jueves, 11 de febrero de 2016

POBREZA INFANTIL EN ESPAÑA Y OTROS DATOS DE LA CRISIS



               Con la edad suceden acontecimientos nuevos en nuestro cerebro y nuestros sentimientos. He consultado con amistades de edades similares a la mía y parece que se trata de un fenómeno generalizado.
               Me refiero a la actitud de hipersensibilidad ante los problemas de las personas más vulnerables de nuestra sociedad. Con la crisis del sistema, que ya dura casi una década, esos sectores vulnerables se pueden observar con un perfil bien definido: adultos y adultas mayores, niños, niñas y adolescentes.
               Estamos como paralizados ante los datos, expresión de la desorientación que se vive, de la derrota sufrida, del miedo ante la falta de futuro; volver el rostro o taparse los ojos para eludir la realidad.
               Pero la realidad es tan aplastante que no aceptarla es como asumir de modo voluntario la locura, la necedad o el individualismo más criminal. O sea, formas de aceptación de la inmundicia que nos rodea y de optar por la inacción. Vivimos en una sociedad enferma.
               Según el indicador europeo “AROPE” el 35.4% de los niños, las niñas y los adolescentes de nuestro país están en riesgo de pobreza o exclusión. Estos datos son corroborados por otras instituciones como Cruz Roja, UNICEF, etc; sin que las prospectivas auguren un cambio de tendencia en años venideros, de seguir las políticas de los gobiernos neoliberales de cualquier signo. No estamos hablando de un fenómeno que se produce en un país exótico, en un país en guerra o en un país de esos que nos cuesta trabajo  situar en el mapa. Seguro que a algunos de los lectores de mi blogs les resultará inaudito.  Pero es así.
               Se trata de un verdadero genocidio de consecuencias a largo plazo. Son millones de personas que no podrán desarrollar sus vidas con las mínimas condiciones para convertirse en adultos completos, incapaces de insertarse en una sociedad que los marcó como excluidos en los primeros años de su existencia. Países que han volcado ingentes recursos para reducir la pobreza y la miseria extrema saben las dificultades que hay que afrontar; incluso donde estos niveles se han reducido drásticamente se reconoce que hay un segmento de población, entre el 5 al 7% que es impermeable a las políticas públicas; es lo que se llama pobreza o miseria estructural.
               ¡Estamos hablando del 35.4% de la población infantil y adolescente! Cuyas familias no pueden garantizarles una alimentación adecuada, un hogar digno, energía para no pasar frío, ninguna posibilidad de ocio o cultura; que viven atenazados por el paro de sus padres y madres, por el miedo a ser echados de sus hogares; que viven en inmensos guetos o desperdigados en barrios de clase obrera degradados por el paro masivo. O sea, que están en todos los sitios a excepción de los barrios elitistas. Coincidimos con ellos en el autobús, en la plaza del barrio, a la salida de la escuela, en el Centro de Salud.
               Curiosamente, el otro sector de la población vulnerable, adultos y adultas mayores, ha acentuado su precariedad de vida porque están haciendo frente al mantenimiento, dentro de sus posibilidades, de esos nietos y nietas. Con sus escasas pensiones (que han sido congeladas) han reducido gastos imprescindibles como la adquisición de medicamentos (antes gratuita), electricidad (hablamos de frío o calor intenso e higiene) y alimentación sana (obligada por las enfermedades que lógicamente padecen), para ayudar a atender algunas necesidades básicas de sus descendientes. Por primera vez, después de la Guerra de España, las nuevas generaciones tienen menos recursos y posibilidades de futuro que sus mayores.
               Lo demás es un teatro en el que se representa una tragicomedia de guión manido y actores y actrices de segundo orden… aunque bien remunerados por el “propietario intelectual” de la obra.
               Desde la Ciudad del Desamparo, febrero 2016

               Roete Rojo

4 comentarios:

  1. Es estremecedor.
    A veces lo más evidente es lo más difícil de ver.
    Un librepensador

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como dice el refrán, libre pensador, "ellos se lo guisan y ellos se lo comen". Besos, Roete Rojo

      Eliminar
  2. Solo un matiz, pero imprescindible si pretendemos algún día reconocer que somos parte del problema y por tanto inexcusablemente de la solución. No vivimos en una sociedad enferma, somos una sociedad enferma.

    ResponderEliminar
  3. Estamos de acuerdo. Gracias por el matiz. Un abrazo

    ResponderEliminar