jueves, 5 de abril de 2012

4 DE FEBRERO EN VENEZUELA: DÍA DE LA DIGNIDAD


(Intervención realizada en el Ateneu Roig, en Barçelona, el 4 de febrero de 2012, por invitación de Amigues de l´Alba, Assamblea Bolivariana de Catalunya, Brigada Catalana Veneçolana Alí Primera, Brigada Vallesana Simón Bolívar)

Bona tarda, amigues i amics. És per a mi un honor estar aquesta vesprada aquí per parlar del Día de la Dignitat. Desitjo que les meves paraules serveixen per reflexionar sobre els nostres problemes comuns. Per endavant el meu agraiment.

Buenas tardes, amigas y amigos. Es para mi un honor estar esta tarde aquí para hablar del Día de la Dignidad. Espero que mis palabras sirvan para reflexionar sobre nuestros comunes problemas. Gracias anticipadas.

La dignidad sólo la celebran los que pueden

El pueblo de la República Bolivariana de Venezuela, inmerso en un proceso profundo de cambios políticos, económicos, sociales  y culturales, luchando por reconstruir identidades e integraciones en el área geográfica en la que vive, América Latina y El Caribe, defendiendo su Historia, soberanía y derecho de autodeterminación, puede celebrar el 4 de febrero como Día de la Dignidad.
El pueblo venezolano, con esta declaración, aprobada por la Asamblea Nacional, en 2007, reconoce y pone en valor histórico la significación del levantamiento cívico-militar, que fuera dirigido por el entonces Teniente Coronel, Hugo Chávez Frías.
Movimiento fracasado “por ahora”, significó la fractura y superación de décadas, siglos si lo miramos con perspectiva histórica, de explotación y dependencia, de injusticias y de violencia de Estado.
Algunos datos sobre aquella coyuntura. Para una población de alrededor de 18 millones de personas:
Según el escritor Uslar Pietri, producto de la renta petrolera, Venezuela había tenido unos ingresos directos de, al menos, 10 veces el Plan Marshall, que sirviera para la reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial. Esta cantidad soberbia dejaba como saldo: un 43% de desnutrición crítica, millón y medio de niños en las calles, 75% de la mano de obra sin cualificación; 25.000 millones de deuda pública; entre un 60/80 de pobreza y un 40% de pobreza extrema. Un país devastado por el monocultivo petrolero, el abandono del resto de sectores productivos y dependiente del exterior para el suministro de cerca del 80% de los insumos. Más de 5000 casos de corrupción denunciados y probados, etc.
Este panorama desolador fue producto de la aplicación de las políticas fondomonetaristas y responsable del estallido social del 27 de febrero de 1989, conocido con “El Caracazo”.  El primero de los ocurridos en América Latina: el “Santiaguezaño” (Argentina, 1993) y el levantamiento zapatista (México, 1994)

La sublevación de Jaca, 1930

Si por estos lares tuviéramos vergüenza, perdón, quise decir memoria de nuestro pasado más reciente, no tendríamos dificultades para entender lo ocurrido aquel 4 de febrero de 1992, en Venezuela.
También en España tuvimos nuestros momentos de dignidad, aunque el olvido impuesto por la “Transacción Política” (Pacto de Punto Fijo, a la mediterránea), nos haya conducido a la inopia de los estúpidos en la que vivimos ahora.
El 12 de diciembre de 1930 se producía la sublevación de Jaca (provincia de Huesca), con la intención de hacer abdicar al rey Alfonso XIII,  proclamar la II República Española y convocar a Cortes Constituyentes.
Como en la Venezuela de 1992,  España vivía una situación de crisis económica y social; de corrupción institucional, pobreza generalizada y agitación social; de descrédito del sistema bipartidista (liberales y conservadores) y de la Monarquía Borbónica, sostén ideológico, político y militar de la oligarquía financiero-terrateniente.
Se trató de un levantamiento cívico-militar, respaldado por el Comité Revolucionario Nacional, formado en agosto de 1930, producto del llamado “Pacto de San Sebastian”. Dicho Comité diseñó una estrategia que unía a los sectores progresistas del Ejército con organizaciones de trabajadores, que serían los responsables de convocar la Huelga General; participaban también sectores intelectuales y burgueses.
Dos capitanes del Ejército saltaron al escenario político al dirigir el levantamiento en la ciudad de Jaca: Fermín Galán y Ángel García Hernández.
Fermín Galán y Ángel García

