miércoles, 19 de agosto de 2015

¡A QUÉ LLAMO A ADA COLAU!



Nuestra familia no ha colaborado a la superpoblación  mundial. Somos tres hermanas y sólo una de nosotras ha tenido hijos; para concretar, una hija.

Cada generación a través de los tiempos ha tenido personajes mágicos con los que amenazar a las niñas y niños, para reprenderlos o asutarlos si es que se portaban mal. En nuestra generación infantil nos amenazaban con  el “tío mantecas”, el “tío del saco”, la bruja, el demonio, etc. Todos ellos tenían una base histórica, o histórico- ideológica,  que nuestros mayores desconocían.

“El tío mantecas” o el “tío del saco”, también el lobo, el ogro, etc., protagonistas principales de la mayoría de los cuentos famosos en occidente, no eran más que la expresión de acontecimientos reales que ocurrieron en la Edad Media; en épocas de hambrunas tan frecuentes en Europa era cotidiano por pura sobrevivencia la “caza” o rapto de menores vulnerables para saciar el hambre. Así de simple.

Las brujas son personajes más ideológicos, producto del sectarismo del catolicismo y su cruel institución, la Santa Inquisición. En realidad eran mujeres inteligentes, cultas, conocedoras de saberes ignorados por la mayoría de la población, esclava del pensamiento mágico religioso y de la represión de la iglesia católica.

Las cosas cambiaron en nuestra familia durante la Transición Política Española, época en la que nació nuestra única sobrina. Mi hermana, su madre, la amenazaba con que “venía Franco”. Todo un avance puesto que no se sobredimensionaba la realidad a la que se aludía. Franco fue un personaje malo, perverso, cruel, asesino, enemigo de la infancia y del pueblo.

Mi sobrina, a la que llamaremos Yiyi, siempre contestaba llorando o gritando: ¡“Fanco”, no!

Hace cinco años esa sobrina llamada Yiyi fue  madre de una niña.  Con el paso de las décadas todo se ha transformado. La infancia ha adquirido en los países occidentales derechos que parecían imposibles. Hoy, en España, un padre o una madre pueden ser detenidos y encarcelados por pegar un azote en público a su infante. Lo cual no evita, al mismo tiempo, que nuestros adolescentes, esos niños un poco más altos y menos simpáticos, mantengan el índice de malos tratos contra sus progenitores más alto de la Unión Europea y que las denuncias de éstos últimos hayan ascendido a cifras astronómicas. Estamos hablando de padres y madres que denuncian ante un Juzgado los malos tratos que reciben de sus hijos; hablamos de amenazas, golpes, violencia de todo tipo, destrucción de enseres domésticos, robos, secuestros domiciliarios, etc. No estoy exagerando.

Gracias a Yiyi hemos sido tíos-abuelos de una niña a la que llamaremos “la niña”. Con ella intentamos una pedagogía más roussoniana; más diálogo y escasas amenazas que pueden llegar a "si te portas mal no te pondré a Pepa Pigg ni a Caillou en el ordenador", y cosas similares.

A pesar de ser tímida, con nosotros resulta muy habladora. En ausencia de gentecilla de su edad se ha acostumbrado a jugar con sus mayores… que somos muy mayores.

Hace algunos días le regalaron un cestito artesanal que lleva en letras superpuestas en tela su nombre. Y sale a comprar, es decir, los mayores somos los tenderos y ella va de persona en persona haciendo su pedido para realizar la comida en su cocinita de juguete.
-        ¿Qué quiere usted, señora?, le preguntamos.
-        Un kilo y medio de boquerones, uno de calamares, macarrones, dos kilos de lechugas y dos tomates.

En la ficción le echamos los productos en el cestito.

-        ¿Qué le debo?, nos pregunta.
-        Pues son 13 euros y 40 céntimos.

Ella coge su pequeño monedero y nos da todo lo que tiene dentro, billetes y monedas que luego tenemos que devolverle.

La otra tarde fue a comprar a la tienda de su tío abuelo; los productos solicitados eran los mismos. Al pedir la cuenta, su tío abuelo le dijo:

-        Me debe usted 44 euros con 44 céntimos.

Todos gritamos: ¡Ladrón, abusador! Eso es un robo, no le pague ni un céntimo.
        
    Su tío abuelo la amenazó con llamar a la “pulizía”, así se pronuncia la palabra policía en profundo andaluz.
            
La niña se quedó un poco parada, como sin respuesta y nos miró esperando que la sacáramos del atolladero. En ese momento se me ocurrió aconsejarle:
-        Dile que como llame a la “pulizía”, NOSOTROS LLAMAREMOS A ADA COLAU para que le cierre el comercio por abusador.    

Así, la flamante alcaldesa de la ciudad de Barcelona se ha convertido en la hada madrina de la niña y en el terror de los adultos mayores abusadores.


Granada, agosto 2015


Roete Rojo