la persona atacada no era chavista.

Estábamos ante una insurrección violenta de la oligarquía que habita Venezuela (apoyada con recursos extranjeros), con participación de parte de las capas medias, con  fuerte incidencia de delincuencia común y paramilitar; cuatro meses. Junto con el socavamiento institucional generado desde la AN opositora y en concordancia con la guerra económica, desabastecimientos inducidos,  especulación desenfrenada de precios y ataque implacable a la moneda nacional); todo ello acompañado de un aparente sentimiento general de desencanto del chavismo.

Los hechos violentos con víctimas mortales a diario, en su gran mayoría procuradas por el bando fascista; el efecto positivo que estaba teniendo el trabajo de reactivación de la moral del chavismo, mencionado en entrevista anterior, (dirigido principalmente por Diosdado Cabello); la fortaleza evidenciada por la alianza cívico-militar,  un liderazgo notable del general Padrino López al frente de las FANB, que evitó la más mínima fractura interna y, en definitiva, la confianza en que prevalecería la conciencia profunda del venezolano de a pie acerca del país que se quiere construir,  condujeron a una decisión muy atrevida por parte de Maduro, pero anhelada por muchos (esta u otra de igual calibre) para salir del marasmo paralizador y de un futuro aún más violento.

Los resultados no han podido ser más extraordinarios, si consideramos los efectos producidos en facetas tan importantes como:
a)      La reactivación plena en la calle y en la acción política del movimiento popular revolucionario, agrupado tras la idea de que la revolución, la paz y la soberanía del país merecen ser defendidas y ampliadas.
b)      La oportunidad para hacer en profundidad lo no hecho hasta ahora, incluyendo la rectificación de aquello que se ha desviado del camino; el reimpulso a la construcción del socialismo bolivariano y la conformación de un poder popular no subordinado a los poderes tradicionales.
c)      La derrota de la estrategia violenta del fascismo y el imperialismo gracias al accionar político democrático: la movilización y el voto popular.
d)      La puesta en evidencia de manera inequívoca del carácter de clase y antiimperialista, con alcance supranacional, de la lucha en curso.
e)      Lo indispensable que es en este tipo de batallas superar la cobardía política y retomar la iniciativa estratégica.
f)       La reapertura de la vía pacífica para la revolución, cuando ya se vislumbraba que solo por la acción violenta se podría defender lo ganado en las urnas (el gobierno nacional y el proyecto constitucional de 1999, irrespetado recurrentemente por la derecha).
g)      La activación de poderosas fuerzas regionales, principalmente en el ALBA y el CARICOM, alineadas con el proyecto socialista bolivariano; abriéndose nuevas alternativas de profundización de este ideario más allá de las fronteras venezolanas.
h)      La puesta por enésima vez en evidencia que quienes traicionan una revolución en este tipo de batallas, sea cual sea su excusa, terminan en brazos de la derecha y se hacen cómplices de sus esfuerzos violentos por acabar con las  alternativas al capital.
i)       El desenmascaramiento de la socialdemocracia y la ultraizquierda por igual, al  demostrarse de nuevo  –nacional e internacionalmente- que en su mayoría esos movimientos siempre se deslindarán con rapidez de cualquier revolución verdadera y se sumarán a quienes quieran asesinarla. Triste destino para muchos.
Al tiempo que el socialismo bolivariano ha retomado la iniciativa política y ha derrotado al fascismo y al imperialismo, confrontación que por supuesto continúa, se ha aclarado  el alcance real de la contienda que se da en tierras venezolanas; y de igual manera ahora son clarísimas las posiciones políticas, las estrategias en juego y las alternativas de lado y lado, con el jefe del imperio dando directamente la cara ante el fracaso de sus huestes locales.

Lo que percibimos como una enorme ampliación de nuestras oportunidades, no hace más que obligarnos a redoblar los esfuerzos, porque nada está garantizado, menos con la amenaza militar de EEUU al frente.

P. ¿Qué tipo de obstáculos han tenido que sortearse y cómo definiría el carácter de la oposición fascista en los meses transcurridos?

Obstáculos propios derivados de la pérdida de iniciativa política y la repetición de fórmulas ya gastadas, hasta la desconexión con el chavismo de base, pasando por el temor de echar gasolina al fuego si se tomaban medidas drásticas contra la violencia fascista, medidas comunes en países capitalistas desarrollados para defender la estabilidad del sistema. Hubo que superar esa parálisis y el descreimiento en nuestras propias fuerzas.

Ya en el proceso, la principal duda era si se podría recuperar la fidelidad perdida de parte del apoyo popular histórico del chavismo, que se abstuvo en 2015. Las votaciones se harían en un ambiente de sabotajes y ataques a las personas, lo que podría impedir el derecho al voto a importantes sectores de la población.
Todos los obstáculos se superaron con creces: se tomó con firmeza la decisión, se comunicó clara y ampliamente, con una campaña de altísima calidad política, moral, cultural y participativa; los niveles de incorporación popular en todas las fases fueron inesperados. En el acto de votación el chavismo logró el mayor número de votos de su historia, contando la votación indígena: alrededor de 8 millones y medio de votantes, que en una elección usual en Venezuela hubiesen representado más del 60% de los votos. La participación popular y el entusiasmo mostrado por la población acabaron de un solo tajo con las movilizaciones violentas de la oposición. El día posterior cambió radicalmente el ambiente que se respiraba en las calles de Venezuela: una sensación de alivio generalizado. La oposición quedó estupefacta, para a continuación dividirse en pedazos y quedar destrozado su instrumento aglutinador (MUD) indeciso ante los pasos a seguir.