Ellos también fracasaron “por ahora”. En menos de 48 horas y tras un Juicio Sumarísimo, fueron sentenciados a muerte y fusilados.
Mientras la Monarquía respondía con la represión, Fermín y Ángel se convertían en dos héroes populares. Con su fusilamiento a quien se estaba fusilando era a la Monarquía.
Proclamada la II República, el 14 de abril de 1931, serían reconocidos como mártires de las libertades; presos del Comité Revolucionario formarían parte del nuevo Gobierno Provisional, encargado de convocar a Cortes Constituyentes. La nueva Constitución sería aprobada el 9 de diciembre de 1931.
Juicio a los militares de Jaca
Para cualquier historiador sensato, el levantamiento cívico-militar de Jaca fue la palanca que catalizó todas las contradicciones y fuerzas, para el triunfo de la República. Don Antonio Machado había escrito:

“La primavera ha venido
del brazo del capitán.
Niñas, cantad a coro:
¡Viva Fermín Galán!
La primavera ha venido
y Don Alfonso se va.
Muchos duques le acompañan
hasta cerca de la mar”.

Mentiras y silencio de los medios

En horas posteriores al 4 de febrero de 1992, aparecen en los medios de comunicación de nuestro país, unos militares sublevados que esgrimían el nombre de Bolívar. Los medios repitieron durante horas que el movimiento fracasado, al que califican de golpe de Estado, respondía al modelo de los golpes militares de los años 70; los comparaban con los “carapintadas” de Argentina (1987-1990). Los nombres más repetidos: Videla y Pinochet.
Angustiada por saber, leyendo entre líneas, me decía una y otra vez que las cosas no podían ser tan simples después del Caracazo.
Carlos Andrés Pérez (CAP) era un político desprestigiado. Yo conocía las fuertes movilizaciones de estudiantes, trabajadores y capas populares que se venían desarrollando. Aunque ahora nos pueda parecer mentira, no teníamos Internet ni correo electrónico. Al menos yo no disponía de esos medios.
“Gracias” al tratamiento dado a la noticia por el periódico conservador ABC, pude entender algo más e imaginar qué era lo ocurrido ese 4 de febrero. ABC hablaba de “una trama cívico-militar” y situaba el nombre de Uslar Pietri entre los conspiradores civiles (lo cual no quiere decir que fuera cierto); mencionando algunas otras claves que permitían un análisis más abierto. Eso me tranquilizó pero tuve que esperar meses para poder entrevistar en La Habana, en julio de 1993, a algunos protagonistas de los acontecimientos; de dichas entrevistas publiqué un artículo en Propuesta Comunista.
Les sorprendería conocer los nombres de algunos de los entrevistados, muy bolivarianos y chavistas en ese verano de 1993, en una Habana sufriente (quizás el verano más duro del llamado “Período Especial en Tiempos de Paz); luego convertidos en fascistas recalcitrantes.
Al fracasar la sublevación, la noticia dejó de tener presencia en los medios. Por aquí estábamos comenzando los fastos de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. Nos gobernaba un partido hermano de Acción Democrática, el PSOE (ambos miembros de la Internacional Socialista), y el Presidente español, Felipe González, era íntimo amigo y socio de CAP.
Venezuela siguió siendo un país desconocido en el mapa, productor de “culebrones” y habitado por hermosas mujeres. Hasta que en 1998, el nombre olvidado de aquel teniente coronel, apareció como candidato a las elecciones presidenciales y, frente a todos los pronósticos, LAS GANÓ, el 6 de diciembre de dicho año, con más del 56%.
Comenzaba la guerra mediática a muerte.

Entre la desvergüenza y la ignorancia

Tras décadas de autarquía y complejos estábamos entusiasmados de nuestra pertenencia a Europa. No importaba el coste, que justo ahora con la crisis, se ha revalorizado: desindustrialización, dependencia económica, reforma laboral y del sistema público de pensiones, ingreso en la OTAN, llegada de los fondos FEDER, etc.
¡Ya éramos europeos!
El mejor caldo de cultivo para pasar del españolismo más rancio, de ser “la reserva espiritual de occidente”, a engrosar las primeras filas del eurocentrismo ideológico; una especie de “furor del converso” que nos obligaba a ser “más papistas que el Papa”, como afirma el dicho castellano.
¿Alguien de entre los presentes considera que el Grupo Prisa o el Banco Santader son suyos… o nuestros? Pues lamentablemente millones de ciudadanos y ciudadanas de nuestro país, SÍ LO PIENSAN.
Si buscamos en el diccionario, eurocentrismo significa, “tendencia a considerar los valores culturales, sociales y políticos de tradición europea como modelos universales”.
De modo más sencillo: se trata de una minusvalía intelectual que nos impide entender y respetar lo diferente, permitiéndonos al mismo tiempo adoptar actitudes paternalistas y autoritarias sin miedo de hacer el ridículo.
No quiero herir la virginidad españolista y eurocéntrica de nadie, pero las cosas son como son: en nuestro caso, el eurocentrismo como ideología es el instrumento  de una renovada pretensión neocolonial. Es la otra cara de Telefónica, BBVA, Endesa, Prisa, Repsol, BSCH, Aguas de Barcelona, etc; de las injerencias de FAES, de la implicación del gobierno de Aznar en el golpe de estado de 2002 en Venezuela y de todos los intentos desestabilizadores que han tenido como epicentro el Estado español, sus instituciones o empresas.

