domingo, 31 de agosto de 2014

¿DÓNDE EL SUJETO HISTÓRICO?



Siempre me gustó seguir los resultados de las encuestas y estudios procedentes de instituciones oficiales. Las cifras en sí pueden no ser nada. Sus conclusiones políticas, fácilmente manipulables. A pesar de ello, me gustan. Me sirven para contrastar hasta dónde mi análisis de la realidad, eso que suelo definir como un trabajo de psicología social doméstica, a pie de autobús y de las tiendas de mi barrio, resulta ser mera especulación o alucinación. No es por echarme flores pero mis conclusiones resultan ser bastante objetivas. Creo que esto se debe a que todos esos datos que voy recogiendo en mi ir y venir entre la clase trabajadora, de la que formo parte,  pueden ser “metabolizados” con un método, el marxismo, que me acompaña como una segunda piel.
En cuanto a la manipulación, no puedo dejar de poner el ejemplo más abusivo y canalla. Nos explicaba el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, hace tan solo unos días, después de las cifras aportadas por el Instituto Nacional de Empleo (INEM), que en España estamos creando empleo; cuando en realidad se siguen destruyendo decenas de miles de puestos de  trabajo. La trampa es muy simple: dadas las condiciones laborales que se han propiciado, la precariedad en el empleo va en aumento; una de las expresiones de dicha precariedad son los contratos a tiempo parcial, es decir, de una hora al día, de varias horas a la semana, y mil variantes. Pero el trabajador sometido a esas condiciones de sobreexplotación ha dejado de estar en el paro y ha pasado a engrosar las cifras de los que han encontrado empleo. Ahora bien, si fijamos la jornada laboral media en torno a las 39 horas semanales, por ejemplo, para  haber creado un puesto de trabajo, se necesitarían al menos 6.5 trabajadores de los que trabajan 6 horas a la semana. Ahí está la trampa del canalla de Rajoy.
Los resultados de la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), sobre intención de voto, son muy apetitosos de comentar y de buscar en el comentario un análisis más de fondo.
El sistema electoral ha quedado, según esta encuesta, “patas arriba”. La crisis del modelo pactado en la “Transacción Política”, sigue haciendo aguas, a pesar de que nos hayan cambiado a un Borbón por otro.
Los partidos tradicionales, sostén del bipartidismo, siguen descendiendo; el descrédito comienza a afectar también a organizaciones políticas como Izquierda Unida y UPyD. Todo lo cual es producto, según los analistas, de la irrupción de un nuevo partido llamado Podemos, que podría convertirse en la tercera fuerza política a nivel de Estado. A esta situación la califican algunos de “burbuja electoral”.
En determinadas ocasiones una no tiene más remedio que sufrir de forma voluntaria. Siempre las encuestas del CIS sobre intención de voto generan de inmediato “debates” en los medios. Hay que tragarse de modo literal, ya que digerirlo sería imposible, las cosas que dicen. Yo cojo una libreta y anoto frases contundentes. Soslayo, por supuesto,  los programas  más “cutres”, aquellos que reúnen a toda una pléyade de antiguos izquierdistas hace tiempo convertidos en repugnantes paladines del fascismo más rancio porque a estas alturas de la vaina, mi estómago no los soporta.
En resumen, los más “presentables”  vienen a decir lo siguiente: que el voto “transversal” de Podemos, que arranca electores a todos los partidos sin excepción, es un voto “emocional” (opuesto al voto racional), de rabia o castigo a los partidos tradicionales, a modo de aviso para que dichos partidos tradicionales tomen nota del cabreo generalizado; y, a partir de ahí comienzan las descalificaciones: populismo mussoliniano, populismo bolivariano, populismo utopista; carencia de propuestas, generalidad al señalar los problemas que a todos preocupan (paro, vivienda, salud, etc.); inviabilidad orgánica. ¡En ningún caso!, se rasgan las vestiduras, el voto a Podemos puede ser interpretado como quiebra del sistema político; como mucho, una algarada de primavera o una subida hormonal…
Se nota que están nerviosos, muy nerviosos.
“Cosas veredes, Sancho”, les digo en silencio y recuerdo una anécdota que me ocurriera en Rímini, creo que en el año 1999, cuando tuve la oportunidad de entrevistar a Carolus Wimmer, responsable de relaciones internacionales del Partido Comunista de Venezuela. Habíamos hablado de muchos temas que tenían que ver con la actualidad venezolana y, entrando en el tema de la distorsión que provocaban los medios, de las campañas de difamaciones contra Hugo Chávez, de la impunidad con la que se comportaban, Carolus me dijo:
- Camarada, apague por favor su grabadora. Lo que voy a decirle queda sólo entre nosotros… ¿Usted sabe por qué Chávez es como el Güaire? Yo le contesté que no, y él concluyó su “cuento”: - Porque cuanta más mierda le echan, más crece[i].
            Al margen de estas intenciones de voto, me interesa detenerme en algunos aspectos sociológicos que me han llamado de modo especial la atención.
Resulta que, entre los votantes del PP, son mayoría los que solo tienen estudios primarios. Y entre los del PSOE, los sin estudios. Siendo los mayores de 55 años, la principal base electoral de ambos partidos tradicionales.
