martes, 13 de enero de 2015

ESTÁN COMO LOCOS (Sobre el apoyo a Podemos en España)



            He vuelto a mi puesto de trabajo tras 14 años de excedencia; años durante los cuales me dediqué a la militancia política y social y traté de recuperarme de enfermedades del cuerpo y del alma.
            En dichos 14 años todo ha cambiado de modo radical. Algunos de ellos pueden ser calificados de “naturales”: gente de mi generación se ha jubilado o cuenta ya los días que les restan para conseguirlo; algunas compañeras han muerto o están muy enfermas, etc.; otras ya son abuelas o tienen hijos e hijas mayores…
            Resta poca gente de mi generación aunque en general la edad media rondará los 50 años. Hay un porcentaje de hombres importante en un medio como el sanitario tradicionalmente femenino.
            Las condiciones de trabajo han empeorado con la precarización laboral que sufre el personal contratado cuyo número es alto. Se han congelado los salarios y aumentado el número de horas laborales semanales; se penalizan las bajas por enfermedad, han disminuido los días de libre disposición, etc.  Los recortes en sanidad y el colapso del sistema empeoran aún más la situación de las trabajadoras y los trabajadores sobre cuyos hombros recae la atención de los pacientes.
            En ese mundo he caído sin paracaídas. Mantengo una posición expectante, sobre todo quiero saber cómo respiran, “de qué pie cojean”; no me espera un futuro laboral largo y no quisiera montar la “trinchera y la ametralladora” antes de tiempo. Una de las viejas, como yo, me dijo un día mientras fumábamos un cigarro en la calle: - ¡Cuántas veces me ha dicho Marieta que si tú no te hubieras ido, muchas de las dificultades que atravesamos no se habrían producido. Se habrían producido. Yo no era más que una pieza dentro de un engranaje que ha desaparecido por completo, le contesté.
            No conozco pues a casi nadie. Voy tomando nota de las vestimentas (hay compañeros que llevan en la muñeca la bandera nacional y uno solo que lleva la bandera republicana y al que llamo “ciudadano”), de sus conversaciones y preocupaciones; buscando los elementos comunes: nuestros padres y madres ya son adultos y adultas mayores, dependientes, y de las visicitudes que esta situación genera.
            En general la gente es muy reaccionaria. Son los que predominan. Nadie ha tenido militancia política anterior y quien es afiliado sindical lo es a un sindicato amarillo. Muchos y muchas fueron socialistas, es decir, votantes del PSOE. Pero todas y todos tienen un denominador común: que están cabreados y que echarían a los emigrantes, a los “moros” los primeros (no llego a saber si también al médico sirio que es adjunto en las Urgencias… creo que no, en este tema también hay una matriz de clase).
            Cuando asisto a una expresión de racismo y xenofobia se me pasa por la cabeza explicarles que esos “moros” a los que desprecian fueron y siguen siendo los protagonistas (explotados) de la mayor acumulación de capital que se produjo en nuestro país al implantarse los cultivos bajo plástico en Andalucía; hasta dieron lugar al nacimiento de una burguesía en el sentido literal de la palabras, muy focalizada territorialmente; una burguesía “no ilustrada” por supuesto, eso sólo ocurrió en Francia en el siglo XVIII.
            También se me ocurre recordarles que hace sólo 40 ó 45 años nuestras gentes eran las que emigraban huyendo del hambre y de la represión franquista. Millones de personas cuya evocación debiera frenar sus actitudes xenófobas. Pero ni tan siquiera el hecho de que ahora sean sus propios hijos e hijas, bien cualificados y estudiados, los que han tenido que emigrar les incita a la reflexión.
            Sólo saben que su mundo se ha hundido y eso los tiene muy cabreados.
            A continuación resumo algunos trazos de las opiniones que recibo:
            “Son unos hijos de puta (nuestros gobernantes y representantes políticos); ahora nos dicen que la culpa de la crisis es nuestra, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. ¿De qué somos culpables? Sólo hemos hecho trabajar y pagar… si hubiera trabajo seguiríamos pagando”.
            “Estoy trabajando desde que tenía 16 años, siempre he tenido unos derechos y ahora llegaron y dijeron que esos derechos desaparecían. ¿Quiénes son ellos para quitarme los derechos y convertirme en una mierda?”
            “Mi yerno es ingeniero de telecomunicaciones, trabajaba en una empresa y ganaba 3000 euros mensuales. La empresa quebró con la crisis y lo echaron a la calle. Después de 3 años en el paro, él y mi hija se marcharon a Inglaterra de donde no regresarán, ya quieren ser padres y aquí no hay futuro para nadie”.
            “Cuando mi hija acabe sus estudios, como no tendrá trabajo y yo estaré jubilado, nos vamos con la pensión al país que ella decida. Aquí no podemos quedarnos porque no hay sitio para nadie”.
            “Los socialistas han sido los peores porque mucha gente los creímos. Yo les tengo un odio visceral, ¡cómo nos engañaron! Me utilizaron, utilizaron mi voto para enriquecerse y encumbrar a sus hijos, familiares y amigos”.
            “Éramos felices porque nuestros hijos pudieron estudiar, con mucho esfuerzo y trabajo por nuestra parte, los míos nunca disfrutaron de una beca. Ahora que acabaron sus carreras, que les pagamos los másteres posteriores, tienen que irse al extranjero, los echan de su país como si tuvieran la peste. Es terrible el sentimiento porque ellos (los hijos) no estaban preparados para esta realidad que nosotros no pudimos advertir a tiempo; si alguien nos hubiera dicho que íbamos al precipicio, algo hubiéramos hecho”.
            “Es la hora de los jóvenes, la gente de Podemos está preparada, una nueva élite que está contra la casta”.
            “Podemos tiene que ganar y desmontar todo esto. Yo los voy a votar, por supuesto”.
            Por eso he titulado estas reflexiones, “Están todos locos”, es decir, hasta los mismísimos güevos u ovarios y por más mierda que le echen a la nueva formación Podemos, más indignados se sienten y más gente está dispuesta a darles su voto de confianza. Nadie se comporta como el sistema quisiera ni como tenía previsto.  El discurso de que estamos saliendo de la crisis es tan inaudito y tan distante de la realidad del común de la gente que aunque lo repitan un millón de veces sólo conseguirán que más sectores se abracen a la locura de tener esperanza de un modo más fiero. Que esa esperanza llegue a ser realidad forma parte de las incógnitas del futuro. La realidad no se construye sólo desde la élite (palabra que no utilizo con carácter peyorativo); tiene que ser resultado de la confluencia organizada de las grandes mayorías hoy desvertebradas.
            Salgo con el “ciudadano” a fumar y me permito la licencia de comentarle que los que dijimos ya, en plena Transacción Política, década de los 70, que se nos estaba llevando al precipicio y seguimos luchando, hemos hecho trizas nuestras vidas, cada vez más arrinconados y aislados.
            A lo cual me contesta que, “al menos habéis sido consecuentes con lo que pensábais”.
            Terminé mi licencia, con permiso de Mario Benedetti, diciéndole: - Sí, pero ha sido muy cruel la “soledad tan concurrida” que hemos padecido.

            Roete Rojo


2 comentarios:

  1. Saludos, mi estimadísima Roete. Siempre te leo desde Venezuela. Un abrazo grande.

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  2. No estás sola. En la Plataforma del Terror el ambiente es justo el contrario, hay mucha gente que piensa que son marxistas, comunistas, rojos y en consecuencia nos sacaran del euro, nos aislaran de Europa y caeremos en desgracia. Me quedan ganas de decir aquello que le dije un día a un compañero falangista: Ojito, que los comunistas se comen a los niños...

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