La instalación de la ANC plenipotenciaria y la inmediata activación de los plazos para participar en las elecciones regionales previstas para diciembre, ahora adelantadas a octubre, han implicado para ellos más división,  desconcierto y  frustración de sus bases, que se creyeron a punto de tomar el poder y ahora se ven encaminadas a elecciones, reconociendo un Consejo Nacional Electoral que nunca se cansaron de vituperar. El involucramiento directo de muchos de los dirigentes opositores en graves actos delictivos durante estos meses de violencia, los hacen sujetos de la acción de la ley y muy probablemente serán inhabilitados (o llevados a prisión), ahora que la ANC ha puesto de nuevo en marcha los mecanismos regulares de justicia al acabar con la impunidad propiciada por la anterior Fiscal General de la República, quien estuvo actuando coaligada con los dirigentes del golpe fascista.

El carácter fascista, apátrida y pro-imperialista de la ‘oposición venezolana’ ya es inocultable, quedando en clara evidencia durante todos estos meses de violencia política, racista y de clase, y en sus descarados llamados a la intervención de potencias extranjeras en Venezuela; actitud que ya le habíamos visto en acontecimientos ocurridos en el 2002, 2004, 2013 y 2014.

P. Podemos afirmar que la campaña de desestabilización, cuyo objetivo no ha sido otro que quebrar la voluntad del Gobierno y del pueblo, haciendo inviable la ANC, ha fracasado. La extorsión internacional y la acción de bandas paramilitares en el interior han sido los elementos principales. Pero la guerra continua, ¿o no?

El objetivo inicial y permanente ha sido derrocar mediante un golpe cruento al Gobierno bolivariano, como paso previo al exterminio del chavismo. Al surgir la opción de la ANC la oposición golpista entendió que sería un golpe noble el que recibirían si se instalaba y por ello reenfocaron hacia ella sus baterías. En todos sus propósitos cambiantes han sido severamente derrotados. Pero, por supuesto, la guerra continúa y durará mientras la confrontación entre sistemas siga viva.

La Constituyente lo puso en juego todo. Si la oposición hubiese ganado esa contienda (decían que el 90% rechazaba a Maduro), todo el poder hubiese sido traspasado a una representación popular de ultra derecha. Para evitar esa posibilidad, se generaron espacios de movilización y participación sectorial y territorial que evitaban que la elección fuese tan solo una contienda entre partidos políticos (todo un acierto), además de poner en valor los enormes logros de esta revolución, criminalmente ocultados por la mediática internacional y local. Tuvimos la ayuda inestimable de la torpeza opositora. A pesar de su supuesta mayoría, decidieron no participar, como en las parlamentarias de 2005, apostando a la deslegitimación del proceso por inasistencia de los votantes. Y, como en 2005, se equivocaron.

Siguieron promoviendo  la violencia, incluyendo la amenaza directa contra quienes quisieran ir a votar, pero solo lo consiguieron en sus urbanizaciones opulentas, auto-encerrándose con sus barricadas y promoviendo que los guarimberos (contratados o no, delincuentes violentos al fin de cuentas) empezaran a atracarlos y a destruir sus propios bienes. El rechazo generalizado a estos acontecimientos hizo que su base social activista se retrajera y que incluso parte de ella votara para la ANC. Se hicieron un auténtico harakiri político.

Querían quebrar sicológicamente al chavismo y como resultado lo unieron y movilizaron; querían mostrarse tan fuertes a través de la violencia que el Gobierno solo podría optar por entregarse, y lograron su propia división y desmovilización.
Derrotados sus ejércitos locales, se mueve nuevamente al frente internacional, esta vez a través del jefe superior y sin intermediarios: Trump amenaza con intervención militar. Una muestra más de su derrota y desespero.

Sumemos la conformación de un débil y ya fracturado frente de 12 países de la OEA (una ‘inmensa minoría’ de sus 34 miembros) que siguen intentando hacer fuerza contra Venezuela, aunque hayan fracasado siempre en el seno del organismo. Su coalición es una descarada orden del imperio ya develada, no supuesta.

El escenario se completa con paramilitares infiltrados desde Colombia que no se han ido del país; también las bandas delincuenciales mercenarias utilizadas como bloque de choque por la derecha han quedado activas, ahora accionando a su buen saber y entender, bien apertrechadas con drogas, armas, dinero e impunidad. Y el cerco económico está igualmente activo. Aparte de la amenaza militar directa o indirecta, no es descartable la implantación de un bloqueo internacional abierto,  en los hechos ya existe uno encubierto, en el plano financiero.

