viernes, 19 de mayo de 2017

EL IMPERIALISMO BUSCA LA JUSTIFICACIÓN PARA UNA INTERVENCIÓN MILITAR EN VENEZELA


(Entrevista a Jesús Peña Cedillo, profesor de la Universidad “Simón Bolívar” de Venezuela, realizada para El Otro País de Este Mundo).

Habíamos pensado realizar una entrevista sobre los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), como estructuras de Poder Popular que están cumpliendo un papel determinante para combatir la guerra económica contra el pueblo. Pero la coyuntura apremia, saltando la arremetida de la Organización de Estados Americanos (OEA) contra la República Bolivariana de Venezuela y el proyecto queda aparcado. Es obligado explicar el formato de la fase golpista que se está viviendo. Los medios no sólo intoxican con sus mentiras, también desalientan a las personas que han seguido desde el compromiso internacionalista, o la mera simpatía, a la Revolución Bolivariana.

P. - ¿Estamos ante una nueva tentativa de golpe de Estado?
R.- La oposición en Venezuela jamás ha tenido otra alternativa distinta al golpe de Estado. En medio de la terrible guerra económica contra el pueblo (desabastecimiento, sobreprecios, inflación provocada, cerco financiero, etc.), la OEA se convierte en la espita para el más reciente episodio del plan golpista: resolución de una organización internacional, inicio de focos de violencia apoyada por sicarios, medios de comunicación que diseñan una ficticia “crisis humanitaria”, provocación de una confrontación interna, muertes, etc., todo ello para finalmente justificar una intervención militar desde el exterior (Colombia, Brasil, Guyana y/o el comando sur de los Estados Unidos). Su única variante es favorecer la aparición de un Pinochet local. Contemplan todos esos eventos y escenarios aunque algunos parezcan (y en efecto sean) aberrantes.

P.- Parece que la OEA no ha tenido muchos escrúpulos para quitarse la careta.
R.- La OEA no ha sido nunca un actor político autónomo en la región; por algo ha sido definida como el “Ministerio de Colonias de los Estados Unidos”. Enemiga de Cuba, de Venezuela y de cualquier país que intente defender su soberanía. La actitud injerencista viene de lejos, pero en las últimas semanas hemos asistido a su versión más radicalizada, intentado que su Asamblea General votara la aplicación a Venezuela de la “Carta Democrática”, alegando que en el país se había provocado una “ruptura institucional”. En una primera arremetida no consiguieron los 23 votos necesarios (sólo contaron con 17, algunos de ellos vacilantes). En otro intento, y violando de nuevo su propia institucionalidad, convocaron para el 3 de abril el Consejo Permanente para forzar dicha resolución. A pesar de que tanto Bolivia, que ejercía la Presidencia pro tempore, como su suplente Haití que ejercía la Secretaría, suspendieron la reunión por no ajustarse a los estatutos; el conjunto de países de la derecha anti-bolivariana pasaron por encima de esos dos países y realizaron una reunión ilegal presidida por Honduras, donde tampoco alcanzaron los votos necesarios para condenar ‘legalmente’ a Venezuela. Ni siquiera fueron capaces de emitir un comunicado conjunto.
Aun así, el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, ha seguido pretendiendo que la condena se ha producido, en un hecho que no tienen precedentes ni por el descaro de las falsedades acumuladas ni por la inmundicia que arrastran con su comportamiento de saltarse su propia legalidad. Cuando expulsaron a Cuba fueron más sinceros y formales, aunque igual de cobardes.
Estas acciones se enmarcan en la estrategia de oxigenar a una oposición venezolana muy debilitada y con poca credibilidad en lo interno, como lo demostró su fracaso general en todos sus intentos por derrocar el gobierno constitucional durante el 2016 y el escaso poder de convocatoria a las calles durante los últimos seis meses (más allá de la ficción que generan los medios o las acciones terroristas que promueven). Han trasladado toda su artillería al ámbito internacional, el más duro para nosotros, preparando nuevos escenarios de mayor violencia. Para nosotros es fundamental mantener la paz interna en niveles aceptables, sin desesperar ni caer en provocaciones.
En todo este proceso muchos países se han visto presionados por EEUU descaradamente (en particular Haití, El Salvador y República Dominicana, los cuales han sabido mantener su dignidad), en tanto en otros se han generado fricciones entre sectores internos. El Presidente de México tuvo que afirmar que su canciller había hablado a título personal; en Uruguay, el Vicepresidente del país, aunque ataca al Presidente Maduro por develar que se coordinan con los Estados Unidos en materia militar, manifestaba días después no compartir la actitud de su paisano Luis Almagro, a pesar de lo cual, México y Uruguay continúan votando contra Venezuela. Se destacan con claridad las contradicciones de la “izquierda de rostro amable”, que siempre termina asestando una puñalada por la espalda a los más decididos a impulsar los cambios parcialmente compartidos. Para mí ha sido muy decepcionante la postura asumida por Uruguay.
A pesar de la dureza de la arremetida imperial y de sus malinches (quienes se ponen de lado de los extranjeros), hasta ahora hemos sobrevivido a ella gracias a la grandeza estratégica de Chávez, quien diseñó varios “escudos protectores” para Venezuela, entre ellos PETROCARIBE y el ALBA, reforzando la resistencia colectiva ante el imperialismo y sus lacayos. 