¿Qué sabemos de Venezuela?, ¿Qué saben los que descalifican y pontifican?

Venezuela es una República joven, forjada en la lucha por la Independencia del imperio colonial español. Desde 1811 hasta el presente se han constituido 5 Repúblicas y regido 14 Constituciones.
Los procesos de insurgencia popular-militar han sido una constante histórica. En su vida como República, la insurgencia de la oficialidad progresista dentro del Ejército ha sido permanente. Sólo en el siglo XX: 1928, 1945, 1952, 1958, 1962 y 1992.
El día 23 de Enero es fiesta nacional. Se conmemora el final de la dictadura de Pérez Jiménez, mediante un levantamiento cívico-militar, tal día de 1958.
El Ejército venezolano tiene un origen e historia que lo hace radicalmente distinto al resto de ejércitos latinoamericanos. Un ejército que fue capaz de liberar a un subcontinente del yugo español, sin convertirse jamás en un ejército de ocupación.
Estructurar un discurso en base a la falacia de que los ejércitos existieron a partir de Videla o Pinochet, no es sólo una muestra de ignorancia histórica, también es una actitud muy peligrosa para esa izquierda que quiera entender los fenómenos que ocurren un poco más allá de sus narices.
Como escribiera el profesor boliviano Marcos Domich, en 1993, “… el ejército que consiguió la Independencia de las colonias españolas fue previo a las Constituciones … correspondiendo al nivel de desarrollo social de aquellos años y dada la ausencia del partido de la Independencia, las facciones patrióticas se armaron y constituyeron los partidos armados que trajeron al mundo a los Estados americanos. El Ejército existió antes que las Repúblicas y contribuyó a la formación de las mismas… los ejércitos libertadores no podían adoptar neutralidad frente a sociedades ya muy divididas por contradicciones sociales sangrantes. Lamentablemente, frente a la visión más avanzada, más popular y universal del ejército libertador, surgió la realidad, más fuerte que las proclamas, de quienes ya ejercían un dominio y explotaban a otros hombres en su beneficio: terratenientes, azogueros y comerciantes. Creados los estados nacionales, rota la visión latinoamericanista de Simón Bolívar, constituidos los ejércitos nacionales, el ejército venezolano, derrotado estratégicamente, fue el que mantuvo de manera más clara su origen y pensamiento emancipador…”
La Historia del siglo XX en América Latina, y muy concretamente las experiencias emancipadoras desarrolladas con un alto componente popular y soberanista, son impensables sin la presencia de los militares nacionalistas:
Lázaro Cárdenas (México, 1934), Omar Torrijos (Panamá, 1968); Jacobo Arbenz (Guatemala, 1951), Caamaño Deñó (República Dominicana, 1965); Velasco Alvarado (Perú, 1968); Guadalverto Villarroel (Bolivia, 1943), Rafael Franco (Paraguay, 1936), Perón (Argentina, 1946), etc. ¡Hasta Don José Batlle y Ordóñez (Uruguay)!, forjador del primer Estado del Bienestar del mundo, fue en su juventud un “alzado a caballo”.