Como se habrán dado cuenta, celebramos pero seguimos en alerta máxima. Nadie nos puede impedir que nos defendamos con nuestra mejor arma: el poder popular expresado hoy día como una plenipotenciaria Asamblea Nacional Constituyente

P. Hablamos de resultados históricos, más de 8 millones de votos, ¿qué valoración hace de los mismos?

A diferencia de lo que los medios internacionales propagan un día sí y otro también, lo que hemos visto en estas semanas en Venezuela es la demostración del éxito rotundo del modelo de sociedad que propugna el socialismo bolivariano. No se trata de que no existan problemas en Venezuela, los hay y gravísimos, además de las amenazas de nuevos conflictos y confrontaciones que hemos señalado antes; pero justo por ello, es la demostración del éxito del modelo porque la movilización histórica conseguida el 30J la hizo la gran mayoría de un pueblo que sufre esos problemas, en una prueba de respaldo al camino que seguimos aunque haya dolor de por medio; porque se desea la consolidación de lo logrado, no su supresión; porque se apuesta a la superación de las fallas prosiguiendo la misma ruta; porque se procura, a pesar de todas las imperfecciones, la irreversibilidad del proceso iniciado por y con Chávez.

Venezuela, el pueblo venezolano, en su inmensa mayoría quiere paz, quiere equidad, quiere igualdad de oportunidades y de condiciones para todos, quiere la superación del rentismo petrolero, inmensamente quiere patria libre y soberana… ese es su proyecto de vida en común. Por eso somos una amenaza inusual y extraordinaria para el neoliberalismo y el imperialismo.

P. Establecida la ANC ya se tomaron las primeras medidas como la destitución de la Fiscal Luisa Ortega y el nombramiento de Tarek William Saab como nuevo Fiscal. ¿Qué otras medidas se esperan en los próximos días? Y, sobre, todo, ¿qué cambios estratégicos se presentan como determinantes?

Mi más profunda esperanza es que no se decepcione al pueblo negociando tras bambalinas unos falsos equilibrios de convivencia con la derecha fascista, creyendo ingenuamente que dejarán alguna vez de ser violentos, que ya no odiarán más al pueblo y que seguirán caminos democráticos y constitucionales. Sería difícil que una agenda oculta en ese sentido, si existiese, pueda torcer el brazo a esta ANC, dada su extraordinaria composición popular. Primero desaparecería la dirigencia política del chavismo que rindiera así las banderas. Pero no puedo dejar de decirlo porque en el seno del bolivarianismo siguen conviviendo varias almas y una de ellas apunta hacia ese nefasto camino. Confío en su derrota.

Estratégicamente, la ANC debe hacer realidad el deseo máximo de la consecución definitiva de la paz, pero ello debe alcanzarse sin impunidad, con total justicia, lo que amerita una reestructuración profunda del sistema judicial y legal; con construcción de más y mejor poder popular, lo que requiere una nueva arquitectura del Estado; con medidas económicas que sean propias del socialismo, por tanto con más organización popular en torno a los procesos productivos, con fuertes controles del Estado a los productores  y comerciantes privados que violenten las leyes, y con creciente poder de la sociedad como un todo para limitar, controlar y corregir las fallas de Gobierno, incluyendo la corrupción y el burocratismo; se deben constitucionalizar los derechos sociales más preciados para hacerlos democráticamente irreversibles: el otorgamiento de pensiones automáticas a edades determinadas, o ingresos asegurados a grupos sociales con necesidades específicas como las amas de casa, personas con discapacidad, etc.; la vivienda, educación y salud gratuitas, y mucho más de lo ya alcanzado, todos ellos logros imposibles de hacer realidad en el capitalismo, más por falta de deseo de los poderosos que por incapacidad material. Además, debe blindarse el carácter soberano del país en todos los aspectos, incluyendo la condición antiimperialista de nuestras FANB…

Acompañando todo esto deben abrirse las compuertas de una cultura hacia la producción y el buen hacer que debe ser promovida e incentivada en todos los niveles, única manera de desatar el nudo gordiano del rentismo petrolero.

En lo inmediato se espera la convivencia con los poderes constituidos, pero quedando  subordinados éstos a la ANC. La AN burguesa parece querer seguir el enfrentamiento institucional, pero su debilitamiento es extremo y ya se puede considerar extinguida, aunque no se decrete así por razones tácticas. También es un hecho que se adelantarán las elecciones de gobernadores de diciembre a octubre, en respuesta a la amenaza militar directa hecha por Trump, a la que se derrotará con más democracia, más votos y más respaldo político popular al Gobierno soberano.

En resumen, estamos en una etapa en que en Venezuela, simultáneamente, el bolivarianismo se plantea seguir derrotando al imperialismo monroísta, al tiempo que con más socialismo se procurará hacer retroceder definitivamente el neoliberalismo. No es poco para un país supuestamente en ruinas.

Gracias, profesor

Roete Rojo

Plataforma “Simón Bolívar” de Granada