P.- Al margen de la canallesca intención de la OEA, ¿se ha asistido dentro de Venezuela a un conflicto entre poderes públicos?, ¿se ha roto el hilo constitucional?
R.- En absoluto se ha producido tal ruptura. Comencemos por explicar que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela contempla la existencia de 5 poderes: el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial, el Moral y el Electoral; es normal que desde fuera cueste trabajo entender su complejidad. Nuestra Constitución es, además, la expresión jurídica de un sistema presidencialista.
Lo vivido en los últimos años, con una Asamblea Nacional en desacato al incumplir sentencias del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), resulta el hecho más significativo. El resto de Poderes sigue funcionando de forma autónoma y es normal que puedan existir diferencias entre ellos. En particular, ante la omisión legislativa (por el desacato) y según nuestra Constitución, el TSJ ha venido cumpliendo funciones legislativas puntuales para permitir la gobernabilidad y la prevalencia de la constitucionalidad.
Lo que se pone en funcionamiento con las palabras irresponsables de la fiscal Luisa Ortega (una parte del Poder Moral, junto con el Defensor del Pueblo y la Contraloría de la Nación), no es un ‘enfrentamiento entre poderes’, sino la parte más violenta del plan desestabilizador opositor. A mi juicio, al declarar la Sra. Fiscal que ha habido una ruptura constitucional por parte del TSJ, actuó de mala fe. Eran de conocimiento público las circunstancias por las cuales el TSJ estaba asumiendo –desde hace meses- tareas legislativas. Pudo haber escogido, incluso antes de las decisiones que ‘provocaron’ su pronunciamiento, acciones tales como la consulta entre poderes, la petición de aclaratorias, la reunión en pleno del Poder Moral, etc., antes de hacer públicas tamañas declaraciones. Prefirió ir, en primerísima instancia y sin argumentos de fondo, a los medios de comunicación; no pudiendo alegar desconocimiento de cómo sería tratada la noticia. Su actitud permitió a la OEA y a los medios internacionales, en su campaña permanente contra Venezuela, propagar por enésima vez que se había roto el hilo constitucional, incluso hablar de un “autogolpe” del Presidente Maduro, pero esta vez con el aporte argumental de la fiscalía.
Sorprendió todavía más la situación por lo prudente que ha resultado ser la fiscal en el pasado, cuando no ha emitido ningún pronunciamiento ante las violaciones constitucionales graves cometidas por la Asamblea Nacional, como la de “desconocer al Presidente de la República”, el declararlo ‘ausente de su cargo’ o al inhabilitarlo “por no ser venezolano” (su madre es colombiana); pronunciamientos legislativos no solo falsos sino producidos en áreas donde la AN no tiene atribuciones plenas, independientes de los otros poderes (sin mencionar lo grotesco de asuntos mencionados).
Se ha dicho que ante la presión de los acontecimientos el TSJ tuvo que echar marcha atrás, lo cual no es estrictamente cierto, aun cuando haya suprimido parte de esas sentencias. Cambió lo referido a la inmunidad parlamentaria sin modificar el fondo, en el sentido de que ya no se afirma que los parlamentarios la hayan perdido, pero se reitera en que si violan la ley, tal inmunidad no los ampara (que era y es la situación preexistente, ya que han violado la ley y se encuentran en desacato). Y en cuanto a asumir las funciones de la Asamblea Nacional, sigue vigente (porque está en la Constitución) que puede asumir tales funciones, aunque sólo “punto por punto”, cuando la omisión parlamentaria obligue (de facto es la misma situación existente antes y después de las sentencias). Lo que sí es cierto es que el TSJ actuó con poco tacto político (por no decir torpeza), pensando que era el momento de blindar inminentes decisiones económicas que requieren aprobación legislativa.
La fiscal ha evitado pronunciarse de nuevo sobre el tema, pero es evidente que es la heroína de la oposición y no podemos descartar que pueda volver a hacer daño en el futuro. No ha sido poca cosa que brindara a los enemigos de la patria la posibilidad de agitar otra vez las calles y propiciar una intervención militar. La violencia que se ha desencadenado se la debemos en buena parte a ella porque la oposición estaba en coma y sin ningún oxígeno para actuar. En cualquier caso, la diferencia entre los poderes ha ido quedando atrás, pero sigue vivo el argumento del autogolpe como justificación de la violencia opositora.