Volviendo a nosotros

Para nuestra desgracia, no conocemos los acontecimientos que determinaron la historia de nuestro país. Aquellos que nos sentimos republicanos, cantamos, por ejemplo, el “Himno de Riego”, sin saber que el levantamiento de este General liberal, el 1 de enero de 1820, impidió la expedición militar al Río de la Plata, para sofocar al movimiento libertador latinoamericano, obligando de nuevo al criminal de Fernando VII, a acatar la Constitución de 1812. Desconocemos también los lazos que unieron a Riego con Bolívar, ambos masones.
La violencia y el militarismo, como recursos de dominación y de aniquilación, han sido los más utilizados por las élites ligadas al Absolutismo y a la Monarquía Borbónica; sirviéndose esta última, sin ningún reparo, de períodos dictatoriales para garantizar la pervivencia futura del modelo. Ocurrió en el siglo XIX, en el XX, y puede que también en el XXI.
Dicha violencia no sólo se ejerció contra el movimiento independentista latinoamericano. En aquellas décadas del siglo XIX, en ambas orillas del Atlántico, los liberales luchaban contra el mismo poder y, en ambas orillas, recibieron la misma respuesta. Baste recordar que tras el período liberal transcurrido entre 1820-1823, la persecución desarrollada contra los liberales fue atroz, sufriéndola alrededor de 30.000 seguidores del constitucionalismo en nuestro país.
Años después de la ejecución de Túpac Amaru (18 de mayo de 1781), un 7 de noviembre de 1823, el general Rafael de Riego Núñez, condenado a morir en la horca, fue arrastrado dentro de un serón por las calles de Madrid; una vez ahorcado, su cuerpo fue despedazado en cuatro cuartos, que fueron ubicados en Madrid, Sevilla, León y Málaga.
¡100.000 soldados franceses!, se ocuparon de perseguir y derrotar a las fuerzas constitucionalistas. Riego fue derrotado por el general francés, Bonneman. Se reinstauró el Tribunal de la Santa Inquisión, batallones franceses acompañaban y protegían a las turbas que ofendían al general Riego durante su suplicio; enfermo moralmente, había firmado un documento retractándose de sus errores políticos y religiosos, bajo promesa de indulto. Tenía 38 años.
Mariana Pineda era ejecutada a garrote vil, en Granada, el 26 de mayo de 1831. Casi un siglo exacto antes de que fuera proclamada la II República Española.
Hubo que esperar un siglo pues  para que los valores laicos, republicanos y reformadores triunfaran en esta orilla del Atlántico. Pero después, tuvimos que hacer frente a un golpe fascista, iniciado por el sector “africanista” del Ejército,  que provocó el inicio de la Guerra de España, más de cuarenta años de dictadura fascista; tuvimos que tragarnos que Franco se muriera tranquilamente en su cama, sin responder de ninguna de sus responsabilidades históricas; tuvimos que asistir a la Transacción Política; tuvimos, por último, que asumir la voluntad del Dictador y asistir a la II Restauración Borbónica. En ella estamos.
Pasados casi 200 años del levantamiento militar del General Riego sigue activo el sustrato ideológico colonial. Lo cual no deja de tener su lógica ya que, a excepción del breve período de la II República Española, y de los contenidos que consagrara la Constitución de 1931, la pretensión de “paternidad” sobre América Latina ha seguido existiendo como pensamiento hegemónico entre las élites económicas y políticas del país.
Un buen amigo suele decirnos en tono de broma cuando nos oye hablar de Simón Bolívar, que no le perdona al Libertador que no  nos liberara también a nosotros de los Borbones y sus secuaces.
Fue imposible hace 200 años y lo sería también ahora. El objetivo de nuestra liberación sólo está en nuestras manos.

La República Bolivariana de Venezuela tiene mucha dignidad que celebrar

Ha construido un modelo de democracia avanzada, participativa y protagónica, de modo pacífico, a pesar de las agresiones internas y externas.
Ha devuelto la esperanza a un pueblo castigado y sometido sin piedad, saldando gran parte de la deuda social arrastrada; cumpliendo casi en su totalidad las Metas del Milenio, señaladas por las NN.UU., para 2015.
Está haciendo realidad el sueño de Simón Bolívar, “Unámonos y seremos invencibles”; de Ezequiel Zamora, el “General de Tierras y Hombres Libres”, y del maestro revolucionario, Simón Rodríguez, “O inventamos o erramos”.
El proyecto de integración soñado por Bolívar avanza, una integración basada en la cooperación, la complementariedad y el respeto a la soberanía de los pueblos; devolviendo también la esperanza a los pueblos del mundo y, muy concretamente, a los pueblos de América Latina y El Caribe.
¡Y ESTÁ LUCHANDO POR CONSTRUIR EL SOCIALISMO!
¿Cómo poder agradecer o responder por este sueño?, ¿cómo no estar conmovidos por tanta victoria conseguida en medio de la violencia del imperialismo y el fascismo interno?, ¿cómo no entender que los enemigos de los pueblos, a ambos lados del Atlántico, siguen siendo los mismos?
Con lo que está cayendo encima de nuestras eurocéntricas cabezas, ¿cómo no apreciar en todo su valor la lucha titánica que el pueblo bolivariano de Venezuela viene protagonizando?
La solidaridad internacionalista es, como en el flamenco, un “cante de ida y vuelta”. Bien que entendieron los pueblos del mundo lo que se estaba dilucidando en aquella joven República Española, atacada por el fascismo internacional, saboteada y zarandeada por la oligarquía y los terratenientes internos y olvidada por las llamadas “democracias occidentales”; bien que entendieron la obligación moral y política de defenderla con su propia vida, escribiendo una de las páginas más conmovedoras y épicas del siglo XX.
En nombre de mis abuelos y de mis padres; en nombre de todas las luchadoras y todos los luchadores antifascista y antiimperialistas del mundo, me permito decir:
¡Gloria al Bravo Pueblo!
¡En Venezuela, NO PASAR!


Roete Rojo
Grupo de Estudios de Historia Actual de la Universidad de Cádiz
Plataforma Simón Bolívar de Granada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario