jueves, 19 de enero de 2012

Arrancándole besos a la Historia

  Crónica de mi 4º viaje a la tierra liberada de Bolívar
  

            La Historia puede ser un libraco pesado de cargar, repleto de jeroglíficos indescifrables.
            La Historia puede ser una margarita que alguien deshoja con impunidad.
            La Historia es a veces tan sólo una operación de travestismo que oculta la verdad a través de espejos deformados.
            La Historia también se esconde tras la piel de una piedra arrojadiza.
            Son las Historias escritas por manos empolvadas
 que temen a la vida y actúan como viles peones de la muerte.
            La Historia verdadera, sin embargo, es la VIDA, una erupción que no calma ni una bomba de antihistamínicos.
            La Historia verdadera duele y desgarra como un parto.
            La Historia es coqueta, muchacha siempre adolescente, que muestra su piel brillante y sus perfectas piernas torneadas. Muchacha escurridiza, sirena de cuento infantil, se resiste a ser apresada y nos apresa.
            La Historia es el postre de los pobres, por eso los bribones no se sientan en su mesa.
            La Historia soy yo porque así lo decido cada día en que despierto
aunque los truhanes atranquen las ventanas.
            La Historia soy yo porque así lo decido en este día en que pareciera que los hilos del columpio en que me mezo están a punto de romperse.
            La Historia soy yo en este día en que busco entre sus arrugas ese beso pensado para mí y que quedó prendido, molesto y angustiado en los labios del Libertador.
            La Historia, sin más, la construyo yo al decidir arrancarle los besos que me pertenecen.

            En Caracas a 31 de julio de 2003, en la Plaza San Jacinto, junto a la casa del Libertador, tomando como siempre una cerveza Brahma.

            La Loca Manuela Granadina

3 comentarios:

  1. soy Iris, me ha gustado la crónica de hoy. También como soy farmacéutica quiero aclarar que no se dice antiestamínicos sino antihistamínicos, a menos que estés escribiendo en uno de vuestros dialectos, en cuyo caso no puedo opinar...

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  2. La Historia hace que mis mañanas tengan vida.
    Es el armario de las verdades que no se dicen.


    Ana María
    San Antonio de Los Altos
    Venezuela

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  3. ¡Qué horror! El poema contiene alrededor de 20 adjetivos... según los entendidos, debería haberme cortado la mano antes de escribirlo.
    Desde la ciudad del desamparo,
    Roete Rojo

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