P.- Las movilizaciones no han dejado de producirse, ¿cómo situarías el grado de organización?
R.-   Ambos lados del espectro político han visto reactivadas las movilizaciones de calle. Nuestras marchas siguen siendo muy numerosas, aunque debe reconocerse que no tienen el volumen de las de la primera década de este siglo. Las de ellos, siendo las mayores de los últimos meses, siguen calificando como escuálidas. Estamos hablando de este tema el día 9 de abril, se espera contrastar concentraciones de envergadura el 19 de abril. Las movilizaciones populares están siendo constantes en Caracas, te aseguro que esto es un sinvivir (risas). Se realizan prácticamente todos los días con el fin último de evitar movilizaciones opositoras hacia el centro de la ciudad, donde están los poderes públicos. La oposición también se mantiene en las calles, pero su estrategia es siempre provocar disturbios. Nada tienen que ver sus acciones, en volumen, con sus mejores momentos en 2002 y ni siquiera con las guarimbas (acciones violentas callejeras) de 2014. Hay violencia muy localizada, nada más. De momento no se ha producido ningún enfrentamiento directo serio entre marchas de distinto signo ideológico; sólo ellos contra la Guardia Nacional. Por nuestra parte, y vivido lo vivido en 2002, espero que lo que se verbaliza en tribunas y programas sea verdad: que nos estamos organizando para todos los escenarios posibles. Ahora se habla de ello de manera explícita.
No se trata de desviarnos de nuestra agenda de construcción de respuestas al país ante la grave situación económica, que ha mejorado muchísimo en términos de abastecimiento y presencia de productos, no así de medicinas, ni en los precios, los cuales siguen por las nubes. De allí que los CLAP, ahora más politizados y reconvertidos en un medio de organización popular, sigan como punta de lanza en la lucha económica, junto al intento de relanzar las Misiones.
Es un trabajo muy duro pero pretendemos que no sea tan sólo una vanguardia gubernamental la que se organice y exprese.

P.- Muchas gracias, profesor Peña.

Roete Rojo


HAY QUE ESTAR PREPARADOS Y ORGANIZADOS PARA CUALQUIER ESCENARIO
(Actualidad Venezuela, 24 de abril)

Desde el día 9 de abril, en que se realizó la entrevista titulada “El imperialismo busca la justificación para una intervención militar en Venezuela“, los acontecimientos se precipitaron,  haciendo necesario abordar nuevos datos y valoraciones.

Lo que está ocurriendo: actos terroristas en las calles de Caracas y otras ciudades del país, acoso mediático nacional e internacional contra la Revolución Bolivariana y  grandes movilizaciones populares en contra del golpismo; todos hechos que nos recuerdan los momentos vividos en el año 2002, cuando el golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez. Los eventos de este abril se precipitan gracias a que la derecha recibió un gran balón de oxígeno proveniente de la Organización de Estados Americanos y por las declaraciones de la fiscal Luisa Ortega contra el Tribunal Supremo de Justicia venezolano, renaciendo entre los opositores su creencia-esperanza de que están a punto de alcanzar el poder como en aquella oportunidad del 2002. Pero las diferencias son notables y existe el convencimiento de que se podrá parar esta nueva versión del golpe. Destaquemos esas diferencias.