Comentaba en un artículo publicado en Público, Aníbal Malvar, en relación a estos datos que “las personas más desfavorecidas por el sistema son las que más votan al sistema”.
De aquí mi pregunta, que no es nueva: ¿Dónde el sujeto histórico?
Queda claro que los sectores más vulnerables al consenso de la economía especulativa resultaron ser los sectores populares y, muy concretamente, la clase trabajadora. Devastada por las políticas de ajuste son ahora, también, las que manifiestan menos capacidad crítica. En la votación que se presume según la encuesta del CIS al Partido Popular, existe un porcentaje de voto ideológico propio; al que se añade en mayor proporción el de los sectores de trabajadores más castigados por las políticas de ajuste.
Por el contrario, en ese voto “transversal” que se inclina por PODEMOS, encontramos a sectores urbanos de las clases medias, un sector de asalariados, titulados de grado superior, funcionarios, técnicos, jóvenes de distintos orígenes sociales, etc.
Todo tiene su por qué, nada transcurre en el vacío, está claro. A las transformaciones orgánicas sufridas por la clase obrera tradicional, en el proceso de adecuación de nuestro capitalismo periférico a los dictados del modelo de integración imperialista europeo (lo que llamaríamos las condiciones objetivas), hay que sumar el abandono y el maltrato al que ha sido sometida la clase obrera, generación tras generación,  por sus organizaciones tradicionales, sindicatos y partidos (lo que llamaríamos las condiciones subjetivas). Son parte del modelo político y económico apátrida impuesto, renunciaron hace décadas al trabajo imprescindible de organización, articulación y formación que históricamente hizo que la “clase obrera en sí”, se desarrollara hasta conformar la “clase obrera para sí”. Como en tantas otras coyunturas históricas, la crisis social, por muy aguda que sea, no conduce de modo irremediable a la Revolución… también es el sustento del fascismo y del autoritarismo.
En mi época como estudiante universitaria existía una organización,  Plataformas Anticapitalistas, que tenía en el distrito de Granada una fuerza muy considerable. Uno de sus dirigentes se llamaba Fernando; un joven instruido y brillante con el que, pasados muchos años, llegué a construir una sólida amistad. Siempre crítico con los sectores del marxismo-leninismo, conmigo sin ir más lejos pues nunca dejé de serlo.
Hace unos diez años, una tarde, pasó por nuestra casa para saludarnos; no estábamos. Decidió esperar un rato, dando vueltas por el barrio y sus placetas, en espera de que llegáramos. Los puntos neurálgicos estaban a esas horas repletos de jóvenes de ambos sexos, hijos de trabajadores manuales, clase obrera pura y dura; toda esa juventud con motos haciendo ruido con los tubos de escape preparados para ello, recorriendo a gran velocidad las estrechas calles poniendo en riesgo la seguridad de ancianos y niños; violentos con la gente, violentos entre ellos, siempre consumiendo drogas a la vista de todo el mundo; ignorantes desertores del sistema de educación; imposible el diálogo con ellos, tenían el barrio infectado de puntos de droga y de venta de artículos robados, las plazas sucias y peligrosas fueron abandonadas por los viejitos y sus tertulias a la sombra de los árboles; hostigaban todas las tardes a las mujeres que se reunían en el Taller de Manualidades, incluso a la señora Dolores la amenazaron en muchas ocasiones y un día de Reyes, un niño en moto de 14 años se llevó a una de sus nietas a dar un paseo y la violó en las tapias del cementerio. La mayoría del barrio, hombres y mujeres, defendieron al muchacho.  Fue una etapa terrible la que llegó con el ladrillo. Mientras, los hijos e hijas de las llamadas clases medias, de empleados públicos, propietarios medianos o grandes de tierras o negocios, llegaban uniformados de los colegios privados…
Matizo que en ambos “bandos” hubo excepciones; estoy reflejando la situación general y les comento que no vivo en Nueva York, ni mi barrio se llama Harlem. Nuestro pueblo es un municipio del área metropolitana de Granada, por entonces próximo a los 10.000 habitantes, con una fuerte tradición de lucha obrera y popular. Mi barrio, llamado “de los alemanes” porque las casas las fueron comprando los emigrantes del pueblo que estaban en Alemania, tiene una población estable, los vecinos y vecinas nos conocemos desde principios de los años 80.
El ojo analítico de mi amigo Fernando observaba este panorama y sacaba sus propias conclusiones. Conociendo mi ideología y los debates que mantuvimos en nuestra común trinchera de la lucha antifranquista, no quiso abandonar el pueblo sin dejarme una nota en el buzón de correos. Era simple pero demoledora: “Niña, he estado dando vueltas por el barrio y no puedo regresar a Málaga sin preguntarte si aún sigues creyendo en el “sujeto histórico”.
No pude más que reírme y volver a maldecirlo con cariño pero en silencio, como cuando éramos jóvenes y nos enfrentábamos en las asambleas de facultad.
Lo malo, Fernando, es que tengo que contestarte que SÍ, QUE SIGO CREYENDO QUE SIN SUJETO HISTÓRICO NO HAY TRANSFORMACIÓN Y QUE EL NÚCLEO DE ESE SUJETO HISTÓRICO NO PUEDE SER OTRO QUE LA CLASE OBRERA.

Roete Rojo




[i] El Güaire es el río principal de Caracas.

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