1.- Las manifestaciones opositoras han crecido por la citada emoción renovada, pero no alcanzan las magnitudes del pasado. Hay que estar alertas ante lo que dicen los medios ya que abundan las fotos trucadas, tanto en lo referido a la cantidad de personas, como a los lugares de las manifestaciones; también se miente con descaro sobre la “represión salvaje” ejercida por los cuerpos de Seguridad del Estado, cuando en la práctica la inmensa mayoría de las muertes que se han producido se deben a la acción violenta de los ‘manifestantes pacíficos’ opositores. El control y liderazgo que tienen los políticos de la derecha sobre estas manifestaciones y acciones violentas es precario, tanto por sus fracasos previos, como por sustentarse en pagos al hampa para que les funcione como fuerza de choque. La llamada “Mesa de la Unidad Democrática” quedó descabezada desde que sacaron a su último coordinador hace dos meses, después del fracaso de todas las intentonas golpistas de 2016. Por eso en el sector opositor cada cual anda por su lado, intentando aparentar ser el ‘más duro’, tratando de copar ese liderazgo (y el financiamiento en dólares que le asignan desde el exterior). Sus estrategias y acciones tienden a ser desesperadas y están marcadas por un análisis ajeno a la realidad, lo cual no las hace menos peligrosas, como los hechos diariamente nos están demostrando. La MUD está desprestigiada y su masa de apoyo desconfía de sus liderazgos; pero dicha masa está más radicalizada y frustrada que nunca, y los consideran incluso cobardes y traidores.

Adicionalmente debe tomarse en cuenta que la oposición venezolana ya no tiene ningún control sobre PDVSA, ni sobre la Fuerza Armada, ni sobre la policía de Caracas, ni puede sabotear ninguna gran infraestructura (al menos sin ayuda internacional), tal como sí ocurría en el año 2002.

2.- A las manifestaciones violentas no se les está permitiendo entrar al municipio Libertador (sede de los poderes públicos en Caracas), como si sucedió en 2002. Ello se hace tanto para evitar las confrontaciones entre marchas, como para anular la acción de los francotiradores en nuestras zonas emblemáticas (como aquellos que provocaron la tantas veces manipulada matanza de Puente Llaguno aquel trágico 11 de abril). Se procura no proporcionar excusa alguna basada en supuestas masacres por nuestra parte. Aunado a lo anterior, la oposición ya no cuenta con los medios de comunicación nacionales (ni con CNN) actuando con la impunidad de aquella época, aunque la tristemente célebre televisora Globovisión – ahora de la mano de Vladimir Villegas…quién lo diría-, y la mayoría de las televisoras privadas quieran asomar la patita. La prensa escrita y radial –también ampliamente controlada por la oposición- sí se ha puesto rabiosa de nuevo. Y los medios internacionales no se cansan de mentir de la manera más descarada. Éste sigue siendo nuestro flanco más débil.

3.- La Fuerza Armada no es la misma de aquellos años. Los jóvenes Tenientes-Coroneles que pararon el golpe de 2002, son los Mayores-Generales de hoy, y la juventud militar está más ideologizada, lo que es decir bastante. Eso no significa que no haya traidores dentro de las Fuerzas Armadas, pero les sería complicado dar un golpe sin respuesta inmediata interna. Los militares chavistas saben que lo que vendría después sería Yakarta.

4.- El chavismo se ha reactivado gracias al trabajo del último año, su moral está muy alta y el tema de la injerencia externa ha movilizado incluso a sectores descontentos con el Gobierno (mas no a la ultraizquierda, que sigue en lo mismo, bailando pegado con la derecha). Fue un error opositor que EE.UU. llamara a manifestarse un 19 de abril. ¡Hacía tiempo que no llenábamos así la Avenida Bolívar!

Los sondeos indican que más del 80% de la población rechaza la violencia, más del 70% desea el diálogo político y el PSUV sigue siendo el principal partido del país, con un apoyo sorprendentemente alto del 35%, para el aguacero que estamos padeciendo desde hace tres años. Entre tanto, el mejor partido opositor apenas alcanza el 7%, y juntos apenas llegan al 29%; declarándose “ni-ni” un 36% de la población. Pero no se pueden lanzar las campanas al aire, porque el odio opositor es de tal calibre que siempre acabarán votando en su totalidad aunque su candidato fuese un trapo sucio, como ocurrió con Macri en Argentina y con Lasso en Ecuador; entre tanto, el abstencionismo sigue siendo demasiado alto entre los simpatizantes del chavismo.

5.- Una variante importante en todo este escenario es que la derecha está pagando con su abundancia de dólares a “paracos” colombianos infiltrados en el país y a delincuencia común para que ataquen zonas populares, intentando prender una explosión social que se venda como levantamiento popular antichavista. El intento de quemar un Hospital Materno-Infantil, en El Valle,  y los saqueos en paralelo en esa misma zona popular, fueron actos desarrollados por encargo por el hampa común, muchos de ellos actuando bajo el efecto de las drogas. No hubo víctimas entre los agredidos (doctores, niños, mujeres embarazadas), pero sin embargo hubo diez fallecidos entre los saqueadores, electrocutados por su propio accionar mientras robaban varios comercios (los medios internacionales no han tardado en decir que fue por la represión gubernamental).

Cabe recordar que cuando Capriles llamó a descargar la “arrechera” luego de perder las elecciones en 2013 y durante las guarimbas de 2014, también los opositores se dedicaron a atacar símbolos del chavismo, como los nuevos conjuntos residenciales populares, centros de salud, escuelas y misiones. Pero en aquel momento lo hacían opositores de clase media contra obras realizadas cerca de sus espacios. Las actuales acciones violentas se están tratando de proyectar hacia zonas netamente populares, para hacer creer que hay  condiciones para otro “Caracazo”, como en 1989, pero al no tener suficiente gente en los barrios apelan de manera irresponsable al hampa, dándoles armas, drogas, dinero y promesas de impunidad.

Hasta ahora sólo en dos casos de muertes han estado involucrados policías (todos ya detenidos); en mi zona de residencia un joven Guardia Nacional fue asesinado por un francotirador. La mayor parte de los muertos han seguido el mismo patrón: durante sus marchas ejecutan a manifestantes (aunque sean propios) o a transeúntes o a funcionarios del orden, bien sea utilizando francotiradores o disparándoles de cerca por sicarios, la prensa hace lo demás.

6.- Lo que sí es idéntico o peor a lo del 2002 es el acoso psicológico al que estamos sometidos todos los venezolanos, por los abrumadores anuncios diarios acerca de las manifestaciones que desde la derecha tienen programadas. Nadie se puede imaginar cómo vivimos el día a día. En ningún país europeo ese accionar sería permitido. Aun controlando la actitud criminal que en 2002 tuvo Globovisión, nos machacan y machacan el cerebro segundo a segundo, a la espera de un nuevo anuncio violento. A pesar de esta sensación angustiosa, creemos realmente que la derrota del golpismo está a la vista si logramos controlar los focos terroristas, que siguen siendo pocos: de 300 municipios que tiene el país ha habido violencia sólo en unos 20 y graves en apenas 5. Pero es claro que su estrategia es mantener la tensión (real o ficticia) todo lo que puedan, hasta que surja un Pinochet o se animen a intervenir desde el extranjero o se dé un evento catastrófico manipulable. Todas esas cosas son todavía posibles, aunque se ven cada vez más improbables dado lo limitado (hasta ahora) del movimiento opositor y la gran movilización del chavismo. Si bien el control directo de los violentos hasta ahora solo ha recaído en la Guardia Nacional, es indispensable mantener la movilización continuada, aunque nos agote, de las organizaciones populares.

La victoria del pueblo venezolano frente al golpismo y el intervencionismo está a la vista, pero el daño en vidas, material, psicológico e internacional que se ha ocasionado al país es enorme. Llegará el momento en que deberá cobrarse la victoria, y no debería ser repitiendo lo del crucifijo de Chávez en 2002.

Actualidad 1 de mayo: Con Caracas desbordada de pueblo, la Avenida Bolívar se quedó pequeña para albergar a las multitudes que a ella querían acceder (2 kilómetros), para incorporarse a la marcha del 1 de Mayo. Desde la Tribuna, el Presidente Maduro anunció la convocatoria de Asamblea Nacional Constituyente, el mayor ámbito de debate y participación del pueblo, amparada en los artículos 347, 348 y 349 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999. La Comisión Presidencial encargada de su convocatoria estará dirigida por Elías Jaua.

Jesús Peña Cedillo

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